martes, 27 de junio de 2017

Sátira graciosa: disputas entre suegra y nuera

Xilografía de una edición valenciana de 1857
Los estereotipos, como imágenes mentales socialmente compartidas, junto a los prejuicios sobre determinados roles sociales que aparecen en la literatura popular (cuentos, refranes, canciones, pliegos de cordel...) no se han tenido lo suficientemente en cuenta en orden a ejemplificar modelos culturales hegemónicos. Dichos modelos han perdurado en un tiempo de «larga duración», si usamos la terminología acuñada por Fernand Braudel, referida en este caso al concepto de mentalidad, que prolonga en el tiempo la construcción social y el modo acrítico de pensar y enjuiciar la realidad.

Dice la sabiduría popular que un madre y un hijo caben en un serijo, mientras que una suegra y una nuera no caben en una era.

La figura de la suegra es un claro ejemplo de estereotipo con connotaciones negativas. Es frecuente, al menos en la literatura popular, calificarla de entrometida, posesiva y dominante, manipuladora y cotilla. Un cantar popular asturiano recoge:

                             Una suegra y un candil
                             son dos estorbos en casa;
                             la vieja, roñe que roñe,
                             el candil, gasta que gasta.

Dichos y refranes sobre suegras y nueras 
«Suegra y nuera y perro y gato, no comen bien en un plato».
«Si quieres ser buena suegra y por tu nuera alabada, ten la bolsa bien abierta y la boca bien cerrada».
El maestro Correas, en su tan celebrado y citado Vocabulario de refranes y frases proverbiales (1627), incluye lo siguiente:
«Suegra, ninguna buena: hicela de azúcar y amargóme; hicela de barro y descalabróme».
Lo explica Correas de esta forma:
«Una casada sin suegra oía decir que eran las suegras malas; no lo creía y tenía deseo de probar su suegra; el marido la decía que bien estaba sin ella; por su antojo hizo una de azúcar; el marido a oscuras, la puso acíbar en ella; llegándola a abrazar y besándola, hallóla amarga; dice: «pues esta no salió ten bien; quiero hacer otra de barro». Hecha y puesta en alto, quísola abrazar, y como pesada, cayósela encima y descalabróla, y quedó desengañada de suegras».
Otros dichos y refranes:
«Obra comenzada, no te la vea suegra ni cuñada».
«Labor comenzada no la muestres a suegra ni a cuñada hasta que esté acabada».
«¿Cuándo se quieren suegra con nuera? Cuando el asno suba escalera».
«A la higuera pide agraz (verdor y acidez), y no a suegras y nueras paz».
«Madre e hija caben en una camisa; suegra y nuera, ni en toda la pieza».
«Suegra, nuera y yerno, la antesala del infierno».
«No te fíes de niebla ni de promesas de suegra».
«Ni encimeras ni bajeras, quieras mantas de tu suegra».
«En los ojos de mi suegra veo yo cuando el diablo la entra».
«Si tu suegra se cae en el río, búscala aguas arriba».
«Del diablo te librarás, pero de tu suegra no podrás».
«Tres veces Juan se casó y con tres suegras vivió; si al infierno no fue, aquí lo pasó».
Sobre las nueras
«Nuera, ni de barro ni de cera».
«Con tu hijo puedes tener cien peloteras; pero una sola con tu nuera».
«La nuera no es sabrosa, aunque sea de miel».
«Tan limpia es mi nuera que hasta los ajos lava».
«Remangóse mi nuera y llevóse el pan y las maseras».
«Aquella es mi nuera, la de los pabilones (colgantes y sobras) en la rueca; y aquella es mi hija, la que bonito lo hila».
«De mi hija comeré gallo, de mi hijo ni proballo».
«Nueras y yernos, para los hijos gloria; para su suegro, infierno».
«A la hija, pan y comida; y a la nuera, pan y afuera».
Pasemos a la controversia entre suegra y nuera en el pliego editado en Madrid, sin año, por Marés.





