El periódico El Cascabel volvió a regalar a sus suscriptores un nuevo almanaque, en este caso para el año 1868, según la costumbre del periódico al finalizar cada año.
Cada vez son más los estudios sobre la prensa satírica o generalista de la segunda mitad del siglo XIX, aunque no propiamente de los almanaques, si bien estos últimos nos ofrecen un recorrido generalista del año que acaba y un vaticinio sobre el que va a comenzar.
Como es sabido, lo satírico trasciende la categoría de lo literario al ejercer una solapada crítica sobre la gestión de lo público mediante recursos variados, como romances, epigramas, chascarrillos, etc., que pueden ir acompañados de dibujos o ilustraciones que lo refuerzan en forma de escenas cotidianas.
El dibujo satírico, como representación, no deja de ser una especie de subterfugio como forma de democratizar el saber generalista. La caricatura cómica de los ilustradores fue muy mal llevada por los políticos que aparecían en sus dibujos por el efecto cómico que suscitaban en amplias capas populares.
La imagen satírica de la prensa del XIX no ha gozado hasta relativamente hace pocos años de la merecida atención por parte de los estudiosos, aunque contiene múltiples niveles de lectura al estar vinculada a acontecimientos no siempre fáciles de entrever.
El momento político del año 1868 en España supuso todo un cambio estructural tras el triunfo de la revolución La Gloriosa, el destronamiento de la reina Isabel II y su salida al exilio, acontecimientos que obviamente no se recogieron en el almanaque editado a finales del año anterior. Este almanaque no disfrutó de la nueva libertad de prensa instaurada por decreto del 23 de octubre de 1868 y confirmada luego en la Constitución de 1869. Es por ello que las críticas al poder público se ven atenuadas, y más en el periódico editor del almanaque que no se destacó precisamente por su crítica política, algo que aumentó considerablemente a lo largo del Sexenio Democrático (1868-1874) donde el número de publicaciones periódicas se incrementó de forma notable, aunque muchas de ellas de corta duración, salvo algunos casos puntuales.
Repasando a grandes rasgos el contenido de este almanaque para el año 1868 aparecen elementos propios de los editados anteriormente. Tras el recurrente "Juicio del año", escrito por su director, Carlos Frontaura, entresaco algunas ilustraciones de "tipos populares" acompañadas por una cuarteta alusiva al pie de cada una de ellas, a lo que siguen otras ilustraciones con el objetivo de despertar la sonrisa a sus observadores.
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