El pliego que acompaña esta entrada comienza con un claro sentido burlesco al tergiversar la conocida locución latina utilizada para persignarse o bien para señalar el comienzo o el final de una oración o celebración religiosa: In nómine Patris et Fílii et Spiritus Sancti. Amen (En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amen). La locución no deja de ser un intento de agrupar y armonizar la creencia del cristianismo en un solo y único Dios mencionando cada una de las personas de la llamada Santísima Trinidad, dogma central del catolicismo fijado en una primera etapa en el Concilio de Nicea (325 D.C)) y en una segunda en el primer concilio de Constantinopla (381 D.C) con el fin de combatir herejías negacionistas. En nuestros años de instrucción religiosa quedábamos perplejos por aquello de tener que asumir, sin más, el misterio de la conjunción de tres personas distintas en un solo Dios verdadero y donde la representación gráfica de las deidades solía ser un halo triangular y con el Espíritu Santo representado en forma de paloma.
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Entresacado del Catecismo de la doctrina cristiana del padre Claret, Barcelona, 1848 |
Tras el comienzo representativo de la locución latina, la arenga burlesca la asocia a plantas y a elementos de carácter espinoso: "espinas, cardos, aliagas, coscoja, aceyte, dardos, alfileres y abriojos, que os vea yo sembrados en los ojos". Tras ello, la arenga utiliza recursos propios de un predicador que se dirige a su auditorio acompañado seguramente de gestos y de presuntas entonaciones de voz estableciendo una serie de comparaciones metafóricas y disparatadas, junto a juegos de palabras entreverados con macarrónicas frases latinas para entretener a sus oyentes y despertar una hilaridad desenfadada, aunque desde un punto de vista actual se nos hayan perdido muchas de las claves alusivas para descifrar convenientemente su sentido.
Esta arenga burlesca es una de las más conocidas y reimpresas por distintos talleres con la finalidad, no exenta de críticas más o menos solapadas, de provocar diversión. Al igual que sucede con los pliegos etiquetados como sermones o arengas burlescas, van acompañados de latinismos con intencionalidad humorística y con un claro sentido lúdico para provocar efectos inmediatos en los receptores donde subyace también una crítica a los usos de los predicadores religiosos.
Este tipo de pliegos podría englobarse como una especie de subgénero satírico de carácter fronterizo y adaptados a un público más generalista respecto a otras manifestaciones elaboradas con un mayor refinamiento literario por grandes autores como Góngora o Quevedo, entre otros. No hay que olvidar que la literatura popular impresa, compuesta de materiales heterogéneos de complejidad temática, está emparentada con la oralidad, tanto por su origen como por su trasmisión a amplios sectores de la población.
Similitudes temáticas con la poesía de los goliardos
En este tipo de pliegos, a los que he etiquetado como "sermones y arengas burlescas", creo encontrar similitudes temáticas con las poesías de los llamados goliardos.
La burla contenida en los sermones y arengas hunden sus raíces temáticas en antiguas manifestaciones de siglos anteriores donde se observan diferentes modalidades y con ambigua intencionalidad, ya sea moralizante, defensiva o abiertamente crítica. Dando un salto formidable en el tiempo este tipo de sermones burlescos y satíricos se relacionan con la tradición medieval donde guardan ciertas similitudes y vínculos temáticos con algunos aspectos de la poesía conservada de los antiguos goliardos.
Durante la Edad Media (siglos XII y XIII) se conoce un tipo de estudiantes vagabundos en formación y clérigos de vida errante y desordenada que mantuvieron una actitud crítica frente a los valores preconizados por la iglesia y a su doble moral. De ellos se han conservado una serie de poemas y cantos medievales donde se entremezcla el latín con el alemán y provenzal antiguo, propugnando una visión del mundo más terrenal, de vida alegre y disoluta con muchas referencias a la gula, al vino, a los juegos y a los placeres en general, aspectos que perduran en este tipo de pliegos.
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Biblioteca Estatal de Baviera, Munich, Codex Buranus (Carmina Burana) (ca. 1230) |
El músico y compositor alemán Carl Orff (1895-1982) utilizó algunos de los textos de los goliardos para componer su magnífica obra Carmina Burana (1937) donde las ideas de los goliardos se enfrentaban a la rígida concepción del mundo mantenida por la iglesia. El original de la colección de cantos de Carmina Burana de los siglos XII y XIII se conserva en un único códice encontrado en 1803 donde se manifiesta un profundo interés por los placeres terrenales y la naturaleza, el amor carnal y la crítica a los poderosos estamentos eclesiásticos y sociales.
