lunes, 15 de mayo de 2023

San Isidro Labrador, de la leyenda y propaganda a la literatura popular impresa

Dibujo a lápiz de San Isidro de mediados del siglo XVII

Otro santo de contradictoria documentación sobre la que se han entretejido numerosas leyendas acerca de sus supuestos y múltiples milagros es el referido al legendario San Isidro Labrador, patrón de la ciudad de Madrid. A Isidro se le adjudican más de cuatrocientos milagros sin referencia alguna con datos contrastados, pero que sin duda han resultado atrayentes para promover y fomentar la devoción a este labrador, conocido de forma satírica como el labrador holgazán, puesto que permitía que los ángeles arasen el campo con los bueyes mientras Isidro, abandonando su trabajo, se dedicaba a la oración anteponiendo lo espiritual a lo meramente material. 

De la biografía del santo se conocen numerosas, aunque ambiguas y subjetivas versiones, tanto impresas como orales, que circulan en el imaginario popular. Se trata de un santo muy favorecido por la devoción popular al que se le atribuyen numerosos milagros vinculados preferentemente con el mundo agrícola debido a su oficio y cientos de milagros apócrifos gracias a su mediación, como se expresa en el refrán San Isidro labrador, reparte el agua y el sol, ya que entre sus atribuciones también estaba la de hacer brotar manantiales de forma milagrosa.

La imprecisión que envuelve la leyenda de San Isidro se refleja fundamentalmente en los milagros póstumos, aparte del códice del siglo XIII conservado y atribuido a Juan Diácono, donde se recogen también los primeros milagros protagonizados por San Isidro durante su vida, aunque los milagros atribuidos al santo post-mortem, algunos recogidos también en el códice, son la auténtica clave del desarrollo de su fama de santidad a nivel popular vinculados desde un punto de vista sociológico con los contextos culturales propios de cada época.

Para ampliar algunos datos generalistas, sugiero consultar una anterior entrada que dediqué al santo en este mismo blog hace dos años.

Los santos, antes y ahora, no han dejado de utilizarse como instrumentos políticos y económicos. Ello explica que durante el reinado del católico rey Felipe II se iniciara de forma oficial desde el año 1562, junto a otros promotores influyentes, el deseo de su canonización para promocionar y prestigiar de alguna forma la nueva imagen de la villa de Madrid como capital de la monarquía católica, que de forma estable y oficial albergaba la Corte desde el año anterior. El monarca no alcanzó a celebrarlo, ya que falleció veinticinco años antes. Hubo que esperar unos cuantos años hasta que la canonización del labrador se produjera el doce de marzo de 1622, ya durante el reinado de Felipe IV y de una curiosa forma múltiple debido a las fuertes presiones de las órdenes religiosas, puesto que en el mismo día se canonizaron a cuatro primeras figuras españolas: Teresa de Jesús, Ignacio de Loyola, Francisco Javier e Isidro Labrador, al que se añadió también al italiano San Felipe Neri para evitar una ceremonia exclusivamente española.


Tras la celebración del Concilio de Trento (1545-1563) se propagaron de forma espectacular, no solo las hagiografías, sino también el uso desmesurado de las reliquias como respuesta a la reforma protestante protagonizada por Lutero, quien atacó las hagiografías por falta de rigor histórico, así como el trasiego de reliquias que consideraba asociadas a la superstición o a la magia. La propaganda contrarreformista promovió de nuevo el culto y la instrumentalización de las figuras de los santos para incrementar la devoción popular y prestigiar sus lugares de origen. El uso de hábiles recursos teatrales resultó de gran eficacia como mecanismos atrayentes, ya estuvieran asociados a la simple escucha o con más impacto a lo propiamente visual, con el objetivo de llegar a un mayor número de público para difundir mensajes. Las comedias hagiográficas constituyen un claro ejemplo de propaganda devocional sabiamente utilizadas por la iglesia católica combinando fantasía, veracidad, leyenda y sentimentalismo.

Estudio forense del cuerpo momificado y fin del Año Jubilar

El pasado año 2022, con motivo del 400 aniversario de la canonización de San Isidro, la Archidiócesis de Madrid encargó a la Escuela de Medicina Legal y Forense de la Universidad Complutense de Madrid un estudio de carácter científico-forense, llevado a cabo entre los meses de enero y abril, para analizar el cuerpo conservado tras más de nueve siglos de antigüedad desde su primer enterramiento. El estudio tenía como finalidad lograr un mayor conocimiento de la reliquia conservada, algo que permitiera a la iglesia reafirmar la autenticidad de los restos conservados con los relatos y milagros atribuidos a Isidro.

