sábado, 12 de septiembre de 2015

Santos protectores y sanadores: Simeón, el santo loco, patrón de los titiriteros (y II)


Para completar la entrada anterior dedicada a Simeón, el 'santo loco', me ha parecido oportuno el reproducir una interesante publicación de su vida en comic. Y ello por dos razones: la primera, por la rareza de esta revista dedicada generalmente a santos más conocidos y ortodoxos que el estilita; y la segunda, por la propia dificultad de acceder a estas publicaciones descatalogadas hace años y sólo al alcance de coleccionistas o curiosos.

Esta publicación formó parte de la colección Vidas Ejemplares, con el número 46, editada en México por el Grupo Editorial Novaro en 1958 y distribuida también en España al precio de seis pesetas.

La editorial Novaro siempre se caracterizó por dotar a sus publicaciones de un correcto uso del lenguaje evitando expresiones o giros propios de un país que pudiesen molestar en otros, ya que sus publicaciones se distribuían por toda América Latina y en España. También se preocuparon de no incluir vocablos extranjeros buscando sus equivalentes en español, ya que en muchos casos fueron un primer trampolín y recurso de acercamiento a la lectura, a lo que contribuyó la calidad de sus ilustraciones.

Para reducir el espacio he maquetado a doble cara la historia de nuestro santo procurando realzar en lo posible tanto la nitidez del colorido como de los textos.

No deja de ser curiosa la 'justificación' de su supuesta locura en su afán de dominar su soberbia y aceptar la humillación:
¡Tengo que acabar con esta soberbia! ¡Necesito humillarme, salir de esta soledad para que los hombres se burlen de mí!... Lograr que la gente me desprecie; debo humillar mi soberbia.
Hago un recorrido sobre las acciones llevadas a cabo por Simeón en su búsqueda de la virtud en esta curiosa publicación:

- Llega arrastrando a un perro muerto
- Echa nueces a las velas de la iglesia para apagarlas, así como a las mujeres
- Derriba los puestos de pan
- Distribuye entre los necesitados las mercancías que debía vender
- Traslada con las manos, sin quemarse, el fuego un brasero a la chimenea
- Predica con un collar hecho de ajos y uvas
- Restriega la cara de unas mujeres hermosas con su collar de ajos para afearlas
- Lanza piedras a los actores de una representación teatral
- Finge que come, pero echa la comida a los perros y se finge borracho
- Deja bizcas a las muchachas que le increpan, pudiendo recuperar su belleza si acceden a que Simeón les bese en los ojos
- Para evitar que le tacharan de virtuoso se dispuso a comer grandes cantidades de carne cruda el día del Jueves Santo
- Impide que un terremoto haga caer a las columnas a las que previamente golpeó con un bastón

Diferentes tradiciones consideran que Simeón pasó 37 años de su vida subido a distintas columnas cada vez más altas, pues "el anhelo que tenía de elevarse al cielo hizo que cada vez se alejara más de la tierra". Según Cirilo de Escitópolis, Simeón consideró la posibilidad de pasarse toda su vida apoyado en una única pierna. Tras un invierno en dicha posición, se cuenta que se le quedaron los miembros rígidos y llenos de heridas ulcerosas de las que salieron multitud de gusanos que caían a sus pies, de sus pies a la columna y de la columna al suelo, donde un joven discípulo, llamado Antonio, los recogía y se los devolvía arriba. Simeón los volvía a colocar en sus heridas exclamando: "comed lo que dios os ha dado".

Tanta fama adquirió el estilita que se peregrinaba ante él de forma individual o colectiva para obtener su bendición o su consejo, si bien las mujeres debían mantenerse a cierta distancia y solicitar su mediación a través de intermediarios.

Cuando Simeón murió en el 459, a la edad de 69 años, seiscientos soldados tuvieron que proteger su cadáver ante la avalancha de quienes querían conseguir reliquias. Alrededor de la columna, como reliquia principal, se construyeron numerosos edificios.

