sábado, 14 de enero de 2023

Las cabañuelas y la predicción del tiempo

Observaciones del explorador y cosmógrafo Américo Vespucio (1454-1512)

Cada comienzo de un nuevo año suscita incertidumbres sobre cómo va a transcurrir su desarrollo, tanto en lo personal como en otros aspectos dispares como en lo meteorológico. Respecto a este último gozan de especial relevancia las conocidas cabañuelas como forma de anticipar y prefigurar las predicciones del tiempo a lo largo de todo un año. Las cabañuelas, independientemente de las fechas elegidas para establecer las predicciones, se centran en la observación durante los doce días elegidos para presagiar el tiempo que hará durante los meses venideros. Estas creencias, de ancestrales orígenes, también son propias de diferentes culturas de países europeos y americanos.

Las fechas que sirven de referencia para las predicciones anuales varían de unos lugares a otros. Los doce días elegidos para prefigurar el tiempo que va a hacer durante los restantes meses del año suelen asociarse a los doce días que separan la Navidad y la Epifanía, con ligeras variaciones sobre el comienzo o el último día para una correcta observación. Otras variantes se detienen en los doce días que transcurren entre el 13 de diciembre, festividad de santa Lucía asociada al solsticio de invierno, hasta el día de Navidad (excluido del recuento).

Este ancestral método de predicción se basa en creencias que guardan relación con aspectos mágicos, rituales o lúdicos de difícil interpretación como vaticinio colectivo. 

El Diccionario de la Real Academia Española, no registra en su actualización de 2022 el término que nos ocupa, aunque en su 21 edición de 1992, aparece la acepción del término de cabañuelas del siguiente modo:

«Cálculo que, observando las variaciones atmosféricas en los doce, dieciocho o veinticuatro primeros días de enero o de agosto, forma el vulgo para pronosticar el tiempo que ha de hacer durante cada uno de los meses del mismo año o del siguiente».

Las cabañuelas se asocian en otros lugares a los primeros doce días de agosto. Luis Martínez Kleiser en El tiempo y los espacios de tiempo en los refranes (1945), recoge en la página 280 el dicho:
Agosto está en el secreto
de doce meses completo.

Otro dicho popular alude a que en el mes de agosto ya se encuentran los higos en sazón:

El mes de las cabañuelas
es el mes de las higueras.

Los doce días de agosto, en plena estación veraniega, contrastan con las más habituales predicciones invernales entre la Navidad y Epifanía, lo que viene a sugerir una difícil interpretación y contextualización con lo sabiamente apuntado por el ilustre Mircea Eliade (1907-1986) en El Mito del eterno retorno. Arquetipos y repetición. (Madrid, Alianza editorial, 1996; original de 1949).

Las cabañuelas, como antiguo método para la predicción del tiempo, guarda relación terminológica con la fiesta judía de Los Tabernáculos (o de las cabañas) en su celebración ceremonial durante siete días para rememorar los cuarenta años de peregrinación del pueblo de Israel por el desierto antes de llegar a la tierra de promisión, según se recoge el Tomo II del Diccionario de Autoridades (1729).

Tras este breve repaso resulta de interés comprobar cómo estas predicciones fueron recogidas en almanaques y calendarios, como en las páginas entresacadas que reproduzco para el año 1885, editado el año anterior en la localidad pacense de Fregenal de la Sierra, con un interesante recorrido sobre las diversas fechas asociadas a las cabañuelas.

En la portada de este Calendario popular, aunque figuran solamente las iniciales de su autor L. R. y E., corresponden al folklorista Luis Romero y Espinosa (1852-1891). La recopilación está dedicada a don Antonio Machado y Álvarez (Demófilo), iniciador de los estudios del folklore español y padre de los hermanos Machado. 

Este Calendario popular goza de interés añadido por representar un valioso ejemplo de los inicios de los estudios folclóricos en España, donde Demófilo creó en 1881 en Sevilla el Folk-Lore Andaluz, y un año más tarde Romero y Espinosa, siguiendo los pasos de su amigo y maestro, creó como sociedad el Folk-Lore Frexnense, para el estudio folklórico con sede inicial en Fregenal de la Sierra (Badajoz), importante foco cultural que contó con magníficos colaboradores. Romero y Espinosa, a pesar de no ser muy conocido y fallecer con apenas 39 años, es uno de los folkloristas que más han contribuido durante el último cuarto del siglo XIX en el estudio y difusión de la cultura popular extremeña.

La sociedad de Folk-Lore Fraxinense se constituyó en Fregenal de la Sierra (Badajoz) el día 11 de junio de 1882, siendo presidente honorario Vicente Barrantes y presidente efectivo Luis Romero y Espinosa, recopilador de este magnífico Calendario Popular donde se incluye toda una amalgama de aspectos folklóricos y de sabiduría popular.

