miércoles, 3 de marzo de 2021

De oca a oca... y tiro porque me toca [IV]

Detalle del grabado de Patricia R. Muñoz (2003)

Tras las reflexiones que vengo desarrollando sobre el juego de la oca en anteriores entradas quiero detenerme en algunas de las muestras impresas más antiguas de las que tenemos noticia, con especial atención a las españolas, al margen del tablero que acompañaba a la Filosofía cortesana (1587), al que dediqué la entrada anterior.

Los orígenes arcaicos del juego de la oca han suscitado todo tipo de interpretaciones, muchas de ellas poco creíbles o de dudosa solvencia a la que he dedicado algunas líneas en las entradas anteriores. Como antecedente remoto del juego se ha señalado el disco cretense de Festos, su invención por Palamedes, su representación de un calendario o de una secta herética protestante, su origen oriental, una especie de guía secreta del Camino de Santiago vinculado a la orden del Temple, su simbología mántica asociada a juegos infantiles, significaciones cabalísticas y numerológicas, etc. 

Al margen de la simbología sobre los juegos de azar practicados desde la antigüedad, entre los que se podría considerar el juego de la oca, no es sino hasta el siglo XVI cuando a consecuencia del regalo de un tablero de juego de Francisco del Medicis a Felipe II, alrededor de 1580, el juego se extendió por toda Europa donde proliferaron multitud de tableros y se introdujeron numerosas variantes e incorporando aspectos y facetas de la vida cotidiana y cortesana, todo ello en distintas impresiones y calidades de las láminas.

Aparte del extraordinario tablero al que se refería la Filosofía cortesana de Alonso de Barros, si aceptamos que el Juego del ganso tiene sus raíces en Italia, la impresión más antigua conocida es la publicada en Venecia por Carlo Coriolani en 1640, donde es probable que el nombre del juego, como de la oca, se derive de ahí.

Lo que resulta curioso es que el motivo central al llegar a la casilla 63 reproduzca una versión muy alejada a las interpretaciones esotéricas tradicionales donde se representa a una familia sentada alrededor de una mesa puesta y en el medio un ganso asado presto para ser degustado. Esta interpretación tan materialista de que el premio consiste en comerse el ganso pondría en cuestión tanta versión simbólica a la que ha dado lugar el juego.

Carecemos de falta evidencia contemporánea confiable de la importancia del ganso para los inventores del juego. También es posible que hayan tomado prestado el símbolo del ganso de un juego anterior, ahora perdido.

Il delettevole Gioco di Loca

Il delettevole Gioco di Loca (edición moderna coloreada)

Il delettevole Gioco di Loca (edición moderna coloreada) (detalle)

Las versiones impresas del juego de la oca más antiguas que conocemos en España se remontan a la malloquina Imprenta Guasp. Dicho taller engloba a una de las dinastías de impresores más antiguas de Europa, responsables de la introducción de la imprenta en las Islas Baleares. La actividad impresora de esta dinastía abarca, desde su fundación, hacia 1576 por Gabriel Guasp, hasta el año 1958 en que cesó su actividad tras varias generaciones. Las xilografías conservadas de su taller, de las que se conservan matrices del siglo XVIII, son de indudable interés histórico por su diversidad tipológica y temática.

De esta valiosa colección provienen las más antiguas muestras del juego de la Oca que se conservan en España. En algunas de estas tres láminas reproducidas del siglo XVII, puede observarse que varía el número de casillas habitual y aparecen otros elementos entremezclados con figuras de otros juegos y épocas de los que carecemos de noticias fidedignas.




Las Aucas (Auques) catalanas (o Aleluyas castellanas)  

Por auca (en catalán) o aleluya se conoce un tipo de estampa impresa, generalmente a doble folio, que suelen contener un conjunto de 48 viñetas que desarrollas un tema o historia. Las primeras conocidas datan del siglo XVII. Las primeras aucas conocidas no llevan título ni texto que acompañe.

