miércoles, 5 de noviembre de 2025

Las lavanderas de Madrid en el Manzanares

 

En el pliego reproducido más abajo se comenta el agradecimiento de las lavanderas madrileñas que ejercían su labor en el río Manzanares a la atención prestada por la reina María Victoria dall Pozzo, esposa de Amadeo I de Saboya, durante su efímero reinado.

En una anterior entrada en este mismo blog, del 6 de junio de 2018 del que adjunto el enlace correspondiente, ya dediqué una serie de datos y comentarios sobre el precario oficio de las lavanderas tal y como figuraba en un pliego del año 1706 donde dos lavanderas entablaban una irónica conversación en la que criticaban todo tipo de asuntos y terminando con la frase: "todo saldrá a la colada". 


María Victoria dall Pozzo (1847-1876) fue una reina fugaz y muy poco reconocida a pesar de mostrar una gran empatía con las mujeres humildes y vulnerables. Fue la promotora de la construcción de un asilo para acoger a los hijos de entre 3 y 6 años de las mujeres que faenaban ejerciendo tan precaria labor.

El oficio de lavanderas se conoce desde finales del siglo XVI con especial arraigo desde finales del siglo XIX hasta las primeras décadas del siglo XX.

Inauguración del Asilo en 1872 (Dibujo de F. Miranda en la 'Ilustración Española y Americana')

El asilo fue construido en la glorieta de la Puerta de San Vicente, muy cercana al río, inaugurándose el día 13 de enero de 1872 con la asistencia de ministros e importantes cargos del ayuntamiento y de la diputación madrileña. La gestión del nuevo asilo fue encargada a la Congregación de las Hijas de la Caridad y denominado como "Casa del Príncipe".

El edificio continuó ejerciendo de asilo hasta su destrozo durante la Guerra Civil, aunque no se acabó con la institución, puesto que fue trasladada a la plaza de Francisco Morano, en la esquina del Paseo de Pontones con el Paseo Imperial el año 1943 en un edificio construido por la Dirección General de Regiones Devastadas en terrenos cedidos por el Ayuntamiento, denominándose como "Albergue de María Cristina", dependiente del Ministerio de Gobernación y ejerciendo actualmente como servicios sociales del Ayuntamiento.

Edificio en la plaza de Francisco Morano

La trayectoria de María Victoria como reina de España y esposa de Amadeo I, duró poco más de dos años: desde el 2 de enero de 1871 hasta el 11 de febrero de 1873, fecha en la que el rey pidió su abdicación al trono de España debido a las tremendas discrepancias entre los partidos políticos y la animadversión hacia su figura por parte de la aristocracia y de la gente noble en general.


Tras el efímero reinado de Amadeo I de Saboya y de su esposa, el 12 de febrero de 1873 salieron de España donde María Victoria murió en San Remo a la temprana edad de 29 años el 8 de noviembre de 1876 como consecuencia de la tuberculosis.

El duro trabajo de las lavanderas comenzaba a primera hora de la mañana tras recoger la ropa sucia que les llevaban los llamados esportilleros. Su tarea consistía en usar las manos para frotar y enjabonar la ropa sucia en piedras o en una plancha de madera y acabar su duro trabajo hasta llevar la ropa a secar en los secaderos públicos hasta que se doblaba en cestos y era devuelta de nuevo por los esportilleros a los domicilios de donde procedían.


Lavanderas en el Puente de Segovia

Lavanderas arrodilladas en cajones para resguardarse

Un paisaje blanco por tanta ropa tendida a modo de banderas

    Lavaderos a orillas del Manzanares

La actividad de este colectivo de mujeres lavanderas cesó alrededor del año 1926 debido a la canalización del río Manzanares y a la paulatina llegada del agua corriente a las casas particulares.

A lo largo de los tantos años de la precaria actividad llevada a cabo por las lavanderas se ha dado el nombre de Parque lavanderas del Manzanares a una zona verde situada entre el Paseo de las Delicias y la calle del Gasómetro dentro del distrito de la Arganzuela madrileña como reconocimiento a su labor.


