Las sátiras políticas que aparecen entreveradas en estas publicaciones no dejan de ser circunstanciales, pero a través de las caricaturas y los textos que las acompañan nos ofrecen todo un arsenal de aspectos merecedores de valoración y evolución.
La historia de la literatura apenas se ha detenido en estas publicaciones por considerarlas de rango inferior o, en el mejor de los casos, como antecedentes prácticos de obras más enjundiosas de los autores que practicaron o desarrollaron colaboraciones como ejercicios previos.
Poco a poco fueron estableciéndose diferencias entre los practicantes del «humorismo literario», referido a los considerados autores con enjundia, frente al catalogado como «escritor humorista», de más bajo perfil e interés literario encaminado a proveer a sus lectores de una risa fácil y populista.
A caballo de estas denominaciones encontramos a Carlos Frontaura (1834-1910), escritor y prolífico periodista que dirigió El Cascabel, el infantil Los Niños (1870-1877 y 1883-1893) contando con numerosos colaboradores, y posteriormente La Risa, como director literario con el subtítulo de «periódico ilustrado, cómico y humorístico».
El almanaque para 1867 contiene el consabido santoral con notas astronómicas y con especial dedicación a las fases lunares. También se incluye una relación de fiestas, letrillas y poemas, alguno del mismo José Zorrilla, todo ello acompañado por ilustraciones, entre ellas del dibujante y prolífico Ortego. Tampoco podía faltar el recurrente «juicio del año» escrito en verso por el propio director literario Carlos Frontaura, aunque todo ello sin meterse de lleno en asuntos políticos tal como ocurre en otras publicaciones paralelas.
El almanaque, en definitiva, es un producto a caballo entre el periodismo, la literatura y la educación, al que consideramos como objeto de investigación por sí mismo, en cuanto que incorpora textos, imágenes y comentarios variopintos que proporcionan elementos para contextualizar la visión previa del año que va a comenzar según el imaginario de sus autores y de los lectores a quienes va dirigido.
Tras algunas de las ilustraciones entresacadas del almanaque añado al final algunas muestras interesantes de publicidad recogidas al final del folleto, que también merecerían mayor atención en cuanto a la evolución de la misma. Uno de los ejemplos reproducidos es el del establecimiento de la bollería Nieto, en Sevilla, donde se promocionan las famosas tortas de polvorón y aceite, así como los "molletes sevillanos" que dicen sustituir ventajosamente al pan francés. En otro de ellos se promociona una zurcidora que se traslada a una nueva dirección desde la galería de San Felipe Neri (tras la demolición del más famoso mentidero de Madrid), o la publicidad de la "Fábrica de miriñaques", puestos de moda en aquellos años por la influencia de la emperatriz Eugenia de Montijo, a lo que dediqué una de las entradas del blog:
https://adarve5.blogspot.com/2021/11/el-disparate-del-mirinaque-o-la-mujer.html
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