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viernes, 3 de junio de 2022

Lastimoso caso sucedido entre dos amantes en la ciudad de Toledo


Reproduzco este incoherente pliego editado por la conocida imprenta barcelonesa de Juan Jolis, quien comenzó su andadura en el siglo XVII siendo continuada por sus herederos, como aparece en el colofón del pliego.

Un resumen de la actividad de esta importante y duradera imprenta es como sigue: 

     * Juan Jolis (padre), edita entre 1680 y 1705 
     * Juan Jolis (hijo), edita entre 1706 y 1759
     * Herederos de Juan Jolis (hijo), editan entre 1760 y 1770
     * Bernat Pla edita entre 1770 y 1801
     * Viuda de Pla edita entre 1801 y 1827
     * Herederos de la Viuda de Pla editan entre 1820 y 1860 aproximadamente.
[Los datos ofrecidos son deudores del estudio de Enrique Rodríguez Cepeda: Romancero impreso en Cataluña (imprenta de J. Jolis a Viuda Pla), Tomo I, Madrid, Ediciones José Porruá Turanzas, 1984]. 
De la edición del mismo pliego reproduzco la xilografía que ilustraba el impreso por la conocida imprenta barcelonesa de Ignacio Estivill, continuador también de una importante saga y establecido con imprenta propia en la calle de la Boria desde 1816.

Imprenta de Ignacio Estivill, calle de la Boria




©Antonio Lorenzo

viernes, 24 de diciembre de 2021

Villancicos que se han de cantar en los solemnes maitines del Sagrado Nacimiento

Matías Moreno González - Ensayo al órgano en la catedral de Toledo (1880)

El pliego reproducido se aparta un tanto de los muchos impresos populares más tradicionales y conocidos donde tan solo se recogen coplas y estribillos para celebrar el Sagrado Nacimiento. Hoy en día, lo que se entiende generalmente por villancico, ha quedado circunscrito a una breve canción con estribillo vinculada a la Navidad y caracterizado por la presencia y alternancia de coplas y estribillo. Sin embargo, las antiguas formas del villancico se han ido olvidando poco a poco reduciéndose en el imaginario popular a las canciones más o menos conocidas que se cantan estacionalmente en las fechas navideñas.

El villancico alcanzó gran difusión en España durante los siglos XV y XVI donde se interpretaban canciones profanas de variada temática en las villas rurales por los villanos (de ahí la procedencia de su nombre) y que poco tenían que ver con el nacimiento de Jesús. Pero fue la iglesia en el siglo XVI, contando con la participación de compositores y músicos, la que fue incorporando textual y musicalmente estas composiciones para promover la evangelización pasando de un sentido costumbrista a lo propiamente religioso. La iglesia utilizó, pues, las distintas formas del villancico a modo de propaganda y de aculturación no solo en la península, sino también en los pueblos de las entonces colonias americanas. 

En un sentido amplio, el villancico, como género literario-musical, abarca múltiples perspectivas y diversidades de formas y variedades en las que puede presentarse. La creciente utilización por parte de los críticos de los pliegos sueltos impresos confirma la importancia que se concede a este género híbrido. El villancico religioso posee una gran diversidad de modalidades e interpretaciones que no se circunscriben solamente a las festividades religiosas, ya que guardan relación con muchos otros aspectos emparentados con el teatro breve: jácaras, tonadillas, pastorelas, mojigangas, etc. El villancico no se circunscribe solamente al ciclo festivo navideño, ya que también aparece en las celebraciones del Corpus Christi o en la Asunción de la Virgen. La ejecución de los villancicos está íntimamente ligada al teatro en los conocidos maitines para celebrar la Navidad.

