Los impresores y libreros Gaspar y Roig, continuando con su labor editora, idearon en 1851 la creación de una nueva serie bajo el rótulo de "Biblioteca Ilustrada". Todo lo editado bajo dicha etiqueta, que tuvo un amplio recorrido, es una de las más importantes referencias editoriales del siglo XIX. Algunos de los principales títulos representativos que editaron fueron las Escenas matritenses (1851) de Mesonero Romanos y el Diario de un testigo de la Guerra de África (1859) de Pedro Antonio de Alarcón, así como las más destacadas obras de la literatura europea de entonces. Tras el fallecimiento de José Roig, la casa pasó a denominarse Gaspar Hermanos y, desde 1874, Gaspar editores, desapareciendo como editorial tan solo siete años después.
A lo largo de su amplio recorrido también editaron la revista El Museo Universal desde el año 1851 hasta el 1869, lo que supuso un antes y un después al incluir en ella gran contenido gráfico, lo que les permitió rivalizar con las mejores revistas ilustradas europeas a lo largo de sus trece años de existencia.
Nuestro interés se centra prioritariamente en los almanaques, poco atendidos o pasados de largo en los estudios sobre la historia de la literatura y de la prensa del XIX. Todo almanaque, al resumir los acontecimientos del año transcurrido y aventurar los sucesos posteriores, no puede desatenderse ni soslayar una visión política de la historia, aunque traten de mantenerse inocentes en ese sentido o ceñirse en exclusiva a lo propiamente literario. Los grabados incluidos, en suma, reflejan de una forma directa o alegórica acontecimientos y situaciones cotidianas propios de la época acompañados habitualmente por pequeños textos alusivos o aclaratorios a pie de página.
El almanaque es una especie de cajón de sastre donde cabe todo un conjunto heterogéneo de formas textuales muy variadas acompañadas de elementos gráficos, generalmente viñetas, a caballo entre la cultura escrita e impresa; un objeto cultural, en suma, con entidad propia y merecedor de estudio y evolución como fuente de información sobre asuntos generales que nos arrojan luz sobre sobre el año transcurrido y sus predicciones para el venidero.
En los estudios académicos consultados apenas aparecen muestras de las imágenes que incluyen, ya sean sobre la prensa periódica o de la literatura generalista, cuando resultan ser un elemento esencial y diferenciador de las numerosas publicaciones de entonces. La caricatura y la viñeta, dibujadas por eminentes ilustradores, como es caso del gran Francisco Ortego que es el autor de estas que reproduzco, tienen por sí mismas un significado propio para un lector de imágenes en una España con un enorme porcentaje de analfabetismo y donde las imágenes actuaban como un reclamo por sí mismas.
Como es obvio, el interés de este blog no pretende un estudio significativo de estos objetos culturales, sino que se reduce por dar a conocer una pequeña selección de viñetas ilustrativas incluidas en ellos tratando de contextualizar a grandes rasgos el año en cuestión del almanaque y seleccionando de entre los publicados aquel que parece resultar más significativo. La elección es obviamente subjetiva aprovechándonos de la digitalización de documentos antiguos disponibles en internet y el acceso al vaciado de publicaciones que antes exigía la presencia física en la biblioteca depositaria respectiva para su consulta.
Contexto histórico del almanaque
En el breve reinado de Amadeo I y en mismo año de su acceso al trono se convocaron elecciones generales para el 8 de marzo para dilucidar la división existente entre los partidarios del Antiguo Régimen ("monárquicos isabelinos" y "carlistas"), por el Partido Republicano Federal (Pi y Margall) y sobre todo por la Coalición Progresista Liberal (Unión Liberal, Partido Progresista y Partido Democrático), presidida por Serrano, donde también se encontraban otras formaciones menores ("moderados", "canovistas", "Montpensieristas"...). Fue la Coalición la que obtuvo los mejores resultados, siendo nombrado presidente del Congreso de los Diputados el progresista Salustiano de Olózaga.
Debido a la inestable situación política Práxedes Mateo Sagasta fue quien asumió la presidencia del gobierno el 12 de diciembre, cargo que ostentó hasta pasadas las nuevas elecciones convocadas para abril de 1872.
El rasgo más característico del breve reinado de Amadeo I (enero 1871-febrero 1873) fue la permanente inestabilidad social y política: tres elecciones generales y seis gobiernos en apenas dos años.
España tampoco fue ajena en 1871 a las consecuencias de la Guerra franco-prusiana (1870), a la caída del régimen de Napoleón III, la proclamación de la república en Francia (septiembre de 1870) y los acontecimientos de la Comuna de París de 1871, donde se instauró el primer gobierno de la clase obrera (del 18 de marzo al 28 de mayo de 1871) siendo todos ellos momentos de crisis política y social en el país vecino coincidiendo también con la indefinición política de entonces y el advenimiento al trono español de Amadeo I.
Es en este contexto histórico, tan convulso políticamente, es cuando se editó el nuevo almanaque para el venidero año de 1872.
El resumen del año 1871 en el almanaque fue escrito por Manuel de Palacio (1831-1906) quien fuera un renombrado periodista, dramaturgo y conocido escritor de sátiras en verso de políticos de entonces, lo que le supuso numerosos pleitos por injurias y difamación. Fundador también, junto a Luis Rivera, del conocido periódico satírico Gil Blas (1864-1870). En su resumen del año lamenta el asesinato de Prim en diciembre del año anterior, los acontecimientos políticos externos y la esperanza puesta en el proclamado nuevo rey Amadeo I, quien juró la Constitución el día 2 de enero del año en curso.
Las predicciones para el nuevo año 1872 se recogen en el almanaque de forma irónica como se aprecia en las viñetas entresacadas.
Como curiosidad, los versos que figuran al pie de la viñeta "Uno que saldrá en las próximas", fueron muy repetidos y adaptados con variantes según la intencionalidad perseguida, apareciendo en muchas publicaciones de la prensa escrita y perdurables también como expresión oral. Su procedencia creo encontrarla en el drama romántico El trovador, de Antonio García Gutiérrez, estrenada en el madrileño Teatro del Príncipe el 1 de marzo de 1836. Dicha obra alcanzó una gran proyección por el trasfondo histórico del conflicto entre la figura del noble tradicionalista (Don Nuño) frente al humilde trovador (Enrique), enfrentados ambos por los amores de la dama Leonor, enamorada del trovador.
Nuño: ¿Dónde vais?Manrique: Al campo, Don Nuño voydonde probaros espero,que si vos sois caballero...caballero también soy.
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