Ruinas de la Basílica de san Simeón en Aleppo (Siria)
Simeón, como el más preclaro fundador del movimiento estilita, tuvo sucesores: es el caso de su discípulo Daniel, que permaneció unos 33 años encaramado a su columna en Anaplus. La tradición afirma que debido a su 'extraordinaria desecación', sus heces eran 'como las de las cabras'. Otro seguidor fue san Alipio, que se pasó 67 años en una columna la mayor parte del tiempo de pie y yacente en sus últimos años.

Parece ser que la vida al aire libre nos les sentaba nada mal, ya que tuvieron que esperar bastante tiempo para alcanzar el ansiado Reino de los Cielos. Si por suerte o intercesión divina lograban que no les matara un rayo o fueran víctimas de los bandidos solían morir de muerte natural: Simeón a los 69; Daniel a los 84, Alipio a los 99 y Lucas, un estilita del siglo X, alcanzó los 101.

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   "Cada uno debe estar pronto a confesar su fe, pero nadie debe buscar el martirio"
                (San Cipriano, obispo de Cartago, Epist. 81)

En fin, teniendo en cuenta en su conjunto todas estas acciones que podríamos considerar como propias de desequilibrados cristianos, conviene recordar que la iglesia católica  prohibió la búsqueda consciente y voluntaria del martirio (a diferencia, por cierto, de la búsqueda consciente de la muerte durante el combate por una determinada causa, política o religiosa, según el concepto islámico). Recordemos que santa Teresa, siendo niña, propuso a su hermanito ir a tierra de moros «pidiendo por amor de Dios para que allá nos descabezasen en ansias de martirio».

Las acciones que desarrolló en vida Simeón (que recordemos pasó un total de 37 años subido en distintas columnas de menor a mayor altura), al igual que la de muchos otros mártires o santos, obviamente son legendarias en su conjunto. Su búsqueda consciente del dolor y del sufrimiento suscita muchas preguntas acerca de su sentido cristiano. ¿Es lícito o conveniente buscar el acercamiento al pecado o al mal para tratar de obtener un bien mayor o para robustecer la fe? ¿Es una oportunidad para purificarse? Parece claro que la búsqueda consciente e injustificada de un sufrimiento físico no es buena en sí misma. Comprender el sentido cristiano del dolor y del sufrimiento es un desafío intelectual que rebasa las pretensiones meramente divulgativas de este blog.


















Antonio Lorenzo

miércoles, 2 de septiembre de 2015

Santos protectores y sanadores: Simeón, el santo loco, patrón de los titiriteros (I)

"Si alguno de vosotros cree ser sabio en este mundo, que se haga necio (loco) y así se convertirá en sabio" (San Pablo, I Cor 3:18) 
Si hay un santo que ha suscitado la atención de los investigadores, no es otro que san Simeón. Simeón de Émesa, apodado 'el loco', aparte de sus estrafalarias formas de predicar el cristianismo, hay quienes consideran que sus acciones se encuentran vinculadas en cierta forma con elementos demoníacos.

La vida de Simeón es un claro ejemplo de la forma de religiosidad popular del imperio bizantino durante la Edad Media cristiana, donde se combinaban influencias helenísticas y romanas en el imaginario social oriental. 

La principal fuente que poseemos sobre su vida es la escrita por el obispo Leoncio de Neápolis (hoy Limassol, en Chipre) hacia el año 620. En su frondosa biografía nos narra cómo después de estar treinta años en el desierto desarrollando una vida de eremita, volvió a su ciudad para predicar el evangelio. Pero lo hizo de una forma ciertamente poco frecuente, pues se hizo pasar por loco manifestando actitudes antisociales y extravagantes al tiempo que realizaba milagros ocultamente. 

En la etapa eremítica de Simeón (en tiempos del emperador Justiniano entre el 525 y el 565, conoció en su peregrinación a Tierra Santa a un compañero de viaje que sería luego conocido como Juan 'el eremita'. 