Un dato de interés sobre la obra recopilatoria de Luis Romero es la moderna edición de El refranero de agricultura, tras el hallazgo de una prueba de imprenta, nunca editada, hasta su valiosa recuperación por Juan R. Pastor y Juan Andrés Serrano, publicada en Saber popular, revista extremeña de folklore, nº 3, 1988.

Reproduzco las páginas donde se alude a las creencias de las cabañuelas y donde se nos ofrece un muy interesante recorrido sobre los diferentes cómputos predictivos de estas creencias basadas en las variadas técnicas de observación donde, entre otras, se tenían en cuenta las nubes, el viento o el comportamiento y el vuelo de las aves.

Este Calendario Popular se custodia en la Biblioteca Virtual del Patrimonio Bibliográfico, del Ministerio de Cultura y Deporte.







©Antonio Lorenzo

lunes, 9 de enero de 2023

Máximas, proverbios y refranes por "El buen Sancho de España" [Enero]

 

La paremiología, como rama del folklore y de la lingüística, constituye todo un caudal riquísimo de sabiduría popular. Los refranes tienen su origen en la más remota antigüedad alcanzando su desarrollo entre nosotros a finales del siglo XV y comienzos del XVI, a los que Juan de Mal Lara los etiquetó en su obra como Fhilosofía Vulgar (1568), ya que entonces eran de uso frecuente por gentes de toda clase de condiciones sociales, aunque en realidad el término "vulgar" no deja de ser discriminatorio y subjetivo, al igual que ocurre con la diferenciación entre el considerado como romancero tradicional frente al romancero vulgar. Esta rama del folklore es común en toda Europa siendo sus cultivadores entre nosotros figuras tan notables como el Marqués de Santillana, Timoneda, Gonzalo Correas. Rodríguez Marín o José María Sbarbi y Osuna (1834-1910), este último como gran estudioso y considerado como "Padre del refranero" y que precisamente es el recopilador de estos primeros refranes que reproduzco, aunque no figure su nombre en su recopilación de 1862, ya que en ella adoptó el pseudónimo de "El buen Sancho de España".

Las recopilaciones de paremias, como unidades lingüísticas estables, a pesar de ser abundantes y desperdigadas en el tiempo y clasificación, constituyen verdaderos tesoros de los que echamos en falta un mejor conocimiento generalista en la sociedad actual, ya sea por su paulatina desaparición en los diccionarios académicos y por el desvanecimiento de su uso como útiles elementos didácticos en la enseñanza.

La primera obra conocida de autor anónimo fue impresa en Burgos en el año 1509, titulada Refranes famosíssimos y provechosos, glosados, dividido en doce capítulos con un total de 244 refranes glosados. La obra es germen de tantos y fundamentales colecciones de refranes posteriores. Se trata de la primera obra paremiológica con glosa o comentario que se publicó en España y de la que se conserva una única copia custodiada en la Biblioteca Histórica Municipal de Madrid.

Existe desde antiguo una confusión y ambigüedad terminológica entre términos afines, como las frases proverbiales, los refranes, los dichos y las locuciones, cuyas definiciones no suelen ser coincidentes al encontrarse interrelacionadas, algo que trató de deslindar en sus trabajos Julio Casares (1878-1964), iniciador de los estudios fraseológicos en su Introducción a la lexicografía moderna (1950), donde dedica un capítulo sobre los borrosos rasgos distintivos entre los términos de locución, frase proverbial, el refrán y el modismo. Obra referencial de los estudios posteriores donde considera el refrán como "una fórmula expresiva, que encierra determinado contenido ideológico".

Los refranes son construcciones verbales de carácter estable que adquieren diversas interpretaciones dependiendo de su contexto, aunque su uso se aleja cada vez más del lenguaje comunitario, lo que refleja una falta de conciencia paremiológica, tanto en su adquisición como en su uso colectivo, al ser considerados, si se me permite la expresión, como "viejunos".

Los refranes, hijos de su época, son también fuente de información sociológica e histórica al reflejar comportamientos de conducta colectivos y como ejemplos de valoraciones morales y saberes secularizados, aunque muchos de ellos sean sin duda alguna reaccionarios o misóginos desde un punto de vista actual, aunque en su mayoría ya se encuentran afortunadamente en desuso. 

En la actualidad, los estudios y proyectos de investigación fraseológica (fraseología) y paremiológica (paremiología), son considerados como dos disciplinas científicas interrelacionadas y de carácter interdisciplinar, cuyo objeto son las unidades lingüísticas estables de ambos tipos y de lo que contamos actualmente con trabajos cada vez más abundantes y enriquecedores.

