jueves, 23 de noviembre de 2023

La pulga como cuplé y como suceso en un pliego de cordel

 

La relación de la literatura popular impresa con el género chico (que incluye la zarzuela de uno o dos actos) y asociada al teatro por horas, ha merecido escaso interés por parte de los investigadores. Tras los desastres del 98 y debido a la necesidad de una regeneración social, constituyen elementos a tener en cuenta para enmarcar los gustos populares de entonces. Los llamados cuplés, asociados a lo llamado sicalíptico, en su sentido de picardía sexual, se refieren básicamente a los números musicales interpretados por solistas femeninas cuya presencia social va ganando progresivamente terreno e importancia en la cultura popular durante el cambio de siglo. La retroalimentación y convivencia del teatro con el llamado género chico, que derivó posteriormente al apelativo de género ínfimo asociado preferentemente con el cuplé, constituye una sugerente fuente de estudio para comprender la evolución del imaginario social de la última década del siglo XIX y los comienzos del XX. Durante dicho periodo se produjo un cierto aire de renovación y regeneración respecto a la moral e ideología decimonónica en su poliédrico camino hacia el progreso y la modernidad.

El cuplé, palabra de procedencia francesa "couplet", es un término referido a la estrofa de una canción alternada junto a un estribillo. La españolización progresiva del término cuplé, a finales sobre todo del siglo XIX, se refería a las exitosas canciones de la zarzuela y del género chico que se integraron en diversos espectáculos del café-cantante o en salones de variedades tras emanciparse de su procedencia teatral. Aunque asociado a las canciones ligeras y picarescas, se trata en realidad de una antigua tradición popular que guarda relación con la tonadilla escénica del siglo XVIII vinculada también con variadas escenificaciones teatrales, como el teatro por horas, la canción aflamencada en los cafés cantantes, cantable de zarzuela o como canción independiente en los salones de variedades y cabarets de espectáculos mixtos y alternancia de números. Poco a poco, este tipo de canción fue ganando en independencia unipersonal interpretativa y asociada preferentemente a lo picaresco y erótico. El conocido como cuplé, una vez desgajado ya de los antiguos espectáculos teatrales o como número de zarzuela, se interpretó de una forma individual en el escenario asociado a letras de doble sentido. La mujer, reforzaba de una forma poliédrica su feminidad, aunque trastocada por su apariencia escénica, pero transgresora respecto a las normas vigentes en lo que podría definirse como un pre-feminismo vital, "nacido no de un pensamiento intelectual definido y concreto, sino de su propia experiencia como mujeres", según apunta acertadamente Antonio Gómez en su libro Las picardías de nuestros abuelos (Ediciones Atlantis/Serie Gong, Madrid, 2021), enmarcado bajo un trasfondo liberador y reivindicativo.

El papel de la mujer en este tipo de representaciones puede abordarse desde diferentes perspectivas, pero independientemente de que dichas artistas se convirtieran en mitos eróticos y transgredieran el ideal femenino de entonces, no hay que considerar a sus intérpretes desde un simple punto de vista de mujeres-objeto, puesto que hay que tener también en cuenta su desafío al orden social establecido y a su contestación en lo que ahora podríamos calificar como un progresivo empoderamiento de la mujer desatendiendo la intrahistoria que supuso su papel en aquellos años. Por supuesto que una gran mayoría fueron víctimas de una explotación por parte de los empresarios teatrales o del propio estamento masculino en su búsqueda por lograr una cierta emancipación como mujer, algo que apenas podían lograr las artistas más reconocidas al disponer de mayores medios. Los lugares donde se desarrollaban estas manifestaciones vinieron a ser, de alguna manera, espacios de transgresión frente a lo considerado "decente" según los valores patriarcales del discurso oficial.

Hay que resaltar que las élites intelectuales españolas arremetieron por lo general contra este género chico al considerarlo banal y vulgar y como prototipo de vergüenza nacional ajeno a la "alta cultura" y al "buen gusto", sin considerar la importancia de su implicación emocional y testimonial, así como su relevancia social para gran parte de la población. Este teatro ínfimo hay que considerarlo también bajo un punto de vista de renovación de la cultura popular que sobrepasa lo meramente literario con un sentido vivo y abierto como se viene renovando la investigación sobre estos géneros considerados menores.

Como es de sobra conocido por su éxito, el cuplé conocido como La Pulga es un clásico ejemplo sicalíptico con texto de doble sentido que alcanzó un enorme éxito al ser interpretado con sugerentes movimientos por conocidas intérpretes. También se hace referencia a la pulga en diversas obras, como en la zarzuela El género ínfimo, estrenada en el Teatro Apolo de Madrid el año de 1901, con libreto de los hermanos Álvarez Quintero, donde se caricaturizaba los números musicales de los teatros de variedades de entonces como una degeneración del teatro. Lo ínfimo, al contrario de lo que sugiere el término, lo que procura es una concentración en breves minutos de lo que anteriormente necesitaba de un mayor recorrido.
El "género ínfimo", entre 1895 y 1915, no es más que la explotación a ultranza, por los escenarios tradicionales, de la canción y del erotismo escénico. Los teatros para sobrevivir, compiten sin escrúpulos con el music-hall, limitando cada vez más sus espectáculos a sartas de cuplés y exhibición de carnes desnudas (Salaün, Serge "La sociabilidad en el teatro (1890-1915)". Historia Social, nº 41 (2001), p. 139.
El llamado género ínfimo, desde los últimos años del siglo XIX, quedó asociado de forma peyorativa por su escasa duración y como mote respecto al género chico del que deriva, siendo despreciado y desacreditado por los primeros estudiosos de la historia de la zarzuela al considerarlo como una decadencia y corrupción del teatro lírico español. Ello no deja de ser una etiqueta subjetiva basada en preferentemente en juicios morales sin considerar su importancia para contextualizar el cambio social y la reivindicación de la modernidad europea de entonces a modo de un alzamiento reivindicativo con vocación universalista hacia una España moralmente represiva.

