Antigua litografía de un baile bolero |
Dentro de las múltiples variedades de seguidillas bailables (no
confundir con su forma poética estrófica) se encuentran las llamadas
'seguidillas boleras' que solían formar parte de los intermedios de las representaciones teatrales de la llamada Tonadilla escénica (siglos XVIII y XIX), magistralmente estudiada por
José Subirá ('La tonadilla escénica', 4 vols. Tipografía de Archivos, Madrid, 1929-1932.
El término bolero surge hacia el final del siglo
XVIII y no alude a una forma coreográfica concreta, sino a un conjunto de
rasgos como la vestimenta, formas de hablar o de moverse o una peculiar forma
de bailar asociada al 'casticismo' y a las escuelas de baile académico, de
carácter más señorial y reposado.
La seguidilla bailable adopta una gran variedad de
formas y estilos propios (manchegas,
sevillanas, afandangadas, boleras, rondeñas, majas, etc.).
Si hacemos caso a Don Preciso, seudónimo de Juan Antonio de Iza
Zamácola, en su Colección de las mejores coplas de seguidillas, tiranas y
polos que se han compuesto para cantar con la guitarra, editada en Madrid en 1799,
señala el origen manchego de la seguidilla y describe el bolero (danza) como
una evolución de la misma, al tiempo que defiende la originalidad de los bailes españoles
frente al intrusismo de los franceses o italianos.
Reproduzco la portada y las primeras páginas de dicha colección.
Adjunto el pliego editado en Madrid, sin año, por los sucesores de Hernando.
Antonio Lorenzo
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