©Antonio Lorenzo

martes, 20 de junio de 2017

Vida del soldado y recuerdo de la campaña de África


En el colofón del pliego que reproduzco puede leerse:
"Se halla de venta en la tienda de Antonio Borrás, cuesta del Teatro [Palma de Mallorca], en donde se hallará un completo surtido de historias, comedias, sainetes, folletos y romances, tanto en mallorquín como en castellano. También se escriben cartas".
El interés del pliego, del que no figura fecha de edición, aunque por su colorido y estructura no parece demasiado antiguo, reside en la incorporación al final del mismo del Recuerdo de la Campaña de África. Este recuerdo viene precedido por  una relación de las penalidades que pasa un soldado a lo largo de su servicio militar hasta el momento de recoger su anhelada licencia y regresar a casa.

No quiero dejar pasar la oportunidad de comentar algo que, bajo una perspectiva actual, nos puede resultar chocante o desconocido. Si vamos leyendo las vicisitudes que pasa el soldado y que se van desarrollando en el pliego, una vez cumplido su servicio militar puede leerse:

                               ..."Se sale de la cantina
                               con dirección a la plaza
                               para comprar una cinta
                               y un canuto de hoja de lata".

Este canuto o cilindro de hoja de lata se refiere a la antigua costumbre entre los soldados españoles a conservar la licencia absoluta, una vez firmada por el jefe militar correspondiente, enrollada en el interior de ese canuto, a modo de portadocumentos. Los había simples y más elaborados. Se solía decorar con cintas y se colgaba del cuello en su regreso a casa, procediéndose a guardado con delicadeza en un armario, hasta acabar seguramente olvidado en un trastero. Esta práctica fue sustituida por la famosa cartilla o "La blanca".

Esta costumbre se mantuvo hasta principios del siglo XX, y seguramente tiene que ver con la conocida expresión de "pasarlas canutas". El soldado, una vez licenciado tras un tiempo considerable de "servicio a la patria" y tras regresar a casa, solía encontrarse sin empleo y sin trabajo o con un sustituto ocupando su antigua plaza. Esa situación le hacía añorar, de algún modo, su estancia en la mili,  donde al menos tenía asegurado un techo, el vestuario, la comida y la cama. Eran momentos difíciles de pasar penalidades ["pasarlas canutas"] hasta lograr acomodarse a una mejor situación.




Para contextualizar el "Recuerdo de la Campaña de África" que figura en el pliego, copio parte de lo editado en entradas anteriores referidas a estas guerras:
"Los conflictos de España con Marruecos pueden resumirse, en un sentido amplio, en cuatro grandes etapas que marcan otros tantos puntos de inflexión, si bien ciertamente discontinuos en el tiempo: la primera de ellas hace referencia a la guerra mantenida con Marruecos en 1859-1860; la segunda, a la guerra de Melilla de 1893. La tercera, a la guerra de Melilla de 1909, con la derrota militar del «Barranco del Lobo» y coincidente con la llamada «Semana Trágica» de Barcelona, que acabó con el fusilamiento de Francisco Ferrer y Guardia y con el derrocamiento del gobierno conservador de Maura, y, en una cuarta etapa, la llamada guerra del Rif, en 1921, con el desastre de Annual y los episodios del Monte Gurugú y Monte Arruit, etc., hasta desembocar en la paz definitiva, en 1927, bajo la dictadura del general Primo de Rivera".
La cronología de este primer enfrentamiento (1859-1860) contra el imperio marroquí puede resumirse así:
    
1859 (22 de octubre) Declaración de guerra a Marruecos.
1860 (01 de enero) Victoria de los Castillejos por el general Prim
1860 (2-5 de febrero) Conquista y toma de Tetuán por O’Donnell.
1860 (23 de marzo) Victoria de Wad-Ras.
1860 (26 de abril) Paz con Marruecos.

Pasemos al pliego.





La última plana, donde se recoge la poesía escrita por  un soldado del "Batallón de Cazadores de las Navas", firmada por un tal A. del P., se refiere a la guerra de 1860.

Seguramente, y dada la sospecha de que el pliego parece posterior a esa fecha, puede tratarse de un "relleno" para completarlo, práctica habitual en otros muchos impresos populares.

Pues bien, la citada poesía es la letra adaptada de un himno militar recogida en el capítulo dedicado a las "Guerras de África", de un espléndido libro que contextualiza y nos ofrece referencias de esos cantos olvidados, pero que reflejan los hechos bélicos de acuerdo a una mentalidad y a una época, ya que en ningún caso pueden tratarse como expresiones aisladas, sino como arma ideológica y propagandística.



