sábado, 22 de febrero de 2014

Seguidillas para cantar boleros con estrivillo [sic]


La concreción del bolero como danza viene siendo atribuida al murciano Sebastián Cerezo, hacia 1780, mediante un proceso de adaptación de la popular seguidilla, que se fue haciendo más lenta hasta derivar en el bolero. Su contribución consistió en la incorporación de nuevos pasos y mudanzas para acabar con el llamado bien parao, consistente en quedarse inmóvil al acabar cada secuencia de baile mientras se preparaba la siguiente copla.

De las escuelas de baile académico regresó de nuevo a la calle en una más libre interpretación, aunque manteniendo siempre el característico 'bien parao' del que se encuentran reminiscencias en el desplante de ciertos bailes flamencos, al igual que en el uso de los palillos o castañuelas y en el braceo de sus movimientos.

Sobre la incorporación de las castañuelas al baile del bolero existe un interesante y curiosísimo tratado sobre su aprendizaje y uso escrito por Francisco Agustín Florencio en 1792, con instrucciones para bailar el bolero, del que reproduzco la portada y primeras páginas.






Según algunos tratadistas esta nueva forma de reinterpretación más académica de bailar el bolero fue duramente criticada por aquellos que querían conservar los movimientos violentos o un mayor acercamiento de las parejas de baile, lo que dio lugar a otras combinaciones de bailes como el zorongo, el charandé o el cachirulo, del que ya traté en una entrada anterior.