A su vez, para fundamentar dicha celebración, el actual papa Francisco concedió a la Archidiócesis madrileña el Año Santo Jubilar para promover y consolidar la fe, lo que implica la concesión de una indulgencia plenaria, es decir, la posibilidad de conseguir el perdón por los pecados cometidos si se cumplen las condiciones eclesiales y, al ser plenaria, a la liberación total del castigo. La proclamación de un Año Jubilar es competencia exclusiva de la Santa Sede, clausurándose tal día como hoy, 15 de mayo de 2023.

Según los estudios realizados el cuerpo correspondería a un varón, de entre 35 y 45 años, con una estatura entre 167 y 186 centímetros y con signos o características propias de grupos afrodescendientes, lo que para la iglesia no contradice para nada la vida y trayectoria de San Isidro. A grandes rasgos, los estudios llevados a cabo señalan a que su antebrazo izquierdo está desarticulado por el codo, que faltan cuatro vértebras torácicas de las que se desconoce su paradero, falta de algunos huesos (pies, manos y vértebras), así como la presencia de dientes en otras localizaciones fuera de la boca. Como sugerencia plausible, su muerte se produjo a los 48 años coincidiendo con la bula papal de Benedicto XIII. 

La reconstrucción facial llevada a cabo tras estos estudios a partir de la morfología del cráneo, nos sugiere la siguiente fisonomía de Isidro:


Los estudios realizados contribuyen a la reafirmación por la iglesia de que los restos del cuerpo momificado y estudiado corresponden al santo a pesar de los desgastes y la falta de piezas, como pequeños huesos o dientes que en su día sirvieron como amuletos para curar las enfermedades de personajes importantes.

Ya el gran Mesonero Romanos, en un sustancioso artículo escrito en 1851 titulado Recuerdos de San Isidro Labrador, patrón de Madrid, publicado en El Semanario Pintoresco Español, revista de la que él mismo fue el creador en 1836, da constancia de que al cuerpo momificado le faltaban tres dedos de sus pies señalando también el habitual uso de las reliquias por las personas reales para lograr la intercesión del santo y combatir enfermedades.


Hay relatos donde se da la noticia de que se le arrancó uno de sus dientes para depositarlo bajo la almohada de Carlos II y así facilitar su curación. En otro se comenta que Juana, esposa del rey Enrique II, le arrancó uno de los brazos, pero se arrepintió al salir de la iglesia y enseguida lo restituyó. Desde entonces el brazo se encuentra unido al resto del cuerpo mediante una cinta. También se relata que una de las damas de la Corte de Isabel II le arrancó mientras lo besaba un dedo pulgar del pie, aunque lo devolvió rápidamente al sentir una serie de trastornos.

El total distanciamiento de la vida de Isidro (en el siglo XII) respecto a los relatos, rogativas, curaciones y milagros atribuidos al santo sanador y hacedor de manantiales como fundamental mediador de tan variadas peticiones, son una forma de reivindicación de un santo local, madrileño en este caso, con los consiguientes beneficios que reportan para la iglesia el mantenimiento de su culto, así como a la ciudad con sus concursos, casticismo, actuaciones, pasacalles y verbenas.

La difusión popular de su culto ha ido pasando por diversas etapas, desde las breves hagiografías para ser leídas ante un público iletrado hasta las más consistentes obras destinadas a las clases pudientes en lecturas privadas y acabando en lo que nos ocupa, en estas muestras de literatura popular impresa distribuidas y puestas a la venta por los ciegos durante el siglo XIX a un módico precio en las plazas de los pueblos.

La reproducción de estos dos pliegos, donde se narran conocidos milagros del santo como expresiones de la religiosidad popular, se relacionan con las novenas, refranes, pinturas y estampas, comedias de santos, aleluyas o canciones alusivas infantiles a modo de juego, como cauces de difusión, recreación y propaganda del personaje y del mundo campesino.

Obviamente, la devoción a un determinado santo no deja de ser una respetable cuestión de fe, al margen de que se ampare en una ambigua documentación en la mayoría de los casos.














©Antonio Lorenzo

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