El notable decaimiento y disminución del uso de paremias en la sociedad no debe hacernos olvidar que constituyen una enorme fuente de sabiduría popular respecto a la meteorología, la agricultura, la moral o la medicina, entre otras muchas. El interés de esta primera entrada es acentuar y reivindicar su importancia mediante una llamada de atención sobre lo recopilado del mes de enero por José María Sbarbi el año 1862 bajo el pseudónimo de "El buen Sancho de España" bajo las etiquetas meteorognosia, labranza, zootecnia, moral, economía, higiene y administración












©Antonio Lorenzo

jueves, 5 de enero de 2023

Villancicos para cantar la noche de los Santos Reyes

 

Los villancicos religiosos, interpretados preferentemente durante los maitines de Navidad y Reyes en los siglos XVI y XVII, fueron cayendo en lento declive a lo largo del siglo XVIII. La práctica de cantar villancicos en las capillas y catedrales para sustituir a los tradicionales responsorios en latín, con textos más o menos profanos, fueron impresos repetidamente en pliegos y conservados en los archivos catedralicios. Suelen constar de una serie de ocho villancicos para ser interpretados de forma conjunta tanto en los maitines de Navidad como en los de la Epifanía. De forma paulatina se produjo un progresivo abandono de los mismos al considerar que alteraban el decoro propio de estas celebraciones siendo prohibidos en algunas significativas catedrales españolas, aunque no de forma generalizada en el territorio español, ya que se conservan pliegos fechados en el primer cuarto del siglo XIX con cantos para interpretarse en los maitines de Navidad.

Estos pliegos vienen a ser una especie de género fronterizo que guardan relación con rasgos de teatralidad y estilos musicales parateatrales. En ellos aparecen géneros y formas poéticas tradicionales como seguidillas, romances, tonadillas, pastorelas, mojigangas o jácaras.

A raíz de la encíclica promulgada por Benedicto XIV Annus qui hunc en 1749, se prohibió de manera explícita la interpretación de canciones en lengua vulgar y la música de corte teatral en las iglesias, aunque en la práctica lo que se vino rechazando fue propiamente el término "villancico", aunque continuó permaneciendo con su sentido de poesía circunstancial y ocasional. Es característico en este tipo de pliegos el que no figure en ellos el nombre de los poetas que aportaban los textos para que el maestro de capilla compusiese la música. La reutilización y adaptación de los textos no resulta infrecuente, ya que debían cantarse de forma explícita en la capilla para la que fueron escritos, lo que propiciaba una reescritura de los textos para tan solemne ocasión con variantes o readaptaciones textuales. Los pliegos que recogen estos villancicos, a medida que va pasando el tiempo, fueron desentendiéndose poco a poco de las formas tradicionales e incorporando progresivamente nuevas estéticas y géneros, preferentemente de origen italiano.

El pliego reproducido es un solo ejemplo de los muchos que se imprimieron para ilustrar con cantos y música los maitines, dedicados en este caso a los Santos Reyes, donde figuran motivos y personajes tradicionales combinando de forma ingeniosa la devoción y la diversión, lo que merecería un atento y detallado estudio comparativo con el resto de los pliegos conservados, puesto que en ellos suelen aparecer todo un subtipo de personajes como gigantones, zagalejos, pastores o tipos burlescos como Antón. En el pliego se recogen los villancicos "que se han de cantar" en la Real Capilla de las señoras de la Encarnación correspondiente al año 1728 y que se encuentra conservado en la Biblioteca Histórica de la Comunidad de Madrid.











©Antonio Lorenzo

lunes, 2 de enero de 2023

Calendario profético redactado por sabios catedráticos de tontología

 

En un congreso celebrado en Londres se reunieron sabios de muchos países para tratar de dilucidar la influencia de un cometa luminoso fijándose en su rabo reluciente y hacia dónde se dirigía. Tras algunas elucubraciones apuntadas por catedráticos foráneos, el sabio español se plantó ante ellos diciendo:

Callen con diez mil demonios
no armen tanta confusión
dijo el español; aguarden
que yo diga mi opinión.
Diré pues respecto a España
todo lo que pasará,
según demuestra el Cometa
siendo la pura verdad.

Dicho lo cual, el sabio español vaticinó todo lo que iba a suceder en cada uno de los meses del año en España. Eso sí, sus predicciones nos quedan un poco lejos respecto a nuestro recién estrenado año 2023, puesto que sus pronósticos lo fueron para el año 1859. Tras ello, acabó sugiriendo a la postre unas sugerentes reflexiones respecto al cometa luminoso y otorgando gran valor a la instrucción, algo que, según el sabio, es propio y característico del genio español frente al fanatismo y la superchería.

