martes, 14 de septiembre de 2021

Literatura popular ilustrada: Los españoles pintados por sí mismos [I]


Los españoles pintados por sí mismos es una obra colectiva y referencial del llamado género costumbrista de nuestro país, aunque a semejanza e imitación de lo publicado anteriormente en Francia con Les français peints par eux mêmes, Paris: L. Curmer, (1840-42), obra en ocho volúmenes donde se recoge en texto y en imágenes los tipos y costumbres de los franceses de mediados del siglo XIX.

Los españoles pintados por sí mismos comenzó a publicarse a través de la prensa en artículos sueltos y por entregas en los últimos meses de 1842 escritos por distintos y significativos autores. Su primera recopilación apareció en dos volúmenes entre 1843 y 1844, a cargo del librero y editor Ignacio Boix. La colección fue reimpresa posteriormente en un solo volumen en 1851, recogiendo los mismos textos, aunque no siempre los mismos grabados, formando parte de la Biblioteca Ilustrada de Gaspar y Roig editores, que es la que manejamos. Dicha editorial fue creada en 1845 en Madrid por José Gaspar Maristany y José Roig Oliveras, centrándose al principio en publicaciones por entregas con especial preferencia de obras francesas, como Nuestra Señora de París, de Víctor Hugo. En esta famosa biblioteca fueron apareciendo títulos tan significativos como las Escenas matritenses, de Mesonero Romanos, Diario de un testigo de la guerra de África, de Pedro Antonio de Alarcón o las primeras colecciones ilustradas en España de Julio Verne. A modo de curiosidad, la primera obra traducida de Julio Verne en España, que publicó la Librería de Gaspar y Roig fue Los Ingleses en el Polo Norte, en mayo de 1868.

La obra contiene noventa y ocho artículos, acompañados de ilustraciones, algunos de ellos debidos a la pluma de escritores de reconocido prestigio, como Mesonero Romanos (bajo el seudónimo de El Curioso Parlante), Bretón de los Herreros, Estébanez Calderón (El Solitario), Juan Eugenio Hartzenbusch, etc.

Las ilustraciones que acompañan a los textos constituyen un elemento importante puesto que ayudan a imaginar, entender y profundizar en los relatos, por lo que sugiero, si se quiere ahondar en ello, buscar y leer los textos que acompañan a las láminas. La obra puede verse en línea o descargarse a través de la Biblioteca Digital Hispánica o mediante Internet Archives, lo que da pie para adentrarse en tan rica y variada obra de un modo generalista o de forma parcial sobre un determinado tema.

Teniendo en cuenta las habituales características de lo considerado como un blog informativo, dudé en un principio sobre la conveniencia de reproducir las láminas de forma suelta e individual o agrupadas seleccionando oficios o separando las dedicadas a hombres y mujeres para que resultaran más accesibles. Para obtener una visión de conjunto opté al final por agruparlas de tres en tres y distribuirlas en siguientes entradas conservando el orden de la publicación para no tener que andar pasando o rebuscando páginas en la obra original para acceder a ellas, pues de lo que se trata es el obtener una visión general del tema. De esta forma, sugiero recorrer a través de las imágenes los textos  de tan famosa y atractiva obra, a la que luego siguieron otras de parecido sentido y estructura, como El álbum del bello sexo o las mujeres pintadas por sí mismas (1843), del que sólo aparecieron dos entregas, una de ellas compuesta por Gertrudis Gómez de Avellaneda, Los cubanos pintados por sí mismos (1852), Los valencianos pintados por sí mismos (1859), Las españolas pintadas por los españoles (1871-72), o Los españoles de ogaño (1872), entre otras.

El interés añadido que se desprende de muchas de ellas tiene que ver también por su relación con numerosos pliegos de cordel donde se retratan tipos y oficios populares como la castañera, el charrán, el aguador o la gitana, entre otros, de lo que venimos dando cuenta en este blog.


La colección da cuenta de numerosos y variados tipos populares, generalmente de procedencia urbana, que desarrollan oficios o trabajos analizados desde diferentes perspectivas, colección continuada posteriormente y dando paso a otros tipos y personajes que proporcionan un claro interés para estudiar los cambios del imaginario social a lo largo del tiempo según la historia cultural.

El género etiquetado como costumbrista se ha estudiado desde muy distintas perspectivas: desde un punto de vista historicista y su interrelación con lo publicado en la prensa periódica o como antecedente de la llamada novela realista. El costumbrismo se ha asociado a la descripción de usos y costumbres de la época, de hábitos sociales y escenarios con límites fronterizos y elásticos, aunque con la idea subyacente de reivindicación de nuestras costumbres frente a lo foráneo.

