En anteriores entradas ya comenté algo sobre la estrecha relación entre las diversas formas del llamado Teatro breve y los pliegos de cordel.
Traigo en esta ocasión un sainete que, aunque en ninguno de los pliegos consultados aparece el nombre del autor, se le ha atribuido, si bien con algunas dudas, a José Concha (1750 - ¿1802?), quien comenzó su carrera teatral como actor en Cádiz hacia 1770 y a quien se le atribuye un respetable número de obras entre comedias, dramas y sainetes.
Una práctica habitual en la sociedad del siglo XVIII, sobre todo en las ciudades, consistía en las representaciones teatrales en casas particulares para un número reducido de actores. Estos actores solían ser los propios vecinos, compañeros de tertulias o simples aficionados para satisfacer su ocio, lo que fomentó en los autores el desarrollo de obritas al considerar esta práctica un medio fácil de adaptación y simplificación de obras mayores, aligerando tanto su contenido como los elementos escenográficos.
Estas obritas no constituyen propiamente un género en sí mismo, pero son, si se quiere, un reflejo doméstico de la enorme afición del público del siglo XVIII a las representaciones teatrales públicas que contaba con un mayor espacio escénico de tramoya y de medios.
Una característica que suele apreciarse en estas obras es la ausencia de actrices femeninas debido a la prevención moral que regía en la época, incluso en los teatros públicos, donde se separaban a los espectadores según su sexo, lo que obligaba de alguna manera a prescindir de personajes femeninos en estas representaciones domésticas o caseras donde todos se conocían.
Estos modelos teatrales dieciochescos tuvieron vigencia hasta muy avanzado el siglo XIX. Buena prueba de su aceptación y éxito lo constituyen precisamente estos pliegos, reeditados ininterrumpidamente por conocidos impresores de pliegos de cordel.
Reproduzco las dos primeras portadas correspondientes a los impresores valencianos Ildefonso Mompié, en 1822, y la de Laborda, donde no figura el año. Las dos siguientes proceden de la imprenta madrileña de sordomudos, en 1856, y la de venta en la barcelonesa Casa de Francisco Vallés en 1857. La última, antes de reproducir completo el sainete, de la que he entresacado la xilografía para ilustrar esta entrada, proviene de la conocida imprenta barcelonesa de Juan Llorens en 1864.
Traigo en esta ocasión un sainete que, aunque en ninguno de los pliegos consultados aparece el nombre del autor, se le ha atribuido, si bien con algunas dudas, a José Concha (1750 - ¿1802?), quien comenzó su carrera teatral como actor en Cádiz hacia 1770 y a quien se le atribuye un respetable número de obras entre comedias, dramas y sainetes.
Una práctica habitual en la sociedad del siglo XVIII, sobre todo en las ciudades, consistía en las representaciones teatrales en casas particulares para un número reducido de actores. Estos actores solían ser los propios vecinos, compañeros de tertulias o simples aficionados para satisfacer su ocio, lo que fomentó en los autores el desarrollo de obritas al considerar esta práctica un medio fácil de adaptación y simplificación de obras mayores, aligerando tanto su contenido como los elementos escenográficos.
Estas obritas no constituyen propiamente un género en sí mismo, pero son, si se quiere, un reflejo doméstico de la enorme afición del público del siglo XVIII a las representaciones teatrales públicas que contaba con un mayor espacio escénico de tramoya y de medios.
Una característica que suele apreciarse en estas obras es la ausencia de actrices femeninas debido a la prevención moral que regía en la época, incluso en los teatros públicos, donde se separaban a los espectadores según su sexo, lo que obligaba de alguna manera a prescindir de personajes femeninos en estas representaciones domésticas o caseras donde todos se conocían.
Estos modelos teatrales dieciochescos tuvieron vigencia hasta muy avanzado el siglo XIX. Buena prueba de su aceptación y éxito lo constituyen precisamente estos pliegos, reeditados ininterrumpidamente por conocidos impresores de pliegos de cordel.
Reproduzco las dos primeras portadas correspondientes a los impresores valencianos Ildefonso Mompié, en 1822, y la de Laborda, donde no figura el año. Las dos siguientes proceden de la imprenta madrileña de sordomudos, en 1856, y la de venta en la barcelonesa Casa de Francisco Vallés en 1857. La última, antes de reproducir completo el sainete, de la que he entresacado la xilografía para ilustrar esta entrada, proviene de la conocida imprenta barcelonesa de Juan Llorens en 1864.
Reproduzco íntegro el sainete editado en Alcalá de Henares, donde precisamente se desarrolla la acción, debido al impresor Isidro López.
©Antonio Lorenzo
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