domingo, 25 de abril de 2021

Atrocidades y destrozos ocasionados por una pulga

 

La pulga, pese a que desde nuestra perspectiva actual pueda parecernos un extraño y torpe motivo literario, goza de una enorme y suculenta tradición. Recordemos la falsa atribución a Ovidio (atribución, por cierto, muy repetida) del poema Elegia de pulice, y que dio pie a los autores del Siglo de Oro español a considerarla como un elemento que podía dar mucho juego. El propio Lope reivindica y dota de dignidad a estas consideradas «materias bajas» de la poesía, como manifiesta en algunos versos de su Gatomaquia.

La importancia temática de la pulga fue tal, que hasta se llegó a celebrar en Francia un certamen poético en 1582 titulado La puce di madame des-Roches, donde el insecto ejercía de hilo conductor.

La pulga incita a la diversión y a la burla por sus características de poder deambular y desplazarse con facilidad por los lugares más recónditos de los humanos, por lo que es utilizada como motivo sugerente de risa. Su facilidad de desplazamiento se refleja en la expresión El salto de la pulga, la rana lo desea

Como referente ocasional en la literatura popular impresa, a la pulga se le atribuyen una serie de características extraordinarias, como se aprecia en estos pliegos que reproduzco, donde se convierte en protagonista de grandes desastres, aunque aderezado todo ello con una clara intención burlesca y como motivo de entretenimiento.



En este otro pliego, reimpreso en Zaragoza en 1841, se nos cuenta la historia de una noble y aburrida dama que decidió recriar una pulga en una botella de cristal alimentándola con su propia sangre, «con lo demás que sucedió después».





©Antonio Lorenzo

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