lunes, 15 de abril de 2013

Dime cómo te llamas y te diré cómo eres



Continuando con el apartado de las sátiras sobre las mujeres y el matrimonio, traemos en esta entrada una de las composiciones que más han circulado en pliegos de cordel hasta fechas recientes, como veremos. Al tratarse de un solo pliego en diferentes versiones lo he titulado «Dime cómo te llamas y te diré cómo eres».
En la Biblioteca Nacional (Sig. R-11.387) se conserva el único ejemplar de un pliego en 4ª que contiene una «Descripción astrológica de las inclinaciones y condiciones de todas las mujeres», impreso en Barcelona en 1606 y atribuida a un desconocido Licenciado Lucas Lucano, catedrático de Matemáticas en la ciudad de Oñate, en Guipúzcoa, que dice sacarla de varios discursos de poetas célebres.
Dada la enorme rareza de este único pliego, antecedente sin duda del tantas veces reimpreso y conocido, paso a reproducirlo.




Lope de Vega, como urdidor, fabulador, creador y adaptador torrencial de historias y tradiciones no fue ajeno, a su pesar, de que las obras sacadas de su ingenio se trasladaran en forma impresa a estas hojas volantes y efímeras que comentamos en este blog. Pero uno de los problemas que suscita su ingente producción es la atribución fidedigna a su pluma de composiciones que han ido rodando de plaza en plaza sin que se cite la autoría de las mismas, pues el concepto de propiedad intelectual no regía en el Siglo de Oro tal y como lo entendemos ahora.
Los problemas de la indubitable atribución de comedias y de composiciones a Lope resulta complicado, pues ya en la propia vida del escritor este mantuvo pleitos con impresores y editores. Muchas de las «Partes» que recopilan las comedias de Lope salieron de las imprentas sin su consentimiento. Lope tomó las riendas de la edición de sus obras a partir de la «Parte IX» (1617). Eso quiere decir que de la datación exacta al dramaturgo de muchas de comedias o poesías que circulaban no se tiene la certeza absoluta de su autoría, siendo muchas de ellas atribuidas a Lope por la fama y el prestigio que daba su nombre.
Precisamente es en la «Parte III» donde aparece la loa que supuestamente inspira el pliego que vamos a comentar sobre los nombres de las mujeres. Pero esta Parte recoge no solo obras de Lope sino que, aprovechando su tirón comercial, también la integran obras de otros autores. De hecho el título es: «Tercera Parte de las comedias de Lope de Vega, y otros autores, con sus loas y entremeses, las cuales comedias van en la segunda hoja». Publico la portada de la edición madrileña de 1613, aunque según estudiosos se trata de una falsificación hecha en Sevilla y reeditada luego en Barcelona en 1614.
Obviamente no voy a entrar en estos pormenores, pero lo que considero de gran interés para lo que nos ocupa es el trabajo de Joaquín de Entrambasaguas en su artículo «Acerca de la atribución de una ‘Loa’ a Lope de Vega» (recogido en «Estudios sobre Lope de Vega, III, Madrid, CSIC, 1958») donde apuesta por la autoría de Lope de la célebre «Loa famosa de las cualidades de las mujeres», que cree anterior e inspirador del pliego reproducido de la «Descripción astrológica…». Entrambasaguas sugiere que la Loa de Lope es anterior, aunque desaparecida, a la descripción astrológica impresa en 1606 que hemos reproducido y que fue fuente de la misma y a su vez fuente de las sucesivas reimpresiones del romance.
No es de extrañar estas discrepancias entre el editor y el que obtuvo la licencia, puesto que pueden no coincidir, así como la cesión de licencias entre distintos libreros-editores.
En caso de ser cierta esta hipótesis, se trataría de uno de los escasos antecedentes de la adaptación de obras de autores famosos del Siglo de Oro al selvático mundo de los pliegos de cordel. En una anterior entrada ya dimos cuenta de un caso parecido de una jácara de Quevedo recogida en el pliego de «El cabildo de los gatos».
Reproduzco la loa de Lope que se recoge en la Parte III de sus comedias, según la edición falsificada de Madrid en 1613.




A continuación publico diferentes reimpresiones del famoso pliego de los «Nombres, costumbres y propiedades de las señoras mujeres». El primero carece de lugar y de fecha de impresión.




