viernes, 27 de diciembre de 2013

Las guerras de España con Marruecos [Guerra de Melilla: 1893]

Ilustración sobre esta guerra aparecida en 'Le Petit Journal' (18-11-1893)

La guerra de Melilla de 1893-1894, también conocida como guerra de Margallo o primera guerra del Rif, no fue propiamente una guerra contra Marruecos, sino contra las cabilas o tribus que rodeaban la ciudad de Melilla y que instigaban a las tropas españolas.


Tras la guerra de 1860, el gobierno de Isabel II consiguió una ampliación del campo de Melilla y el establecimiento de una zona neutral ante la plaza. No obstante, los ataques rifeños no dejaban de producirse. En el mes de julio se comenzó en esta zona neutral la construcción de un fuerte que sirviera de posición a las tropas españolas. La escasa visión estratégica de los mandos españoles, no contempló el que se comenzasen a excavar los cimientos de un nuevo fuerte en los terrenos de un cementerio donde reposaba un moravito (santón) muy popular entre los rifeños. Estos destruían inmediatamente lo comenzado originando numerosas escaramuzas. El general Juan García Margallo, gobernador por entonces de la plaza de Melilla y bisabuelo del actual ministro de Exteriores José Manuel García Margallo, intentó desalojar el campo para proseguir las obras comenzadas. La agresividad de los rifeños y la escasez de las fuerzas españolas, hicieron al general refugiarse en el fuerte de Cabrerizas, próximo a Melilla, donde hubo de soportar un durísimo asedio. El general intentó una salida desesperada y fue abatido por tres balazos el 28 de octubre.



El general Margallo según 'La Ilustración española y americana'

En el transcurso de esta guerra tuvo una especial intervención el entonces capitán Juan Picasso González, tío segundo del célebre pintor y que, andando los años, sería el encargado de elaborar un informe, conocido por el «Expediente Picasso», que resultaría decisivo para dilucidar las responsabilidades del desastre de Annual en 1921.

Abastecimiento del fuerte de Cabrerizas

Salida de un convoy para aprovisionar los fuertes

Fuerte de Rostrogordo en Melilla en 1893

Cercadas las tropas españolas del general Margallo, resultaba vital el envío de refuerzos. Picasso, extraordinario jinete, se ofreció voluntario para traspasar las líneas enemigas y llegar al fuerte de «Rostrogordo» para pedir ayuda. Situado en tierra de nadie y con enorme riesgo de su vida, consiguió llegar a Melilla en su caballo «Príncipe» a través de innumerables disparos enemigos. Su atrevida y arriesgada acción le valdría la laureada de San Fernando.

Como testimonio del seguimiento popular reproduzco esta aleluya que da cumplida cuenta de los acontecimientos de este conflicto.


Sobre estos episodios nos da cuenta el romance que transcribo a continuación, inédito hasta ahora, donde el nombre del general Margallo se trastoca en un sorprendente Marigallo. La versión fue dictada por Moisés Crespo Azabal, de 61 años, en  la alquería hurdana de Martilandrán (Cáceres), en el verano de 1985. Respeto la grafía tomada de la audición.

El año noventa y tres,   el mes de octubre corría,
y al general Marigallo   los marroquinos herían:
siete tiros en el pecho   y otros siete en la barriga,
y otros siete al su caballo   que en la tierra se rendía.
Y a cuenta de tantos tiros,   Marigallo se moría.
Cuando se estaba moriendo,   a sus tropas les decía:
–Allí alante, allí alante,   más alante de Melilla,
un millón de marroquinos   quieren conquistar Melilla.
Y yo vos digo, hijos míos,   hijos de la patria mía,
que donde esté un español   no se admite la porfiria.–
Mandó el sultán marroquino   a toda la morería,
no quedara un español   con el latido de vida.
Y asaltaron los fortines   que había en la tierra asiria.
Y un soldadito español   vio la bandera perdida.
Al irla a recuperar,   los moros vinon encima.
Le han cortado los dos brazos,   le han cortado las dos piernas;
con la boca sostenía   el asta de la bandera.
A grandes voces gritaba   y decía de esta manera:
–¡Viva nuestro general   y viva la España entera!
¡La bandera no caerá   en las manos de estas fieras! 

