domingo, 8 de noviembre de 2020

Neo-católicos y liberales en la prensa del siglo XIX


Dos aucas o aleluyas donde se critica burlonamente en la primera a los conocidos como neo-católicos y en la segunda se enaltecen las ideas liberales. Ambas fueron publicadas en el semanario satírico La Campana de Gracia en enero y febrero de 1872. Este semanario, editado durante más de 64 años, de contenido republicano y anticlerical, lo fundó Inocencio López el ocho de mayo de 1870. 

La última etapa de este semanario desde el 2 de julio de 1932 hasta su desaparición en 1934, fue propiedad de Esquerra Republicana de Catalunya, siendo dirigido, entre otros, por Antoni Serra. 

Antes de contextualizar brevemente algunos de los acontecimientos históricos de este periodo, así como el porqué del título de este semanario, paso a reproducirlas.


Estas dos aucas hay que enmarcarlas en un periodo convulso de nuestra historia. Como antecedente, la revolución de 1868, conocida como «La Gloriosa» abrió paso al periodo conocido por el Sexenio Democrático (1868-1874) donde se produjeron numerosos e importantes cambios sociales y políticos que fueron trascendentales para la historia de España por sus repercusiones posteriores. Tras la salida hacia el exilio de Isabel II tras la revolución de 1868 se formó un gobierno provisional presidido por Serrano y con Prim como ministro de Guerra. Se convocaron elecciones a Cortes Constituyentes dando lugar a la Constitución de 1869. En su conjunto, esta constitución establecía un régimen democrático, apto para la participación de todas las fuerzas políticas dentro de un orden preferentemente burgués. Una vez aprobada, el Gobierno se propuso consolidar el nuevo régimen y emprender el desarrollo legislativo de la constitución al tiempo que se buscaba un candidato al trono de España, imponiéndose al final la candidatura de Amadeo de Saboya. El nuevo monarca llegó a España el 30 de diciembre, tres días después del asesinato del general Prim en Madrid, quien fuera su valedor más fiel de cara a su elección. El 2 de enero de 1871 fue proclamado rey.

El breve reinado de Amadeo se vio afectado por reiteradas insurrecciones de uno y otro signo, como el inicio de la Tercera Guerra Carlista, lo que condujo a la desintegración de la coalición gubernamental dejando al rey sin el apoyo necesario para hacer frente a la gobernabilidad del país. En estas circunstancias, Amadeo acabó por presentar su renuncia al trono en febrero de 1873. Tras la abdicación de Amadeo, las Cortes proclamaron la I República Española en febrero del mismo año y que duraría hasta el 29 de diciembre de 1874.

Es en este contexto donde hay que situar las dos aucas reproducidas mediante el formato habitual de las aucas o aleluyas en una lámina de 48 viñetas con pareados bajo cada ilustración, claramente posicionadas en contra de los intereses de los conservaduristas neo-católicos y favor de la república.

Cabe preguntarse sobre quiénes eran los neo-católicos. En la 23ª ed. del Diccionario de la lengua española define el término «neocatolicismo» como la doctrina político-religiosa que aspiraba a restablecer en España las tradiciones católicas en la vida social y en el gobierno del Estado.

Hay que aclarar de antemano que dicho apelativo resulta impreciso y cambiante en el tiempo, aunque, si nos atenemos al magnífico trabajo de Begoña Urigüen: Orígenes y evolución de la derecha española: el Neo-Catolicismo, Madrid, Centro de Estudios Históricos, C.S.I.C., 1986.

«Neo-católicos son la extrema derecha del partido moderado que tiene en Donoso a su padre e inspirador. Un carlista, por muy ortodoxo y pro-romano que se manifieste, no es objeto de denominación de neo-católico. Esta aclaración es importante para el historiador de esta época. Y más importante todavía es la verificación de que un adjetivo de contenido netamente religioso y católico sirva para identificar a un grupo socio-político de derecha extrema. Queda claro a lo largo del presente trabajo que el neísmo es una denominación exclusivamente política. No se es neo de una manera adjetiva, sino por la pertenencia a un grupo político determinado».
La idea central que subyace era que un cambio político liberal arrastraría a una revolución social y tras la proclamación de la libertad, acarrearía el libertinaje de los más desposeídos. La importancia que adquiere el poder de la iglesia y del catolicismo en general no puede separarse de estas concepciones ideológicas.