Esta segunda muestra da idea de la popularidad del pliego, pues se edita en Madrid en la Imprenta de Marés, se reimprime en Burgos en 1862 y en Lérida en la Imprenta de Corominas.




Adjunto una curiosa reimpresión del mismo pliego por la Imprenta Universal, en Madrid, pero con el nuevo título de «Las 299 novias por 10 céntimos», que se supone que es el precio de adquisición del pliego.





Adjunto también un pliego moderno que compré en la calle Toledo de Madrid en la década de 1980 donde incluye -para compensar- las faltas de los hombres.


No quiero terminar esta entrada sin comentar algo de la difusión de este romance fuera de la península, de lo que anoto apenas unas citas. En el «Cancionero popular de Jujuy» (1934), recogido y anotado por Juan Alfonso Carrizo en esa provincia argentina, aparecen estas coplas:


[…]
Las Anas son melindrosas,
la Micailas feas y vanas,
introducidas las Juanas
presumidas son las Rosas
las Franciscas son chismosas
las Manuelas dan que hacer,
las Panchas quieren tener,
las Carmelas son molestas,
las Teresas mal contentas
a ninguna he de querer.

También en el «Cancionero Popular de la 'Revista de Derecho'» (1905) de Estanislao S. Zeballos, se recoge esta glosa en décimas sobre el mismo tema:

A mujer no he de querer
Todas me causan enfado:
Nunca me he de ver casado,
Siempre soltero he de ser.

A mujer no he de querer
todas me causan enfado:
nunca me he de ver casado,
siempre soltero he de ser.

Las Anas son melindrosas,
las Micaelas feas y vanas,
introducidas las Juanas
y presumidas las Rosas;
las Cuchas son muy chismosas,
las Manuelas dan que hacer
las Panchas quieren tener,
las Josefas son molestas,
y siendo así todas éstas,
a mujer no he de querer.

Las Petronilas son frías,
las Teresas flatulentas,
las Bernardas fraudulentas,
y muy lisas las Lucías
pedigüeñas las Marías
las Luchas no me han cuadrado,
en las Nieves he observado
ser beatas muy paseadoras;
todas me causan enfado.

Antonio Lorenzo


lunes, 8 de abril de 2013

Sátiras sobre las mujeres y el matrimonio (V)



Publico en esta entrada tres nuevos pliegos.

El primero de ellos, impreso en Lérida en la imprenta de la Viuda de Corominas, s.a.  es un curioso caso de convergencia entre las noticias históricas y el propósito general de las mujeres de buscar marido.

El pliego, fechado en 1838, hace alusión a la «Primera Guerra Carlista», que se desarrolló en España entre 1833 y 1840 a la muerte de Fernando VII entre los partidarios de su hermano, Carlos María Isidro, y los partidarios de la proclamada Isabel II, todavía niña, bajo la regencia de su madre Mª Cristina.

El interés sociológico del pliego reside en la principal preocupación de las mujeres por la escasez de mozos para casarse y su poco interés por las vicisitudes políticas de los partidarios de Carlos o de Isabel.
                    Unos se llaman facciosos,
                    otros se llaman cristinos,
                    lo cierto es que nosotras
                    nos quedamos sin maridos.
                    Ya hace cinco años
                    que anda la guerra,
                    nada han adelantado
                    Carlos ni la reina.
                    Paz, paz, españoles,
                    paz, paz en la España,
                    maridos queremos
                    que es lo que nos falta.
Se recoge también en el pliego el hecho de que antes de la guerra se «quintaba» y se escogían a los mejores mozos «de talla» para entregarles las armas. En cambio, debido a la nueva situación ahora participan tanto los buenos como los malos mozos. También se hacen eco las mujeres del enfrentamiento con las viudas que pretenden casarse al haber muerto sus maridos, lo que supone una pugna por un buen mozo, ante lo que las mozas solteras replican que ‘nunca una viuda es como una moza’.