Los maitines, como extensión del oficio de vigilias nocturnas, primero en los monasterios y luego en las iglesias, se refiere a la ceremonia religiosa nocturna que se celebra entre la medianoche y el amanecer constituyendo uno de los momentos canónicos más significativos, aunque en su evolución y con su significado actual se enmarca como la primera oración de la mañana al amanecer. Los villancicos de maitines se componen en grupos de ocho o nueve, tres por cada uno de los tres oficios nocturnos, aunque el noveno podría omitirse si se acababa cantando como acción de gracias el Te Deum laudamos en lugar del último responsorio. El villancico fue ganando poco a poco espacio en la liturgia hasta formar parte del oficio de maitines ocupando el lugar de los responsorios de textos litúrgicos en latín. La sustitución del villancico respecto a los responsorios puede situarse con mayor claridad a finales del siglo XVI de una forma creciente hasta su sustitución completa.

La forma poético-musical del villancico alcanzó su mayor diversidad de formas durante el siglo XVII. El conocido como villancico barroco amplió de forma estructural la conocida brevedad del villancico de los siglos XV y XVI. Las distintas formas que adoptó el villancico en el siglo XVII, y que perduró durante los siglos siguientes, bien es verdad que con una estructura cada vez más decadente, incluyó distintas formas temáticamente más diversas que las arraigadas de estribillos y coplas.

Tras el Concilio de Trento (1545-1563) la importancia adquirida por el teatro religioso en su relación con la Navidad se asocia cada vez más con lo parateatral. Con motivo de la celebración de la Navidad en los llamados maitines se desarrolló una gran variedad de textos con influencias de otros géneros literarios y musicales encaminados hacia una recreación social. La popularidad de las festividades religiosas motivó el creciente uso de formas tradicionales, aunque no siempre fueron bien vistas por las autoridades eclesiásticas,

Censuras eclesiásticas

Entre las materias abordadas durante el Concilio de Trento no faltaron las reprobaciones a las músicas que se apartaban de las consideradas propiamente como eclesiásticas frente a la proliferación de las músicas de carácter considerado profano. Aunque no se dictaminó una legislación nueva y generalista para todo el mundo católico, el uso de la música se dejó en manos y en la responsabilidad de los concilios provinciales

A raíz del famoso concilio fueron muchos los decretos promulgados dirigidos sobre todo a las iglesias metropolitanas, catedrales y colegiatas sobre la restricción del uso que debía darse a la música profana recomendando el uso de la música sacra que debía conducir a la piedad con su forma de cantar grave y piadosa, condenando a la primera por su búsqueda de efectos que distraían a los fieles y les alejaban  de la misión de la música en cuanto debía estar al servicio de las Sagradas Escrituras para elevar las almas a Dios

La amplia popularización de las tradicionales formas musicales en las festividades navideñas no fue bien vista por las autoridades eclesiásticas. A lo largo del siglo XVIII el villancico religioso comenzó una muy larga decadencia, sobre todo desde que el puritanismo litúrgico del papa Benedicto XIV, papa de la iglesia católica desde 1740 a 1758, aconsejó la sustitución de los villancicos como lenguas vulgares y textos en castellano por responsorios con textos en latín. Ello fue recogido en su encíclica Annus qui hunc, promulgada el año 1749 donde se prevenía a los obispos sobre los abusos introducidos en la música sagrada y encaminada a la supresión de textos no considerados convenientes y a favor de los responsorios en latín. No obstante, los encargados de la regulación de las formas y usos musicales dependían de los concilios locales, por lo que la supresión de los villancicos no se produjo de forma generalista y normativa para la Iglesia Católica universal, puesto que se siguieron interpretando en gran parte del ámbito hispánico.

La encíclica Annus qui Hunc, fue relevante en relación con la música litúrgica, pues fue especialmente dirigida a los obispos de los Estados Pontificios para suprimir los abusos de la música sacra tradicionalista en las iglesias y que, en las horas canónicas (rezadas o cantadas), lo fuesen de manera conveniente y decorosa donde la velocidad de interpretación de los cantos debería ser la convenientemente adecuada, respetando las pausas y evitando la precipitación de los coros en su forma de cantar para discernir claramente la música profana de la sagrada y que fuera la apropiada para el culto. El pontífice quería que se pudiese diferenciar convenientemente la música profana de la sagrada tanto por su propia estructura como por la forma de su interpretación. Todas estas precauciones fueron posteriormente admitidas o renovadas por las autoridades eclesiásticas, como las promulgadas por el papa Pío VI, en la segunda mitad del siglo XVIII o por el papa León XII, en la primera mitad del siglo XIX.