Estébanez Calderón ya nos habló del maestro Requejo (Sebastián Cerezo) como el 'legislador' del bolero como baile canónico frente a los saltos acrobáticos  y violentos giros propios de las clases populares. En sus Escenas andaluzas (editada en 1883), comenta largamente estos sabrosos pormenores que no me resisto a reproducir.
   “Pero volvamos al bolero, pues no soy sabueso que por gazapo fortuito que me salte en la carrera, deje ir la liebre que de primero levanté y con ardor perseguí. Es el caso que ya fuese el inventor del tal baile Cerezo o Antón, aquél en la Mancha o éste en Sevilla, ello es cierto que la danza se propagó con gran rapidez, empeñándose en enriquecerla con sus invenciones y mudanzas los mejores ingenios danzarines que por aquel tiempo poblaban los tablados de los teatros y las casas de regocijo de Triana, Valencia, Murcia, Cádiz y Madrid. Antón Boliche, en verdad, no fue gran inventor en pasos y mudanzas, contentándose con acomodar al compás y medida del Bolero lo que encontró de gracioso y notable en el antiguo Fandango, en los Polos, Tirana y demás bailes de su tiempo; pero a poco los discípulos corrigieron el descuido del maestro. En Cádiz, el ayudante de ingenieros D. Lázaro Chinchilla inventó e introdujo la mudanza de las Glisas, ofreciendo a la vista un tejido de pies de efecto deslumbrador y pasmoso. Un practicante o mano de medicina de Burgos sacó el mata-la-araña, suerte muy picante, singularmente en el pie y entre los pies de alguna pecadora a quien no obligue el ayuno.Juanillo el ventero, el de Chiclana, puso en feria el Laberinto, trenzado de piernas de prodigioso efecto; también a esta suerte la llamaron la Macarena. El Pasuré, ya cruzado, ya sin cruzar, tuvo patente de invención en Perete el de Ceuta, que ganó gran fama por su habilidad. El Taconeo, el Avance y Retirada, el paso Marcial, las puntas, la vuelta de pecho, la vuelta perdida, los trenzados y otras cien diferencias que fuera prolijo relatar, son muestras de otros cien varones ilustres que consagraron sus estudios al mayor encumbramiento de esta ciencia, ¡tan modestos, que ninguno quiso dar su nombre a la estampa; tan llenos de entusiasmo y tan sedientos de gloria, que casi todos espiraron o patirrotos en los teatros o en las camas de algún hospital, a donde los llevó su amor al estudio y sus esfuerzos en los saltos, cabriolas, volatas y vueltas de pecho! Esteban Morales, inventor de esta última suerte, fue el primer mártir de la invención, habiendo autores que afirman que esta sola mudanza tiene llevada más gente a los cementerios que las pulmonías en Madrid y en Andalucía los tabardillos pintados. A remediar tanto mal salió el buen ingenio y rara habilidad del murciano Requejo, que después de haber asombrado a su patria y a los reinos de Valencia y Aragón con su agilidad y destreza, con sus giros, saltos y vueltas, apareció en Madrid a ser nuevo legislador del Bolero. Efectivamente: compadecido este buen legislador de la madre que lloraba a un hijo desgraciado por saltarín en la flor de los años, del padre que veía eclipsarse los ojos y la existencia de una hija por trenzar demasiado o girar con mucha violencia, quiso poner coto a tanto mal, y para ello se propuso despojar al Bolero de todo lo pernicioso y antisalubre. Así, pues, comenzó por descartar del baile lo demasiadamente violento y estrepitoso; ajustó los movimientos a compases más lentos y pausados, y chapodó las figuras, pasos y suertes de todo lo exuberante y rústicamente dificultoso, rematando con dejar al Bolero armado caballero en toda regla, obteniendo lugar y plaza de baile de cuenta y escuela por el universo mundo, así en los estrados particulares como en los salones de la corte. Y el Bolero, no contento ya de extenderse por dentro de los límites españoles, saltó las fronteras, conquistó territorios, y fue a causar la maravilla y la felicidad de las capitales más remotas de la Europa. Pero el buen Requejo, como todos los innovadores, tropezó con grandes obstáculos y hubo de vencer gravísimas dificultades. Los partidarios del Bolero disparado y rabioso se declararon aún más rabiosamente por enemigos y contrarios suyos y no contentos todavía, y como para asegurarse la victoria, llamaron en ayuda de la propia causa otros bailes y danzas de toda la redondez de la Andalucía alta y baja, para conseguir por el número lo que consideraban dudoso por la calidad. Entonces fue cuando aparecieron en Madrid el Zorongo, el Fandanguillo de Cádiz, el Charandé, el Cachirulo y otras cien combinaciones del movimiento perpetuo, con el fuego elemental y lo más llamativo y picante del amor. La Mariana Márquez, apareciendo en el coliseo del Príncipe y haciendo delirar de placer, con los juguetes y remolinos de su Zorongo, a los hombres de aquel tiempo, puso, en verdad, en gran conflicto y en peligroso trance al Bolero, pero éste triunfó de todo, y como torrente que detenido en su carrera adquiere mayor violencia para proseguir en sus conquistas e invasiones, así él se derramó por todas partes, aseguró su imperio, y si no dio al traste del todo al todo con los demás bailes sus rivales, fue el que quedó como rey e imperante sobre los teatros hasta nuestros días. Mucho ayudaron a este triunfo con sus gracias, giros y vueltas, y con su belleza y donaire, las incomparables Antonia Prado y la Caramba, envidias del mismo aire, émulas de Terpsícore, extremos de la hermosura y sonrojos hasta de las mismas sílfides y mariposas. Estas dos hermosas bailadoras las admiré yo y las celebré con delirio allá cuando los verdores de mis años, aumentando el inmenso séquito de sus cautivos adoradores. ¡Ah, querido amigo mío! (añadió el viejo fijándome los ojos con los suyos): era imposible mirar a la Caramba sin afición, más difícil todavía no seguirla y requerirla blandamente de amores, y ya en este punto era lo excusado el pensar el pobre enamorado en separarse, desenredarse, huir y desasirse, pues de tal capricho a cual caricia, de este favor a otro desdén, de ciertos desengaños a inciertas esperanzas, de aquel sobrecejo a estotra sonrisa, y de una burla o desenfado a cien hieles y amarguras, iba el pobre ánima del cautivo caballero de precipicio en precipicio, de abismo en abismo, hasta dar en la cárcel y prisiones que nunca podría ni dejar ni romper. Su continente era señoril y de majestad, su talle voluptuoso por lo malignamente flexible, y sus ojos lucían sabrosamente traviesos bajo unos arcos de ceja apicarados y flechadores, y una nariz caprichosamente tornátil y la boca siempre placentera, si entre búcaros, si entre claveles y azahares, formaba del todo el gesto más gustoso y tentador que ojos humanos pudieron ver, admirar y desear. Pero estos que le parecerán, amigo mío (prosiguió mi hombre, mirándome atentamente), encarecimientos prolijos, no serán sino desmayados reflejos a su buen juicio, si los compara con los encantos y perfecciones que le revelará este retrato”.
Ejemplo del éxito de estas coplas fueron los numerosos pliegos de cordel donde se recogen sendos repertorios de seguidillas para ser cantadas. Uno de ellos es el que reproduzco, editado en Barcelona en cuatro hojas en 4ª, sin año, por la imprenta de Bernat Pla.