Tras comentar el contenido del pliego creo de interés el repasar gráfica y literariamente uno de los barrios más pobres por entonces de la capital, conocido por el Barrio de las Injurias y su estrecha relación con el oficio de las lavanderas.

El pliego

En el pliego reproducido a continuación se recoge la donación monetaria efectuada por muchas de las lavanderas para colocar una placa en el monumento fúnebre de la familia Saboya, Sala de las Reinas, como aparece en otros documentos consultados, donde se expresa:
"En prueba de respetuoso cariño, a la memoria de doña María Victoria, las lavanderas de Madrid-Barcelona-Valencia-Alicante-Tarragona. A tan virtuosa señora".
A continuación, se agrega en el pliego un Bonito tango americano con los amores de Domingo con una cubana. El llamado genéricamente tango americano pertenece a una familia rítmica originaria de Cuba que se fue extendiendo a otros países latinos al igual que lo fue en España y Portugal. La confusión de englobar al tango el término americano es para incorporar estos patrones rítmicos a su presencia en otros países. A mediados del siglo XIX ya se conocían estos tangos cubanos o americanos

Charles Davillier, en su Voyage en Espagne, escribe en 1862 que asistió y escuchó a una veintena de andaluces coplas del tango americano como propio de las canciones populares de Andalucía y usado también en la zarzuela de la época. 
"El turno de las danzas no tarda en volver y una joven gitana, de piel cobriza, cabellos crespos y ojos de azabache –como dicen los españoles– danza el tango americano con un ardor extraordinario; el tango es una danza de negros de carácter muy brusco y fuertemente acentuado; se puede decir otro tanto de la mayor parte de los aires que tienen el mismo origen y especialmente de aquélla que comienza con estas palabras: «¡Ay! ¡Qué gusto y qué placer!», canción tan popular desde hace algunos años como el tango".  
Las referencias al tango (americano, habanera o argentino) es todo un complejo tema que admite diferentes variantes y que se extendió a lo largo del siglo XIX.






El barrio de las Injurias

El Barrio de las Injurias, uno de los barrios más pobres por aquel entonces de la capital, se encontraba colindante con el río Manzanares. Su nombre proviene de una imagen sagrada católica situada en un antiguo humilladero en el Paseo del Cristo de las Injurias en lo que es hoy el Paseo de Yeserías, llamado así por haber sido un lugar referente en la industria del yeso.


El escritor vasco Pío Baroja, en La Busca, primera novela de su trilogía «La lucha por la vida», hace mención de aquellos barrios pobres tan sumidos en la pobreza:
«Por el Puente de Toledo pasaba una procesión de mendigos y mendigas, a cual más desastrados y sucios. Salía gente, para formar aquella procesión del harapo de las Cambroneras y de las Injurias; llegaban del paseo Imperial y de los Ocho Hilos; y ya, en filas apretadas, entraban por el puente de Toledo y seguían por el camino alto de San Isidro a detenerse ante una casa roja a recibir la doctrina, a cambio de escuchar sermones que daban las señoras de la alta sociedad, recibían ayuda, comida, ropa o sábanas limpias».

 Arturo Barea (1897-1957), hijo de quien fue una lavandera madrileña que se ganaba la vida lavando ropa militar, rememora su infancia en La forja de un rebelde, novela autobiográfica dividida en tres partes y que fue publicada entre 1940 y 1945 durante su exilio en Inglaterra. Para su publicación en España hubo que esperar al año 1978, una vez fallecido Franco y asentados los inicios de la democracia. En su primera parte recuerda el Barrio de las Injurias y cómo su madre (Leonor), acudía a lavar al Manzanares. La cita que entresaco del primer capítulo es larga, pero creo que significativa para enmarcar aquellos años de su infancia y el trasiego de prendas lavadas y recogidas.