William Hogarth - A chorus of singers (1732)

En las celebraciones con villancicos que se desarrollaban en el interior de catedrales, colegiatas, monasterios o abadías era el maestro de capilla quien con antelación preparaba el repertorio de los nuevos villancicos. Los maestros de capilla se enfrentaban todos los años al desafío de tener que componer un gran número de villancicos en lengua vernácula que no debían reutilizarse en otros años, aunque se conocen intercambios. Al acto anual asistía una gran presencia de fieles y de público general donde estos villancicos se asociaban con recreaciones paralitúrgicas emparentadas con el teatro breve en sus distintas modalidades o manifestaciones.

Las influencias observadas por los críticos en un creciente número de monografías, congresos y artículos, tanto sobre los textos como sobre la música de los villancicos de maitines, se relacionan comparativamente con otros tantos aspectos y vinculación con géneros afines, como ensaladas, jácaras, romances, tonadillas, entremeses, contradanzas, mojigangas, pastorelas, etc. con sus variantes y su continua evolución.

El villancico religioso, en definitiva, presenta toda una complejidad de aproximaciones y significaciones que van más allá de su presencia sonora en las festividades religiosa, algo que viene suscitando un creciente interés para los investigadores, así como los pliegos que recogen los textos a lo largo de los años y que hasta relativamente fechas recientes no habían sido muy tenidos en cuenta.

Contextualización histórica

El infausto rey Fernando VII, a su llegada a España en 1814, tras haber estado retenido en Francia durante la Guerra de la Independencia (1808-1814), firmó el decreto de supresión de la Constitución de 1812 (conocida como la de Cádiz o La Pepa) restableciendo la monarquía absoluta que estaría vigente hasta el Trienio Liberal (1820-1823. Pero fue a comienzos de 1820, año de la edición del pliego, cuando se produjo la sublevación o pronunciamiento del coronel Rafael del Riego, apoyado por otros oficiales, quienes proclamaron de nuevo la Constitución. Fernando VII, obligado por esta y por otras insurrecciones paralelas, accedió de nuevo a jurar la Constitución de Cádiz. Todo ello llevó al periodo llamado Trienio Liberal con el propósito de acabar con las prerrogativas absolutistas. Los desarrollos posteriores y el decaimiento de las pretensiones liberales, con la ayuda de la intervención francesa de los Cien Mil Hijos de San Luis, acabaron con el Trienio Liberal abriendo paso a la llamada Década Ominosa (1823-1833).

Respecto a la iglesia, en el otoño de 1820 el nuncio de su Santidad hizo llegar a la Santa Sede todo un recorrido desolador para la iglesia católica informando: de la reciente abolición de la Inquisición; de la libertad de imprenta que atentaba contra la instrucción doctrinal; de la desamortización eclesiástica para llevar a cabo la deuda contraída en el sexenio absolutista (1814-1820); de la supresión en los monasterios de las Órdenes monacales (entre las más representativas figuraban los benedictinos, los cistercienses, los jerónimos, los cartujos o los paulinos); de la pretensión de obligar a los clérigos a servir en las fuerzas armadas como el resto de ciudadanos; de la nueva expulsión de los jesuitas según Real Decreto del 15 de septiembre de 1820, etc. Sin duda, la excesiva atención de las Cortes a los asuntos relacionados con la iglesia, fue debilitando progresivamente el pensamiento liberal más exaltado. El año de publicación del pliego, como vemos, viene a coincidir con un periodo sumamente convulso por las desavenencias entre la iglesia católica y los gobiernos liberales, todo ello sin contar, además, con la inminente emancipación de México consumada al año siguiente con las consecuencias que todo ello acarreó.

Como dato relevante y a tener en cuenta, quien ostentaba por entonces el puesto de cardenal primado de España en la catedral de Toledo, era Luis María de Borbón, anteriormente arzobispo de Sevilla y protegido por su cuñado Manuel Godoy, lo que le permitió alcanzar la mitra de Toledo en 1820. A su vez, era también sobrino segundo de Fernando VII. Aunque de talante más moderado respecto a otros obispos y sacerdotes se le nombró presidente de la Junta de Regencia el mismo año de 1820.

