viernes, 31 de marzo de 2023

Los Siete Dolores de la Virgen en quintillas

 

Procedente del taller y librería de Juan Llorens en Barcelona este pliego en quintillas sobre los Siete Dolores de la Virgen.




©Antonio Lorenzo

sábado, 25 de marzo de 2023

Castigo que Dios nuestro señor ha obrado con una ventera

 

En la anterior entrada centraba la atención en un conjunto de pliegos que también estaban relacionados con cuentecillos y romances tradicionales donde se detallaba el tremendo castigo a una criada por no atender debidamente a los indigentes, con especial atención a la figura de Jesucristo que disfrazado de pobre también solicitaba ayuda.

El castigo a la criada, considerada como subalterna de segundo orden en la mentalidad machista, se refleja también es este otro pliego de cordel, aunque en este caso se trata de una ventera donde se cuenta en dos partes la historia de lo ocurrido con un arriero vendedor de aceite.

El pliego fue editado en Valencia el año 1814 por la imprenta y librería de Manuel López, quien también fuera editor de periódicos, diarios y folletos. 

La historia se desarrolla en una desconocida provincia de Andalucía que el autor del pliego no cita por considerarlo indecoroso. Al arriero José Francisco, que llevaba cargas de aceite para vender en una localidad próxima, se le apareció la Virgen indicándole que se acercara a la cercana venta para advertir a la ventera que tuviese más caridad con los pobres ya que de no hacerlo se le acabaría quemando la venta. Cumpliendo su recomendación comunicó a la ventera el aviso que le dio la Virgen para que tuviese consideración con los pobres, aunque ella ni lo creyó ni lo tuvo en cuenta. En la segunda parte del pliego y tras regresar el arriero el día siguiente a su trabajo, se encontró con un quejoso anciano que se hallaba recostado sobre unas yerbas del camino y que resultó, sin él saberlo, el mismo Dios quien solicitó al arriero ir a la venta para examinar el trato de la ventera. Una vez allí, la ventera se negó a atenderle mostrando una enorme falta de caridad y echándole a empujones de la venta por lo que José Francisco lo llevó a su casa para atenderle de sus heridas y que descansara en cama. Al regresar de nuevo Francisco a su trabajo se encontró con otros arrieros que le comunicaron que la venta estaba ardiendo en llamas y que cuatro demonios despedazaban con sus garras a la ventera al tiempo que se abría la tierra tragándose a la infeliz mesonera en medio de un hedor a azufre.

Al regresar Francisco a su casa resulta que ya no se encontró al anciano, sino que apareció un señor crucificado y derramando sangre y agua por su costado. El final del pliego recoge que Francisco apareció muerto y abrazado a un crucifijo, por lo que fue recompensado por su demostrada caridad con la gloria santa.

Como señalé en la entrada anterior, el encuentro de un labrador (arriero en el caso del pliego) con un indigente que pide caridad y que no es otro que Jesucristo, es recurrente en la tradición romancística. A modo de ejemplo, transcribo esta versión inédita de El labrador caritativo [IGR, 0185] que nos recitó María Bernal, Bernal, de 63 años, en La Puebla de la Sierra (Madrid) junto a mis compañeros Julio Camarena y Paloma Esteban el 5 de noviembre de 1983.

Madrugaba un labrador   tres horas antes del día
y antes de ponerse el sol   a su casa se volvía.
Se ha encontrado a un pobrecito   el pobrecito decía:
- Mónteme usté en ese macho   que Dios se lo pagaría.
El labrador se apeó   y un rato lo subiría,
y a su casa le llevó   y de cenar le daría
pan de centeno le dio   porque de otro no tenía.
Cada bocado que daba   de trigo se le volvía.
Tres mantas le dio a escoger   por ver de cuala quería.
A eso de la medianoche   el labrador no dormía.
Se levantó el labrador   con una vela encendida
por ver si el pobre descansa,   por ver si el pobre dormía.
Y vio que era Jesucristo,   la cruz por cama tenía.
- Si yo hubiera sabido esto,   que tal huésped yo tenía,
No le hubiera dao mis mantas   sino mi alma y mi vida.
-Te prometo, labrador,   trigo pa toda tu vida
y para cuando te mueras   la gloria tendrás cumplida.

