La historicidad de san Narciso resulta altamente dudosa al estar basada en leyendas, martirologios y cronicones contradictorios o de escasa fiabilidad. El interés de esta entrada consiste básicamente en dar a conocer un pliego donde se narra el supuesto milagro sucedido en la tumba del santo de la que salió un enorme enjambre de tábanos que espantaron a sus profanadores franceses. Todo ello se sitúa en el contexto de la guerra de sucesión española en el primer cuarto del siglo XVIII, como luego veremos.
Según la tradición, Narciso era obispo de Gerona cuando se desencadenó la persecución de Diocleciano (303-311). Una aparición divina le ordenó acudir a evangelizar a la ciudad alemana de Augusta (Augsburgo). Viajó hacia allá con su diácono Félix hospedándose en casa de Afra, una conocida prostituta quien pensó que sus huéspedes eran deshonestos y lascivos que habían acudido allí para pecar. Narciso logró convertirla al cristianismo junto a otras compañeras: Digna, Eunomia y Eutropia. Al estar perseguidos por los paganos, Afra los escondió entre unos haces de lino para que no cayesen en manos de sus perseguidores
Tras un tiempo en Augusta, retornó a Gerona donde confirmó en la fe a muchos indecisos que consideraron su viaje a tierras germanas como una huida. El gran número de conversiones a él debidas determinó su muerte y la de su diácono hacia el 29 de octubre del 307, cuando estaba celebrando la misa en la sede de su obispado.
Ilustración de «El santo de cada día», Vol. V, editorial Luis Vives, 1948, pág. 597 |
La tumba donde se encontraba su cadáver se mantuvo olvidada durante siglos, pero a raíz de la profanación de la misma que intentaron llevar a cabo los franceses al tratar de invadir la ciudad, se halló el cuerpo incorrupto del prelado y donde sucedió el célebre episodio de las moscas.
El episodio de las moscas, considerado como «prodigio estupendo», se narra con cierto detalle en el tomo dedicado al mes de octubre del famoso Año cristiano de Jean Croisset (1656-1738):
«...porque habiendo su gente robado el sepulcro de san Narciso, salieron del mismo sepulcro innumerables enjambres de moscas y tábanos de color azul y verde con algunas listas rojas, que embistieron con la gente y caballos del Rey francés, y los emponzoñaron de manera, que á cuantos hombres y caballos mordían espiraban al momento: siendo tan considerable el estrago que hicieron en el ejército, que apenas quedó de él una tercera parte, que huyó precipitadamente á Francia temeroso de su muerte: prodigio estupendo que aconteció en el mes de setiembre del año 1286, según consta en el libro intitulado: Crónica de los reyes de Aragón, que se conserva en el archivo de Barcelona; y quedaron en proverbio: Las moscas de san Narciso».
La fiesta en honor de san Narciso se celebra, junto a la de san Félix, su diácono, el día 29 de octubre. San Narciso es el patrón de Gerona y se le invoca contra los tábanos, avispas, moscas y mosquitos.
El pliego
El pliego, en el que no figura fecha de impresión, hay que contextualizarlo en la guerra de sucesión al trono de España al fallecer Carlos II el año 1700 sin disponer de sucesor. Las pretensiones al trono se disputaron entre dos pretendientes: el archiduque Carlos de Austria y el aspirante francés Felipe, duque de Anjou (futuro Felipe V). La guerra se prolongó durante quince años hasta el abandono del archiduque y la rendición de Barcelona en septiembre de 1714. Sin embargo, durante ese transcurso los reinos peninsulares de la Corona de Aragón, los países integrantes de la Gran Alianza de la Haya y el papa Clemente XI, reconocieron como rey al archiduque con el nombre de Carlos III. A este Carlos III es a quien se refiere el pliego donde se muestra una clara adhesión a la causa austracista al desearle salud y vida y haciendo votos para que su esposa, la alemana Isabel Cristina de Brunswick-Wolfenbütte, tuviese descendencia para el sostenimiento de la Casa de Austria en España.
Y a nuestro Carlos III
Y a nuestro Carlos III
Dios le de salud y vida
con copiosa sucesión
de su Isabela Cristina,
para que logrando el fruto
de esta flor tan peregrina,
la Casa de Austria en España
reine, mande, y siempre viva.
El pliego, pues, hay que situarlo en el reinado del archiduque Carlos de Habsburgo (Carlos III desde 1705 a 1714) donde concedió el cargo de tipógrafo real a Rafael Figueró, padre e hijo, el año 1706 para premiar su fidelidad y los servicios recibidos. Como tipógrafos oficiales eran los autorizados para imprimir prensa periódica y también relaciones de sucesos hasta la caída de la ciudad condal en 1714. Durante ese periodo contaron con la colaboración de otros talleres de impresores, como el de Francisco Guasch, de donde proviene el pliego.
Antes de que Carlos III concediera el monopolio y el cargo de impresor real a los Figueró, el taller regentado por Francisco Guasch fue el principal responsable de la función informativa y de la difusión de noticias de la defensa de Barcelona.
Imágenes devocionales de san Narciso
Sepulcro de san Narciso en la iglesia de san Félix (sant Feliu) en Gerona tallado en alabastro (siglo XIV) |
©Antonio Lorenzo
Querido y admirado maestro.
ResponderEliminarHaces referencia a Jean Croisset, quien relató al primer milagro de las moscas de san Narciso. Y es cierto que en 1275, Francia y Aragón se disputaban el dominio del Mediterraneo. En el mar, Roger de Lauria derrotó a los franceses en la batalla de Formigues. Por tierra, las tropas del rey francés Felipe III, el atrevido, invadieron Cataluña. Pero fueron diezmadas por una epidemia de disentería que incluso costó la vida al monarca. Admitamos que las moscas fueran agentes de la epidemia.
El pliego, por contra, habla del que podemos considerar el segundo milagro de san Narciso. Las moscas resucitan para atacar a las milicias francesas durante la guerra de sucesión.
En vista de estos sucesos, no puedo menos que preguntarme dónde estaban las moscas durante la invasión napoleónica. ¿No hubo un tercer milagro? ¿Acaso las moscas acabaron siendo afrancesadas? Lamentable.
Gracias por el comentario, Antluay. Hay escritos que también contemplan la intervención de las moscas de san Narciso en las guerras napoleónicas. Se ve que el ilustre obispo poseía un extraño poder sobre los dípteros para ponerlos a su servicio.
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