Xilografía del pliego "La tabernera y los borrachos" |
Otro ejemplo más sobre la relación entre la oralidad y la escritura es el referido al curioso y enigmático término de Churripampli y su relación con los pliegos reproducidos.
Sobre el término Churripampli existen diferentes acercamientos o sugerencias sobre su ambivalente significado según las distintas versiones y contextos desde un punto de vista sincrónico y diacrónico. Dicho término, ya se use como sustantivo o adjetivo, varía según las diferentes muestras conservadas y registradas. Por hacer un ligero balance, dicho término aparece como:
* Referencias a su uso en algunas tonadillas del siglo XVIII conservadas en la Biblioteca Histórica Municipal de Madrid* Como repertorio de cantos de ciegos acompañados por músicos ambulantes* Como forma musical de sonecito mexicano como baile con canto* Aplicado al vino en general* Como "churri", a modo de apelativo cariñoso* Como apodo atribuido a personas* Como algo de poco valor* En la Roda (Albacete), como mistela, bebida de mosto sin fermentar y aguardiente, aromatizada con café y canela.* Churripampli (a modo de cruce de palabras con el sentido de "pimplar a chorro")* En Baza (Granada), el churripampli es una bebida donde se mezcla el agua de cocer membrillos con anís seco y vino tinto, azúcar, granos de café y canela en rama, dejándolo macerar al menos 6 meses.* Fiesta o reunión nocturna donde hay música y baile* Como danza vasca (reseñada por Juan Ignacio de Iztueta (1767-1845) en su descripción de las danzas guipuzcoanas en 1824.
Entresaco algunas referencias cronológicas sobre el término Churripampli:
Un claro referente sobre la popularidad como canción del Churripampli, del año 1800, aparece en el Saynete nuevo Los tres galanes corridos, sin que figure su autor y donde el zapatero canta la canción con versos que luego aparecen entremezclados en los pliegos. Se hallará en Salamanca por la imprenta de D. Francisco de Toxar, y en Madrid en la librería de la viuda de Quiroga, calle de Las Carretas.
Antes del conocido como Trienio Liberal (1820-1823), ya existen menciones sobre dicho termino, como en el periódico llamado El Churripampli literario, donde aparecen expresiones del lenguaje coloquial. Otro ejemplo es el que aparece en el número 52 de La Gazeta de Madrid del viernes 29 de junio de 1804 donde puede leerse:
«En la librería de Escribano, calle de las Carretas, se vende una canción nueva, llamada del Juguetón, hijo del famoso Churripampli, con un grabado alusivo á dicha canción, para guitarra y también para el piano, pues los dos acompañamientos están separados en la misma canción: puede ir en carta: su precio 6 rs. cada una».
Enrique de Olavarría y Ferrari, en el Tomo I de su Reseña histórica del teatro en México, Imprenta, encuadernación y papelería "La Europea", Segunda edición, 1895, donde analiza y repasa los programas de finales de 1805 (capítulo XV) anota los siguientes datos:
«En el beneficio del bailarín José María Morales, se estrenó un juguetillo en que cantaron Andrés del Castillo la Polaca del Astrólogo, y el mismo, la Munguía, Victorio Rocamora, y Rosalía Medina, un terceto, unas boleras y el sonecito la Chipicuaraca. Siguió la tonadilla general de la casa de locos por Mariana Argüello, María Guadalupe Gallardo, José Estoracio y Luciano Cortés. De baile hubo lo siguiente: el Minuet fandango, el Churripampli, por Ana María Cendejas y Antonio Medina, y por grande el de Chaveta en la ciudad».
Sobre la popularidad de este baile-canción, en el tomo II de las Obras completas del Padre Donostia, que cito al final, se recoge el artículo que publicó en Lecaroz, 2ª Ep, nº 2 (1952) bajo el título Iztueta, la poesía vasca y el «Churripampli», donde relata cómo recibió antes de la guerra del 36 un manuscrito donde se describía el libro de Juan Ignacio Iztueta (1767-1845) escrito en lengua vasca: Guipuzcoaco danza gogoangarrien condaira edo historia, donde se describían treinta y seis danzas de la primera mitad del siglo XIX antes de 1830. El Padre Donostia desarrolla un interesante recorrido sobre el término que nos ocupa y sobre la introducción de la canción Churripampli en la poesía vascongada, que, aunque era muy conocida en el resto de las provincias españolas Iztueta se quejaba por la usurpación de los derechos del antiguo zortziko.
Para finalizar su estudio concluye:
«Por los datos que he podido recoger gracias a la amabilidad de varios amigos, el Churripampli parece derivado de la tonadilla y se usaba en el primer tercio del siglo pasado tanto en la capital de México como en Veracruz. Parece ser que por lo que se refiere a Veracruz, la boda del Churripampli se debió al contacto que los habitantes de allá tenían con los españoles. [...] Nos inclinaríamos, pues, a creer que el Churripampli se cantaba ya, probablemente a fines del siglo XVIII; no parece exagerada la deducción teniendo en cuenta lo que algunas veces tardan las canciones en divulgarse».
