Todo comienzo de un nuevo año nos retrotrae en la memoria a un trayecto emocional sobre lo sucedido y a las expectativas de lo que pueda acontecer. Ello guarda cierta relación con el enorme y diverso campo de los almanaques y las predicciones sobre todo el año que comienza. La diversidad y variedad del contenido de los mismos invitan y sugieren el adentrarnos en ellos de un modo generalista, y al margen de toda pretensión académica, con el fin de detenernos en algunas de sus características, ilustraciones o contenidos entresacados de unos y de otros y sin el afán de contribuir a mejorar el amplio conocimiento de los mismos al contar con excelentes estudios.
En esta ocasión me detendré en una de las publicaciones con el nombre de Piscatores que se publicaron durante el siglo XVIII en relación con los almanaques y que contienen toda una miscelánea de contenidos diversificados con una clara finalidad comercial. El piscator y los piscatores hacen referencia sobre aquellas personas que se atribuyen la posesión de facultades para pronosticar los acontecimientos a suceder. El conocido autor pionero del género no es otro que el salmantino Diego Torres Villarroel en su intento de acercarse a todo tipo de público donde ofrecía una amplia gama de noticias de carácter práctico junto a consejos y predicciones de tipo meteorológico o astrológico dentro de un ámbito claramente popular. Torres Villarroel fue el introductor de estas predicciones al ámbito propiamente literario y con vertientes creativas. Ello supuso un nuevo modelo evolutivo de las predicciones meteorológicas y astrológicas, propias de pasados siglos, a partir de su primera publicación del calendario para el año 1719 que obtuvo una calurosa acogida desde el principio.
Diego de Torres Villarroel (1694-1770), conocido como El gran piscator de Salamanca fue, entre otras muchas otras actividades, poeta, dramaturgo, matemático, médico, sacerdote y catedrático de la universidad salmantina. Muy famoso por sus pronósticos y enigmas que causaron gran expectación y estima en toda clase de gentes.
La publicación de estos piscatores para las damas, como otro modelo de la literatura popular impresa al igual que los pliegos de cordel, pueden considerarse como el primer almanaque concebido primordialmente para las señoras y como precedentes de la posterior evolución de los almanaques, tan prolíficos durante el siglo XIX y de naturaleza híbrida, popular y divulgativa. La incorporación al alza de textos literarios en este tipo de publicaciones generalistas abrió un nuevo camino en su desarrollo a la par que se acentuó la progresiva decadencia y el desprestigio de las predicciones astrológicas. La incorporación de variados contenidos era una forma de superar la validez anual de los mismos para dotarles de una mayor trayectoria.
Pero en lo que centraremos la atención en esta entrada es por la mención a Carabanchel en El piscator de las Damas o las Comedias de Carabanchel, de Joseph Julián de Castro, seguidor de los pasos de Diego Torres de Villarroel, personaje del que por cierto existe una muy reciente calle con su nombre en Carabanchel Alto y que por su ubicación cercana a mi lugar de nacimiento y donde resido desde siempre es lo que en parte me ha motivado y sugerido este acercamiento.
José Julián López de Castro (1723-1762) formó parte de una familia de actores y regente de dos imprentas madrileñas en la calle Jesús y María y en la del Correo, llegó a tener un puesto de venta de libros en la misma Puerta del Sol. Aparte de dramaturgo popular como ocurre en el caso de la pieza incluida en este almanaque, fue reconocido literariamente por haber escrito una comedia en verso titulada Más vale tarde que nunca, once sainetes y diez entremeses conservados.
Las predicciones para el próximo año se refieren al 1754 y como previamente se anuncia viene adornado de varias curiosidades, noticias, invenciones, enigmas o quisicosas, y del famoso Entremés nuevo de los indianos de Hilo negro para casas particulares, cuyo fin era el de entretener, divertir y alegrar al auditorio.
El impreso está dedicado con tratamiento protocolario a la Excelentísima señora doña María Luisa del Rosario Fernández de Córdova, de la Cerda, y Moncada, duquesa de Arcos, Maqueda... etc., etc. ¿Quién era esta señora? Pues la que estuvo casada con Francisco Ponce de León, duque de Arcos, de Maqueda y de Nájera, e hija de los XI duques de Medinaceli con la distinción de Grande de España, lo que era una forma de distinguir por cortesía a la esposa de un noble en este tipo de eventos.
A continuación se detalla la aprobación del opúsculo por el titular del fiscal de comedias a lo que se añade la autorización por el secretario del rey y por el corrector general de su majestad.
Tras estas aprobaciones el autor ensalza las magnificencias propias de Carabanchel, tanto por su saludable clima, delicadas aguas y fértiles cosechas que atrajeron a distinguidas familias de la Corte para establecer allí su domicilio veraniego. Estas fincas de recreo adquirieron una más amplia notoriedad durante el siglo XIX, de las que se conoce una cuidada documentación sobre las mismas.
