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Litografía de José María Mateu de 1889 (BNE) |
El marino y científico militar Isaac Peral (1851-1895) fue el inventor, a finales del siglo XIX, del primer submarino con propulsión eléctrica y con la capacidad de lanzar torpedos sin tener que emerger a la superficie, lo que posiblemente hubiera evitado la pérdida del imperio colonial español de ultramar y el desastre de 1898. A pesar del éxito de las pruebas llevadas a cabo las autoridades desecharon el extraordinario invento promoviendo toda una etapa de desprestigio contra el inventor. Las controversias, espionajes y desacuerdos sobre este importante invento acabaron desechando su puesta en práctica.
La construcción de este primer submarino eléctrico comenzó en el Arsenal de la Carraca en Cádiz bajo un estricto secretismo inicial. Tras diversas y exitosas pruebas se realizó su botadura en la bahía de Cádiz en septiembre de 1888.
Tras unas campañas de desprestigio, espionajes de otras potencias extranjeras y desavenencias políticas, el ilustre inventor del novedoso submarino eléctrico no vio correspondido su extraordinario invento por los oscuros intereses que dirigían la política española. Un controvertido error de Peral fue el aceptar por parte del pueblo el presentarse en una parcial candidatura a diputado a Cortes por el Puerto de Santa María frente a otro candidato, hijo del entonces ministro de Marina, José María Beránger, quien no le perdonó que alcanzase un mejor resultado que su hijo. En su etapa como ministro en el gobierno de Cánovas se dedicó a perjudicar el proyecto del submarino de Peral oponiéndose a su desarrollo como arma submarina.
Un grave defecto fue el no guardar con cuidado el secreto de la invención, ya que se llegaron a publicar los planos y secretos técnicos antes de su construcción definitiva, lo que fue aprovechado por potencias extranjeras a consecuencia del desinterés en las pruebas públicas en la bahía de Cádiz y la no presencia de autoridades militares, aunque observadas por cientos de periodistas internacionales en las distintas pruebas efectuadas por el submarino.
Un interesante y oscuro personaje en todo este proceso fue la intervención del inglés Basil Zaharoff, intermediario en la venta de armas y falsos submarinos a países como Grecia, Turquía y Rusia. Especialista en sobornos y fichado por el Servicio de Inteligencia Británico se mostró muy interesado en la innovación que suponía el submarino de Peral de cara a sus intereses y beneficios.
El invento del submarino, de tan exigua trayectoria, fue superado técnicamente, aunque diez años más tarde, por la armada de los Estados Unidos, por lo que dicho invento primordial no fue reconocido hasta ya fallecido su propulsor y reconociendo su valiosa aportación que no se utilizó en su tiempo como hubiese debido. Su desmantelamiento fue clave para la pérdida de las posesiones españolas de ultramar, como las de Cuba y Filipinas, lo que hubiera cambiado el curso de las batallas navales. George Dewey, almirante de la fuerza naval estadounidense, al rememorar su victoria sobre la escuadra naval española en Santiago de Cuba, cita en sus memorias: «Si España hubiese tenido allí un solo submarino torpedero como el inventado por el señor Peral, reconozco que yo no habría podido mantener el bloqueo de Santiago ni 24 horas».
Tras los reconocidos éxitos de las pruebas que pasó el submarino, en 1891 fue desmontado por partes salvándose solo el casco que permaneció durante cuarenta años en el Arsenal de La Carraca hasta que fue remolcado a Cartagena, ciudad donde nació el ilustre Isaac Peral. La supremacía naval que hubiera supuesto la participación de tan importante e innovador invento frente a los modernos navíos de guerra norteamericanos no se alcanzó al quedar desarticulado como arma de guerra.
No deja de resultar llamativo el que, en el pasado año 2023, el actual alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, junto a la alcaldesa de Cartagena, Noelia Arroyo, presentaran del 17 al 23 de marzo una réplica a escala real del submarino de Peral en el Paseo del Prado frente al Museo Naval a modo de escaparate para la conmemoración del Día Mundial del Submarino, aunque sin referenciar ni tener en cuenta todo lo acaecido en su oscura trayectoria, ya que nunca participó en una guerra. Su objetivo era el reivindicar el papel primordial de la defensa marítima que tiene Cartagena y ensalzar la labor de la Armada española en los mares: «de la que tan orgullosos nos debemos sentir y que tanta gloria ha aportado a la historia de España».
El pueblo ensalzó la figura de Peral como un héroe, obviando por desconocimiento la injusticia histórica cometida por los gobernantes, dando lugar a la composición de distintas piezas musicales propias de la época, como polkas, valses, tangos, habaneras, pasodobles, pasacalles o mazurcas y hasta obras de teatro, como las estrenadas en Sevilla y Málaga en abril de 1889.
Los pliegos
En este primer pliego se recoge de forma socarrona y burlesca, no exenta de misoginia, el inverosímil deseo de Peral de dotar como tripulación de su submarino a modistas, cigarreras y verduleras de quince a veinte años, lo que seguramente impediría la acción de guerra de un barco extranjero al distraerse con su presencia.
Su autor, Francisco Jiménez, natural de Almería, aparece también en otros pliegos de parecida factura como "Coplas nuevas y divertidas para cantar los amantes a sus damas y ellas sepan corresponder a sus amantes".
Los siguientes pliegos, aunque alabando superficialmente la importancia del descubrimiento de Peral, les sirve de motivo para incluir como acompañantes de los marineros a mozas de oficios diversos que demostrarán sus habilidades, todo ello envuelto en un sentido misógino, aunque edulcorado con sus referencias a su atracción y osadía. Aparte de esta claros prejuicios y estereotipos sobre la figura de la mujer y sus precarios oficios lo que se saca en conclusión es la estrechez de la vida de los marineros respecto a sus precarias condiciones de trabajo.
En el segundo pliego reproducido se integran muchos de los versos del primero, pero en la segunda parte del "Bonito tango del submarino Peral" se ensalza la vida de su inventor y la importancia de su descubrimiento alabando la protección del señor Casado. Este señor Casado se refiere al Carlos Casado del Alisal, procedente de la Pampa Argentina y que ofreció de forma altruista a Peral 200.000 libras esterlinas para sufragar su proyecto y que el ilustre marino depositó en el Banco de España notificándolo a sus superiores. Tras las pruebas exitosas realizadas a principios de 1890, a lo largo del transcurso del año el Consejo de Marina anunciaba que el prototipo de Peral no dejaba de ser "una curiosidad técnica sin mayor trascendencia", lo que hizo que se abandonara el proyecto y que Peral devolviese la donación aportada. Tras todo ello, no dudó en solicitar su apartamiento y la licencia absoluta de la Armada.
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©Antonio Lorenzo