«Los doscientos pantalones se llenan de viento y se inflan. Me parecen hombres gordos sin cabeza, que se balancean colgados de las cuerdas del tendedero. Los chicos corremos entre las hileras de pantalones blancos y repartimos azotazos sobre los traseros hinchados. La señora Encarna corre detrás de nosotros con la pala de madera con que golpea la ropa sucia para que escurra la pringue. Nos refugiamos en el laberinto de calles que forman las cuatrocientas sábanas húmedas. A veces consigue alcanzar a alguno; los demás comenzamos a tirar pellas de barro a los pantalones. Les quedan manchas, como si se hubieran ensuciado en ellos, y pensamos en los azotes que le van a dar por cochino al dueño.

   Por la tarde, cuando los pantalones están secos, ayudamos a contarlos en montones de diez hasta completar los doscientos. Los chicos de las lavanderas nos reunimos con la señora Encarna en el piso más alto de la casa del lavadero. Es una nave que tiene encima el tejado doblado en dos. La señora Encarna cabe en medio de pie y casi da con el moño en la viga central. Nosotros nos quedamos a los lados y damos con la cabeza en el techo. Al lado de la señora Encarna está el montón de pantalones, de sábanas, de calzoncillos y de camisas. Al final están las fundas de las almohadas. Cada prenda tiene un número, y la señora Encarna los va cantando y tirándolas al chico que tiene aquella docena a su cargo. Cada uno de nosotros tenemos a nuestro lado dos o tres montones, donde están los «veintes», los «treintas» o los «sesentas». Cada prenda la dejamos caer en su montón correspondiente. Después, en cada funda de almohada, como si fuera un saco, metemos un pantalón, dos sábanas, un par de calzoncillos y una camisa, que tienen todos el mismo número. Los jueves baja el carro grande, con cuatro caballos, que carga los doscientos talegos de ropa limpia y deja otros doscientos de ropa sucia». (Capítulo 1 del primer tomo)

 


Para saber más

Carmen Gallardo, periodista y escritora, contextualiza documentalmente a la que fue patrocinadora de la creación del Asilo de las Lavanderas en su novela histórica La reina de las lavanderas, publicada en Madrid el año 2012 por La Esfera de los Libros.


©Antonio Lorenzo

sábado, 25 de octubre de 2025

Sufrimientos en la nación por la diversidad de ideas entre unos y otros


El pliego reproducido viene a señalar que la confrontación de ideas y las discrepancias ideológicas viene de antiguo en lo que actualmente viene designándose con el término "polarización". La diversidad de ideas se contextualiza en el pliego a través de diferentes apartados sin recurrir a la palabra que actualmente se ha puesto de moda y dejando al margen su más acorde sentido significativo.

En estos últimos años el término polarización se ha popularizado y extendido su significado a cualquier situación de confrontamiento contextual utilizado de una forma abusiva y estratégica, tanto por parte de los medios informativos como de las redes sociales, con el fin de captar la atención y posicionarse en un lado frente al otro. Dicho término se utilizaba básicamente en el terreno de lo científico o tecnológico, pero su uso en la actualidad se ha extendido a cualquier forma de discrepancia, ya sea política, económica o cultural buscando conseguir un efecto exagerado e incisivo encuadrado en una postura ideológica sin apenas fisuras o matizaciones.

Es tal la incidencia del término polarización en los últimos años que La Fundación del Español Urgente (FundéuRAE), promovida por la Real Academia Española y la Agencia EFE, ha escogido dicho término como la palabra del año 2023 frente a las otras doce candidatas finalistas como ejemplo representativo y de elevada presencia en los medios de comunicación.

El fenómeno creciente del uso del término, abierto a cualquier significado para expresar oposición, conlleva todo un recurso añadido de cara a fomentar lo emocional y afectivo y sumergirse en un marco ideológico como herramienta acrítica, sin apenas aristas y alejada de cualquier divergencia. 

Si nos detenemos en este pliego del siglo XIX se postulan las distintas controversias en los siete apartados recogidos.