La palabra auca procede del juego de la Auca, forma arcaica de la conocida por oca, mientras que la palabra castellana aleluya deriva de las hojas con viñetas que contenían la palabra aleluya para ser recortadas y echadas a la calle desde ventanas o balcones al paso de la procesión del Corpus o de otras festividades religiosas.

Una de las primeras láminas conocidas es la del Sol y la Luna, impresa por Pere Abadal en 1676, donde en viñetas redondas aparecen 8 viñetas en 6 filas, sin texto acompañante. Con posterioridad, ya en el siglo XVIII, toman la disposición típica de 8 filas de 6 cuadrados acompañados de pareados (conocidos por rodolins, en catalán).

A lo largo del tiempo el auca va perdiendo la primitiva idea de juego de azar y se va decantando para desarrollar un carácter más propiamente didáctico. A medida que van evolucionando se vio la necesidad de que fueran acompañadas por un texto, preferentemente en forma de pareado.

A mediados del siglo XIX es cuando la correlación texto-imagen se hace más notoria siendo distribuidas a través de librerías o como hojas volantes junto a los pliegos de cordel que vendían los ciegos.

Como ejemplos de aucas que recogen el juego, reproduzco una pequeña muestra de algunas impresiones catalanas.






Impresiones diversas y recientes

A lo largo de los siglos XVII, XVIII, y especialmente del XIX, conocemos multitud de tableros y reglas impresas, con diferentes calidades de papel e impresiones. A medida que fueron avanzando las técnicas de impresión el fascinante juego de la Oca se presta a servir de soporte en sus casillas para infinidad de temas iconográficos: sean guerras, cambios políticos, personajes célebres, guías de viajes y turismo, juegos de carreras, de contenidos religiosos o morales, como soporte para aprender a leer o geografía... lo que convierte la estructura del juego en un instrumento de variada enseñanza.

Entre los cientos de impresiones modernas que tienen por soporte iconográfico el juego de la oca en numerosos países europeos, elijo, a modo de ejemplo, algunas de las impresas en España.





La gran carga simbólica del juego de la oca unida a su función lúdica, son los ingredientes principales para su perduración en el imaginario colectivo desde siempre, pues se presta a correlacionarlo con el recorrido vital humano. Las tradiciones populares nunca son fáciles de estudiar desde un punto de vista histórico, ya que la documentación suele ser escasa o inexistente. Intentar explicar la simbología de las casillas o su trayectoria imaginativa como definitivas no agotan su interpretación.

A los juegos hay que tratarlos a modo de perspectivas simbólicas. Los símbolos son multivalentes, es decir, pueden acoger o referirse a distintas significaciones que traspasan el plano de lo inmediato. Son mediadores comprensivos, en un proceso dialéctico, que complementan y sobrevuelan por la imaginación y la razón.


Como apunta el arco de la casilla 63 del magnífico grabado de Patricia R. Muñoz no se trata de la llegada al final del juego, sino más bien una sugerente puerta de entrada que nos invita a proseguir nuestro camino.


Referencias generales

* Varios autores: Juego de la Oca, Valladolid, Fundación Joaquín Díaz, 2005.

* Alarcón, Rafael: A la sombra de los templarios. Los enigmas de la España mágica, Barcelona, Ediciones Martínez Roca, 2001.

* Amades, Joan: «El juego de la oca», en Bibliofilia, 3, 1950, pp. 1-21.

* Ciompi, Luigi y Seville, Adrian  (2014). «Giochi dell’Oca e di percorso», catálogo en línea
<http://www.giochidelloca.it>

* Lalanda, Fernando: El juego templario de la oca en el Camino de Santiago, Madrid, Visión libros, 2013.

* http://patadeoca.blogspot.com/ (blog de Patricia R. Muñoz).

*  Martínez Vázquez de Parga, Mª José: Juego, figuración, símbolo. El Tablero de la Oca, Madrid, 451 Editores, 2008.

©Antonio Lorenzo

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