Urigüen comenta también en su introducción de su trabajo lo siguiente:

«Estos tres derechismos, el católico liberal, el carlismo y el neísmo habrán de encon­trarse andando el tiempo y con la llegada de épocas especialmente calamitosas para el espíritu y los intereses de la derecha. Tras la caída de Isabel II los carlistas y los neos llegarán a fusionarse por la aceptación de la legitimidad carlista por parte de estos últimos. Andando el tiempo, se intentará la unión de los católico-liberales, los carlistas y los antiguos neos o tradicionalistas donosianos. Tras el fracaso de esta unión los carlistas se denominarán leales, los tradicionalistas pasarán a llamarse integristas, y los pidalistas serán para los dos primeros los mestizos, por mezclar el liberalismo con el catolicismo. Todo esto plantea situaciones muy mezcladas que conviene aclarar. El tema de la derecha y el catolicismo presenta también otros capítulos dignos de estudio. Uno de ellos es la prensa de derechas que viene a confundirse con la prensa católica. También aquí se formula la pregunta. ¿Hasta qué punto se presenta la prensa católica como un fenómeno propio, como una actividad que tiene en sí misma su razón de ser? ¿Hasta qué punto es un instrumento al servicio del catolicismo? ¿Está condicionado el fenómeno periodístico de la derecha por intereses económicos?»

Se considera que la influencia de las ideas y escritos de Donoso Cortés sobre los neo-católicos y el tradicionalismo español fue decisivo.  De sus ideas bebieron gran parte de los católicos durante el reinado de Isabel II, sobre todo en sus escritos a consecuencia de la revolución francesa en febrero de 1848, lo que obligó al rey Luis Felipe I de Francia a abdicar dando paso a la Segunda República Francesa. Las ideas de Donoso coincidieron además con un momento crucial con las sostenidas por el papa Pío IX en su afán por consolidar una iglesia católica pura y descontaminada frente a una falsa idea de libertad y progreso,

El origen de los neos se sitúa en los sectores católicos-conservadores del partido moderado frente a los liberales, muy próximos al carlismo, aunque no identificados plenamente. Aún dentro de los partidos de talante conservador (carlistas, católicos liberales y neos) se desarrollaban luchas ideológicas entre ellos, según la coyuntura política del momento, sobre cómo afrontar de la mejor manera su relación con los liberales, aunque les unía su inquebrantable defensa de la religión y de la monarquía tradicional del Antiguo Régimen.

Las principios ideológicos de este grupo, aunque habría que matizarlos a lo largo del tiempo, son a grandes rasgos:

* Crítica al liberalismo y defensa a ultranza de la unidad católica de España como esencia de lo español

* A favor de una monarquía hereditaria como constitutiva de la unidad de España

* Equidistancia inicial con el carlismo, al que más tarde apoyarían como garantes de la monarquía.

* Sumisión del poder civil al eclesiástico, respeto a la autoridad de origen divino y negación de la soberanía popular como origen del poder

Se trata, en resumen, de un grupo político concreto procedente del partido moderado considerándose como los legítimos defensores de los intereses de la iglesia. No obstante, nos encontramos con una confusión terminológica que perdura a lo largo del tiempo entre carlistas, realistas, tradicionalistas, integristas o católicos liberales. En su conjunto hay que considerarlos, no como integrantes de un determinado partido político, sino como un grupo de presión frente a sus adversarios ideológicos.

La Campana de Gracia

La importancia adquirida por la prensa escrita y la profusión de periódicos y folletos durante estos años nos dan idea de la confrontación de posturas de uno y otro signo según las circunstancias tan cambiantes de la época. La carga doctrinal de la prensa periódica y sus elementos propagandísticos se va consolidando como un campo de estudio, territorio poco explorado aún por los historiadores.