El pliego

La costumbre de imprimir pliegos de villancicos catedralicios comenzó hacia la segunda mitad del siglo XVIII, ya fueran repartidos o vendidos a las puertas de la catedral. Como recordatorio de los ya interpretados, figuraba en la cabecera Villancicos ya cantados o bien, como el que nos ocupa, se adelantaban los textos a seguir bajo la fórmula de Villancicos que se han de cantar para que el público asistente dispusiera previamente de referencias de lo que iba a presenciar. Estos pliegos alcanzaron los primeros años del siglo XIX con creciente valoración en el mundo de la bibliofilia, cuyo ejemplo es este pliego tardío impreso en Toledo en el 1820 del que nos separan doscientos años.

El pliego que conservo y reproduzco es una muestra tardía de los muchos pliegos recurrentes que contienen canciones alusivas a la celebración navideña. En los villancicos que se han de cantar en los solemnes maitines en la Santa Iglesia de Toledo, primada de las Españas, se organizan en ocho apartados donde se contienen recitados, diálogos entre solista y coros, coplas, arias y tonadillas que merecerían un más detenido estudio comparativo y particularizado respecto a otros pliegos conocidos y asociados a distintas iglesias, pero que se aleja de la función propiamente divulgativa de este blog.

La imagen que ilustra el pliego alude a la imposición de la casulla a San Ildefonso por la Virgen. San Ildefonso (Toledo, 607-667) fue obispo de Toledo del año 657 al 667. La leyenda cuenta que fue la propia Virgen quien impuso la casulla sobre Ildefonso como agradecimiento por defender su virginidad frente a los herejes y dándole instrucciones para utilizar esta prenda sólo en las festividades dedicadas a ella. La leyenda cuenta con versiones contradictorias a lo que se une el trasiego de la casulla conservada en un arca para protegerla frente de las invasiones musulmanas.


Por señalar un breve ejemplo de los aspectos teatrales que se pueden encontrar en estas composiciones, en el apartado octavo se establece un diálogo entre Antón, como garante de lo ortodoxo y correcto y los cantores que preconizan villancicos festivos y la conveniencia de interpretarlos con risas y gritos con la idea del disfrute del Niño. Esta finalidad lúdica corrobora la relación del villancico con las representaciones teatrales donde se interrelaciona lo festivo con lo devoto.















©Antonio Lorenzo

viernes, 20 de agosto de 2021

Carta de amor de un galán a su dama y su quejosa contestación


De la imprenta vallisoletana de Santarén esta carta de amor de un enamorado a su dama, con la posibilidad de poner el nombre que se desee, y la contestación de la misma.

Sobre la casa Santarén puede consultarse la entrada que dediqué a dicho establecimiento tipográfico que se mantuvo en activo durante más de ciento cincuenta años.






©Antonio Lorenzo

sábado, 16 de enero de 2021

Prodigiosa evasión de un reo condenado a muerte

 

Pliego editado en Madrid por la conocida imprenta de la calle Juanelo donde se narra la curiosa historia de un «ladrón de mucho nombre», condenado a muerte por sus robos y que convenció al religioso que fue a confesarle, como era costumbre antes de proceder a su ejecución, el que colocase una silla sobre el altar de la capilla donde se encontraban. Tras ello, encaramándose el reo sobre los hombros del religioso y tras un formidable salto, alcanzó la ventana por la que accedió a los tejados para escaparse.

El religioso, al cabo de los años de este suceso, mientras recorría diversos pueblos predicando misiones, encontrándose extraviado en una noche tumultuosa, logró encontrar refugio gracias a la ayuda de un paisano que resultó ser el que fuera el reo condenado a muerte al que confesó veinte años atrás, que ahora se encontraba felizmente casado y en compañía de sus bellos ocho hijos.

El trasunto moral que se desprende de esta relación viene a recalcar la importancia del propósito de enmienda de nuestros pecados o errores cometidos en el pasado como forma de expiar una conducta inadecuada.