80. Sus por la patria a lidiar Cántico popular de guerra


Aunque en la recopilación del cancionero no se incluye, he localizado la partitura del cántico popular de guerra, con letra de Pedro Niceto de Sobrado y música de J. Oscar Camps y Soler, editada en Madrid en 1859 por Carrafa y Sanz Hermanos, editores.

Reproduzco la primera hoja, donde se especifica que tiene un "Aire de tirana".


Como se puede apreciar, la autoría del texto que aparece en el pliego, firmada por un tal A. del P., no coincide con el autor de la letra de la partitura editada.

Hay ligeras diferencias entre la letra del cántico y lo publicado en el pliego. En la letra del cántico se alude a las matanzas de Las Navas y de Lepanto, mientras que en el pliego no figura esa estrofa y en cambio especifica la descendencia de Gonzalo [Fernández de Córdoba, "el Gran Capitán"] y de Pulgar [Hernán Pérez del Pulgar].
©Antonio Lorenzo

martes, 13 de junio de 2017

El mundo de los disparates: El trastorno universal

Ilustración del "Álbum de Momo" (1847)
Este es un ejemplo de una relación de disparates donde no se aprecia un interés satírico o crítica burlesca, sino una especie de tótum revolútum de nombres de ciudades y de localidades sin orden ni concierto. Nada parecido a otras composiciones mucho más ingeniosas y trabajadas donde pueden inferirse entre líneas críticas a determinados personajes o disfrutar de situaciones cómicas por lo extravagante de sus asociaciones.

La relación, en su conjunto, no parece obedecer a un objetivo determinado, por lo que se convierte en una especie de sarta de incoherencias en un desfile vertiginoso de ciudades y lugares. En definitiva, una acumulación enumerativa de imposibles.

El pliego, del que no conozco otras versiones, fue impreso en Barcelona por Ignacio Estivill en 1854, impresor al que ya dedicamos una entrada anterior, que puede consultarse a través del siguiente enlace:

lunes, 5 de junio de 2017

El mundo de los disparates: Décimas disparatadas para reír y pasar el tiempo

Ilustración de "El Álbum de Momo" (1847)
El tema de los disparates puede considerarse un subgénero de los pliegos de cordel y de la tradición folklórica en general. Tanto los pliegos de cordel como las aleluyas o aucas guardan estrecha relación con el tema del mundo al revés y con las manifestaciones folklóricas infantiles, donde las sorprendentes imágenes y metáforas ingeniosas ejercen fascinación y nos conectan con un universo mágico e irracional lleno de sugerencias.

En el saco sin fondo de los pliegos de cordel también se recogen determinadas composiciones donde el elemento rítmico y sonoro, acompañado de un sentido de juego, adquiere singular importancia. Esta experiencia lúdica conecta con lo que se denomina el sinsentido: expresiones con contenidos absurdos que en el mundo infantil sirven como soportes de formas de "echar a suertes" antes del inicio de un juego o bien como simple motivo de diversión.

Aunque en el pliego que reproduzco, editado en Madrid por Marés en 1855, no figura el autor de los versos, sabemos que corresponden al injustamente olvidado Juan Martínez Villergas.






No está de más aprovechar estos ingeniosos y disparatados versos para comentar algo de la vida y producción literaria de su autor.

Juan Martínez Villergas (Gomeznarro, Valladolid, 1816 - Zamora, 1894) 


El ilustre ensayista, profesor y escritor vallisoletano Narciso Alonso Cortés (1875-1972), publicó en el año 1910 un Bosquejo biográfico-crítico sobre Juan Martínez Villergas [Valladolid, Tipografía del Colegio Santiago para huérfanos del Arma de Caballería]. El nombre de Villergas ahora no nos dice nada y se encuentra sepultado en un injusto olvido, pero gozó de gran fama por sus publicaciones satíricas y burlescas en la prensa local de la época, considerado como uno de los poetas satíricos más ilustres del siglo XIX.

Las composiciones jocosas y divertidas de Juan Martínez Villergas fueron ampliamente leídas en las sociedades artísticas y literarias (también entre las capas populares, como se desprende del pliego). En 1842 dio Villergas a la imprenta la primera edición de sus poesías, que habían venido ilustrando distintas publicaciones en la prensa.