La historia del título del semanario viene a simbolizar una incitación a la lucha mediante el toque de campana, donde cada número editado indicaba que se trataba de una «batallada» semanal.

La insurrección en muchos puntos de España, como fue el caso del barrio obrero de Gracia, estuvo motivada porque el gobierno provisional no pudo satisfacer la promesa de abolición de las quintas, ya que se vio obligado a enviar tropas desde la península para tratar de sofocar la insurrección en Cuba. La llamada a filas a las clases populares con el consiguiente peligro de ser embarcados hacia Cuba, desencadenó una profunda crisis y rebeliones populares frente ante las promesas incumplidas por parte de los sucesivos gobiernos provisionales de suprimir las quintas. La situación no mejoró y los distintos gobiernos se vieron obligados a continuar llamando a quintas permitiendo mediante rebajas que los municipios redimieran colectivamente a sus quintos pagando al Estado determinada cantidad en plazos anuales o proveyendo al ejército de voluntarios.

El título recuerda de forma simbólica la llamada a la resistencia mediante los toques de campana que no dejaban de sonar de forma continua, ya que mediante una cuerda se la iban pasando los particulares cercanos a la torre para que no dejara de sonar ni de día ni de noche. Todo ello vino motivado por la Revuelta de las Quintas oponiéndose a la demanda del gobierno de llevar obligatoriamente los jóvenes al ejército. El general Eugenio Gaminde fue el encargado de imponer la medida a la fuerza, y fue entonces cuando los vecinos de Gracia fueron llamados a la resistencia mediante los toques de la campana. Los militares la dispararon repetidamente con los cañones, pero la campana no dejó de tocar. La campana se convirtió en un símbolo de resistencia y de las ideas federales que defendían gran parte de los vecinos.


Ilustración de cañoneo por las tropas liberales (publicada el 15 de mayo de 1870)

A lo largo de su extensa trayectoria el semanario sufrió varias suspensiones debido a sus lacerantes críticas. Tras la suspensión de un mes en 1872, el editor se vio obligado a encontrarle una variante para mantener a los lectores durante el tiempo de suspensión. La nueva publicación, sustitutiva y luego con vida propia, se llamó L'Esquella de la Torratxa (Barcelona, 1872-1938), donde la respuesta del editor fue: ¿No quieres oír campanadas? Pues oirás al menos unos cencerros cada semana.

Tras otra serie de suspensiones no fue hasta el 19 de enero de 1879 cuando La Campana de Gracia continuó publicándose de forma ininterrumpida hasta su desaparición. A su vez, L'Esquella de la Torratxa también se vio obligada a escoger otros títulos: entre el 30 de mayo y el 16 de julio de 1872 como La Tomasa y entre el 2 y 9 de octubre de 1925 por La Rambla.

Cabeceras del semanario

Las portadas de la abundante prensa de la época servían para expresar de forma simbólica reivindicaciones políticas para concitar la complicidad del lector. Estas ilustraciones pueden considerarse como discursos autónomos para identificarse con el contenido de la publicación, en lo que hemos venido llamando imágenes para leer.

Haciendo un pequeño repaso por las diferentes cabeceras observamos cómo el motivo central de la campana bombardeada se mantiene de mayor a menor protagonismo en los sucesivos encabezamientos.


Portada del primer ejemplar (8 de mayo de 1870)

Portada del 21 de noviembre de 1870

Más curiosa resulta la torre con la campana bombardeada enmarcada en tres sectores a través de un triángulo, lo que recuerda la simbología iconográfica masónica, con el lema: libertad, igualdad y fraternidad  en clara alusión a la Revolución Francesa y donde se puede ver en sus laterales a un obrero con su barretina y con las mangas de la camisa remangadas y a un señor bien vestido tocado con un sombrero, ambos leyendo el periódico con la intención, se entiende, de que la publicación estaba dirigida a la integración de cualquier clase social que defendiera los mismos intereses y su clara orientación republicana.


Portada del 21 de enero de 1872

Portada del 1 de enero de 1879

Portada del 1 de enero de 1881

Última portada del 12 de octubre de 1934

©Antonio Lorenzo

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