Las quintas de temporada y de recreo fueron desde antiguo residencias estacionales propias y establecidas en los Carabancheles, Alto y Bajo, por familias burguesas y aristocráticas al encontrarse cercanas a la Corte madrileña y por gozar de un singular espacio acogedor desde el siglo XVIII y especialmente en el XIX.
Se cita también a San Isidro y a Santa María de la Cabeza dando noticia, a su vez, del legendario y controvertido milagro del "prodigioso caso del lobo", que se sigue ensalzando y dando credibilidad en la actual ermita de Ntra. Sra. de la Antigua, que es el templo mudéjar más antiguo de toda la Comunidad de Madrid, construido en el siglo XIII, que se utiliza actualmente como capilla del cementerio parroquial de San Sebastián. También se alude en el folleto que se conserva como "preciosa inmemorial reliquia unos curiosos manteles que aseguran fueron propios de los dos bienaventurados consortes, y que se exponen en algunas festividades a la pública reverente veneración". En Carabanchel Bajo se exhibió el mantel que, según la tradición, obviamente como leyenda, utilizó Santa María de la Cabeza en la comida que dio a San Isidro cuando ingresó en la llamada Hermandad de Santiago quedando custodiado por el entonces regidor del pueblo Benigno Díez. Sobre este curioso mantel se publicó una noticia en el diario político y de noticias La correspondencia de España del día 15 de mayo de 1896.
Siguiendo con el piscator de las damas, tras el juicio del año para 1754 y sus pronósticos para cada una de las cuatro estaciones y para cada mes, se nos ofrece a continuación un historial de noticias excelentes sobre la invención, principio y origen de algunas cosas con clara intención satírica. Sigue más adelante con unos divertidos enigmas o quisicosas, como en este par de ejemplos:
¿Cuál es la casa formadade vestidos animales,donde tienen su aposentocinco hermanos desiguales?(el zapato)En las manos de las damasen verano estoy metido,unas veces estiradoy otras veces encogido.(el abanico)
Tras este sucinto repaso se adjunta en este piscator de las damas el entremés nuevo Los Indianos de hilo negro como anexo o complemento del Piscator de las damas, con la idea de representarse como comedia en Carabanchel ante un público dispuesto a entretenerse de una forma desenfadada. Teniendo en cuenta también el poco gasto que requeriría su puesta en escena junto con el número limitado de sus personajes.
Este tipo de teatro de carácter cómico y popular era normal y frecuente el que aparecieran como piezas teatrales en los almanaques durante el siglo XVII. Esta especie de injertos textuales podían tener una vida propia e independiente al margen de su inserción en estas publicaciones y cuyos autores, como se explicita en la portada del impreso del que damos noticia, tenía una vida dramática propia e independiente del resto de los añadidos.
Estas representaciones en casas particulares, como es el caso de las ofrecidas en Carabanchel, tenían por finalidad la de amenizar las veladas de las familias acomodadas que solían estar acompañadas de amistades invitadas. Estas representaciones fueron cada vez más prolíficas debido a la facilidad de usar pequeños espacios escénicos y un número reducido de personajes o actores que facilitaba una mayor comodidad de representación. Desde entonces ya resultaba más cómodo asistir como espectadores a una casa particular que a un corral de comedias (posteriores coliseos).
Los indianos de hilo negro, que es el entremés integrado en el piscator para ser leído o representado, expresión coloquial y desusada, referida a los disfraces que adoptan Bartolo, Martincho y el Gracioso como fingidos indianos con la intención de burlarse de don Judas Rompesquinas, que es el "vejete" y padre de Catanla, Pretorra y Pacorra, las amadas de los indianos. No es el caso de desarrollar el argumento del entremés, sino de resaltar estos curiosos personajes con una clara intencionalidad burlesca.
Este entremés publicado en el Piscator de las damas en 1753 se pudo adquirir suelto, muchos años más tarde, en la librería Quiroga de la calle de la Concepción Gerónima en el año 1793.
En el imaginario colectivo los indianos se asociaban a seres codiciosos que partían hacia las Indias en busca de fortuna. Indiano de hilo negro se define en el DRAE como hombre avaro, miserable y mezquino.
Aunque no se cita en la obra, la práctica de llevar un hilo negro en el tobillo de la pierna izquierda se asociaba a la protección ante el mal de ojo o a la de cualquier otro incidente maléfico. El hilo negro servía a modo de amuleto defensivo y que te permitía el crecer económicamente.
Este simple repaso sobre uno de estos piscatores para las damas, antecedentes literarios de los tan prolíficos y misceláneos almanaques posteriores, no es sino una sencilla muestra de todo lo conocido y estudiado posteriormente por insignes estudiosos.
La saga de calendarios y pronósticos para el nuevo año sigue estando vigente hoy en día, como es el caso, entre otros, de la publicación periódica anual del famoso Calendario Zaragozano, "que trae fríos, escarchas y nieves en invierno y calores en verano" formando parte de nuestra historia cultural.
©Antonio Lorenzo