Este pliego es un claro ejemplo que refleja la condición y el papel de la mujer en la sociedad de fines del XIX donde su finalidad en la vida es el matrimonio, aunque también es cierto, como se apunta maliciosamente, que en su espera a que los mozos regresen del servicio, las mujeres se ‘consuelan’ con los chiruelos que quedan:
                    Cuando no había guerra
                    teníamos el consuelo
                    si se llevaban los buenos
                    nos dejaban algunos chiruelos.
                    Se pasaba este rato
                    con mucha alegría
                    y también el gusto
                    si es que convenía;
                    no diré, señores,
                    de lo que gustaba
                    porque ya me entienden
                    con pocas palabras.


El segundo pliego que expongo, reimpreso en Lérida por la Viuda de Corominas en 1842, hace alusión a una extraña «bandera de San Marcos» que paso a comentar.

Llevar la  «bandera de San Marcos» se considera como equivalente a ser cornudo. Es interesante el comentar esta expresión que parece contradictoria, pues el animal asociado a san Marcos no es el toro, que se asocia a san Lucas,  sino el león.

Si repasamos diversos cancioneros encontramos coplas que aluden a esta bandera de san Marcos como correspondiente a ser un cornudo.
                    El día que yo me casé
                    dando vueltas por el cuarto,
                    en un rincón encontré
                    la bandera de San Marcos.
                     Si te casas, llevarás
                    de San Marcos la bandera
                    los cuernos como los toros,
                    pero son de otra manera.
De la copla también se encuentran paralelos en Ecuador:
                   Cuando con mujer de todos
                   se casó Juan de los Arcos,
                   le nombró el cura prioste
                   permanente de San Marcos.
En un pormenorizado estudio de José Mª Alín, en el que nos apoyamos sobre este tema, publicado en las Actas del Congreso internacional «Lyra minima oral III»: ‘De la canción de amor medieval a las soleares’, Fundación Machado y Universidad de Sevilla, 2004, considera el autor que la expresión de «la bandera de San Marcos», como sinónimo de cornudo, obedece a un error de interpretación y a la confusión con el nombre del toro, al que llamaban Marcos, por celebrarse su fiesta el 25 de abril. La errónea asociación del toro con san Marcos también ha pervivido en algunas fiestas patronales donde llevar el estandarte o la bandera del santo se asociaba a ser un cornudo, tal y como apunta esta seguidilla:
                    Anda que no te quiero
                    porque llevaste
                    el día de San Marcos.
                    el estandarte
La festividad de san Marcos, el 25 de abril, coincide con las antiguas celebraciones romanas llamadas «Rubigalia», destinadas a proteger las cosechas y a celebrar rogativas y en algunos lugares para hacer las llamadas «cabañuelas» para predecir el tiempo atmosférico. Esta celebración ha caído en desuso, aunque en ciertas localidades de Extremadura tuvo mucha raigambre, como en Brozas, Talayuela o Coria, pues hay testimonios que dicen que el toro asistía con mansedumbre a la misa y a la procesión en la iglesia mientras las mujeres le adornaban con guirnaldas de flores y roscas de pan en las astas, recobrando su fiereza una vez acabadas estas ceremonias. Para más informaciones remito al estudio de Julio Caro Baroja recogido en «Ritos y mitos equívocos», Ed. Istmo, Madrid, 1974.


Las explicaciones sobre cómo se consigue la mansedumbre del toro pasan por atarle una especie de faja en la rodilla diestra, o la más verosímil, cual es emborracharle sin darle comida, o a las propiedades de cierta planta llamada «onagra».




Concluimos esta entrada con un pliego, impreso también el Lérida en la imprenta de la Viuda Corominas en 1845, donde se nos cuenta el frustrado cortejo de un galán a una remilgada dama que siempre encuentra excusas para demorar el encuentro.



©Antonio Lorenzo

miércoles, 3 de abril de 2013

Sátiras sobre las mujeres y el matrimonio (IV)


Publico tres nuevos pliegos completos editados en Madrid: Imprenta de D. J. M. Marés, 1846; Imprenta de F. Hernández, s.a. e Imprenta de D. José M. Marés, 1847.









Antonio Lorenzo



martes, 2 de abril de 2013

Sátiras sobre las mujeres y el matrimonio (III)


Siguiendo con los pliegos de burlas a las mujeres y al matrimonio, publico completo el titulado «Vida, muerte, entierro y honras de todas las madamitas de vida airada, doncellas por mal nombre, casadas con el primero que pasa por las calle, viudas de cuantos mueren en Antón Martín». Impreso en Zaragoza, Imprenta de Francisco Badía, s.a.