 - Las lágrimas
 - Buenos y malos
 - Madres e hijos
 - La duda
 - El siglo
 - Tristeza y alegría
 - El telar

En último apartado del pliego comienza con una recurrente cuarteta de amplio recorrido:
Hoy la España es un telar
y el que se meta a tejer
va enredando más la tela
que el que tejió antes en él.
La metáfora del telar, como máquina artesanal destinada a tejer mediante un entramado de hilos y urdimbres para elaborar tejidos, viene a simbolizar de forma alegórica los entrecruzamientos y la diversidad de ideas que son propias de la complejidad inherente a toda realidad social.

El telar constituye metafóricamente un marco de referencia donde los hilos propios de la urdimbre son la clave del desarrollo y resultado final del tejido a elaborar. El telar es todo un símbolo ancestral desde la mitología griega, donde Aracne, de gran habilidad tejedora, desafió a la diosa Atenea acabando castigada y transformada en araña y condenada a tejer sin cesar.

Velázquez - La Fábula de Aracne o Las hilanderas
El telar, con su variedad y manejos de hilos y urdimbres, viene a simbolizar de manera metafórica cualquier realidad social desde la noche de los tiempos.

El pliego fue impreso en Madrid, sin que figure el año, por la Imprenta Universal, fundada en 1850 y de la que se conocen distintos emplazamientos, entre otros: uno, en la calle Cabestreros, 5; en la travesía de San Mateo, 1, en la calle del Oso, 21 y en la Carrera de San Francisco, 6.





©Antonio Lorenzo

domingo, 19 de octubre de 2025

La cubana americana


En los dos pliegos reproducidos se nos narra la salida de un viajero desde Cuba hacia España a través de un "paquete" proveniente de Nueva York en el que venía desde allí una cubana. El término "paquete", se relaciona y hace referencia a cómo se denominaban entonces a las embarcaciones que transportaban correos, y también pasajeros, entre las orillas trasatlánticas de unos puertos a otros. Dicho término, ya desusado completamente, venía a ser sinónimo de "paquebote", referido a los navíos que se utilizaban para las conexiones económicas y culturales de todo tipo entre las orillas transatlánticas de América del Norte o América del Sur con distintos puertos europeos a finales del siglo XIX.

Centrándonos en el primer pliego, donde en su primera parte se desarrolla el cortejo y enamoramiento de ambos viajeros hasta llegar a España, se añade a continuación el Vals del molinero de Subiza prosiguiendo con unas Décimas para cantarse con el tono de El Paño.

El texto que aparece en el pliego bajo el título de El vals del molinero de Subiza está entresacado de un baile de jota incluido en la zarzuela del mismo título. Dicha zarzuela, en tres actos y en verso, fue estrenada el 21 de diciembre de 1870 en el madrileño Teatro de la Zarzuela. Su compositor musical fue Cristóbal Oudriz (1825-1877), quien fuera célebre pianista y director de orquesta. El libreto de la obra se debe al escritor y abogado Luis de Eguilaz (1830-1874). El texto del pliego viene a expresar los trastornos afectivos ocasionados por la belleza de las mozas y que derivan en calenturas.

Las Décimas para cantarse con el tono de El Paño hace referencia a una recurrente y conocida melodía popular como compás de amalgama y pieza representativa de "lo murciano". Recogida en los primeros cancioneros murcianos surgen dudas respecto a su origen al ser una melodía muy influenciada por su condición de canto de ida y vuelta y su estrecha vinculación con el "Punto de la Habana" y con "La petenera", debido a su patrón rítmico al margen de aparecer con variantes melódicas y textuales. La melodía popular de el paño, ya aparece con variantes, tanto de la melodía como en el texto, en las numerosas recopilaciones de cancioneros desde la primera mitad del XIX.

Desde un punto de vista literario, el texto incluido en el pliego comienza con una copla de cuatro versos seguida de la décima con un sentido romántico de temática amorosa.

