
lunes, 22 de diciembre de 2025
La Gran Lotería para las mujeres que buscan marido

martes, 16 de diciembre de 2025
Merienda en Carabanchel de Abaxo previa a la trifulca


miércoles, 10 de diciembre de 2025
"Las ligas de mi morena" como canción andaluza y como caricatura abolicionista

No te pueo yo ecir,Colasa, lo que me gustasobre una pierna robustauna liga coloraá.Levanta los faralaes,y luce la pantorriya,que vale mas Colasilla,que toitica una torá.Vaya un ángel retrechero ¡juy!me tienen como alma en pena,isalero! las ligas de mi morena.Cuando te veo las ligas,se me blandean las patas,y me quiero echar a gataspor ver algo más hallá.
miércoles, 3 de diciembre de 2025
Extracto de la zarzuela Adriana Angot en pliegos de cordel
sábado, 22 de noviembre de 2025
Limosna a los pobres ciegos puesto en quintillas para cantar en guitarra

La figura del ciego como rezador de oraciones o vendedor de almanaques y pliegos de cordel se
remonta a siglos atrás prolongándose, incluso, hasta el siglo XIX y comienzos
del XX. El ciego cantor, como mediador cultural, se asocia a su carácter itinerante, lo que les permitía conocer mejor la realidad social que aquellos que permanecían en sus casas y
sin habituales traslados. Sobre la autoría de lo que cantaban o transmitían se conocen dos
alternativas: la de ser ellos mismos los autores, como ocurre en el pliego
reproducido, o como trasmisores de los textos compuestos por otros, que es
sin duda la más prolífica. Su trashumante actividad le sitúa en una especie de medio camino entre su actividad legal, amparada por las hermandades de ciegos, donde
contaban con privilegios, o bien por su actividad clandestina al margen del
consentimiento aprobatorio de las autoridades.
La animadversión de los ciegos pertenecientes a hermandades respecto a los mendigos que no estaban asociados y carecían de prerrogativas comerciales viene de muy antiguo. Los mendigos indigentes no estaban autorizados para la venta de papeles divulgadores de todo tipo, puesto que los ciegos integrantes de la hermandad eran quienes estaban autorizados para vender y transmitir romances y variadas coplas como noticias, milagros y todo tipo de chismorreos y fantasías. Solían acompañarse preferentemente de una guitarra, aunque también podían hacerlo con zanfona, violín, acordeón o con un simple pandero para obtener limosnas o donativos.
[...] la pretensión de los ciegos, reducida a un derecho de venta con ribetes de preferencia y al respeto a la tasa que creían vulnerada, deriva además a un derecho de tanteo y a otro de impresión privilegiada, y se extiende, por estos momentos, desde los almanaques y calendarios hasta las relaciones de los buenos sucesos y novedades que las restricciones y costumbres legales de la época impedían, como es sabido, el conocimiento al público de cualesquier noticias exactas como no fuesen de buen gobierno o las supiera la colectividad de modo subrepticio. (pág. 209)
«Camastrón de por vida, bachiller en embustes, licenciado en malicia y doctor en charla sin haber asistido a seminario, universidad y colegio: charlan de noticias, mercader de jácaras y baratillero de fenómenos sin que se le incluya en las listas del subsidio, saludémosle con la afabilidad y cortesía de que seamos capaces, por advertirse en él toda la perfección, toda la belleza, toda la bizarría del modelo. [...] Por supuesto es rarísimo el Ciego que pide limosna de casa en casa, salvo los que han perdido su vista en la última fratricida guerra».
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| Ciego popular en Cádiz, acuarela del siglo XIX del pintor argentino Prilidiano Pueyrredón |
Dale limosna, mujer,que no hay en la vida nadacomo la pena de serciego en Granada.
viernes, 14 de noviembre de 2025
Disputa entre un barbero y un sacristán sobre la paz en España