El término Churripampli parece tener su más claro precedente en su utilización en algunas de las tonadillas del siglo XVIII, y como forma forma musical de un sonecito mexicano, tal y como indico al final en un documentado e ilustrativo trabajo. Las tonadillas escénicas del siglo XVIII se basaban preferentemente en significados y contenidos folklóricos populares. Estas piezas musicales cortas se intercalaban entre los actos de las comedias o bien en otras obras teatrales más extensas. El intermedio de las comedias solía ser uno de los momentos más esperados en la escena teatral, tanto en el siglo XVIII como en los comienzos del XIX, con variedad de ejemplos textuales y musicales.
La interacción entre lo oral y lo escrito, en cuanto a términos y músicas, puede apreciarse también en el primer tercio del siglo XIX donde aparecieron tres números publicados de forma anónima a modo de folletos de corte satírico bajo el nombre de La Linterna Mágica (1820). La Linterna Mágica, como proyección de imágenes y figuras desde el siglo XVII, alude a un tipo de espectáculo con dispositivos ópticos capaces de proyectar imágenes y sonidos que favorecieron la interacción social a través de la ilusión visual. Los espectáculos con estos dispositivos y artilugios cobraron un nuevo auge y desarrollo como práctica cultural a lo largo del siglo XIX como se refleja en muchos de los periódicos del Romanticismo y sus proyecciones en las provincias americanas. Este tipo de espectáculos necesitaba de un narrador con el fin de reforzar y atrapar mediante su habilidad discursiva al público presente utilizando términos populares.
En el periódico madrileño El Panorama literario del 31 de enero de 1839, se da cuenta de la popularidad del Churripampli cantada por los ciegos.
«Dejemos al ciego de la gaita, y vamos a ocuparnos del ciego papelista. Este se presenta bajo infinitas fases; es el camaleón de la sociedad culta del siglo XIX, si se me permite un poco de libertad para la comparación. Pertenece al bello sexo, y al sexo feo: unas veces pide limosna; otras especula en las publicaciones periódicas, con manifiesta predilección por la Extraordinaria de hoy!; otras, con desvencijada guitarra y quebrajoso violín, canta la Pasión y las Aventuras de Francisco Esteban, la Manola y el Churripampli; cuando juzga que debe sacar a estas ocupaciones con medio chico u con media grande, se dirige a la taberna entonando solemnemente: a Madrid traigo en la mano, con todas sus calles y callejuelas, plazas y plazuelas, iglesias, hospitales..., porque es cuento para nunca acabar».
Antes de pasar a reproducir los pliegos hay que señalar que abundan los escritos donde se buscan y se vinculan las relaciones entre determinados géneros musicales españoles, como las peteneras o malagueñas, con los repertorios musicales practicados y conocidos en México o Cuba fruto de las relaciones comerciales entre España y América y de su interacción cultural. Los patrones y géneros musicales compartidos entre las dos orillas suscitan cada vez más una sugerente investigación musicológica y literaria que abra nuevos caminos para establecer estas relaciones y vinculaciones que sobrepasan los ejemplos musicales y amplían su contextualización.
En este primer pliego etiquetado como una curiosa jácara, a modo de reclamo publicitario y asociado a lo festivo, se identifica al Churripampli con el vino. El término jácara (derivado de la palabra jaque), se considera un lenguaje de los maleantes y con un sentido ambiguo, pero que puede ir acompañada por música y baile como forma musical de carácter cómico y tono desenfadado propio para el uso oral y atrapar el interés de un público lector u oidor. El uso en el pliego de este término no se corresponde propiamente con su contenido generalista de carácter satírico, aunque usado tal vez como elemento propagandístico.
El pliego fue reimpreso en Córdoba en la imprenta de don Luis de Ramos, cuya actividad impresora la ejerció desde 1765, a finales del siglo XVIII, hasta su muerte en 1825, taller que heredó su viuda de la que apenas existe documentación.
Otro ejemplo de este tipo de publicaciones sueltas es esta otra relación, conservada por la Cambridge University Library, donde el Churripampli, como señor del vino, designa por albaceas a los taberneros indicándoles que no "bauticen" el vino para mantener su linaje. Entre sus testigos figuran los zapateros, carpinteros, labradores y herreros junto a los soldados como fieles compañeros, expresando su deseo de ser enterrado en medio de las cepas con el fin de dar sustancia y aumentar la cosecha.
En la segunda parte la esposa del Churripampli, Madama Guaracha (término asociado a música y baile), acude a despedirse de su esposo moribundo y quedando ella como protectora de su legado.
Sobre el impresor Isidro López, citado en el colofón, no he logrado encontrar datos convincentes.
Para saber más
* Hernández Jaramillo, José Miguel & Reyes Zúñiga, Lénica: "El sonecito del churripampli. Un acercamiento a las prácticas musicales de las clases subalternas de finales del periodo colonial", en Músicas coloniales a debate. Procesos de intercambio euroamericano, (Javier Marín López, ed.), ediciones ICCMU, Madrid, 2018, pág. 329-354
* Padre Donostia: «Iztueta, la poesía vasca y el "churripampli"», artículo que publicó en 1952 en en Lecaroz, 2ª Ep, nº 2, incluido en sus Obras completas II. Editorial la Gran Enciclopedia Vasca, Bilbao, 1983.
©Antonio Lorenzo
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