A lo largo de las acciones protagonizadas por este, llamémosle 'peculiar' santo, en su etapa urbana-pública son sin duda las más interesantes en cuanto a su capacidad de despertar nuestro asombro junto a su condición simulada de perturbado. Cito algunas de ellas en plan telegráfico:

* Entra en Émesa con un perro muerto atado a su pierna
* Perturba la liturgia de las iglesias
* Consume o reparte los alimentos que debía vender
* Quema incienso en su mano y el manto
* Rompe una jarra envenenada por una serpiente
* Finge una violación
* Se desnuda y defeca en público sin ningún pudor
* El Jueves Santo no duda en comer pasteles y carne
* Convierte a los herejes mediante maldades del demonio
* Logra la castidad de las prostitutas
* Estorba el paso de la gente donde hay un demonio
* Cura a un ciego con mostaza, vinagre y ajo
* Impide a una adivina que haga encantamientos
* Acepta con humildad golpes y pedradas como formas de penitencia
* Deja bizcas a las muchachas que se ríen de él
* Finge crear amuletos protectores contra el mal de ojo grabando conjuros en placas de metal
* Inutiliza la mano de un prestidigitador para que no pueda golpear a sus esclavos
* Cambia el volumen de su voz y baila como los bufones y actores de teatro

Parece ser que una cierta dosis de locura es propia de la santidad, no en vano hay un dicho popular que dice: 'de santos y de locos, todos tenemos un poco'. Si bien en los textos esa locura aparece siempre como simulada para dotar de mayor trascendencia al verdadero mensaje que quieren transmitir, valorando lo esencial y rechazando los usos comunes. Sirven a dios bajo el disfraz de la locura, que en muchas ocasiones no se descubre hasta la muerte del santo. Se comportan y actúan al margen de las normas sociales y aún de la propia iglesia. El anacoretismo se convirtió en una forma de rebelión y de protesta social y religiosa que no aspiraba a transformar la sociedad, sino que hunde sus raíces en el individualismo y en la protesta particular dando pie a comportamientos excéntricos y anómalos.


Juan Mosco (ca.550-ca.634), en su obra El prado espiritual, detalla los diferentes modos de ascetismo, de los que entresaco algunos ejemplos:


















* Los estacionarios, o monjes que se condenaban a la inmovilización absoluta.
* Los dendritas, o monjes que vivían en los árboles en una cabaña que construían entre sus ramas.
* Los acemetas, o aquellos que no duermen y están siempre vigilantes.
* Los recluidos voluntarios que se encerraban en estrechas celdas para hablar con dios.
* Los monjes que vivían a la intemperie expuestos en todo tiempo al sol y a los hielos.


Un último grupo y referido al caso que nos ocupa serían los llamados estilitas, pues se encaramaban a una columna que iban alzando cada vez más en altura y desde allí sermoneaban a las masas.

Quienes piensan que está poseído por el demonio en alguna de sus acciones, en realidad está luchando frente a él, pues amparándose en su total control de apetencias corporales pueden acercarse al pecado para demostrarse que no se sucumbe a ninguna tentación por la ausencia de 'pasiones' humanas. Cuando Simeón entra desnudo en el baño de mujeres y estas le acarician, pretende dar fe de que es capaz de mantenerse cercano al pecado sin sucumbir al mismo. 


















También es interesante señalar su participación en dos exorcismos, donde Simeón libera a un muchacho de un demonio que lo había poseído obligándole a mantener relaciones con una mujer casada. En otra ocasión expulsa a otro demonio de la calle trasera de una tienda o gana a los dados el alma de un hombre rico al demonio que pretende hacerse con ella. Todo ello hace que ciertos comportamientos de Simeón guarden similitudes con prácticas consideradas como propias del demonio.

















El 'santo loco' en el cine

Un santo tan desconcertante y original no pasó desapercibido a la siempre atenta curiosidad del cineasta aragonés Luis Buñuel, quien, en 1965, filmó un mediometraje rodado en México y basado en su propio guión, al que tituló Simón del desierto, donde cuenta la historia de Simeón el estilita que se mantuvo durante más de seis años en una columna de ocho metros siendo tentado por una bella señorita (encarnada por la actriz Silvia Pinal), drama surrealista del que extraigo los carteles anunciadores y algunos fotogramas.
