Col. particular de Antonio Lorenzo
Col. particular de Antonio Lorenzo













Col. particular de Antonio LorenzoCol. particular de Antonio Lorenzo

















Añado las primeras planas de otros pliegos relacionados con esta temática.


Córdoba, Impr. de Rafael Gª. Rodríguez, s.a.
Córdoba, Impr. de Rafael Gª. Rodríguez, s.a.


















Córdoba, Impr. de Rafael Gª. Rodríguez, s.a.
Carmona, Impr. de José Mª Moreno,1860




















Antonio Lorenzo




lunes, 1 de abril de 2013

Sátiras sobre las mujeres y el matrimonio (II)


Continuando con los pliegos que satirizan o hacen burla de las mujeres publico una «Graciosa sátira de las faltas de las señoras mugeres (sic) que quieren casarse», impresa en Reus por Juan Bautista Vidal, en 1845.
























Añado una de las portadas de la ridícula boda entre Juan Pingajo y María Curiana, donde se describen los extravagantes atuendos de los novios, el convite estrafalario ofrecido, la relación burlesca de la dote y el extraordinario parto de Curiana, con descendencia de este tenor:

          «Parió la pobrecita
          mil abutardas,
          de ratas y ratones
          diez carretadas [...]
          dos mil lagartijas,
          un borrico que se fue a Lebrija,
          parió un cigarrón
          con orejas de perro pachón.
          Parió treinta lagartos,
          cien comadrejas,
          veinte micos rabones,
          y una coneja...»
 Añado la primera plana del pliego que recoge los consejos que Paco Gil ofrece a su amigo Pedro sobre los cuarenta y ocho motivos que tienen los hombres para casarse y los treinta y seis para no hacerlo.

Con el socorrido recurso de la correspondencia el autor articula dos partes bien diferenciadas. En la primera parte, se hace una alabanza del matrimonio en tono cómico debido a la inversión de roles: la mujer trabajaría mientras él se quedaría en casa haciendo la comida; la mujer iría a los bailes a divertirse mientras el marido cuidaría de los niños, etc. En la segunda parte Paco contesta a su amigo, quien al estar casado habla por su experiencia, y le conmina a elegir la plaza de soldado porque nada bueno se puede esperar de las mujeres, ya que son perezosas, manirrotas, juerguistas y mentirosas.

Carmona, Impr. José Mª Moreno, 1855.
Madrid, Sucesores de Hernando, s.a.

























©Antonio Lorenzo

domingo, 31 de marzo de 2013

Sátiras sobre las mujeres y el matrimonio (I)

Eugen von Blass

La historia de la mujer es la historia de una marginación. Desde la más remota antigüedad se han venido sucediendo textos sobre los atributos negativos de la condición femenina. La sátira burlesca se vale del humor para ridiculizar defectos sociales o individuales. De este modo se critican determinadas costumbres o particularidades que, en el caso de las mujeres y del matrimonio, se convierten en crítica genérica. La sátira misógina ha sido un tema recurrente en la literatura española, donde se atribuían a las mujeres aspectos negativos como: charlatanas, perezosas, presumidas o gastadoras. La literatura de cordel no ha sido ajena a esta corriente antifeminista que suele ir aparejada a la crítica al matrimonio, pues las desavenencias conyugales solían atribuirse a los defectos de las esposas.

En el fondo, bajo esa crítica de tono divertido y humorístico se esconde la consolidación de un modelo conyugal donde impera la desigualdad de los sexos y la sumisión de la esposa al marido. La burla encubre algo más profundo, como es el preservar el modelo vigente de una sociedad tradicional basada en la desigualdad y en la jerarquía de los sexos en el ámbito familiar.

La sátira misógina se puede considerar un subgénero dentro de la literatura de cordel debido a la abundancia de textos que se han conservado y al éxito de los mismos. Las mujeres gastadoras y pendientes de la moda son temas recurrentes en las críticas que se desarrollan en los pliegos, así como las artimañas para seducir a los hombres y a su escasa predisposición al trabajo.