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Ilustración de una sátira del Decamerón de Boccaccio |
En el caso español el término goliardo no es tan notorio como en otras partes de Europa, usándose entre nosotros términos más generalistas como juglares, trovadores o "clérigos ajuglarados". La figura de Juan Ruiz, Arcipreste de Hita, en su clásico Libro del buen amor, compuesto entre 1330 y 1343, y aunque ya alejado cronológicamente del tiempo de los goliardos, fue un reconocido autor de inspiración poética goliardesca, tal y como como señaló en su día Menéndez Pidal en su Poesía juglaresca y juglares (1924), donde Hita nos ofrece testimonios del clero de su tiempo y de su escasa formación académica, elementos comunes de la poesía goliardesca, aunque sin hacer apología expresa al vino y a la buena vida, aunque desde un punto de vista moralizante señala el camino que había que seguir tras haber pecado: arrepentirse, volver a rezar... y vuelta a empezar.
El Arcipreste de Hita, que "sabía los instrumentos e todas juglerías", no es propiamente un clérigo juglar ni un clérigo vagabundo, pues su arciprestazgo se opone a que lo consideremos como tal; pero es por su espíritu uno de esos. Veremos cómo su inspiración poética es profundamente goliárdica, y cómo su libro tiene muchos caracteres juglarescos. Además, el Arcipreste escribió muchas cántigas para toda clase de juglares, y en especial "para escolares que andan nocharniegos", producción casi toda perdida, pero de la cual se nos conservan precisamente dos cantos de escolar, que son simples peticiones de limosna. [Parte primera: el juglar y los tipos a él afines].
Con posterioridad, huellas del legado de los goliardos pueden hallarse en la referencial obra del Renacimiento europeo: Gargantúa y Pantagruel de François Rabelais (h. 1494-1553), donde se resignifica la visión de los goliardos desde un punto de vista carnavalesco respecto al gusto por los excesos, la fiesta, el vino, la gula y la transgresión de la moral ortodoxa, tal y como ha desarrollado Mijail Bajtín (1895-1975) en La literatura popular en la Edad Media y el Renacimiento. El contexto de François Rabelais.
Aún a cuenta de las enormes distancias cronológicas creo que existen similitudes temáticas y características propias que se han mantenido a lo largo de los siglos. Estas similitudes pueden rastrearse tanto en algunos escritos del Siglo de Oro, hasta en lo conservado en estos tardíos ejemplos de la literatura popular impresa. Estas conexiones apuntadas a lo largo del tiempo en géneros históricos tan dispares solo tienen por objeto el resaltar sus similitudes temáticas, algo que abre un sugerente campo de investigación que merecería una mayor atención y estudio por esta peculiar mezcla de elementos paganos y cristianos que se encontraban presentes en la primitiva poesía lírica de los goliardos.
Como es notorio, en el selvático mundo de los pliegos confluyen elementos de diversas procedencias donde se entrecruzan lo folklórico, lo noticiero, lo devocional, lo político o lo burlesco, por lo que su estudio debe centrarse en la vía de estudio que elijamos teniendo en cuenta su diversidad y atendiendo a su contexto socio-cultural. Independientemente de la distancia cronológica observamos que hay determinados aspectos y similitudes que perviven en la tradición literaria con una lógica conceptual y metafórica semejante que perdura a lo largo de los siglos, al margen del contexto sociocultural en que nos detengamos.
Obviamente tanto la figura del clérigo como la del estudiante han evolucionado significativamente a lo largo del tiempo, por lo que hablar de literatura goliardesca respecto a su autoría es algo que ha ido evolucionando profundamente y exige una gran matización, pero no así en cuanto a su primitiva temática original, que es precisamente la que se ha mantenido y creo que aún puede rastrearse hasta en estas pequeñas muestras de los pliegos de cordel. La evolución de esta temática original goliardesca se prolonga a través de la evolución del personaje estudiantil y de sus conocidos ceremoniales académicos de los gallos estudiantiles, con alusiones a las ceremonias burlescas del doctoramiento universitario donde se vejaba al doctorando, práctica que llega nada menos que hasta mediados del XIX, o lo practicado por el estamento eclesiástico según sus usos sociales y dependiendo sus actividades o necesidades vitales propios de sus circunstancias históricas.
La relación de estos pliegos con las diversas variedades del teatro cómico es notable en cuanto a su forma de presentar o aludir a diferentes personajes mediante un único y hábil recitador, lo que se conoce por el genérico nombre de monólogo dramático, aunque más bien habría que hablar de formas pre-dramáticas donde el actor pasaba con facilidad de lo propiamente sagrado mediante frases macarrónicas latinas a lo cómico y a la caricatura.
Estas similitudes y afinidades temáticas que arrancan desde muchos siglos atrás, abren todo un mundo variado de interpretaciones y perspectivas sobre la evolución literaria de la poesía goliardesca en relación con la literatura popular impresa de este tipo de pliegos.
El pliego fue impreso en Barcelona por los herederos de Juan Jolis (hijo) entre 1760 y 1770.
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Xilografía de la arenga burlesca publicada en Barcelona por Ignacio Estivill |
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Cabecera sin pie de imprenta y sin año |
©Antonio Lorenzo