El pliego tiene interés, pues Bernat Pla trabajó como propietario de la imprenta de 1770 a 1801, año en que falleció, pasando la propiedad a manos de su viuda, que edita entre 1801 y 1827. El pliego es, pues, de finales del siglo XVIII o del comienzo del XIX. Los músicos que ilustran el pliego parecen caricaturescos, con sus sombreros de copa, muy del siglo XVIII, tacos que fueron utilizados profusamente durante todo el siglo XIX por otros impresores, como Ignacio Estivill.











Antonio Lorenzo


domingo, 16 de febrero de 2014

Seguidillas boleras para cantar los mozos solteros

Antigua litografía de un baile bolero
Dentro de las múltiples variedades de seguidillas bailables (no confundir con su forma poética estrófica) se encuentran las llamadas 'seguidillas boleras' que solían formar parte de los intermedios de las representaciones teatrales de la llamada Tonadilla escénica (siglos XVIII y XIX), magistralmente estudiada por José Subirá ('La tonadilla escénica', 4 vols. Tipografía de Archivos, Madrid, 1929-1932.

El término bolero surge hacia el final del siglo XVIII y no alude a una forma coreográfica concreta, sino a un conjunto de rasgos como la vestimenta, formas de hablar o de moverse o una peculiar forma de bailar asociada al 'casticismo' y a las escuelas de baile académico, de carácter más señorial y reposado.

La seguidilla bailable adopta una gran variedad de  formas y estilos propios (manchegas, sevillanas, afandangadas, boleras, rondeñas, majas, etc.).

Si hacemos caso a Don Preciso, seudónimo de Juan Antonio de Iza Zamácola, en su Colección de las mejores coplas de seguidillas, tiranas y polos que se han compuesto para cantar con la guitarra, editada en Madrid en 1799, señala el origen manchego de la seguidilla y describe el bolero (danza) como una evolución de la misma, al tiempo que defiende la originalidad de los bailes españoles frente al intrusismo de los franceses o italianos.

Reproduzco la portada y las primeras páginas de dicha colección. 




Adjunto el pliego editado en Madrid, sin año, por los sucesores de Hernando.






Antonio Lorenzo


sábado, 8 de febrero de 2014

Las guerras de España con Marruecos [Melillla y la 'Semana Trágica', 1909: 2ª parte]

Barricadas en Barcelona durante la 'Semana Trágica'
Al tiempo que se producía el desastre del Barranco del Lobo, en Barcelona y en otras localidades catalanas estallaba una insurrección social cuyo origen inmediato era la impopular medida de movilización de los reservistas de 1903 a 1905 para incorporarse a la guerra de África. La semana del 26 al 31 de julio, conocida como la Semana Trágica, constituye un punto de inflexión que tendría importantes consecuencias políticas, entre ellas la caída del gobierno de Maura.

