Ya Durán, en su célebre e imprescindible «Romancero General
o colección de romances castellanos anteriores al siglo XVIII» daba cuenta de
este famoso pliego en el número 1348 de su segundo volumen, al que situaba
dentro de la sección de romances vulgares de controversia, agudeza e
ingeniosidad.
El gran colector y erudito no pudo sustraerse a la
mentalidad de su época y se prodiga en unas moralizantes reflexiones donde
alaba la antigua resignación religiosa (aludiendo a la que conoció a principios
del siglo XIX), frente a la de su tiempo de mediados y finales del mismo siglo,
donde el pobre esperaba su consuelo en la vida eterna y no perseguía la riqueza
a toda costa.
En su comentario expresa lo siguiente:
«Aún a principios del siglo actual he visto pobres, orgullosos de serlo, considerarse como representantes de Jesucristo, y muy confiados de que en la gloria ocuparían un lugar preferente. Yo he visto a un mendigo expulsado de un café, que dijo estas palabras llenas de profundo sentimiento: “no me duele la afrenta que se me hace como hombre; pero me horroriza que la falta de caridad con que se me trata sea una ofensa hecha al mismo Jesucristo, a quien por resignado y pobre represento”».
Reproduzco un pliego, sin lugar de edición, pero de 1739.
El mismo pliego, más moderno, editado en Córdoba en la imprenta de don Rafael García Rodríguez, sin año.
Adjunto otra portada del mismo pliego, editado en Carmona,
en la imprenta de don José M. Moreno, en 1851.
De parecida trama es otro pliego suelto, del que no he encontrado rastro, publicado con el número 1349 en Durán, titulado «Contienda y
argumento entre un pobre y un rico», del que existe impresión el Córdoba en la
imprenta de Rafael García Rodríguez, y cuyo comienzo es:
Atiendan pobres y ricos
a esta relación curiosa,
si quieren desengañarse
de lo que es mundo y su pompa…
Antonio Lorenzo
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