Tan sabias y sugerentes predicciones fueron impresas en Barcelona en el taller de José Tauló en 1858 y puestas a la venta a través de la conocida Casa de Juan Llorens, establecimiento que nos ha proporcionado y deleitado con numerosos y sugestivos pliegos de todo tipo al dar acogida a buena parte de los impresos populares de entonces.



©Antonio Lorenzo

viernes, 30 de diciembre de 2022

Antes del fin de año se los llevará el diablo

 
⚠️¡Atentos!, ya que según los pliegos editados en pleno reinado de Isabel II a muchos les quedan pocas horas para que se los lleve el diablo.









©Antonio Lorenzo

martes, 27 de diciembre de 2022

El dibujante Francisco Ortego y la Navidad

 

Mencionar el nombre de Francisco Ortego (Madrid, 1833-Bois-Colombes, París, 1881) nos remite a un extraordinario dibujante y caricaturista español al que debemos un reconocimiento memorístico y emocional por su merecida e impresionante obra, aunque olvidado en los tiempos actuales, y que desgraciadamente murió fuera de España y en la miseria.

Innovador por su forma de concebir el dibujo, colaboró prolíficamente como dibujante en numerosas publicaciones de la época con fina ironía y como agudo observador de las costumbres, siendo entre las más conocidas: el semanario ilustrado El Museo Universal; dibujante y colaborador como corresponsal de guerra de la famosa obra literaria de Pedro Antonio de Alarcón Diario de un testigo de la guerra de África (1860), aparecida primero en fascículos y recopilados posteriormente en libro por la célebre editorial Gaspar y Roig; en El Cascabel (1863); en la revista satírica Gil Blas, publicada desde finales de 1864; en El Siglo Ilustrado, donde comienza a representar de forma oronda a la reina Isabel II tras su exilio a Francia en 1868; como ilustrador de almanaques y pionero dibujante de los primeros carteles publicitarios conocidos en España patrocinados por la empresa chocolatera de Matías López en 1871. En dicho año decidió trasladarse a Francia debido a la mala situación económica de su familia y a su decepción por la nueva restauración de la monarquía con la inesperada figura del rey Amadeo de Saboya. A pesar de su reconocido talento se trasladó a París tratando de mejorar su futuro. Debido a su carencia de recursos económicos se desplazó en el que fuera su último año de vida a Bois-Colombes, pueblo cercano a París. Allí permaneció hasta su triste fallecimiento en 1881, aquejado de tuberculosis y con apenas 48 años, el insigne dibujante sin haber logrado mejorar su precaria situación económica.


Sus dibujos y caricaturas, como formas de literatura y de lectura gráfica, nos aportan de forma expresiva todo un conjunto de referencias que nos ayudan a entender o a interpretar el contexto situacional que formulan y donde en cada ilustración se refleja el ambiente sobre la vida cotidiana de mediados del XIX, dibujando a vendedores, tipos madrileños en plazas y esquinas, ferias y diversiones, etc., a lo que se une la visión y la intencionalidad de su creador. A través de sus recreaciones nos ofrece todo un paisaje de situaciones, personajes y lugares propios asociados a un costumbrismo, preferentemente de ambiente urbano, mediante sus ilustraciones gráficas.

No es este el lugar ni el sitio adecuado para trazar siquiera un recorrido por tan magna obra, de la que me limito a rescatar algunos de sus dibujos en relación con la Navidad, donde cada uno de ellos merece un recorrido por los detalles que aporta y que nos traslada a todo un imaginario colectivo de mediados del siglo XIX.

Esta pequeña muestra de dibujos relacionados con la Navidad proviene en su mayor parte de lo recogido en el álbum que sobre este insigne dibujante editó en Madrid, Gaspar Editores, en 1881, empresa en la que Ortego colaboró durante años en buena parte de su producción gráfica. Dicha empresa, el mismo año de su fallecimiento y como homenaje a quien fuera su ilustre colaborador, editó el álbum reseñado donde se recoge una pequeña muestra de tipos y escenas populares de su producción gráfica entre 1857 y 1868 para ayudar con los beneficios de su compra a la familia del fallecido. A todo ello se unió la iniciativa de algunos artistas españoles creando una suscripción para sufragar en parte los gastos de su entierro y atender en lo posible a las necesidades familiares por la pérdida de tan genial artista que nos ilustró visualmente con sus chispeantes e inolvidables caricaturas y dibujos.








Para finalizar este pequeño recorrido y recordatorio de la figura de Ortego adjunto el dibujo realizado por su amigo Pellicer donde recoge la triste escena del exterior de la casa mortuoria de Ortego y que apareció en la revista La Ilustración española y americana del 8 de noviembre de 1881.

©Antonio Lorenzo