Andrés Blanco, en sus Escenas murcianas. Apuntes para cuadros y costumbres y tipos de Murcia y de su huerta y campo (Murcia, Tip. de Rafael Albaladejo Brugarolas, 1894), señala que:
"El paño era uno de los cantos populares más hermosos de los ejecutados con acompañamiento de guitarra, sosteníase por un ritmo original y sencillo que no podía adaptarse, como el de las seguidillas, malagueñas y jotas a ninguna otra clase de canciones. Había tres clases de paños completamente distintos: el primero era el "moruno" y el de la tierra o murciano, que tenía el mismo acompañamiento, y solo se diferenciaban en alguna variante accidental y en que el moruno se cantaba en modo mayor y el murciano en modo menor. El segundo era el "lorquino" y el tercero el "americano". (pág. 216)
Al margen de las tres señaladas variantes evolutivas y cambiantes de esta melodía popular es notorio que sirvieron como fuente de inspiración para célebres compositores, como Granados o el propio Falla. A la popularidad de la melodía se une el que aparezca como referente en determinados pliegos sueltos distribuidos por los ciegos cantores como fuente de venta e improvisación. 

La diversidad de versiones del paño como cantinela popular, se conoce mayoritariamente con la copla:

Al paño fino en la tienda
una mancha le cayó,
por menos precio se vende
porque perdió su valor.

Desde un punto de vista alegórico se alude a la pérdida de la virginidad femenina y a su depreciación como mujer, al igual que sucede cuando un paño fino pierde valor al mancharse. La pérdida de la honra no deja de ser un desprecio machista hacia la mujer basado en la creencia de que el sexo no puede ser mancillado antes del matrimonio. Obviamente, estas apreciaciones corresponden a la mentalidad de la época.

Como singular referente, aunque con diferente texto, puede escucharse en la versión cantada por Joaquín Díaz recogida en el compact disk recopilatorio, editado por Openfolk en el año 2001, con el título Canto Murciano (el paño moruno): [https://funjdiaz.net/joaquin-diaz-canciones-ficha.php?id=109].

El segundo pliego, dividido en dos partes, reproduce igualmente el encuentro del viajero que venía de Cuba con una cubana que venía de Nueva York. A causa de una tempestad el barco se hundió, pero logró salvarse junto a la cubana agarrados ambos a un madero y llegando a un islote. En la segunda parte se nos informa de que ambos ya se encuentran en Barcelona tras haber desembarcado en la ciudad desde hacía tres meses. El resto son simples coplas de carácter amoroso alabando y exaltando las cualidades de la cubana.





🔅🔅🔅🔅🔅





©Antonio Lorenzo

domingo, 12 de octubre de 2025

Si a tu ventana llega una paloma...

 

La etiqueta El trovador de las hermosas hace referencia a todo un surtido de coplas y canciones distribuidas de forma seriada en pliegos sueltos, impresos a mediados del siglo XIX en Barcelona, donde se recogen variados tipos de canciones para cantar los enamorados a sus damas.

El número uno de dicha serie, con la etiqueta de La americana cubana, adquiere un reconocido interés al incorporar versos de la celebrada canción La Paloma del gran Iradier. Debido a la enorme difusión de esta composición a lo largo del tiempo, varios países la han considerado como de su pertenencia, como consta en algunas recopilaciones de tangos argentinos o como ejemplo de la típica y referencial habanera cubana.

Como se sabe, La paloma es una habanera que fue escrita y compuesta por el compositor español Sebastián de Iradier y Salaverri (1809-1865), hacia el año 1860 tras su visita a Cuba. De sus numerosos viajes por Europa y América mantuvo una estrecha relación, tanto con compositores, políticos o escritores, como también con personajes de la más alta aristocracia de Madrid, ya que fue profesor de música y maestro de canto de Eugenia de Montijo, que llegaría a ser emperatriz de Francia tras su boda con Napoleón III en 1853.

En las giras que emprendió Iradier por Estados Unidos, México y Cuba, encontró inspiración para componer canciones basadas en ritmos populares criollos.