En abril de 1843, el escritor valenciano Wenceslao Aiguals de Izco creó un semanario titulado La risa, donde nuestro autor colaboró con gran asiduidad mediante cuentos, epigramas, artículos de costumbres, letrillas festivas o narraciones de viajes.

Participó escribiendo en periódicos festivos como El fandango, El Dómine Lucas y en publicaciones de corte republicano donde podía exponer sus ideas de una forma más explícita que en los diarios de ideología monárquica. Tampoco hay que desdeñar sus producción dramática, estrenando con éxito obras como Ir a por lana y salir trasquilado o El padrino a mojicones, etc.
Su soltura para la versificación y su mordacidad para los políticos que no eran de su agrado le hicieron ser agresivo hasta la ofensa, lo que le ocasionó abundantes poblemas. Pero es en la publicación El Tío Camorra, periódico político y de trueno, iniciado en 1847, donde arremetía contra políticos y literatos. Leídas con la perspectiva actual, tienen poco interés al referirse a menudencias políticas que ahora nos resultan ajenas por razones de actualidad y por desconocer el contexto que engloba sus aceradas críticas.

Los años convulsos que le tocó vivir y debido a las severas críticas y a sus enredos le llevaron a la cárcel. Sin embargo, su azarosa vida le condujo a una serie de nombramientos: en 1855 fue nombrado consul de España en la ciudad inglesa de Newcastle. A la caída de Espartero, a quien tanto atacó, el gobierno de O'Donell le nombró cónsul general de España en Haiti. A su llegada a Puerto Príncipe para ocupar su puesto, se enteró de que su nombramiento había sido anulado por el nuevo gobierno que había reemplazado al de O'Donell. Sin recursos, en 1857 tuvo que embarcarse para Cuba y en La Habana logró al poco tiempo publicar en un semanario llamado La Charanga variados artículos y poesías. En 1858 embarca para México. En Veracruz, al tomar una diligencia, fue asaltado por tres bandoleros y tuvieron que defenderse a tiro limpio, quedando herido uno de los bandoleros. Tras su breve estancia en la capital mexicana regresó de nuevo a La Habana en 1859 donde creó un nuevo periódico llamado El moro Muza. En 1861 decidió regresar a España, aunque fue por poco tiempo.

Vemos, en fin, que la agitada y azarosa vida de Villergas no le impidió desarrollar una gran obra llena de talento, a caballo entre la sátira política y estudios serios y competentes propios de un gran creador. Su temperamento batallador e inquieto dejó de acompañarle en Zamora el año 1894.

Sus poesías jocosas y satíricas alcanzaron varias ediciones: la primera, editada en Madrid en 1842, a las que siguió otra, corregida y aumentada, en 1847; una tercera, editada en La Habana en 1857, y una última, costeada por el Casino Español de La Habana, de 1885, que reproduzco.










El texto que acompaña el pliego, donde no se cita al autor, práctica habitual en este tipo de impresos, es copia del que publicó Villergas en el Álbum de Momo en 1847 con el título de Glosa atroz.



©Antonio Lorenzo

martes, 30 de mayo de 2017

Testamentos burlescos: Apúnteme usted, señor escribano... [II]


Continúo con los testamentos burlescos donde se incluye la fórmula apúnteme usted, señor escribano, recogida como refrán, como integrante de algún cuento tradicional o como canción o recitado en cancioneros folklóricos recogidos por tradición oral o bien en pliegos de cordel.

En el caso de los pliegos de cordel reproduzco uno de ellos donde se incluye el siguiente testamento que hizo la mona a su hermana. El título del pliego no parece que tenga nada tiene que ver con el testamento transcrito, en cuyo encabezamiento se dice: [Relación burlesca de un lance que sucedió en la ciudad de Toledo con un fraile de un convento que llamaban de los Padres Aceiteros por recrear a una mona en su aposento para su diversión: se refiere el chasco que vino a darle, con lo demás que verá el curioso lector]. El testamento final más bien parece un elemento de relleno, si bien Pilar García de Diego, en su clásico estudio El testamento en la tradición [Revista de Dialectología y Tradiciones Populares, X (1954)] lo considera "una refundición de anteriores versiones, porque el tema de legados fantásticos, que el testador reconstruye imaginativamente sobre unas pobres ruinas, es muy antiguo en la tradición".