Estos controvertidos posicionamientos de carácter ideológico tuvieron una progresiva continuidad hasta el estreno de la célebre película El último cuplé (1957), dirigida por Juan de Orduña y protagonizada por Sara Montiel y estudiada desde diferentes perspectivas polifacéticas sobre los cambios sociales y el papel de la mujer.

En esta entrada quiero poner la atención en la pulga como recurso literario utilizado desde antiguo como estrategia para dotar de una singular potencia expresiva a los escritos de la época debido a las características asociadas a este parásito díptero y externo que se alimenta de la sangre de los animales sobre los que viven.

La alemana Augusta Bergés fue la primera artista en interpretar en el teatro Barbieri de Madrid en 1893 la polka La Pulga, traducción de una canción francesa y cantada en italiano, mientras buscaba entre sus ropas el pequeño insecto y mostrando a su vez buena parte de su anatomía. Pero fue el periodista Eduardo Montesinos quien la tradujo al español siendo interpretada en 1894 en el madrileño Salón Actualidades por la cupletista Pilar Cohen, incorporándose al repertorio de otras célebres e ilustres cupletistas, algo a lo que también ayudó en su difusión la naciente industria del gramófono junto a la expansión de las tarjetas postales con retratos de las cupletistas más famosas.


El arrollador éxito de este cuplé lo continuó la que también fuera una conocida cupletista amparada bajo el nombre de La Chelito (Consuelo Audet Portella). La puesta en escena en la interpretación de los cuplés picarescos solía ir acompañada de variaciones tonales y gestuales junto a sensuales contoneos para el lucimiento de la intérprete para incrementar los deseos eróticos de un público enfervorizado masculino. Entre esos textos de doble sentido recogidos en la zarzuela El género ínfimo, se incluía también el célebre Tango de los lunares: "Tengo dos lunares, el uno junto a la boca y el otro donde tú sabes".


Fue tal el éxito de la pulga y su enorme repercusión en los ámbitos populares que hubo incluso prohibiciones de que se interpretara, como se recoge, entre otros medios, en el periódico vespertino madrileño de ideología conservadora La Correspondencia de España (año LII, nº 16.009, 6 de diciembre de 1901): "El Gobernador ha prohibido desde anoche que se den nuevas audiciones de la tan acreditada «Canción de la pulga». De modo que, ya lo saben ustedes: desde hoy la pulga dejará de picar. Después de que ya le ha picado a todo el mundo".

Con el paso del tiempo los cuplés comenzaron a pasar de moda, o se incorporaron a otras formas de espectáculos de variedades como la revista, cuyo primer periodo de apogeo va de 1920 a 1936.

Otros referentes sobre La pulga

Las características de la pulga, en cuanto a su facilidad saltarina para introducirse rápidamente por diversos lugares, ha dado lugar a que literariamente sea un insecto muy atrayente y hasta protagonista de numerosas obras, así como de refranes, canciones y pliegos de cordel, del que reproduzco una muestra. Un caso significativo fue la cabecera del periódico semanal La pulga, periódico que salta y pica una vez a la semana, editado en Granada desde el año 1882 hasta su quinta época en 1896.


En el periódico satírico, del que se conocen otras muchas otras ediciones americanas con igual título se anunciaba "que hará diariamente una picadurita, cada semana una roncha y para el día de las elecciones levantará una ampolla. No se admiten suscripciones porque no las necesitaba". Anteriormente, también se publicó en Granada La pulga: revista gigantesca. Eco infernal de la opinión y de la prensa, desde el año 1865. Vemos, pues, cómo en la prensa de entonces la pulga fue un recurrente título que, debido a las características del insecto, se prestaba muy bien para desarrollar informaciones políticas de una forma satírica.

Se conocen también algunos cuentos inventariados en el clásico índice de cuentos folklóricos de Aarne–Thompson sobre cuentos de animales referentes al piojo y la pulga, así como versiones literarias, fábulas, refranes o expresiones sobre estos molestos insectos, como por ejemplo:

* La pulga que sale detrás de la oreja con el diablo se aconseja
* Al perro flaco, todo se le vuelven pulgas
* La pulga, siendo tan chica, pica, pica, pica y pica
* A quien tiene malas pulgas no le vayas con las burlas
* Más difícil es guardar a una doncella que guardar un saco de pulgas
* Pican más los celos que las pulgas
* Si pulgas tiene la viuda, no tiene quien se las sacuda
* El hombre celoso hace de la pulga un oso
* Eres peor que una pulga en la oreja

En el folklore musical transmitido oralmente también es célebre canción acumulativa El casamiento del piojo y la pulga, de la que existen numerosas versiones en todo el ámbito panhispánico y propia del género de canción infantil: "el piojo y la pulga se quieren casar, / pero no se casan por falta de pan..."

En la literatura popular impresa también se alude a la pulga a través de los llamados "ventalls", propios del ámbito catalán, referidos a las láminas ilustradas asociadas a un cartón que se enganchaban por uno de los lados a una varilla que hacía de mango y funcionaban a modo de abanico, como las editadas por conocidos talleres de impresores de pliegos de cordel.


Tras este rápido recorrido reproduzco un pliego de cordel donde se narra de forma burlesca en monólogo el suceso de la pulga, que viene a enlazar con una de las formas de representación propias del teatro breve.





©Antonio Lorenzo

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