La enorme popularidad de esta melodía corresponde a sus conocidísimos versos:

Cuando salí de la Habana
¡Válgame Dios!
nadie me ha visto salir
si no fui yo,
y una linda Guachinanga,
sí, allá voy yo,
que se vino tras de mí
¡Que sí señor!

Si a tu ventana llega
una Paloma
trátala con cariño
que es mi persona.
Cuéntale tus amores,
bien de mi vida
corónala de flores
que es cosa mía.
¡Ay! ¡chinita que sí!
¡Ay! ¡que dame tu amor!
¡Ay! que vente conmigo,
chinita, adonde vivo yo!

De esta composición se conocen centenares y centenares de versiones, no solo en países europeos como Francia, Italia, Grecia o Alemania, sino también por su enorme expansión en países latinos, preferentemente en México y en Cuba. Las letras que acompañan a la melodía se han utilizado de diferentes maneras y con significados distintos dependiendo de cada país. Hay que recordar que Cuba era entonces una provincia española donde el intercambio comercial con España era constante a través de embarcaciones y por el trasiego de marineros.

A lo largo de su más que centenaria trayectoria, se conocen adaptaciones guitarrísticas de grandes maestros, como Francisco Tárrega e incluso del gran Paco de Lucía. Obviamente, se conocen también numerosas adaptaciones, tanto vocales como musicales, como la interpretada por el considerado rey del rock and roll, Elvis Presley, en la película Blue Hawái con el título de No More ("No más") de la que grabó diferentes tomas aparecidas en distintos álbumes.

Su melodía, tan cautivadora y nostálgica, se ha mantenido a lo largo del tiempo, como puede comprobarse en la letrilla incluida en este curioso y representativo pliego, fechado en 1861, tan cercano a la creación de la bella melodía del músico alavés. 

Los orígenes polémicos de la habanera la hacen derivar de la contradanza europea, aunque no hay que soslayar su estrecha relación con rasgos criollos y africanos. Ello está asociado al oficio de la marinería a lo largo del siglo XIX mediante el flujo continuo de un comercio tan activo entre las dos orillas y cuyo patrón musical alcanzó gran fortuna en la zarzuela española del siglo XIX.

La letra contiene expresiones coloquiales cubanas como "guachinanga", referida a una persona sencilla, apacible y zalamera o "chinita", en el sentido de apodo cariñoso hacia a una mujer india o mestiza.

El pliego acaba con unos versos del Rataplam, término que se considera una onomatopeya que trata de imitar el sonido de un tambor.

Tras este primer ejemplo de El trovador de las hermosas, la paloma sigue volando.




     
   ©Antonio Lorenzo

jueves, 31 de julio de 2025

Lamentos de quienes fueron arrojados al mar en Galicia como venganza

 

Hay pliegos que ideológicamente se muestran favorables al liberalismo y al progresismo frente a otros que vienen a defender la permanencia de gobiernos moderados o conservadores y expresan proclamas laudatorias para una monarquía absolutista, como sucede en el pliego reproducido, partidario de la moral cristiana y del rey Fernando VII.

El pliego reproducido se imprimió el año 1824 y en él se narra cómo en Galicia fueron arrojados al mar cincuenta y tres prisioneros para que se acabaran ahogando, entre los que se encontraban una serie de seglares, frailes y curas a modo de venganza por mantener sus ideas contrarias a las sostenidas por el "malvado" Quiroga. De aquella debacle apenas se consiguieron salvar cuatro de ellos quienes dieron la noticia de la tragedia.

¿Qué ocurrió en Galicia el año 1824? ¿Quién era el llamado infame Quiroga que obligó a arrojar al mar a estos disidentes y qué motivos se desprenden para dar pie a dicha adversidad?

Si repasamos por encima el contexto histórico para situar estos fabulosos hechos, no existe documentación histórica y fidedigna alguna. Al final del pliego se dice que fue compuesto por un tal Manuel de la Cuesta, humilde y cántabro ciego, quien suplica al auditorio que le perdonen sus yerros.