Comentaba en la entrada anterior que la popularidad de este testamento burlesco alcanzó incluso la gran pantalla. En efecto, la famosa actriz Rita Hayworth interpretó (doblada su voz, al parecer, por Anita Ellis) un inclasificable Hermanito de mi corazón. La película Los amores de Carmen, basada en la célebre obra de Prosper Mérimée, la protagonizó junto a Glenn Ford en 1948.












































 
A través del siguiente enlace se puede contemplar y escuchar la interpretación de Rita Hayworth en forma de tanguillo de Cádiz.

               
             Hermanito de mi corazón,
             que ya tú sabrás que me estoy muriendo,
             y te “pío” y te encomiendo
             que llames a un escribano,
             también a mi primo hermano.
             Quisiera hacer testamento,
             como esos payos con fundamento,
             apúnteme usted señor escribano,
             apúnteme usted señor escribano.
             Lalalú, lalalú, lalalú, lalalú, lalalú.
             Lalalú, lalalú, lalalú, lalalú, lalalú.
             Apúnteme usted una cortina
             que por “ca” agujero cabe una vecina;
             apúnteme usted señor escribano.
             Apúnteme usted una escopeta,
             que no tiene llave, cañon ni baqueta;
             apúnteme usted señor escribano,
             apúnteme usted señor escribano.
             Lalalú, lalalú, lalalú, lalalú, lalalú.
             Lalalú, lalalú, lalalú, lalalú, lalalú.
             Apúnteme usted un olivar,
             que no se ha sembrado ni se sembrará;
             apúnteme usted señor escribano.
             Apúnteme un cuadro “rompío”
             que ya ni Dios sabe el santo que ha “sío”;
             apúnteme usted señor escribano,
             apúnteme usted señor escribano.
             Apúnteme usted señor escribano:
             cubiertos de oro,
             cubiertos de plata,
             mantones "bordaos",
             con flores de seda,
             dos copas de anís,
             dos copas de vino,
             una noble gitana
             que mucho me quiera.
             Lalalú, lalalú, lalalú, lalalú, lalalú.
             Lalalú, lalalú, lalalú, lalalú, lalalú.

También el controvertido cantante Miguel de Molina interpretó en la década del 40 del pasado siglo un llamado Testamento del gitano, que puede escucharse a través de este enlace:


                   https://www.youtube.com/watch?v=nFf0YEOG2J4

 ¡Ay! manito de mi corazón
que ven a mi verita
que me estoy muriendo,
y yo te pío y te encomiendo
que llames a un escribano
y también a mi primo hermano,
porque quiero hacer testamento
como esos payos con fundamento.

Apúnteme usted, señor escribano,
apúnteme usted:

¡Ay! apúnteme usted un olivar
que ni se ha sembrao ni se sembrará;
apúnteme usted, señor escribano,
apúnteme usted.

Apúnteme usted un camisón
que no tiene cuello, puños ni faldón;
apúnteme usted, señor escribano,
apúnteme usted.

Apúnteme usted un San Lorenzo
que se me fue el santo
y se ha quedado el viento;
apúnteme usted, señor escribano,
apúnteme usted.

¡Ay! apúnteme usted una pistola
que ve a los civiles y dispara sola;
apúnteme usted, señor escribano,
apúnteme usted.

Apúnteme usted tres gallinas
que son más decentes que toas mis vecinas;
apúnteme usted, señor escribano,
apúnteme usted.

Apúnteme usted cinco duros
que si me los presta me sacan de apuros;
apúnteme usted, señor escribano,
apúnteme usted.

¡Ole, tacatán tacatán!
Tirirí tirirí tirirán tacatán,
¡se acabó!

La expresión formulística apúnteme usted, señor escribano traspasó fronteras y llegó a América. Prueba de ello son las diferentes versiones que han sido recogidas en distintos países, como en México y en el sur de Estados Unidos. Un ejemplo de ello es este Testamento del negro recogido en la isla de Cuba

       Apunte u’té, señor escribano,
       apunte u’té con la pluma en la mano;
       apunte u’té unos pantalones
       que no tienen ojales ni tienen botones;
       apunte u’té unos calzoncillos
       que no tienen pretina ni tienen fondillos;
       apunte u’té una camiseta
       que no tiene pechera ni tiene faldeta;
       apunte u’té unos zapatongos
       que hace quince o veinte años que no me pongo;
       apunte u’té el sillón de Agustín
       que no tiene espaldar ni tiene balancín.