Como ejemplos de estos pliegos publico en esta entrada un par de ellos completos, impresos en Reus, s.a., de mi colección junto a otras portadas de parecida temática.

Col. particular de Antonio Lorenzo
Col. particular de Antonio Lorenzo














Col. particular de Antonio Lorenzo
Col. particular de Antonio Lorenzo
Col. particular de Antonio Lorenzo
Col. particular de Antonio Lorenzo














Col. particular de Antonio Lorenzo
Col. particular de Antonio Lorenzo














Blog de Almanaque
Barcelona, Hered. Juan Jolis, s.a.
Blog de Almanaque
Madrid, Imprenta Universal, s.a.



























Antonio Lorenzo


domingo, 24 de marzo de 2013

Mujeres vengadoras (4ª parte)


Continuando con la entrada anterior, la tradición oral moderna ha conservado otros dos romances donde sus protagonistas ejercen también de mujeres matadoras.

En ambos casos no se conservan ejemplos antiguos, debido a lo escabroso de su historia o a su primitiva estructura métrica, pero por su grado de variabilidad en el desarrollo de la intriga y a sus diversos desenlaces son acreedores de una larga vida tradicional.

El veneno de Moriana

La antigüedad de este romance, aunque no recogido en pliegos, viene acreditada porque figura el inequívoco verso ‘Qué me distes Moriana   qué me distes en el vino’ en la llamada «Ensalada de Praga», del siglo XVI. Con este nombre se conoce una composición de carácter burlesco existente en uno de los cancioneros góticos españoles conservados en la ciudad de Praga bajo el título «Ensalada de muchos romances viejos y cantarcillos».

En este romance la protagonista envenena a su amante debido a la ambigüedad del convite que viene a anunciar. Contrasta la dignidad que muestra Moriana con la torpeza e ingenuidad del amante que viene a invitar a su examante a su boda. Los motivos que aparecen en las diferentes versiones del mismo son conocidos y equiparables a otras manifestaciones, tanto orales como escritas: envenenadora/filtro mortal amoroso/amante despechada que busca vengarse…

La sabia concentración de la intriga y el efecto dramático del fragmentarismo construyen una historia donde no se plantean los antecedentes de la relación anterior de los amantes y hemos de inferirla del propio diálogo entre ellos con el sorprendente final en la versión que presentamos, donde la envenenadora proclama que tuvieron un hijo juntos. Las distintas versiones del romance resaltan la prudencia y astucia que autoafirman a Moriana como mujer, planificando de forma detallada su venganza, frente a la impulsividad del amante, que a la postre le lleva a la muerte.


Publico la versión que recogí, junto con otros compañeros, en El Ganso, pueblo maragato leonés en pleno Camino de Santiago. Esta versión venía precedida por el romance  de «La apuesta ganada». Prescindo del mismo y ofrezco solo el que nos ocupa.

El veneno de Moriana

Versión de El Ganso (ay. Brazuelo, p.j. de Astorga, comarca de la Maragatería, León). Recitada por Laura Criado Criado (56 años en 1977). Recogida por Javier y Mª Luisa García Sánchez y por Antonio Lorenzo. Posteriormente por Paloma Díaz-Mas, Bárbara Fernández, José Manuel Fraile y Antonio Lorenzo, el 15 de enero de 1983. Música registrada.
[...]
Madrugaba don Alonso, mañanitas de domingo,
a llevar caballo al agua y tomar de su rocío.
— A verte vengo, Mariana, y a brindarte, de camino,
si quieres ir a mis bodas, se celebran el domingo.
— Las tus bodas, don Alonso, yo pensé que eran conmigo.
— Son con una prima tuya, que acaso diera lo mismo.
— Sube, sube, don Alonso, sube, sube a mi cocina,
sentaráste en silla de oro, que las tengo yo de mío,
que me las dejó mi padre porque casases conmigo;
comerás de mi pan blanco y beberás de mi buen vino. —
Marianita, la ligera, tira un brinco a su jardín,
las siete hojas de beleno luego se las trajo allí;
se las majó en almirez y se las echó en el vino.
— Beba, beba, don Alonso, este vasito de vino.
— No lo quiera el Dios del cielo ni la Virgen del Camino
que entre damas y doncellas beba yo primero el vino.
— Beba, beba, don Alonso, que los demás ya bebimos. —
Aún bien no lo había gustado, ya le ha robado el sentido.
— ¿Qué me echaste, Marianita, qué me echaste en este vino?
— Siete lenguas de culebra, ojos de lagarto vivo,
espinas de salamanca, [................................]
la cola de un renacuajo pa que te arrobe el sentido.
— Quítamelo, Marianita, que me he de casar contigo.
— ¡A buen tiempo has acordado, ahora que lo has bebido!
— No más siento la mi madre, que se queda sin un hijo;
también siento a mis hermanas, que se quedan sin arrimo;
también siento a mi esposita, de no la haber conocido.
— ¿Y no me sientes a mí, traidor, que de ti yo tuve un hijo?