©Antonio Lorenzo


martes, 1 de diciembre de 2020

Bonito tango de las elecciones españolas

Pliego editado por la imprenta reusense Las Circunstancias, sin año. Las críticas a la manipulación de las elecciones quedan reflejadas en las distintas composiciones que ofrece. El arraigo del llamado tango americano y su relación con los bailes y con la diversión que proliferaban entonces en los cafés cantantes de las capitales, apuntan al sentido satírico y desenfadado de las composiciones.

Si nos detenemos en la búsqueda de información sobre el taller de la imprenta editora del pliego, resulta fundamental el estudio de Enric Aguadé, Impressors i Llibreters a Reus: 1720-1900, Edicions del Centre de Lectura, Reus, 1996, sobre las imprentas de la localidad y donde ofrece noticias de nada menos que setenta y cinco empresas establecidas en Reus a lo largo del periodo estudiado al servicio de diferentes intereses.

Al carecer de fecha de impresión resulta dificultoso contextualizar las composiciones. En la última de ellas se menciona de forma laudatoria a Nicolás Salmerón, pero la intensa vida política de don Nicolás hace difícil enmarcar en un periodo concreto la «Bonita americana de la crítica española».

       Si en España hoy nos gobernara
       el señor Nicolás Salmerón
       no habría tantos empleados
       en las oficinas de nuestra nación.
Hay que tener en cuenta que durante el Sexenio Revolucionario (1868-1874) se celebraron cinco procesos electorales: en 1869, 1871, 1872 (abril y agosto) y en 1873; son siete legislaturas y dos de ellas constituyentes: las de 1869-1871 y las de1873-1874. La crítica del pliego a la manipulación de las elecciones puede considerarse de carácter general.


Esta primera experiencia republicana termina el 3 de enero de 1874 tras el golpe de estado del general Pavía, que allana el camino al pronunciamiento de Martínez Campos el 29 de diciembre de ese mismo año y devuelve la monarquía a la dinastía de los Borbones en la figura de Alfonso XII, hijo de Isabel II. Se inicia un nuevo período histórico, conocido como Restauración. Días antes se inauguró el periódico Las Circunstancias, fundado por José Güell y Mercader, partidario de Castelar, el 15 de diciembre de 1874. Vino a sustituir al periódico republicano El Clamor del Pueblo tras su supresión por orden gubernativa.

Las Circunstancias, a lo largo de sus 63 años de dilatada trayectoria y manteniéndose hasta el inicio de la Guerra Civil en 1936, pasó de definirse como un órgano republicano federal a un diario republicano generalista y renunciando con el tiempo a identificarse con alguna corriente republicana. El título de Las Circunstancias aludía a su provisionalidad tras la censura al precedente nombre original del Clamor del pueblo, aunque esta inicial provisionalidad acabó consolidándose en su nombre definitivo.

Como portavoz del republicanismo mayoritario el periódico mantuvo en su trayectoria una gran trascendencia en la ciudad de Reus, ya que en sus páginas colaboraron personalidades políticas y culturales de reconocido prestigio. La información local era atendida con especial interés, así como las noticias más generalistas a cargo de su red de colaboradores y corresponsales. Durante el periodo de la II República fue el diario reusense más valorado por la pequeña burguesía y por los republicanos catalanistas y liberales. Con el estallido de la Guerra Civil dejó de publicarse, siendo su último número el correspondiente al 13 de diciembre de 1936.

A lo largo de su dilatada existencia su primer taller impresor fue la Imprenta Reusense de Esteve Pàmies. Tras una serie de cambios de imprentas editoras, la viuda de quien fuera también impresor Francesc Vidiella, junto a su socio Pau Casas, se establecieron como imprenta propia en el carrer de la Girada, 21, figurando como taller editor de Las Circunstancias desde el año 1894. La viuda Vidiella tenía, a su vez, parentesco con Josep Vidiella Gomis, fallecido en 1901, quien fuera un político republicano y director de la publicación durante un breve periodo. Fue también vicepresidente de la Diputación provincial de Tarragona e integrante del partido posibilista.