El año 1823 puede considerarse como la primera guerra civil sucedida en España como consecuencia de la invasión en España a cargo de un ejército francés. En 1823, el ejército francés, conocido por los Cien Mil hijos de San Luis y apoyados por algunas potencias europeas invadieron España para restablecer el régimen absolutista derrocado en 1820 y reponer en el trono a Fernando VII como rey absoluto, por lo que el conocido Trienio Constitucionalista de 1820-1823 no logró su perdurabilidad.

La figura de Quiroga, a quien se achaca en el pliego la malévola idea de arrojar al mar a sus contrarios ideológicos, es una muestra más de las desavenencias y turbulencias políticas en la España de mediados del siglo XIX.

En 1822 Quiroga se dirigió al pueblo gallego con la siguiente proclama:


Antonio Quiroga y Hermida (Betanzos, 1784-Santiago de Compostela, 1841), fue un destacado liberal que apoyó la sublevación del general Riego en Cabezas de San Juan el año 1820. Dicho levantamiento tenía por objetivo la restauración de la Constitución de Cádiz "La Pepa", proclamada en 1812, lo que supuso un levantamiento militar contra el absolutismo de Fernando VII en favor de las ideas liberales y progresistas.

Tras la Guerra de la Independencia (1808-1814), en el mes de marzo de 1814 Fernando VII regresó a España desde su exilio suprimiendo la Constitución de Cádiz mediante decreto y restableciendo la monarquía absoluta hasta el Trienio Liberal (1820-1823) donde a consecuencia del levantamiento de Rafael de Riego se restableció de nuevo la Constitución de 1812 donde el rey se vio obligado a acatar y a jurar la Constitución marcando el inicio del Trienio Liberal.

La conspiración del rey y de sus partidarios para restablecer el absolutismo propició que los llamados Cien Mil Hijos de San Luis invadieran España en 1823 apoyados de los realistas españoles con el fin de proclamar el regreso al absolutismo, lo que al final consiguieron dando inicio a la llamada Década Ominosa (1823-1833).

Es en este contexto donde Quiroga, como capitán general de Galicia (1822-1823) se opuso a la invasión de Galicia por las tropas francesas tratando de poner toda clase de trabas e impedimentos con el fin de sostener el liberalismo. Tanto los realistas como el clero defendieron de forma activista su posición favorable para restablecer el poder absolutista y su adhesión al ejército invasor. Quiroga solicitó ayuda a los gobiernos de Inglaterra y Portugal, adictos a sus posiciones, para tratar de sostener el legítimo régimen constitucionalista. No pudo ser. Tras el fracaso militar de los liberales españoles, en 1823 capituló ante el Ejército francés en La Coruña, tras lo cual emigró a Inglaterra para refugiarse y evitar su detención.

Para un lector de aquellos años y al margen de sus posturas ideológicas, lo expresado en el pliego no les debería resultar ajeno, pues en el año 1824 las circunstancias históricas posicionaban las creencias de la población popular, apoyando o denigrando los conflictos internos que atravesaban. En este caso, el pliego se decanta claramente por posiciones conservadoras construyendo una serie de acontecimientos que, como es notorio, carecen de credibilidad histórica y documental.





©Antonio Lorenzo

martes, 22 de julio de 2025

Las vidas del hombre y de la mujer obrando bien y obrando mal


Los pliegos de aleluyas, conocidos como auques en catalán, son unas hojas volantes impresas por una sola cara que recogen una amplia temática popular. Generalmente contienen cuarenta y ocho viñetas numeradas acompañadas en el pie de cada una de ellas con palabras sueltas, frases escuetas o estrofa de versos pareados a modo explicativo. De esta forma, se correlaciona y se complementa la imagen con el texto en cada viñeta. Dentro de la amplia gama de aleluyas, estrechamente ligadas a los pliegos de cordel, pongo la atención en este caso a la descripción de los buenos o malos comportamientos, tanto del hombre como de la mujer, con un claro afán didáctico o instructivo. Ello resulta de interés porque vienen a representar los valores y normas sociales de la época de los hombres y de las mujeres. Constituyen, pues, documentos interesantes de cara a ilustrar y a notificar gráficamente los prejuicios instalados en el imaginario social durante el siglo XIX.

