Los villancicos religiosos, interpretados preferentemente durante los maitines de Navidad y Reyes en los siglos XVI y XVII, fueron cayendo en lento declive a lo largo del siglo XVIII. La práctica de cantar villancicos en las capillas y catedrales para sustituir a los tradicionales responsorios en latín, con textos más o menos profanos, fueron impresos repetidamente en pliegos y conservados en los archivos catedralicios. Suelen constar de una serie de ocho villancicos para ser interpretados de forma conjunta tanto en los maitines de Navidad como en los de la Epifanía. De forma paulatina se produjo un progresivo abandono de los mismos al considerar que alteraban el decoro propio de estas celebraciones siendo prohibidos en algunas significativas catedrales españolas, aunque no de forma generalizada en el territorio español, ya que se conservan pliegos fechados en el primer cuarto del siglo XIX con cantos para interpretarse en los maitines de Navidad.
Estos pliegos vienen a ser una especie de género fronterizo que guardan relación con rasgos de teatralidad y estilos musicales parateatrales. En ellos aparecen géneros y formas poéticas tradicionales como seguidillas, romances, tonadillas, pastorelas, mojigangas o jácaras.
A raíz de la encíclica promulgada por Benedicto XIV Annus qui hunc en 1749, se prohibió de manera explícita la interpretación de canciones en lengua vulgar y la música de corte teatral en las iglesias, aunque en la práctica lo que se vino rechazando fue propiamente el término "villancico", aunque continuó permaneciendo con su sentido de poesía circunstancial y ocasional. Es característico en este tipo de pliegos el que no figure en ellos el nombre de los poetas que aportaban los textos para que el maestro de capilla compusiese la música. La reutilización y adaptación de los textos no resulta infrecuente, ya que debían cantarse de forma explícita en la capilla para la que fueron escritos, lo que propiciaba una reescritura de los textos para tan solemne ocasión con variantes o readaptaciones textuales. Los pliegos que recogen estos villancicos, a medida que va pasando el tiempo, fueron desentendiéndose poco a poco de las formas tradicionales e incorporando progresivamente nuevas estéticas y géneros, preferentemente de origen italiano.
El pliego reproducido es un solo ejemplo de los muchos que se imprimieron para ilustrar con cantos y música los maitines, dedicados en este caso a los Santos Reyes, donde figuran motivos y personajes tradicionales combinando de forma ingeniosa la devoción y la diversión, lo que merecería un atento y detallado estudio comparativo con el resto de los pliegos conservados, puesto que en ellos suelen aparecer todo un subtipo de personajes como gigantones, zagalejos, pastores o tipos burlescos como Antón. En el pliego se recogen los villancicos "que se han de cantar" en la Real Capilla de las señoras de la Encarnación correspondiente al año 1728 y que se encuentra conservado en la Biblioteca Histórica de la Comunidad de Madrid.
©Antonio Lorenzo
¡Qué alegría dar con un blog dedicado a pliegos de cordel, impresos sueltos, papeles volantes... el mundo más efímero y raro de la impresión y edición! Enhorabuena por su contenido e información que seguiré. Un saludo muy cordial y muy feliz año nuevo.
ResponderEliminarMuchas gracias por el interés mostrado por este selvático mundo de lo efímero, lo que me anima a proseguir y a disfrutar con ello. El blog de bibliofilia que he descubierto me parece impresionante y magnífico y lo he de recorrer poco a poco con pasión y asiduidad. Un saludo cordial junto a mis mejores deseos para este 2023 que acaba de comenzar.
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