Adjunto el enlace para consultar en línea 97 versiones de este tema, donde se puede apreciar su variabilidad de intriga y desenlaces. Hay versiones de Argelia, Marruecos y Brasil, aparte de las peninsulares y las de las islas.




La Gallarda matadora


Aunque no recogido en el Siglo de Oro no resulta desconocido en la tradición oral moderna, sobre todo en la zona norte (Galicia, Asturias, León, Cantabria), aunque existen versiones dispersas en otras provincias y aún en la tradición sefardí de Tetuán.

El motivo más estable de las versiones de este curioso romance es la presencia de las cabezas de los hombres que ha matado colgadas de las vigas, a modo de trofeos de caza y premonitorios de lo que le seguramente le esperara al caballero. Sin embargo, la astucia del caballero para apropiarse del arma que escondía la gallarda para matarlo se revierte contra ella. Se trata, en suma, de la mujer matadora que es vencida con sus propias armas.

Publico una versión, también del pueblo maragato de El Ganso, y de la misma informante, que recogí hace años junto con otros compañeros encuestadores.

La Gallarda matadora (í-a)

Versión de El Ganso (ay. Brazuelo, p.j. de Astorga, comarca de la Maragatería, León). Recitada por Laura Criado Criado (56 años en 1977). Recogida por Javier y Mª Luisa García Sánchez y por Antonio Lorenzo. Posteriormente por Paloma Díaz-Mas, Bárbara Fernández, José Manuel Fraile y Antonio Lorenzo, el 15 de enero de 1983. Música registrada.

Sentada está la Gallarda, sentada está Gallardina,
sentada está la Gallarda y en su ventana florida.
Vio venir un caballero toda aquella vega arriba.
— ¿Dónde vas, el caballero, dónde vas con tanta prisa?
— Voy en busca ‘el rey mi padre y un hermano que tenía.
— Suba, suba, el caballero, que yo razón le daría. —
Al subir a la escalera una mala seña había.
— ¿Qué es esto, la Gallarda, que hay colgado en esta viga?
— Son cabezas de lechones que he cogido en la montina.
— Mientes, mientes, la Gallarda, mientes, mientes, Gallardina,
que esto son cabezas de hombre que han faltado en esta villa;
ese de la barba roja rey mi padre parecía,
y ese de la barba negra un hermano que tenía.
Haced la cena, Gallarda, que yo cenarla quería. —
Gallardina hace la cena, y el caballero muy bien mira.
— Cene, cene, el caballero, cene, cene, por su vida.
— ¿Cómo había de cenar yo, si de sueño me cay(e)ra?
Gallardina hace la cama, que yo acostarme quería. —
Gallardina hace la cama, y el caballero bien mira;
Siete sábanas debajo y otras siete por encima,
y entre sábana y colchón un puñal de oro metía.
Al tiempo de ir a acostarse, se acostó con Gallardina;
y a eso de la medianoche Gallardina rebullía.
— ¿Qué buscas tú, la Gallarda, qué buscas tú, Gallardina?
— Busco mi rosario de oro, que yo rezarlo quería.
— [Ese rosario de oro,] con él yo te mataría.
— ¡Ay de mí, triste Gallarda, ay de mí, triste Gallardina,
que pensé matar a otro y ahora me mantan amína! —
Se lo mete por el pecho a salir a las costillas.
— Abre la puerta, portera, ábrela de portería.
— ¡Cómo te la tengo abrir, si me mata Gallardina!
— No temas a la Gallarda ni tampoco a Gallardina;
la Gallarda está en su sala, y en su sala muy tendida.
— ¡Bien haya tú, el caballero, qué madre te pariría!
Tantas almas ahí entrasen, tantas quitaba la vida.
— Y yo, por ser el más chiquito me he salido con la mía.