La crítica académica ha considerado a este tipo de literatura como un género menor o de segunda fila, aunque estudios recientes reivindican su importancia y su carácter híbrido.

En la publicación aparecen datos y detalles de la vida cotidiana, la jerarquía de las clases sociales junto a las profesiones de aquella época, lo que permite extraer detalles sobre determinados oficios, algunos ya desaparecidos, y sobre las condiciones de vida de las mujeres, desde una óptica masculina, de interés general para la historia cultural española de aquellos años.

Al final de esta primera entrada incluyo el nombre del autor de cada artículo y la página correspondiente de esta significativa obra coral. 

El torero + La patrona de huéspedes + La castañera

El barbero + El indiano + El escribiente memorialista

El ama del cura + El pretendiente + La criada

La nodriza + La coqueta + El empleado

El cesante + El alcalde de Monterilla + El ama de llaves

El escribano + El sacristán + La santurrona

El clérigo de misa y olla + El charrán + El hortera

El guerrillero + El aguador + La mujer del mundo

La lavandera + El choricero + El escritor público

El estudiante + La cantinera + El cazador

El alguacil + La gitana + El mendigo

Relación de autores de esta primera entrada

©Antonio Lorenzo


miércoles, 8 de septiembre de 2021

Literatura popular ilustrada: Aiguals de Izco


A mediados del siglo XIX español el desarrollo de la ilustración marcó un antes y un después, no solo en las estampas o en los pliegos de cordel, tan apreciados por el público generalista popular, sino también a través de la prensa, revistas románticas y en las novelas populares como medio de acercamiento y motivación para su lectura.

La importancia de las ilustraciones populares, derivadas de los textos, no ha suscitado el suficiente interés por parte de investigadores y críticos hasta hace relativamente poco tiempo. Hasta la llegada de la fotografía a fines del siglo XIX, proliferaron dibujantes y grabadores cuyo trabajo se reflejaba primordialmente en la prensa y en revistas de la época, aunque poco a poco fueron ilustrando cada vez más novelas de carácter popular que fueron alcanzando una mayor profusión. El concepto generalista de literatura popular es ciertamente ambiguo, con numerosos perfiles e interpretaciones diferentes, pero que en un sentido amplio hace referencia a su aceptación por amplias capas sociales, generalmente las menos favorecidas socialmente, pero que encuentran en esos escritos motivos que les resultan atractivos y son fuertemente demandados. Obviamente, las fronteras entre la considerada literatura culta y la popular se influyen mutuamente y en ellas se entremezclan gustos y motivos, temas y tipos que hacen difícil su tratamiento si no es con fines expositivos y didácticos ya que señalan una práctica lectora en desarrollo en amplias capas de población. La literatura popular, considerada en su conjunto, ha de entenderse como códigos culturales compartidos, aunque con diferencias, según el aspecto concreto que consideremos, así como los estilos y modos de apropiación que se interrelacionan de forma híbrida.

En esta primera entrada me voy a detener en una novela que alcanzó gran difusión y que fue traducida a otros idiomas, obra de un autor muy desconocido actualmente por el público en general, pero que fue referencia indiscutible como escritor y editor. Me refiero a Wesceslao Ayguals de Izco (Vinaroz, Castellón, 1801-Madrid, 1873). Aparte de sus escarceos políticos, fue director de periódicos, crítico de arte, poeta y destacado precursor de las novelas por entregas adelantándose unos cuantos años a su más amplia difusión. 

La importancia de estas manifestaciones no solo reside en su interés literario, sino que en ellas aparecen más o menos entreveradas opiniones políticas, gustos estéticos o formas de comportamientos y preferencias que iluminan el imaginario social de la época.

Este polifacético y polémico personaje, considerado como un escritor de segunda fila según la más difundida crítica académica, es un referente inexcusable de la literatura popular y de la novela por entregas, asociada al costumbrismo y a sus incursiones por la conocida como novela histórica para decantarse mediante agudas opiniones morales contra la aristocracia y el poder ejercido por la iglesia acorde a su acendrado anticlericalismo.

Los modelos editoriales del folletín y la novela por entregas, aunque en un principio respondiesen a diferentes motivaciones económicas editoriales, para atender a un público lector consumidor de periódicos, con el paso del tiempo tendieron a igualarse y a considerarse sinónimos. En un primer momento el folletín consistía, según María Moliner:
"Escrito que se inserta en la parte inferior de alguna hoja de un periódico, de modo que se puede cortar para coleccionarlo; generalmente se publican así novelas por partes; a veces, también artículos literarios o ensayos". (Moliner, 2007:1379).
Ayguals fue también el creador de la que fuera importante editorial llamada Sociedad Literaria, desde la que difundía sus propias obras y en las que incluía en apéndice los elogios a sus obras de personalidades del mundo literario, aumentando el prestigio del escritor al tiempo que servían como estrategias comerciales para la difusión de su obra.