El pliego








©Antonio Lorenzo

miércoles, 15 de marzo de 2023

Castigo a la criada de un sacerdote por ultrajar a los pobres

 

Pliego donde se nos informa del espantoso castigo recibido por la criada de un sacerdote por tratar de forma desconsiderada a los pobres que se acercaban a pedir ayuda y también por no atender a Cristo que se presentó disfrazado en forma de pobre a pedir ayuda. Es este uno más de los significativos casos de misoginia que puede rastrearse en la literatura popular impresa para echar las culpas a las mujeres, ya sea por su insolencia o afán vengativo. El pliego se hace eco del castigo a la criada por su falta de caridad para con los indigentes, lo que le llevó a ser devorada por demonios.

Se conocen varios ejemplares de pliegos con el castigo a la desgraciada Teresa, donde en alguno de los cuales ni siquiera se la nombra en la cabecera, como el que reproduzco, lo que sí sucede en otras reimpresiones de las que añado al final algunas xilografías de sus portadas.

Dentro del marco social y cultural de la literatura popular impresa, estos aspectos sobre el papel desempeñado por las criadas han sido magníficamente estudiados y analizados por Alison Sinclair en Historias de dos desgraciadas: estereotipos de la culpa en la literatura popular española de los siglos XVIII y XIX, en la revista digital "Cuadernos de Ilustración y Romanticismo", nº 22, (2016) y por Juan Gomis Coloma en Sirvientas en la literatura de cordel, o la criada como enemigo doméstico, en el nº 20 (2014) de la revista anteriormente citada.

La presencia de Cristo en traje de pobre, como aparece en el pliego, es recurrente en algunos cuentos tradicionales, acompañado a veces por San Pedro, como tuve la oportunidad de referirme a ello en el trabajo que publiqué en las Actas de las III Jornadas de Etnología de Castilla-La Mancha (Guadalajara, 1985) Los viajes de Cristo y san Pedro por el mundo. En los relatos tradicionales la figura de Cristo, ya sea solo o acompañado, pide ayuda para comer o para alojarse, algo que o bien les es negado o por el contrario son acogidos de forma hospitalaria, donde se recompensa a los benefactores con la gloria eterna o con la posibilidad de realizar sus deseos. A quienes les han negado la ayuda o la hospitalidad les sobrevienen desgracias. En estos cuentecillos tradicionales, al margen de su función didáctica como modelos de conducta o dimensión propiamente ética, adquiere una mayor importancia lo gracioso y lo cómico, ya que sirven para ofrecer humorísticas explicaciones sobre el porqué San Pedro se quedó calvo o tiene una oreja más alta que la otra, como en el cuentecillo San Pedro y los higos [Tipo 774 G].

En el Romancero también encontramos ejemplos donde aparece la figura de Cristo como pordiosero pidiendo ayuda a un labrador o a una posadera. Los títulos de los romances trasmitidos oralmente se conocen con diversos títulos, como "Cristo pordiosero", "Jesucristo en traje de pobre", "La criada despiadada", "Cristo pide limosna", etc. Como ejemplo, el texto del romance que adjunto guarda una innegable relación con el pliego que nos ocupa. Lo entresaco de la recopilación El Romancero vulgar y nuevo, llevada a cabo por Flor Salazar (Centro de Estudios Históricos Menéndez Pidal, con la guía de Diego Catalán, Madrid, 1999, pp. 302-303), con el título de "La maldita Teresa" donde se nos ofrece todo un resumen de la altanería de la criada y su espantoso final devorada por demonios en forma de gatos "sacándola la asadura, las entrañas y la lengua".

El romance




El pliego





Aunque en los pliegos que conocemos desarrollan la misma historia de la criada del sacerdote, resulta curioso la diferente localización de los hechos y en el nombre del sacerdote en el pliego editado por la imprenta vallisoletana de Santarén. Los más comunes señalan el nombre del párroco del pueblo de la facticia localidad gallega de Peñasalquera, perteneciente al obispado de Tuy, con el nombre de don Jacinto Varela, mientras que en el pliego editado por Santarén, se localizan los hechos en la otra facticia localidad de Aldea Nueva, perteneciente al obispado de Cartagena y cuyo párroco tiene por nombre Manuel de Lucena.

Otras xilografías de portadas


Editado en Carmona por José M. Moreno (1854)

Editado en Valencia (s.a.) por la imprenta de Laborda

Editado en Valladolid por la imprenta de Santarén (1832)

Editado en Madrid (s.a.) por la imprenta de Luis Siges y Sotos

©Antonio Lorenzo