El ilustre investigador asturiano Constantino Cabal, recoge en su libro Las costumbres asturianas. Su significación y sus orígenes [Talleres Voluntad, Madrid, 1925, pág. 130], la finalidad carnavalesca de este tipo de testamentos de pobres, como el que recoge del entierro de la sardina.
     
 -Pa'l entierro de la sardina,
  que murió de golosina...

       Para don José Menéndez
       un peral que dé figos
       y un figal que dé peres.

 El coro comenta así:

     -Apúntelo usté, señor escribano:
      apúntelo usté con la pluma en la mano,
      tintero y papel.

Y el llorón, con la boca o la "turulla":

      -U-u-u-uh...!

En seguida nueva manda:

       Para don Pedro Montoya
       un tiro de tres caballos
       que por todas las pendientes
       vayan desbocados...!

Y el coro, con tono fúnebre: 

       -Apúntelo usté, señor escribano:
       apúntelo usté con la pluma en la mano,
       tintero y papel.

Y el de la "turulla":

      -U-u-u-uh...!

Rastreando por algunos cancioneros folklóricos reproduzco dos ejemplos más sobre este tipo de testamentos.

El primero de ellos recoge una versión de Herrera del Duque (Badajoz) incluida por Bonifacio Gil en su Cancionero popular de Extremadura, Tomo II, [Badajoz, Excma. Diputación, 1956, nº 150, pág. 81.]



           Madre, que m’ ehtoy muriendo, 
           que venga el notario a hacer tehtamento. 
           Vaya uhté apuntando, 
           señor ehcribano, 
           vaya uhté apuntando 
           con la pluma en la mano. 
           Apunteme uhté un olivá(r) 
           que no se ha plantado ni se plantará. 
           Apunteme uhté una butaca 
           que no tiene asiento ni ehpalda ni pata(s). 
           Apunteme uhté un catre de acero, 
           le faltan lah patas y el barrón de en medio... 
           Apúnteme uhté un colchón, 
           por cada agujero le cabe un melón... 
           Apúnteme una sabaniya 
           que no l’han quedado máh que las oriya(s)... 
           Apúnteme uhté un cobertó(r), 
           que cuando me arropo me arrizo del tó... 
           Apúnteme uhté un almiré(z), 
           que por cá abujero le cabe una nue(z)... 
           Apunteme uhté un crucifijo, 
           que ni Dioh conoce el Santo que ha sido...


El segundo, procede del Cancionero popular de la provincia de Santander, de Sixto Córdova y Oña [Libro III, Artes Gráficas Aldus, Santander, 1952, nº 173, pág. 188].



                 Cuando el señor Domingo se fue al hospital,
                 al señor escribano mandólo llamar.
                 Bien, bien, bien.
                 Luego que hubo llegado, mandólo sentar,
                 y de aquesta manera comenzólo a hablar.
                 Bien, bien, bien.

                 Apúntelo usted, bien, señor escribano, bien,

                 que dejo a mi hermano, bien,
                 unos pantalones, bien,
                 que no tienen tela,
                 forro ni botones.

                 Apúntelo usted, señor escribano,

                 apúntelo usted,
                 con la pluma en la mano,
                 tintero y papel.
                 ¡Bien, bien, bien!

                 Apúntelo usted, bien,

                 que dejo a "fulano", bien,
                 unos zapatos, bien,
                 que por cada boca
                 se ríen del amo.
                 Apúntelo usted...

                 Apúntelo usted

                 que dejo a "Joaquina"
                 una mantillina,
                 cosa muy extraña,
                 que es toda tejida
                 con tela de araña.

                Apúntelo usted

                que dejo a "Fulana"
                seis sacos de harina,
                los tres boca abajo
                y tres fondo arriba.

                Apúntelo usted

                que dejo a mi primo
                un gorro de copa
                que era de mi abuelo
                cuando fue de tropa.

                Apúntelo usted

                que dejo a mis hijos
                un melonar
                que no se ha sembrado
                ni se sembrará.
©Antonio Lorenzo