La tradición popular

La tradición popular no ha sido pródiga en cuanto a la edición de estampas o 'gozos' con oraciones al santo. No en vano las peripecias de las fue protagonista Simeón no resultaban fáciles de explicar como las más convenientes o propias de un elegido; de ahí que los santorales al uso apenas se detengan a comentar sus acciones (si es que decididamente no las pasan por alto), focalizando su interés en su vida eremita de contemplación y oración.

En el clásico y difundido santoral del jesuita francés Jean Croisset (1656-1738), conocido como El año cristiano, se advierte de forma sutil al comienzo de su biografía que no es precisamente un modelo a imitar:

"La vida de san Simeón Estilita está llena de hechos tan extraordinarios y maravillosos, que debe mirarse como una especie de prodigio para la imaginación, antes que como ejemplar o modelo para la imitación".
A su vez, en la edición de El santo de cada día que agrupa dos meses en cada tomo de la editorial Luis Vives (1946), abre la vida de san Simeón con esta aséptica ilustración con un pastorcillo pensativo junto a lo simbólico de la luz en lo alto. Más adelante se agrega una ilustración donde un incrédulo árabe quiere comprobar la veracidad de las condiciones vitales de Simeón subiendo por una escalera, mientras que el santo lo hacía, al parecer, por una soga.



Reproduzco la única estampa antigua que he encontrado dedicado al estilita.


La vinculación de Simeón con los titiriteros no resulta del todo clara o convincente, si bien en algunas de sus actuaciones interviene de forma decidida en desenmascarar los trucos de los mismos. Tal vez por esas prácticas u otras parecidas se le ha asociado con el mundo de la farándula.


Antonio Lorenzo

lunes, 24 de agosto de 2015

Santos protectores y sanadores: san Eloy, patrón de los orfebres y herreros

Escenas de la vida de san Eloy
San Eloy o Eligio (588-ca.660) antes de ser nombrado obispo de Noyon en el 641 fue un afamado orfebre francés del siglo VII que elaboró dos tronos para el rey Clotario II con el oro destinado para uno solo y esta virtud le valió el puesto de platero del rey y posteriormente tesorero de Dagoberto I. Nombrado Obispo de Noyon hacia el año el año 640, nunca iba a la corte de Dagoberto sin haber orado siendo seguido por un cortejo de pobres. Fundador del monasterio de Solignac contribuyó a afianzar las creencias cristianas.

Es famoso por ser el santo patrón de plateros, orfebres, joyeros, herreros, metalúrgicos y numismáticos. Se festeja el 1 de diciembre.

Antes de detenernos en algunos de sus legendarios milagros hagamos un pequeño recorrido por su tratamiento en el arte, como en el magnífico cuadro de San Eloy (1449) del pintor flamenco Petrus Christus conservado en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York.

La tabla representa a una pareja de clientes burgueses y ricamente ataviados y a san Eligio pesando el oro en una balanza para confeccionar un anillo de boda. A la izquierda de la tabla se aprecia un ceñidor o cinturón propio de las ceremonias nupciales.




Detalle de la balanza



En los estantes del fondo podemos ver objetos relacionados con su profesión de orfebre (cuentas, coral, perlas, anillos, piedras preciosas, etc.) junto a otros elementos, como el tarro de cristal con tapa de oro rematada por un pequeño pelícano. El motivo del pelícano que se perfora el pecho con el pico para alimentar a sus crías con su propia sangre es símbolo del sacrificio de Jesucristo, propio de los recipientes que fabricaban los orfebres para guardar las hostias.




Sobre la mesa podemos apreciar el espejo-espía de seguridad que apunta a la calle como elemento de vigilancia.


El cuadro está firmado y fechado en el borde de la mesa con la siguiente inscripción: m petr xpi me. . fecit. aº 1449 (magister Petrus Christi me fecit anno 1449), seguida por el emblema del artista.



Otro ejemplo de san Eloy trabajando en orfebrería es este cuadro del artista gráfico suizo Niklaus Manuel (Berna, ca. 1484-ca. Berna 1530).