Reproduzco otras ilustraciones sobre esta guerra tomadas de la prensa de la época.

Cádiz: calurosa despedida al Regimiento Pavía camino de Melilla

Málaga: salida del  Regimiento de Dragones de Santiago para Melilla

Vitoria: despedida a las tropas del 2ª Regimiento de Artillería de Montaña

Desembarco de penados destinados a trabajos de atrincheramiento del fuerte de Sidi Guariax

Llegada del general Mártínez Campos a Melilla al fondear el «Alfonso XII»

Alojamiento de tropas en Melilla

Portada del almanaque del semanario satírico anticlerical y republicano 'Campana de Gracia' de 1894, al año siguiente de comenzada la guerra del Rif. En ella se ve a una mujer con barretina y falda catalana que lleva en su mano izquierda una bandera española y en su mano derecha un fusil de asalto.


Antonio Lorenzo


lunes, 23 de diciembre de 2013

Las guerras de España con Marruecos [4ª parte: 1859-1860]

Recibimiento en Madrid al ejército victorioso que regresaba de África, por Joaquín Sigüenza 

Firmada la paz con Marruecos el 26 de octubre de 1860, las tropas que intervinieron en el conflicto regresaron a sus destinos de origen, donde fueron recibidas con grandes aclamaciones. Especialmente brillante fue la acogida en Barcelona a los voluntarios catalanes que sobrevivieron a estos enfrentamientos.


Recibimiento a los voluntarios catalanes en Barcelona

Una de las marchas militares más conocidas es, precisamente, la dedicada a los voluntarios catalanes, compuesta por Gerónimo Giménez en 1893 y que puede escucharse accediendo al siguiente enlace:

http://www.youtube.com/watch?v=uWnj_HfoYf8&list=PL130119043AE00976&index=1

La exaltación patriótica que suscitó la victoria fue recogida en romances y en pliegos de cordel.

















Reconstrucción del atentado al general Prim

El 27 de diciembre de 1870, en medio de una fuerte nevada en Madrid, el general Prim se disponía a regresar del Congreso de los Diputados al palacio de Buenavista, su residencia oficial como presidente entonces del consejo de ministros. En su recorrido por la calle del Turco (hoy Marqués de Cubas) le salieron al paso unos pistoleros que, a bocajarro, abatieron a Prim quien moriría días después. Según unos, la causa de su muerte se debió a la infección producida por las heridas recibidas en el atentado; según otros, fue rematado aún con vida con un lazo o correa de cuero según parece apreciarse en el cuello de la momia que ha sido recientemente estudiada y de lo que existe abundante información a poco que se busque en la red.

Prim quería instaurar una monarquía constitucional que no fuese borbónica, debido a las malas experiencias pasadas. La búsqueda de un nuevo rey provocó numerosas intrigas entre las fuerzas integristas y conservadoras. Prim fue el principal valedor de Amadeo de Saboya frente a otros candidatos que se postulaban. Prim murió el 30 de diciembre, a los tres días escasos del atentado, por causas aún no aclaradas y discutidas ante el reciente examen de sus restos.

Apenas dos días después de la muerte de Prim, el día 2 de enero de 1871, juró como nuevo rey Amadeo I, al que vemos en el cuadro de Antonio Gisbert ante el cadáver de su valedor.




Amadeo I da el pésame a la viuda de Prim en su primer acto oficial

El atentado causó una gran conmoción en toda España. Una conocida canción que ha pervivido y que, curiosamente, forma parte del repertorio infantil como canción de corro, así lo expresa:

                                       En la calle del Turco
                                       le mataron a Prim
                                       sentadito en su coche
                                       con la guardia civil.
                                       Con la guardia civil,
                                       con la guardia rural,
                                       a las diez de la noche
                                       en paseo Real.