La venta de novelas en fascículos o cuadernillos era otra forma de responder a distintas formas de entender el negocio editorial según se buscara un resultado económico. Tanto el folletín como la novela por entregas tenía su propio público lector. No hay que olvidar que el alto grado de analfabetismo de entonces promovía distintas formas de enfrentarse a lecturas en voz alta y en pequeños círculos de lectura, sobre todo en las zonas rurales, o a prestarse las lecturas entre los lectores, lo que disminuía claramente el negocio editorial buscando posponer a la siguiente entrega el resultado de un conflicto para motivar en el lector el resultado del mismo.

Las ilustraciones que acompañan muchas de estas novelas populares, tuvieran más o menos relación con la trama de las mismas, funcionaban como estrategia para atraer la atención de los consumidores de este tipo de literatura al incluir ilustraciones de corte costumbrista, de escenas o de paisajes cotidianos que resultaran reconocibles. 

Es importante contextualizar la labor de este escritor en la época que vivió durante el reinado de Isabel II. La obra a la que dedico esta primera entrada es una de las más célebres del escritor con el título de María, la hija de un jornalero, publicada primeramente por entregas en Madrid en 1845-1846, y consolidada en dos volúmenes el año 1847, todo ello publicado por la propia imprenta del autor. El intrincado argumento desarrolla las desventuras de María, enamorada del noble Luis de Mendoza, y acosada por el padre franciscano fray Patricio en su afanoso intento de seducir a la joven. En el desarrollo de los acontecimientos aparecen también personajes como la marquesa de Turbias Aguas, la baronesa del Lago, etc. Pero el mayor interés de la novela no es propiamente el argumento sino las ideas y valoraciones que subyacen en su desarrollo, donde desprecia la ostentación de la aristocracia y el poder de la iglesia y postula la exaltación del liberalismo. Todo ello va acompañado de numerosas descripciones de lugares tan emblemáticos como San Francisco el Grande, El Escorial, el palacio de San Ildefonso en La Granja o el de Aranjuez, aparte de incursiones sobre ambientaciones populares y modos de diversión como en la Pradera de San Isidro, descripción de tabernas, festejos taurinos, bailes populares, comidas campestres, modas del vestir o los bailes de máscaras de las clases privilegiadas en el Carnaval. 


Para hacernos una somera idea del desarrollo en capítulos de la novela reproduzco los índices de la obra publicada en dos tomos en 1847.



Tal fue el éxito editorial de María, la hija de un jornalero que hasta fue adaptada como obra de teatro en cuatro actos, drama del que no he logrado reunir más información.


No deja de resultar de interés las diferencias de opinión sobre la obra de Ayguals de Izco según tengamos en cuenta la ideología de la prensa liberal, que representaba el escritor, o la ideología de la prensa conservadora. 

En el juicio crítico sobre la obra del también escritor Antonio Ribot y Fontseré (1813-1871), incluido junto con otros, al final del tomo II (pp. 394-395) expresa de forma laudatoria:

[...] Las reflexiones morales del señor Ayguals de Izco, dirígense á des­truir vulgares preocupaciones con tal ra­ciocinio y tal copia de sólidos argumentos, que cautivan agradablemente la atención del lector, así como entusiasma la enér­gica convicción de sus principios democrá­ticos, y el denuedo con que anatematiza los abusos del poder arrancando la más­ cara de los hipócritas y haciendo revela­ciones de importancia. [...] El señor Ayguals ha conocido perfec­tamente las leyes del contraste; ha in­terpolado con particular criterio lo jocoso y lo patético, ha buscado también con­traste en las situaciones y contraste en las personas, y ha conseguido de este mo­do que todo en su obra se presentase en relieve, porque lo blanco junto á lo negro es cuando parece mas blanco. ¡ Qué con­ traste entre las virtudes de la pobre hija de un jornalero y la asquerosa lascivia de Fray Patricio! ¡Qué contraste entre la mi­seria y la opulencia, entre el pueblo y sus opresores, entre la libertad y el despo­tismo!
Sin embargo, y a modo de ejemplo, los periódicos de ideología conservadora criticaron agudamente la obra del escritor de Vinaroz calificándola de "disparatada, lánguida y fastidiosa" (La Censura, 1848). La Iglesia reaccionó contra esta y otras novelas de Ayguals de Izco, debido a la fama adquirida de escritor anticlerical, incluyéndolas en su Índice de Libros Prohibidos. A partir de 1859 la censura prohibió todas las obras publicadas por la Sociedad Literaria.

