Los Gozos (Goigs en catalán) son unas composiciones poéticas
de alabanza a Dios, a la Virgen o a los santos y mártires. Su origen es muy
antiguo y van dirigidos a ser cantados por el pueblo.
Se trata de un género semipopular, pues aparte de estar
compuestos para ser cantados tienen un soporte tipográfico que suele ir acompañado de
una xilografía alusiva (técnica de impresión sobre madera) y se difunden
impresos desde el siglo XVI.
Su estructura métrica y estrófica se remonta, según sus
estudiosos, a las danzas medievales provenzales. Su difusión es característica
del ámbito catalán y los ejemplares que se conservan suelen reproducir
episodios narrativos o devociones litúrgicas dispuestas para ser cantadas en
misas patronales, encuentros o romerías.
Un ejemplo característico de estos gozos es el dedicado a San
Severo.
Según la tradición San Severo nació en Barcelona en el seno
de una familia distinguida y se entiende que recibió una sólida formación
cristiana, pues alcanzó el obispado de Barcelona en torno al año 300.
Durante la persecución a los cristianos emprendida por
Diocleciano (303-305) en la región Tarraconense, a la que pertenecía Barcelona,
Severo se vio obligado a ocultarse en la actual San Cugat del Vallés.
La leyenda refiere que, al llegar San Severo a la entrada
del lugar, vio a un hortelano que estaba sembrando habas en su campo, y,
reconociéndolo como cristiano, le advirtió de que si venían sus perseguidores
en su busca no les mintiese y les dijera que, efectivamente, había pasado por
allí.
Al encontrarse los soldados con Emeterio (o Medir), que así
se llamaba el hortelano, le preguntaron si había visto pasar por allí al que
perseguían. Pero quiso su suerte que, por intervención divina, las habas del
campo recién sembrado ya se encontraban en flor y a punto de ser recogidas.
Emeterio les dijo que, en efecto, el obispo había pasado por allí cuando
sembraba las habas, con lo cual no mintió, tal y como le prometió a Severo.
Este episodio recuerda al "Milagro del trigo",
también conocido como "El labrador y la Virgen", nombres ambos con
los que se conoce el pasaje que narra la composición tradicional recogida en
los evangelios apócrifos y que transcurre durante la Huida a Egipto decretada
por un ángel a san José para salvar al Niño de la Matanza de Inocentes. El tema
aún se canta en gran parte de la península con ligeras variantes y suele formar
parte del repertorio navideño. Para ampliar estos datos remito a los siguientes
enlaces:
Severo tomó la decisión de presentarse espontáneamente ante
sus perseguidores e inmediatamente fue apresado junto con otros cuatro
sacerdotes de Barcelona que con él se hallaban. Todos ellos fueron azotados
bárbaramente al igual que Emeterio, el hortelano, que también fue castigado.
La leyenda cuenta que azotaron a Severo con látigos
emplomados para que renegara de su fe.
Como vieron que todo era inútil, uno de ellos tomó un clavo de hierro y
se lo fijó sobre la cabeza, mientras otro le daba con una maza hasta clavárselo
por completo. De estos hechos se hace eco la ilustración del pliego donde se le
adjudica como abogado contra el dolor de cabeza [sic].
Noticias posteriores aseguran que los restos del glorioso
mártir San Severo fueron sepultados allí mismo en San Cugat, donde no mucho
después se levantó una iglesia dedicada a su culto. A su lado se construyó
posteriormente un célebre monasterio benedictino donde se trasladaron las
reliquias del obispo. Más tarde, a principios del siglo XV, algunas de ellas
fueron trasladadas a Barcelona, a las cuales se les acreditan legendariamente numerosos
milagros por su intercesión.
El hortelano Emeterio (San Medir) pasó a ser durante largo
tiempo el Patrón de los agricultores de Cataluña, y aún hoy se celebra su
fiesta cada 3 de marzo en el barrio barcelonés de Gràcia, hasta que su
patronazgo fue desplazado muy recientemente y de forma un tanto arbitraria por
Juan XXIII, quien en una bula del año 1960 declaró de forma oficial como
patrono de todos los agricultores españoles a San Isidro Labrador. Con ironía
no disimulada, los catalanes achacan al santo madrileño el que tuviera una vida
más fácil y regalada, ya que, según cuenta la tradición, eran los propios
ángeles quienes trabajaban para él arando los campos mientras Isidro se
dedicaba a la oración y a la meditación…
Gozos a San Severo. Barcelona, impr. viuda Bassas, 1866 |
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