Apunte u’té, señor escribano,apunte u’té con la pluma en la mano;apunte u’té unos pantalonesque no tienen ojales ni tienen botones;apunte u’té unos calzoncillosque no tienen pretina ni tienen fondillos;apunte u’té una camisetaque no tiene pechera ni tiene faldeta;apunte u’té unos zapatongosque hace quince o veinte años que no me pongo;apunte u’té el sillón de Agustínque no tiene espaldar ni tiene balancín.
A mis herederos que pongan cuidado,que se repartan lo que haya dejado.Estribillo:Ande escribano, escriba usted,con tinta y papel, que quede bien.que quede bien, bien arreglado,con tinta y papel que quede sellado:Tengo mi casa muy bien amueblada,de pulgas y piojos está tapizada.Tengo mi casa muy bien amueblada,de pulgas y chinches está entapizada.
Tengo mi catre de pabellón,de telarañas allá en el rincón.Tengo mi catre de pabellón,de telarañas allá en el rincón.
(Estribillo)Tengo unos quesos de muy buen comer,los tengo pintados allá en la pader (sic).Tengo unos quesos de muy buen comer,los tengo pintados allá en la pader (sic).
Tengo una Virgen de los Dolores,que nomás le quedan los puros colores.Tengo una Virgen de los Dolores,que sólo le quedan los puros colores.
(Estribillo)
Tengo seis pares de calcetines,que nomás le quedan los puros hilines.Tengo seis pares de calcetines,que nomás le quedan los puros hilines.
Tengo tres pares de zapatillas,que nomás le quedan las puras plantillas.Tengo tres pares de zapatillasque nomás les quedan las puras hebillas.
(Estribillo)
Tengo seis pares de camisetas,que nomás le quedan las puras jaretas.Tengo seis pares de camisetas,que sólo le quedan las puras jaretas.Tengo seis pares de calzoncillos,que nomás le quedan los puros ojillos.Tengo seis pares de calzoncillos,que sólo le quedan los puros ojillos.
(Estribillo)
Tengo seis pares de pantalones,que nomás le quedan los puros gorrionesTengo seis pares de pantalones,que nomás le quedan los puros gorriones
Tengo seis pares de sábanas rotas,que por donde quiera se ven las nalgotas.Tengo seis pares de sábanas rotas,que por donde quiera se ven las nalgotas.
Tengo un sombrero de jipi y japa,que nomás le queda la pura tapa.Tengo un sombrero de jipi y japa,que sólo le queda la pura tapa.
(Estribillo)
Tengo mi saco de muy buen tricot,de pelo de cama la gata me dio.Tengo mi saco de muy buen tricot,de pelo de cama la gata me dio.
Tengo mi capa de tela muy fina,que nomás le queda la pura esclavina.Tengo mi capa de tela muy fina,que solo le queda la pura esclavina.
Tengo un sombrero de pelo e' conejo,que nomás le queda el puro parentejo.Tengo un sombrero de pelo e' conejo,que solo le queda el puro parentejo.
(Estribillo)
Mi desayuno de por la mañana,lo tengo metido debajo e' la cama.Mi desayuno de por la mañana,lo tengo metido debajo e' la cama.
A usted doy las gracias,señor escribanopor el testamentoque bien me ha arreglado.
EL TESTAMENTO
Apunte usted, señor escribano,la pluma en la mano y apunte usted.Un testamento que voy a hacerde lo que dejo a mi mujer:
Cuatro pares de zapatonesque ya no les quedanmás que los tacones.Apunte usted, señor escribano ...
Una Virgen de la Soledadque ya no le quedamás que la mitad.
Apunte usted, señor escribano ...
Un Señor San Agustínque ya no le quedamás que su tilín.
Apunte usted, señor escribano ...
Un sombrero de cuero'e conejoque ya no le quedamás que el barboquejo
Apunte usted, señor escribano ...
Una imagen de Santa Teresaque ya no le quedamás que la cabeza.
Apunte usted, señor escribano ...Una camisa de rica estopillaque ya no le quedamás que la aletilla.
Apunte usted, señor escribano ...
Una patita de una mesitaque son recuerdosde mi abuelita.
Apunte usted, señor escribano ...
El motivo testamentario también se ha utilizado como recurso desde un punto de vista más literario. Es el caso del sugerente testamento escrito por Pablo Antonio Cuadra (1912-2002), poeta nicaragüense, ensayista, crítico de arte y de literatura, dramaturgo y quien fuera gran cultivador de temas indigenistas.
EL TESTAMENTO
Llegó la abuela
con su pausado balanceo de navío.
Cuando ella entraba
la Historia con un fru-frú de páginas innumerables en el ruido
de sus enaguas.
Sus ojos gobernaban por decretos
de dulces mimos
y maternas severidades,
pero esta vez avanzó cargando la mansedumbre con fatiga,
se sentó quejumbrosa
en el monárquico taburete de las amonestaciones
y puso su canasta de tejedora al pie de la silla.
— Hija mía Juliana —murmuró—: este delantal de bambas
es para que bailés al Doctor Jerónimo en nombre de tu raza.
Sé que te gusta el baile y la tremolina
¡bailá, muchacha! ¡que no se acabe
el ritmo de este pueblo! El día
que nuestros huesos pierdan su música
seremos desplazados por extranjeros.
— Y a vos, Celedonio, te dejo el puño
de plata del bastón de tu padre.
Eres el mayor y tengo años de esperar
que presidas al Cabildo
con la vara de Alcalde en la mano. ¿Qué te pasa
muchacho? ¿Se hizo horchata
tu sangre de cacique? ¡A la casa
de tu padre el pueblo entraba
y salía a buscar sus palabras!
—A Dámaso díganle que le dejo la cutacha del abuelo.
Está colgada del clavo.
Nunca la saqué de su vaina pero el muchacho es levantisco
y anda metiéndose en problemas.
Me gustan sus azares. Dámaso
es un peligro, pero no será por él
que mi pueblo acepte el yugo.
—Y a vos, rinconero, que te gusta fatigarte con letras,
te dejo este libro de cantos
que cantaron tus antecesores.
¡Que no se rompa el hilo! ¡Escribe!
¡Pobre muchacho; Cuando tu padre sembraba
y te daba el arado
nunca trazaste un surco derecho! Te dejo
indefenso contra el hambre
¡pero mi pueblo necesita soñadores!
—Y a vos, Lupita, que te estás quedando suelta sin tu voluntad,
te dejo mi canasta de tejidos con algunos ahorros en el fondo.
A ver si te cambiás de peinado y te empolvás y hacés un esfuerzo.
Lupita; ¡no hay que ser tan pasiva, hija mía!
enciende lirios, enciende pájaros,
quema el borde de la noche,
el oficio de la mujer es encender el cielo
de estrellas en el ojo del varón.
...¿A dónde vamos si se apaga la aventura?
Y se recostó en el taburete cansada de su testamento
y se quedó suavemente dormida.
Y nunca despertó.