Considerado con gran desinterés por la crítica académica, la figura de Ayguals ha ido adquiriendo un mayor interés desde un punto de vista de la historia cultural en sus variados aspectos como uno de los iniciadores de la novela moderna en España en su dimensión social.

Mediante esta entrada pretendo otorgar un merecido valor, no solo al propio contenido de la novela, sino a la importancia añadida de las ilustraciones que la acompañan. Para ello ha elegido algunas que representan tipos populares y las relacionadas con determinados monumentos y palacios que sirven al autor para dotar de conocidos escenarios su trayectoria narrativa.

Ayguals se valió de importantes dibujantes e ilustradores, entre ellos con el conocido Vicente Urrabieta (ilustrador también de las Escenas Matritenses de Mesonero Romanos y destacado colaborador en el Semanario Pintoresco Español o del Museo de las Familias, entre otras publicaciones). Otros ilustradores que intervinieron fueron Benedicto y José Vallejo. El auge progresivo de la ilustración constituye un eje vertebrador entre el autor y el artista gráfico en la literatura en general a partir de estos años centrales del siglo XIX. La ilustración actúa cada vez más como reclamo para el público lector al reflejar detalles del paisaje urbano, de las fiestas o de circunstancias relacionadas con la trama.

Pequeña selección de ilustraciones








En el Museo del Prado
Convento de San Francisco el Grande

Casa de Correos

Fachada de la colegiata de San Isidro

Palacio Real de Aranjuez
Monasterio de San Lorenzo del Escorial

Panteón Real del Monasterio del Escorial

Palacio de San Ildefonso en La Granja (Segovia)

©Antonio Lorenzo

martes, 31 de agosto de 2021

Las faltas de los hombres según como se llamen

 

Un tema recurrente en los pliegos de cordel se refiere al «dime cómo te llamas y te diré cómo eres», que, desde al menos el siglo XVII, se asocia cada nombre de forma satírica con supuestas características de carácter, defectos o aficiones.

Los más difundidos se refieren a los nombres de las mujeres, a quien dediqué una entrada anterior donde se apuntaba como precedente literario una loa atribuida a Lope de Vega, en el primer cuarto del siglo XVII, con el título Loa famosa de las calidades de las mujeres, recogida en la «Tercera parte de las comedias de Lope y otros autores», aunque no tengamos la certeza absoluta de que corresponda a su autoría.



Estas «calidades de las mujeres», recogida en la comentada loa del XVII, encontró prontamente su correspondencia en la literatura popular impresa con el título genérico de «Sátira jocosa de los nombres, costumbres y propiedades de las señoras mujeres», muy difundida y reimpresa por distintas imprentas. 

Sin embargo, la asociación de diferentes nombres masculinos con sus faltas no alcanzó la misma difusión en pliegos como los atribuidos a las mujeres. Es por ello que me detengo en ofrecer un par de muestras.

En el primero de los pliegos que reproduzco nos presenta el burlesco escenario de un «congreso de mujeres con experiencia» con el fin de prevenir a las mujeres casaderas de los defectos y faltas de los hombres según se llamen, donde se incluye al final unos trovos de amor para completar el pliego.





Un ejemplo más, editado en este caso en Madrid por Marés en 1873, desarrolla el mismo tema aunque con significativas diferencias.



©Antonio Lorenzo

jueves, 26 de agosto de 2021

Canción nueva del oficialito

De la imprenta barcelonesa de los Sucesores de Narciso Ramírez (año 1878) reproduzco este pliego que se hallaba a la venta en la tienda de los Sucesores de Antonio Bosch. El pliego comienza con una serie de coplas donde una madre y su hija manifiestan el deseo de casarse con un «oficialito», que parece postularse para tal fin. No deja de sorprender el enfrentamiento entre madre e hija por conseguir los favores del militar, mucho más si tenemos en cuenta su relación filial. También resulta chocante la actitud de la madre al propinar un bofetón a su hija y que esta aluda a su juventud como argumento para ser la elegida.

El resto de coplas apenas guardan relación unas con otras, lo que contribuye al escaso interés narrativo del pliego.




©Antonio Lorenzo


viernes, 20 de agosto de 2021

Carta de amor de un galán a su dama y su quejosa contestación


De la imprenta vallisoletana de Santarén esta carta de amor de un enamorado a su dama, con la posibilidad de poner el nombre que se desee, y la contestación de la misma.

Sobre la casa Santarén puede consultarse la entrada que dediqué a dicho establecimiento tipográfico que se mantuvo en activo durante más de ciento cincuenta años.






©Antonio Lorenzo