Aparte de la impopular medida de movilizar a los reservistas, se podría aducir el enorme descontento entre las masas obreras ante el aumento de los precios y la falta de perspectivas de trabajo. Las injustas mil quinientas pesetas que libraban de la movilización a la guerra resultaban excesivas para los sectores más desfavorecidos. Este indigno sistema de "redención a metálico", que posibilitaba la exención del servicio militar, fue corregido parcialmente en 1912 donde previo pago de dos mil pesetas el recluta sólo servía durante cinco meses (el considerado periodo de instrucción), librándose de los treinta y un meses restantes previo informe de sus oficiales, con los previsibles abusos e injusticias de los sectores con mayor poder económico. Frases como “que vayan los ricos” o “hijo quinto sorteado, hijo muerto y no enterrado”, eran patrimonio común de amplios sectores sociales. El pueblo llano culpaba a los capitalistas, muchos de ellos altos cargos de la administración, como Romanones, de sostener la impopular guerra de África para mantener sus intereses económicos en la zona. Al antimilitarismo imperante hay que añadir la animadversión al estamento religioso. A la población, que tenía un elevado índice de analfabetismo, le molestaba que el clero estuviese favorecido y alineado con los sectores económicos y regentara una educación elitista en sus centros, centros que además operaban comercialmente con actividades lucrativas empleando a asilados y huérfanos como mano de obra barata, con la consiguiente pérdida de puestos de trabajo entre el resto de la población. Estas actividades comerciales de la iglesia competían con ventaja con la mediana empresa, lo que obligaba a reducir salarios y personal trabajador. 

Este malestar se ve perfectamente reflejado en el pliego que reproduzco, sin pie de imprenta, aunque fechado en 1909.






Otro pliego, con el curioso título de "Tangos sevillanos de Melilla", impreso en fecha indeterminada en Salamanca, desarrolla parecidas reflexiones, aunque en un tono menos incisivo, sobre la presencia española en la guerra de Melilla. 






En el estamento militar existía una gran desproporción entre el número de soldados y el de oficiales. Muchos de éstos últimos carecían de mando en tropa y de responsabilidades definidas. Los bajos sueldos y las pocas perspectivas de ascenso en el escalafón propiciaron que ciertos sectores no viesen con malos ojos una intervención bélica en Marruecos que posibilitase un cambio de su situación.

Desde el punto de vista político, la situación en Barcelona registraba un recrudecimiento del malestar obrero. El 14 de abril de 1907 se proclama la Solidaritat Catalana, que abarcaba, entre otros, a los sectores genuinamente catalanistas y que obtuvieron 41 de 44 actas de diputados a cubrir en las primeras elecciones que se celebraron. Con ello se rompía el caciquismo electoral que imperaba hasta entonces. El 3 de agosto del mismo año se constituyó, como contrarréplica, un organismo federativo –Solidaridad Obrera– que agrupaba a las hasta entonces desorganizadas organizaciones obreras de anarquistas y socialistas y republicanos, distintos éstos últimos de los de los republicanos del Partido Radical comandado por Lerroux, y cuyo órgano de prensa, llamado igualmente "Solidaridad Obrera", lo promovía un pedagogo llamado Francisco Ferrer y Guardia, figura destinada a influir decisivamente en los acontecimientos de la última semana de julio de 1909.

En la semana del 26 al 31 de julio, la huelga general convocada por los movimientos obreros tuvo como resultado el enfrentamiento entre piquetes de huelguistas con las fuerzas de orden público, así como la quema generalizada de conventos en un intento espontáneo de revolución social caótico e incoherente y con evidente falta de coordinación y dirección de huelga. La revuelta, carente de dirección y de objetivos, se saldó con tres muertos entre la tropa y setenta y cinco civiles, aparte de gran número de heridos.