La ideología carlista del general Maroto se basaba en la pretensión de reconocer como rey al infante Carlos (hermano de Fernando VII) frente a la hija de Fernando, la futura Isabel II. El carlismo fue un movimiento político tradicionalista basado en la unidad católica de España frente a las reformas políticas sostenidas por un gobierno progresista y libertario.
En el pliego se postulan las
ideas sostenidas, tanto por el sacristán como por el barbero, y ejerciendo como
mediador un discreto y anciano labrador que acaba por posicionarse a favor de
la ideología liberal a modo de "consejos vendo, pero para mí no
tengo". Las divergencias ideológicas entre el sacristán y el barbero, como
consecuencias de la paz firmada por ambos generales, pueden seguirse de una
forma sencilla a través de la lectura del pliego. Pero aparte de estas
discrepancias, lo que me parece más notorio es el comentar algo sobre los
estereotipos y atribuciones populares asociadas a los personajes del sacristán
y del barbero.
El sacristán, entre otros menesteres, ejercía la labor de campanero en su localidad y donde a través de diversos toques transmitía mensajes sonoros, interpretados convenientemente por el pueblo, donde se anunciaban horas, misas, óbitos, fiestas, tormentas o incendios, con un claro valor social que se ha ido perdiendo a lo largo del tiempo por la desgraciada incorporación de los motores electrificados en los campanarios, lo que ha supuesto toda una pérdida patrimonial y cultural.
El sacristán, como asistente del sacerdote, es un personaje muy recurrente en pasillos, sainetes y entremeses, donde suele presentarse como un pretendiente cortejador, pero que acaba siendo despreciado por la mujer. El personaje del sacristán en el teatro breve suele ser representado de una forma satírica y burlona.
Como es sabido, cada localidad tenía su forma de asumir e interpretar los sonidos de la campana que podían coincidir o no con otros. Ejemplo de un documentado recorrido localista es el El lenguaje de las campanas en la ciudad de Jódar (Jaén), que puede consultarse a través del siguiente enlace:
En la obra Los españoles pintados por sí mismos, que comenzó a publicarse en artículos sueltos y por entregas por diversos autores a finales de 1842, apareció en dos volúmenes como recopilación entre 1843 y 1844 a cargo del librero y editor Ignacio Boix siendo reimpresa posteriormente en un solo volumen en 1851. Entre los numerosos artículos e ilustraciones que aparecen en dicha recopilación, hay dos autores que se detienen en las figuras del sacristán y el barbero.
El personaje del sacristán aparece en dicha recopilación, cuyo autor corresponde a Vicente de la Fuente, donde se resalta el que se le conozca por chupalámparas, rascacirios, músico de cuerda y de viento, aludiendo a la manera de tañer la campana, o apodado como gori-gori por su forma de cantar con gorgoritos o leer de forma quebradiza los textos de las lecturas. Entre sus actividades también le correspondía ser el encargado habitual para retocar pinturas:
«Él es quien pinta el rodapié de la iglesia con cal y carbón de sarmiento molido, y si algún niño Jesús está bajito de color, le da en los carrillos un poco de minio ú bermellón. Retoca los bigotes á los judíos del monumento, restaura los cuadros de la iglesia poniéndoles por detras parchazos de papel con engrudo, y con figurin, ó sin el, será capaz de vestir á las tres Marías de beatas y al Cirineo con zaragüelles de papel». (1851, pág. 158)

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«un mocito de estos tiempos,
de los que tañen guitarra
y dicen dos mil requiebros
a las mozas lugareñas
que llenan su ojo derecho».
«Su habilidad en la guitarra le proporciona varios admiradores, que á poco mas se llaman sus amigos, y andando el tiempo enferman, porque la Sociedad de Seguros generales no llega á prevenir las calenturas ni las tercianas. Esta última enfermedad es la que mejor conoce el Barbero, gracias á los muchos desgraciados que imploran su auxilio cuando sienten el frío de la calentura». (1851, pág. 26)
Barbero: Tocar una guitarra es lo primeroque ha de saber hacer un buen barbero.Dama: ¿No es mejor hacer barbas y sangrías?Barbero: Eso ha de ser después de la folía.









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