Se pueden consultar 41 versiones en línea a través del siguiente enlace:


Antonio Lorenzo


viernes, 22 de marzo de 2013

Mujeres vengadoras (3ª parte)

«La estatua que representa la efigie del legendario personaje de la Serrana de la Vera, protagonista de varios romances y obras literarias de otros tantos autores famosos, entre los que se encuentra Lope de Vega, ocupa desde primeras horas de la tarde del pasado jueves el pedestal de roca granítica que ha sido levantado para este menester en el Mirador de la Serrana, junto a la carretera que une Garganta la Olla con el Real Monasterio de Yuste».
Así se recogía la noticia del emplazamiento de la efigie de la Serrana, cuyo autor es Evaristo García, en El periódico Extremadura del 12 de julio de 2005. El alcalde garganteño, don Casimiro Herrero, razonaba la inauguración del monumento con las siguientes palabras:
«En cuanto a los objetivos que el consistorio garganteño intenta conseguir con la instalación de la estatua de la Serrana en las inmediaciones de los montes, donde según la leyenda llevó a cabo su venganza al despecho amoroso que sufrió por parte de un noble placentino, el edil señaló que se trata de añadir "un atractivo turístico más", al mismo tiempo que se recuerda y se pone en valor a un personaje, cuya leyenda ha traspasado los límites regionales».
La Serrana de la Vera constituye, en efecto, todo un referente de aquellas mujeres fuertes y aguerridas que actúan por despecho en las alturas de los montes.

Si bien no conocemos ningún pliego de cordel que se haga eco de esta serrana matadora de hombres, sí se encuentra muy extendida su presencia en el romancero panhispánico. Siguiendo el enlace se pueden consultar en línea la nada despreciable cifra de 213 versiones de este romance.
http://depts.washington.edu/hisprom/optional/balladaction.php?igrh=0233
Si nos detenemos en leer unas cuantas versiones enseguida apreciamos que, bajo la aparente homogeneidad de la historia, encontramos una diversidad de desarrollos junto a unos desenlaces bastante distintos, lo que es lugar común en el romancero tradicional.

Como ejemplo ilustrativo de este romance, publico una versión inédita que recogí en la comarca salmantina de «Las Arribes del Duero».

La serrana de la Vera (é-a)

Versión de Corporario (Salamanca), de María Soledad Vicente Carretero, de 52 años. Recogida por Antonio Lorenzo el 14 de diciembre de 1983. Música registrada.

Se pasea una serrana a la orilla una ribera,
por ver cómo corre el agua, cómo bailan las arenas.
Y viera estar a un pastor subido encima una peña.
– ¡Bájate de ahí, el pastor, antes que coja una piedra!
– Yo me bajaré, serrana, más de miedo que vergüenza. –
Lo ha cogido por la mano, para su casa lo lleva.
No lo lleva por carril ni tampoco por vereda,
que lo lleva por un monte que de cristianos no era;
donde había muchas crucitas, muchos montones de tierra.
Animóse y preguntóle, que el que pregunta no yerra:
– ¿De qué son estas crucitas, tantos montones de tierra?
– De hombres que yo he matado y ahí les entierro la cabeza,
como te he de hacer a ti cuando mi voluntad sea. –
Lo ha cogido por la mano, para casa lo metiera.
Con la piedra del molino le ha atrancado bien la puerta,
pero ella se descuidó y la dejó medio abierta.
A él le dio un viulín (sic), ella tomó la vihuela;
pensó de dormirlo a él, pero se ha dormido ella.
Al encontrarla dormida, a encaminar se comienza.
Ha andado ya legua y media y sin volver la cabeza.
Al despertar la serrana patea como una perra.
Con la piedra del molino ha largado legua y media.
A la legua y media andada, la serrana ya lo llama:
– Aguárdate ahí, el pastor, que aquí dejas una oveja.
– Si la oveja vale dos, yo te daré tres por ella.
– Aguárdate ahí, el pastor, que aquí dejas una prenda.
– Si la prenda fuera de oro, yo no volvería a por ella.
– Aguárdate ahí, el pastor, que aquí dejas una perra.
– Más si la perra rabiara, usted rabiara con ella.
– No me descubras, pastor, cuando llegues a tu tierra.
– No te descubro, serrana, mientras yo no llegue a ella;
ya sabes que mientras llegue la cueva está descubierta.
– A mí tanto se me da y a mí tanto se me queda,
que mi padre es un pastor y a mí me parió una yegua. –        