Ilustración del semanario parisino 'Le petit journal'
El gobierno de Madrid presentó esta revuelta ante la opinión pública como un intento separatista y desencadenó una férrea represión posterior con la detención de cientos de sospechosos acusados de instigadores de la revuelta. Entre ellos se encontraba Francisco Ferrer, al que se detuvo el 1 de septiembre con la acusación de ser el inductor principal del amotinamiento. En un juicio sumarísimo y que se instruyó con inusitada celeridad, se le declaró el culpable principal al tiempo que se le condenaba a muerte junto a otros cuatro acusados.

La detención de Francisco Ferrer originó una enorme repulsa que sobrepasó nuestras fronteras. La internacionalización del Caso Ferrer encontró eco en numerosos artículos de prensa, como en el diario francés 'L’Humanité' y en la prensa italiana e inglesa. Los historiadores parecen ponerse de acuerdo en que Francisco Ferrer, pedagogo de cierto prestigio y fundador de la Escuela Moderna de marcado carácter laico, no intervino directamente en los sucesos de julio. Ferrer fue ejecutado en los fosos del castillo de Montjuich, acusado de rebelión militar, el día 13 de octubre del mismo año.


Las protestas por la ejecución de Ferrer se canalizaron a través de numerosas manifestaciones en diversas capitales europeas que, a la postre, acabaron desencadenando la caída del Gobierno Maura. La injusta y precipitada decisión de buscar una cabeza de turco para hacerla responsable de unos hechos nunca demostrados, dio pie a mitificar a un hombre para convertirlo en un mártir de la causa obrera.

La memoria colectiva ha conservado unos textos sobre estos acontecimientos con curiosas incongruencias y errores debidos al paso de los años y que respeto. Estos textos, inéditos hasta ahora, han sido recogidos oralmente en las localidades de Caminomorisco y Las Mestas, en la comarca cacereña de Las Hurdes y que el equipo investigador del que formo parte pretende publicar, si las circunstancias nos son propicias, en una proyectada "Biblioteca de Tradiciones Orales" de la comarca.

Mataron sin causa ninguna  
al gran Francisco Ferré,
y sin causa ninguna mataron  
a otros mil hombres de gran valer.
Maura y La Cierva intrinchados,  
lo mandaron detener,
y en las fosas del Monjín  
se ha convertido a la fe.
Y dispués de convertirse,  
se ha ido a tomar café,
y luego lo fusilaron  
cuando iba a amanecer.
A España la han convertido  
en una casa de fieras,
que a los hombres más honrados  
los cazan con escopetas.
Si no habiera autoridad  
y un gobierno con obreros,
van a hacer de nuestra patria  
un campo de ciminterio.

Otro texto sobre los mismos acontecimientos es el siguiente:

¡Sin causa, sin causa mataron  
al gran Francisco Ferré!
¡Sin causa, sin causa mataron  
a otros hombres de gran valer!
Estaba Francisco un día  
y iba a coger el tren,
y se presentó su esposa  
y lo quiso malmeter.
–¿Por qué defiendes al pobre,  
si no te da de comer?
¿Por qué defiendes al pobre?  
Dímelo tú a mí, Ferré.–
Y le dio tres puñaladas,  
p’al suelo vino a caer.
Con la sangre derramada  
hizo una cruz a sus pies.
–A los pobres los defiendo  
por ser cristianos de fe,
y aborrezco de los ricos  
porque no se portan bien.–
Se enteró el general Maura  
y fue a buscar a Ferré.
Lo ha metido pa los fosos  
y nadie lo podía ver.
En el año del decinueve,  
es el año de la fe,
que en los fosos de Monjín  
fusilaron a Ferré.

Para dar fin a esta entrada he creído de interés el reproducir una serie de cromos sobre estos acontecimientos que venían en los envoltorios de los chocolates de la centenaria Casa Amatller.







Antonio Lorenzo