La Imprenta Las Circunstancias, a quien se debe el pliego, fue el taller encargado de la edición del periódico durante una de sus etapas. Las relaciones entre los impresores y los editores de periódicos fueron siempre muy estrechas. Algunos talleres de imprentas solían dedicarse también a la confección y distribución de folletos y pliegos de cordel ya que, debido al relativo bajo coste de su producción, aseguraba de alguna forma unos ingresos modestos pero constantes. A ello se une el que los talleres de imprenta solían ser de carácter familiar manteniéndose por generaciones. Es en este contexto donde hay que situar este pliego impreso por el taller impresor de Las Circunstancias encargado de imprimir el periódico durante un prolongado periodo.





©Antonio Lorenzo


viernes, 18 de septiembre de 2020

Pelando la pava + Un provinciano en Madrid


Dos pliegos cuya estructura se aleja de los más comunes o difundidos, tanto por la utilización de un mejor papel, ilustraciones a color más elaboradas, por consignar el precio de los mismos (diez céntimos de peseta) y por la cita final donde se atribuye la autoría de los textos, en este caso a Antonio de San Martín.

Estos pliegos, que llevan en su cabecera la etiqueta de «El Romancero en España», se editaron en el establecimiento tipográfico de los Sres. M. P. Montoya y Cª. Este establecimiento estuvo especializado durante el último tercio del siglo XIX en la edición de comedias, pasillos, juguetes cómicos y libretos de zarzuela. Entre la gran variedad de autores que editó se encuentra especialmente la primera edición, en 1879, de una de las obras menos conocidas de doña Emilia Pardo Bazán: «Pascual López: autobiografía de un estudiante de medicina».

El autor de los pliegos se refiere al escritor coruñés Antonio de San Martín (1841-1887), prolífico autor de novelas folletinescas (más de doscientas) de inspiración histórica y de poesías de corte costumbrista, como las incluidas en los pliegos. De escasa calidad literaria (si lo consideramos desde un punto de vista literario academicista) es acusado de abusar de tópicos y de adjetivos recurrentes.

Al principio del primer pliego comenta el protagonista que viene recién licenciado de la guerra de Marruecos, pues traía su «licencia absoluta, bien limpia de polvo y paja, y encerrada dentro de un canuto de hoja de lata».


En una anterior entrada comentaba como detalle significativo que este canuto o cilindro de hoja de lata se refiere a la antigua costumbre entre los soldados españoles de conservar la licencia absoluta, una vez firmada por el jefe militar correspondiente, enrollada en el interior de ese canuto, a modo de portadocumentos. Los había simples y más elaborados. Se solía decorar con cintas y se colgaba del cuello en su regreso a casa, procediéndose a guardado con delicadeza en un armario, hasta acabar seguramente olvidado en un trastero. Esta práctica fue sustituida por la famosa cartilla conocida como "La blanca".

Respecto a la expresión que da título al pliego de «pelar la pava» Algunos lingüistas creen que la frase hace referencia a que las mozas aprovechaban para quitar las plumas al pavo o el pollo mientras eran cortejadas por el pretendiente, y cuando eran requeridas por la madre o el ama, respondían: ¡estoy pelando la pava! Obviamente, ésta era una actividad que llevaba su tiempo, pasando como expresión popular como el cortejo a la muchacha que se encontraba en la ventana por su pretendiente.

El mozo continúa desarrollando su trayectoria conquistadora ante Angustias, la gitana objeto de su cortejo, con la que acaba casándose,





El siguiente pliego desarrolla el tópico del provinciano que llega a la capital, aunque en este caso provenga de Colmenar de Oreja, pueblo no muy alejado de Madrid. Tras sufrir una serie de vicisitudes y de perder su dinero en una timba, decide regresar al pueblo de su origen lamentando su incursión en la gran ciudad, reivindicando de nuevo el viejo tópico literario del «Menosprecio de corte y alabanza de aldea», que escribiera Fray Antonio de Guevara y tan perdurable en el tiempo.





©Antonio Lorenzo