En cada una de las viñetas, según las diferentes aleluyas consultadas, se integra una simple palabra, dístico o pareado que trata de recoger o ilustrar aquello considerado bueno y malo en la conducta del hombre. Como resulta previsible, nos encontramos con una serie de tópicos donde se vulgarizan las normas que deben seguir los hombres buenos respecto a los malos.

El obrar bien se basa en el respeto al padre, en su asistencia a la escuela y propicio a la amistad. En su discurrir vital ayuda con limosnas a un "desgraciado" y hasta consuela a un amigo que se halla en prisión. Como una reconocida aspiración vital estudia la carrera militar donde por su bizarría y valentía va ascendiendo jerárquicamente sin aceptar soborno alguno. Pero al quedar herido, en un no especificado altercado, es atendido por el médico y tras recibir la comunión con evangélica unción y habiendo redactado el testamento acabó siendo sepultado bajo una fúnebre losa.

El obrar mal se centra en que ya causaba irrisión en la escuela, de donde se escapaba para ir a la pedrea. El maestro lo lleva ante sus padres y tras la paliza que le otorga el progenitor, acaba robando a sus progenitores, huyendo y perdiendo el dinero robado en el juego. Tras transcurrir un año aislado falsifica su libranza y al poco acaba encarcelado, aunque logra huir y como consecuencia de su vicio acaba asesinando. Tras ser prendido de nuevo acaba sentenciado y ejecutado a garrote vil sin que nadie se compadezca.

En otras aleluyas donde se desarrolla en parecidas viñetas el obrar bien y el obrar mal, el obrar mal también se centra en que roba a los que transitan por la calle y se aprovecha de los que son más pequeños a los que hiere y huye sin atenderles. También se une a los ladrones, engaña a las mujeres y es adicto al juego. Se va con mujeres rameras hasta que acaba encerrado en el calabozo, del que consigue escapar hasta una nueva detención y donde el juez ya dicta su ejecución en garrote vil.

El concepto sobre lo bueno y lo malo obedece a un patrón cultural donde se entremezcla la justicia terrenal con la divina, donde se premia a los buenos y se castiga a los malos, característico de un tipo de pliegos donde subyace un adoctrinamiento de tipo moral. El elogio a un buen comportamiento se contrapone a las malas prácticas llevadas a cabo, tanto por el hombre como por las mujeres, siendo estas últimas propiciadoras recurrentes de los malos comportamientos varoniles.

Primeramente, reproduzco completa esta aleluya, impresa en Madrid por José María Marés en 1859, que guarda estrecha relación con las impresas por otros talleres con pequeñas diferencias, ya sea en la propia viñeta o en su pie, donde se detalla su explicación mediante una simple palabra o frase.




Reproduzco otros dos ejemplos, procedentes de otras aleluyas, que recogen el buen y el mal comportamiento del hombre.



Sobre la presencia y el ciclo vital de la mujer se conocen también otras aleluyas donde la perspectiva de género las sitúa dentro de un ámbito doméstico, a modo de un ángel del hogar, frente a aquellas conductas que se le achacan como inapropiadas.

No podía faltar las aleluyas donde se valora la vida de la mujer como laboriosa y sumisa, mientras que en la primera viñeta donde comienza las características de la mujer mala ya lo anticipa todo: "Siendo mala la mujer es peor que Lucifer". Siguiendo el orden de las viñetas, se presenta a la mujer con todos los tópicos propios de la época -aunque muy extendidos en el tiempo- como la sorprendente viñeta once: "siendo joven y formada, entra a servir de criada", lo que abre la idea de que acaba robando a su ama y acabando presa y encerrada por ladrona.

Este tipo de hojas volantes proporcionan todo un rico panorama sobre las normas sociales y el adoctrinamiento que se desprende de las mismas, algo que merecería una mayor dedicación y estudio.



©Antonio Lorenzo