Lope de Vega y Luis Vélez de Guevara, adaptaron o se inspiraron en el romance que conocían para elaborar sus célebres obras. En la de Lope, la figura de la serrana no es la aguerrida hembra que se nos muestra en los romances, sino una discreta dama que se conserva virgen y acaba casándose con su amado. Vélez de Guevara, en cambio, se ajusta más a las características hombrunas de la serrana romancística y la sitúa en Garganta la Olla, donde es seducida por un capitán y es poseedora de una gran fortaleza física, a modo de un Polifemo hembra.

La intriga que se desarrolla en los romances suele estar constituida por estas secuencias:

* Localización (Garganta la Olla, Sierra Morena, Pacencia, Florencia, Urpo, etc.)
* Encuentro con el galán (pastor, soldado, caminante, etc.)
* Seducción forzosa y juegos amorosos
* Huida del galán aprovechándose del sueño de la serrana
* Persecución del galán
* Desenlace abierto

En el desenlace de bastantes versiones, la serrana afirma ser hija de un hombre y de una yegua. El cruce de especies distintas y, por tanto, la violación de las leyes naturales, convierten a la serrana en un personaje transgresor que produce en el imaginario colectivo un miedo atávico, lo que sin duda ha propiciado, entre otras razones, su permanencia en el tiempo.


La figura de la serrana no se corresponde exactamente con la de la bandolera de las comedias ni con las serranas medievales, y mucho menos con las galantes serranillas, aunque presenten características comunes. La variante medieval de la serrana, de gran fuerza física, persigue a los hombres para gozarlos. En los romances muestra su intención de matarlos, pero después de disfrutar de ellos. Las bandoleras de las comedias (y de los pliegos) pretenden vengarse de los hombres por despecho.

Si repasamos las 213 versiones que se pueden leer en el enlace señalado, la acción se desarrolla en muchas de ellas en Sierra Morena, y otras en escenarios fabulosos, como «A les muntanyes de l’Oro, / les muntanyes de Florencia» (Versión de Olot); o «A las montanyas de Urpo, / a la ciutat de Clemencia» (versión de Ripoll). A pesar de la abundancia de versiones que sitúan el escenario donde actúa a la serrana, cerca de Plasencia, aceptamos el análisis de Caro Baroja:
 «El tema de la serrana de la Vera no es un tema histórico; se trata de un tema mítico que ha quedado en el folklore de una región bajo formas especiales, pero del que se pueden encontrar también vestigios en el folklore de otras partes».
(Caro Baroja, Julio: ¿Es de origen mítico la 'leyenda' de la Serrana de la Vera?, Revista de Dialectología y Tradiciones Populares, II (1946), págs. 568-572.

Dibujo de Caro Baroja en un estudio posterior sobre el mismo tema
Algunos eruditos locales extremeños, y algunos otros, sostienen la historicidad real del personaje. En la actualidad, hasta se organizan excursiones por la Ruta de la Serrana y hasta creen localizar sus huellas marcadas en una roca o la fuente en la que bebía. Se trata, en fin, de un curioso caso de reinterpretación de una leyenda de origen mítico con fines comerciales.

En las distintas actualizaciones del romance se puede apreciar un entrecruzamiento de motivos, así como de sedimentos narrativos de carácter contradictorio: por un lado forzuda y destructiva y por otro creadora y promiscua, lo que reviste a su figura de una ambivalencia que conjuga a la par belleza y fuerza y amor y muerte, lo que hace de este romance un ejemplo notable de la vida tradicional del romancero.
Antonio Lorenzo