Milagros de san Eloy

La leyenda cuenta del san Eloy herrero que debía herrar a un caballo que estaba poseído por el demonio y no cesaba de dar coces. Para realizar su tarea con mayor facilidad le corto la pata delantera y la herró sobre el yunque, volviéndosela a colocar al animal milagrosamente. La leyenda debió de nacer al poco tiempo de la muerte del santo, ya que la práctica de herrar caballos no se generalizó en Occidente hasta el siglo XI y san Eloy vivió en el siglo VII.

En la escena san Eloy tiene a su izquierda a san Antonio el Ermitaño y a san Sebastián a su derecha, obra del suizo Hans Leu, el Viejo (ca. 1460 - ca.1507).


Otro milagro atribuido a san Eloy es el siguiente:

Debido a su complexión debil y pequeño físicamente, el aprendiz de cerrajero siempre trabajaba mucho más lentamente que sus compañeros. En una temporada de mucho trabajo en la cerrajería el patrón estaba desbordado por los encargos. Eloy pedía en vano que le dejaran trabajar como los demás, pues se veía con la fuerza suficiente. Ante la urgencia de entregar al día siguiente unas barandas de hierro, el joven Eloy se puso a hacer las barandas sin más fuego y herramientas que sus manos. Ante el pasmo de los demás vieron que con el dedo índice hacía el agujero en el travesaño, metía en él un barrote y con un ligero golpe de mano lo remachaba.

*****
Un interesante y hermoso tríptico conservado en la capilla de Nuestra Señora de la Visitación en la ciudad francesa de Crocq, datado alrededor de 1530, representa escenas de la vida del santo divididas en cinco grandes temas.


Las dos primeras escenas se refieren a la concepción de Eloy tras el sueño de su madre donde se  le aparecía un águila anunciando la llegada al mundo de su hijo.


El segundo tema alude a su oficio de orfebre y a la presentación de sus trabajos al rey Clotario.


En la siguiente escena vemos a san Eloy ejerciendo obras de caridad y atendiendo a los enfermos.


Las dos últimas escenas recogen la proclamación de Eloy como obispo de Noyon y el traslado de sus restos por un cortejo de religiosos a los que siguen personajes burgueses mientras que los pobres y enfermos quedan en segundo plano.

El artista quiso destacar los acontecimientos más importantes de la vida de San Eloy diseñando un tríptico particularmente interesante desde el punto de vista de la composición y de la técnica al usar pintura de aceite mezclándola con otros elementos. Restaurado en 1957 el tríptico se expuso en la iglesia de san Eloy de Crock, pero debido a las malas condiciones de humedad de la iglesia se trasladó a la catedral de Notre Dame de la Visitatión  en 1996 tras nuevos trabajos de restauración.


La vida de san Eloy fue escrita por su fiel amigo y compañero, el también obispo san Audeno, del que expongo la portada de su traducción al español por Francisco de Balderrábano en 1640, junto a la escena del ofrecimiento del trono de oro al rey Clotario en una vidriera de la comuna francesa de Lain en el departamento de Yonne.













Para finalizar reproduzco un grabado de san Eloy del linaje de impresores catalanes Abadal (siglo XVII) donde se observan exvotos en la parte superior entendidos como expresión de las curaciones que obró el obispo, junto a unos gozos populares o 'goigs' en honor del santo.


Antonio Lorenzo

sábado, 22 de agosto de 2015

Amores de una dama natural de todas partes

Frederick Goodall (1822-1904) - Los Trovadores (1842)
Bajo este equívoco título se esconde toda una disertación sobre el pecado, pues la dama en cuestión no es otra que la mentira, cuyo padre es el diablo y descendientes ambos de la soberbia. 

De la imprenta vallisoletana de Santarén (s.a.) y escrito por quien se hace llamar Vernardo Hurones este pliego que contiene características ideológicas propias de la Contrarreforma en cuanto a su gusto por lo truculento y su afán por impulsar el temor y el miedo a sus lectores u oyentes.





Antonio Lorenzo