Antes de contextualizar brevemente algunos de los acontecimientos históricos de este periodo, así como el porqué del título de este semanario, paso a reproducirlas.
Hay que aclarar de antemano que dicho apelativo resulta impreciso y cambiante en el tiempo, aunque, si nos atenemos al magnífico trabajo de Begoña Urigüen: Orígenes y evolución de la derecha española: el Neo-Catolicismo, Madrid, Centro de Estudios Históricos, C.S.I.C., 1986.
«Neo-católicos son la extrema derecha del partido moderado que tiene en Donoso a su padre e inspirador. Un carlista, por muy ortodoxo y pro-romano que se manifieste, no es objeto de denominación de neo-católico. Esta aclaración es importante para el historiador de esta época. Y más importante todavía es la verificación de que un adjetivo de contenido netamente religioso y católico sirva para identificar a un grupo socio-político de derecha extrema. Queda claro a lo largo del presente trabajo que el neísmo es una denominación exclusivamente política. No se es neo de una manera adjetiva, sino por la pertenencia a un grupo político determinado».
Urigüen comenta también en su introducción de su trabajo lo siguiente:
«Estos tres derechismos, el católico liberal, el carlismo y el neísmo habrán de encontrarse andando el tiempo y con la llegada de épocas especialmente calamitosas para el espíritu y los intereses de la derecha. Tras la caída de Isabel II los carlistas y los neos llegarán a fusionarse por la aceptación de la legitimidad carlista por parte de estos últimos. Andando el tiempo, se intentará la unión de los católico-liberales, los carlistas y los antiguos neos o tradicionalistas donosianos. Tras el fracaso de esta unión los carlistas se denominarán leales, los tradicionalistas pasarán a llamarse integristas, y los pidalistas serán para los dos primeros los mestizos, por mezclar el liberalismo con el catolicismo. Todo esto plantea situaciones muy mezcladas que conviene aclarar. El tema de la derecha y el catolicismo presenta también otros capítulos dignos de estudio. Uno de ellos es la prensa de derechas que viene a confundirse con la prensa católica. También aquí se formula la pregunta. ¿Hasta qué punto se presenta la prensa católica como un fenómeno propio, como una actividad que tiene en sí misma su razón de ser? ¿Hasta qué punto es un instrumento al servicio del catolicismo? ¿Está condicionado el fenómeno periodístico de la derecha por intereses económicos?»
Se considera que la influencia de las ideas y escritos de Donoso Cortés sobre los neo-católicos y el tradicionalismo español fue decisivo. De sus ideas bebieron gran parte de los católicos durante el reinado de Isabel II, sobre todo en sus escritos a consecuencia de la revolución francesa en febrero de 1848, lo que obligó al rey Luis Felipe I de Francia a abdicar dando paso a la Segunda República Francesa. Las ideas de Donoso coincidieron además con un momento crucial con las sostenidas por el papa Pío IX en su afán por consolidar una iglesia católica pura y descontaminada frente a una falsa idea de libertad y progreso,
El origen de los neos se sitúa en los sectores católicos-conservadores del partido moderado frente a los liberales, muy próximos al carlismo, aunque no identificados plenamente. Aún dentro de los partidos de talante conservador (carlistas, católicos liberales y neos) se desarrollaban luchas ideológicas entre ellos, según la coyuntura política del momento, sobre cómo afrontar de la mejor manera su relación con los liberales, aunque les unía su inquebrantable defensa de la religión y de la monarquía tradicional del Antiguo Régimen.
Las principios ideológicos de este grupo, aunque habría que matizarlos a lo largo del tiempo, son a grandes rasgos:
* Crítica al liberalismo y defensa a ultranza de la unidad católica de España como esencia de lo español
* A favor de una monarquía hereditaria como constitutiva de la unidad de España
* Equidistancia inicial con el carlismo, al que más tarde apoyarían como garantes de la monarquía.
* Sumisión del poder civil al eclesiástico, respeto a la autoridad de origen divino y negación de la soberanía popular como origen del poder
Se trata, en resumen, de un grupo político concreto procedente del partido moderado considerándose como los legítimos defensores de los intereses de la iglesia. No obstante, nos encontramos con una confusión terminológica que perdura a lo largo del tiempo entre carlistas, realistas, tradicionalistas, integristas o católicos liberales. En su conjunto hay que considerarlos, no como integrantes de un determinado partido político, sino como un grupo de presión frente a sus adversarios ideológicos.
La Campana de Gracia
La importancia adquirida por la prensa escrita y la profusión de periódicos y folletos durante estos años nos dan idea de la confrontación de posturas de uno y otro signo según las circunstancias tan cambiantes de la época. La carga doctrinal de la prensa periódica y sus elementos propagandísticos se va consolidando como un campo de estudio, territorio poco explorado aún por los historiadores.
La historia del título del semanario viene a simbolizar una incitación a la lucha mediante el toque de campana, donde cada número editado indicaba que se trataba de una «batallada» semanal.
El título recuerda de forma simbólica la llamada a la resistencia mediante los toques de campana que no dejaban de sonar de forma continua, ya que mediante una cuerda se la iban pasando los particulares cercanos a la torre para que no dejara de sonar ni de día ni de noche. Todo ello vino motivado por la Revuelta de las Quintas oponiéndose a la demanda del gobierno de llevar obligatoriamente los jóvenes al ejército. El general Eugenio Gaminde fue el encargado de imponer la medida a la fuerza, y fue entonces cuando los vecinos de Gracia fueron llamados a la resistencia mediante los toques de la campana. Los militares la dispararon repetidamente con los cañones, pero la campana no dejó de tocar. La campana se convirtió en un símbolo de resistencia y de las ideas federales que defendían gran parte de los vecinos.
Ilustración de cañoneo por las tropas liberales (publicada el 15 de mayo de 1870) |
Cabeceras del semanario
Las portadas de la abundante prensa de la época servían para expresar de forma simbólica reivindicaciones políticas para concitar la complicidad del lector. Estas ilustraciones pueden considerarse como discursos autónomos para identificarse con el contenido de la publicación, en lo que hemos venido llamando imágenes para leer.
Haciendo un pequeño repaso por las diferentes cabeceras observamos cómo el motivo central de la campana bombardeada se mantiene de mayor a menor protagonismo en los sucesivos encabezamientos.
Portada del primer ejemplar (8 de mayo de 1870) |
Portada del 21 de noviembre de 1870 |
Portada del 21 de enero de 1872 |
Portada del 1 de enero de 1879 |
Portada del 1 de enero de 1881 |
Última portada del 12 de octubre de 1934 |
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