                                       Cuatro tiros le dieron
                                       en mitad del corazón,
                                       cuatro tiros le dieron
                                       a boca de cañón.

                                       Al pasar por las cortes
                                       le dijeron a Prim:
                                       Vaya usted con cuidado
                                       que le quieren herir.
                                       Si me quieren herir
                                       que me dejen hablar
                                       para entregar las armas
                                       a otro general.

                                      Al llegar a la plaza
                                      salió el hijo mayor.
                                      ¿Quién ha sido el ingrato
                                      que a mi padre mató?
                                      ¿Quién será ese tirano,
                                      quién será ese traidor?
                                      ¿Quién ha sido el infame
                                      que a mi padre mató?

La desaparición del general convirtió en inviable la solución dinástica a largo plazo de los Saboya. Amadeo no tenía más apoyo real que el de Prim. Su reinado duró apenas dos años. Al cabo de ese breve tiempo se vio obligado a abdicar y dar paso a la I República.

Las revistas satíricas de la época constituyen un formidable escaparate para seguir los acontecimientos desde diversos puntos de vista. Detengámonos en la que reproduzco de la revista «La flaca», en 1869.



En la caricatura puede observarse al general Serrano alzando la corona para ‘subastarla’. A su derecha se encuentra el general Prim, que guiña un ojo cómplice y a su izquierda a un serio y circunspecto Juan Bautista Topete, valedor del duque de Montpensier para hacerse con el trono de España. Entre el público puede verse pujando al duque de Montpensier a la izquierda de la imagen, al candidato portugués ofreciendo dinero para comprar la corona y a Isabel II, que alza en brazos a su hijo, el futuro Alfonso XII.

La siguiente caricatura representa, de manera jocosa, la búsqueda de un nuevo monarca para España una vez derrocada Isabel II. En ella vemos a la propia Isabel II junto a su hijo el príncipe Alfonso, el duque de Montpensier y el aspirante carlista Carlos VII. Todos ellos leen con atención el cartel donde puede leerse ‘se colocan reyes’.




En las siguientes caricaturas observamos al general Prim manejando el bombo de la lotería y sosteniendo con su prestigio el precario trono del futuro rey.




















Adjunto otras interesantes caricaturas publicadas por la revista satírica «La Flaca» alusivas a estos acontecimientos.

Caricatura de la Constitución española de 1869 aprobada tras el triunfo de la revolución de 1868 «La Gloriosa», que puso fin al reinado de Isabel II y vigente durante el breve reinado de Amadeo I.


Caricatura sobre la entrada de Amadeo I representado por un mono.



Antonio Lorenzo

sábado, 21 de diciembre de 2013

Las guerras de España con Marruecos [3ª parte: 1859-1860]

Soldado de los Tercios Vascongados
Voluntario catalán









Dada la extensión del pliego que reproduzco, donde se desarrolla el transcurso de esta primera confrontación con Marruecos, he considerado oportuno reproducirlo por extenso como testimonio del gran interés popular que suscitó esta guerra y que se vio reflejada en estos efímeros pliegos. Los versos son absolutamente mejorables literariamente y muchos de ellos mueven a la hilaridad, pero como testimonio sociológico resultan de interés. El patrioterismo, unido al catolicismo exacerbado que recorre todo el pliego, es una buena muestra de los sentimientos populares que pretendían despertar entre sus usuarios. La última parte del pliego recoge una antigua práctica de raíz medieval (que ya comenté en otras entradas) utilizando el recurso de la controversia y el debate entre dos personajes, en este caso entre el moro y el cristiano.

El pliego carece de lugar de impresión y de fecha, pero es claramente coetáneo a los sucesos que narra.

















Añado la portada de otro pliego, editado en Valladolid en la imprenta de Fernando Santarén, en 1861, y desarrollado enteramente en prosa. Como se aprecia se trata de la tercera edición, lo que da idea del éxito del mismo.




Antonio Lorenzo