El diálogo que se recoge en el pliego entre un recién licenciado de las quintas con una castiza vendedora de avellanas sugiere diferentes perspectivas. La cabecera del pliego viene a resaltar el protagonismo de la vendedora de avellanas quedando en una especie de segundo plano el diálogo entre el licenciado Perico y la vendedora Manuela. Tras la crítica del licenciado por las frecuentes prácticas llevadas a cabo por los soldados en las quintas, se establece un diálogo con la vendedora de avellanas, a la que, curiosamente, no reconoce en un principio que en tiempos pasados fuera su prometida. Tras los requiebros entre el licenciado y la vendedora mediante galantes halagos y sugerencias, Manuela acaba confesando que ya se encuentra casada a instancias de los deseos de sus padres, pero que nunca olvidó a Perico ni sus antiguos amores. La decepción de Perico le lleva a expresar las prácticas interesadas de las mujeres, a lo que Manuela responde que su marido pronto morirá y entonces podrán casarse, pero que mientras ella siga vendiendo avellanas su marido comerá de las malas y Perico de las buenas. Ante la queja de Manuela por ser víctima de un matrimonio concertado a la fuerza por los padres, Perico se hace eco de las argucias y el orgullo propio de las mujeres para beneficiarse.
En el pliego, al igual que sucede en sus otras impresiones por distintos talleres, no aparece el nombre de su autor, algo característico de estos papeles volanderos. Sin embargo, investigando por internet, he logrado acceder al autor del mismo, cuyo nombre corresponde a Baudilio Pujol, del que no he encontrado ninguna otra documentación. Su nombre aparece en el Boletín Oficial del Ministerio de Fomento, vigente en pleno reinado de Isabel II y correspondiente al mes de junio de 1856. En dicho boletín también se recogía y registraba por entonces la ley de propiedad literaria, donde se daba cuenta de los dramas, zarzuelas, entremeses, comedias o pliegos, así como de sus editores. Estos boletines constituyen una importante documentación testimonial para conocer el nombre de los autores que no suelen aparece en el colofón de los pliegos.
Lista de las obras científicas y literarias remitidas al Ministerio de Fomento por los Gobernadores de provincia en el mes de junio de 1856 para los efectos del Real decreto de 10 de junio de 1847 sobre propiedad literaria.
La referencia al 10 de junio de 1847 es importante, pues es la fecha en la que se promulgó el Real decreto de la primera ley española en recoger y regular la propiedad intelectual. Mediante esta ley se trataba de proteger los derechos de los autores o traductores estableciendo una serie de reglas y condiciones para llevarlas a cabo. Acogiéndonos a dicha ley es como he podido averiguar el autor de los versos del pliego.
Aparte del contenido del pliego, tanto los vendedores ambulantes como los oficios tradicionales fueron una fuente y motivo de inspiración, para ilustrar versos y para dibujantes y grabadores, al que dediqué una anterior entrada el pasado año 2021 para señalar su importancia costumbrista bajo la etiqueta "Canciones y pregones de los vendedores ambulantes".
Estos vendedores, que "gritaban" sus mercancías para atraer a su clientela, no solo en Andalucía, sino también en los barrios madrileños, fueron motivo para ilustrar una colección de calcografías realizadas por el grabador Miguel Gamborino y publicadas con el título de Los gritos de Madrid entre 1809 y 1817, siendo muy apreciadas por los coleccionistas.
En el mundo de los pliegos sueltos también aparece la figura de la avellanera junto a otras vendedoras ambulantes, como la castañera, la buñolera y la jardinera, todas ellas ilustradas con versos, del que entresaco el referido a la avellanera con claras referencias a personajes y a barrios madrileños.
Otro ejemplo de diálogo humorístico, aunque se trata en este caso entre Paco y Manola, vendedora andaluza de castañas, aparece como añadido en un pliego del año 1863 donde figura como autor Enrique Gavarró Mestres, conocido también por sus sainetes.
La figura de la avellanera también se ha utilizado en los ventalls o abanicos en Cataluña donde se aprovecha la misma xilografía de Josep Noguera en el pliego suelto por pertenecer a la misma casa editora, aunque con versos diferentes.
La avellana, distribuida por los vendedores callejeros, se asocia también con aspectos eróticos mediante metáforas de doble sentido y no siempre fáciles de interpretar, aunque amparándose en una aparente e inocente forma de anunciarlas mediante una forma de ambigüedad desenfadada. La avellana se asocia a la cáscara dura que protege un interior jugoso, lo que viene a sugerir y a simbolizar la fuerza y el vigor sexual. El árbol del avellano, cuyos frutos se producen una temprana edad, se asocia su maduración en refranes aludiendo al santoral del calendario o en coplas desgajadas de cantares populares. La venta callejera, donde se grita y exalta el producto de una forma aparentemente neutral, esconde de forma ambigua referencias a asociaciones placenteras respecto a frutos como a las almendras o piñones.
El mismo Lope de Vega, en su obra El villano en su rincón incluye una alusiva copla cantada por las vareadoras de aceitunas aprovechando un momento de descanso:
Deja las avellanicas, moro,que yo me las varearé,tres y cuatro en un pimpolloque yo me las varearé.
En coplas desgajadas de cantares también se utilizan las avellanas a modo de galanteo y de incitación amorosa, lo que recuerda la costumbre de arrojar arroz a los recién casados para desearles felicidad.
Ese que me está tirandoal delantal avellanas,parece que quiere sercuñado de mis hermanas.
Otras frases representativas se dedican a minusvalora a la mujer:
* La mujer es como la avellana, la más hermosa suele venir vana* Las avellanas malas hacen más ruido que las sanas* La avellana mala rompe los dientes y no quita la gana.
* Como sé que te gustan las avellanas, por debajo la puerta te echo las vanas
La avellana como acertijo:
Ave es mi nombre,llana mi condición,si no lo aciertas,eres un gran simplón.
¿Cuál es el ave que tiene la panza llana?
Soy ave y soy llana, pero no tengo pico ni alas