El almanaque editado para el año 1869 por el periódico El Cascabel, continúa básicamente con la misma estructura y recorrido que los anteriores.
1869 fue un año muy agitado políticamente. Tras el derrocamiento de Isabel II y su forzosa salida al exilio, se formó un gobierno provisional que convocó elecciones para el 15 de enero, aunque bajo sufragio universal solamente masculino. Dichas elecciones fueron las primeras tras la revolución La Gloriosa del año anterior, lo que marcó un antes y un después en la historia del liberalismo español. La revolución estuvo encabezada por los generales Juan Prim y Francisco Serrano, poniendo fin al gobierno de Narváez, jefe del Partido Moderado.
Las Cortes Constituyentes comenzaron sus sesiones el 11 de febrero de 1869. La Constitución se promulgó solemnemente el 6 de junio de 1869 donde se recogía un importante catálogo de derechos y libertades.
El almanaque que nos ocupa, editado a finales del año anterior, recoge de forma subrepticia los cambios que se iban produciendo, pero sin llegar a tomar clara posición, aunque el ideario del periódico y de su director Carlos Frontaura era básicamente moderado y monárquico. Tanto las ilustraciones, algunas del reconocido ilustrador y dibujante Francisco Ortego, al que dedicaré particulares entradas, como los textos que las acompañan, expresan preocupación por los acontecimientos pasados y temores por el futuro que habrá el año 1869 al que va dedicado el almanaque.
Las viñetas humorísticas de carácter costumbrista era una forma de evitar la censura respecto a aquellas otras de carácter político que fueron adquiriendo un mayor protagonismo tras la revolución Septembrina. En el Decreto del 23 de octubre de 1868 ya se establecía que «todos los ciudadanos tienen derecho a emitir libremente sus pensamientos por medio de la imprenta, sin sujeción a la censura ni a ningún requisito previo», algo que favoreció muy notablemente la aparición de numerosas publicaciones donde la caricatura adquirió una importancia cada vez mayor. El esfuerzo de las publicaciones para llamar la atención de sus lectores se basaba en gran medida en los dibujos que incluía formando parte de la estrategia comercial.
Como mi interés se centra principalmente en la evolución de los almanaques, entresaco del editado para 1869 unos ejemplos muy comedidos respecto a los cambios políticos, a los que añado algunas recomendaciones publicitarias.
En uno de los dibujos de los recuerdos del año 1868, reproducido más abajo, se nos informa sobre la compañía imperial japonesa. Por contextualizar algo que desde nuestra perspectiva actual nos puede resultar extraño conviene recordar que esa compañía imperial japonesa se refiere a la occidentalización del entonces teatro japonés en el Periodo Meiji (1868-1912), referido a los 45 años del reinado el emperador japonés donde el país, como potencia emergente, desarrolló una importante modernización y occidentalización de las artes escénicas que rompían con los esquemas clásicos y que difundieron por numerosos países, entre ellos en el nuestro. Tanto su sofisticado vestuario, grandiosas tramoyas, aparatosa escenografía con personajes voladores, uso de trampillas, etc., no fue bien acogido por el público de entonces, de ahí que se renombrara en el dibujo como la «compañía imperial de los demonios».
Todo ello guarda relación con el Tratado de Amistad, Comercio y Navegación firmado por España y Japón el 12 de noviembre de 1868, a caballo entre la Revolución Meiji en Japón y la Revolución Gloriosa en España, apenas mes y medio antes del exilio de la reina a París. No hay que olvidar que en aquellas fechas España seguía manteniendo una presencia territorial nada desdeñable en Asia-Pacífico.
©Antonio Lorenzo
Super interesante y rico en nociones históricas y culturales. ¡Enhorabuena!
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