Francesco Mazzola 'Il Parmigianino' (1503-1540) |
En esta última entrada me voy a detener a comentar distintos aspectos de la vida de la santa, como su patronazgo de mineros y artilleros, su relación con los conjuros para alejar las tormentas, su protagonismo en algunas comedias de teatro del Siglo de Oro, su sincretismo religioso con divinidades de la santería y como interventora milagrosa en la administración del viático a san Estanislao de Kostka.
Si patronazgo sobre los mineros se basa en el rayo que fulminó a su padre nada más degollarla, que vino acompañado de truenos y centellas, lo que se asociaría al trabajo de los mineros en las profundidades de las minas y al uso de explosivos.
Santa Bárbara bendita, como himno-canción de los mineros, canción conocida también como En el pozo María Luisa, se ha convertido en una seña de identidad emblemática para los mineros asturianos y leoneses y, por extensión, para toda la clase trabajadora. Lo que en una primera fase se refería a la muerte por accidente de 17 mineros en dicho Pozo, situado en Langreo (Asturias) en el año 1949, a causa de una explosión de grisú, se ha reconvertido con el paso del tiempo en un himno-canción reivindicativo de lucha por lograr unas mejores condiciones de trabajo. El carbón de hulla se extrae en Asturias y León al menos desde el siglo XVIII, convirtiéndose en pilar fundamental de la economía de la zona hasta bien entrado el siglo XX.
La letra alude al minero quien, con su camisa ensangrentada por la sangre de un compañero, relata a la que se supone su mujer (Maruxina) el fallecimiento de varios compañeros. La letra no acusa directamente a nadie ni se señalan culpables por la tragedia, pero con el tiempo se ha ido considerando reivindicativa desde la revolución del año 34, pasando por la Guerra Civil y finalmente por la huelga de los mineros asturianos en la primavera de 1962 y en julio de 1963, en pleno franquismo, huelgas que fueron duramente reprimidas. Dichas huelgas despertaron una corriente de solidaridad entre los intelectuales, cuyo primer firmante del manifiesto no fue otro sino don Ramón Menéndez Pidal, al que se sumaron artistas plásticos, poetas, literatos, cineastas, etc.
La letra alude al minero quien, con su camisa ensangrentada por la sangre de un compañero, relata a la que se supone su mujer (Maruxina) el fallecimiento de varios compañeros. La letra no acusa directamente a nadie ni se señalan culpables por la tragedia, pero con el tiempo se ha ido considerando reivindicativa desde la revolución del año 34, pasando por la Guerra Civil y finalmente por la huelga de los mineros asturianos en la primavera de 1962 y en julio de 1963, en pleno franquismo, huelgas que fueron duramente reprimidas. Dichas huelgas despertaron una corriente de solidaridad entre los intelectuales, cuyo primer firmante del manifiesto no fue otro sino don Ramón Menéndez Pidal, al que se sumaron artistas plásticos, poetas, literatos, cineastas, etc.
De la canción existen más o menos variantes que añaden o quitan determinadas frases. Copio una de las versiones más conocidas:
Santa Bárbara bendita,
trailará lará, trailará,
patrona de los mineros.
Mira, mira Maruxina, mira,
mira cómo vengo yo.
En el pozo María Luisa
trailará lará, trailará
murieron cuatro mineros.
Mira, mira Maruxina, mira,
mira cómo vengo yo.
Traigo la camisa roja
trailará lará, trailará
de sangre de un compañero.
Mira, mira Maruxina, mira,
mira cómo vengo yo.
Traigo la cabeza rota,
trailará lará, trailará
que me la rompió un barreno.
Mira, mira Maruxina, mira,
mira cómo vengo yo.
La letra fue incorporando o sustituyendo versos adicionales que, en un principio, no formaban parte de la canción. Un ejemplo de añadido es el siguiente:
Me cago en los capataces,
accionistas y esquiroles... Mira, mira Maruxina...
Sobre el origen de la canción hay quienes piensan que procede de una canción de 'borrachera' muy conocida en Galicia y que contiene el mismo estribillo: Mira, mira Maruxina. Sea como fuere, lo importante es la aceptación de la misma como canción emblemática y de culto de las aspiraciones reivindicativas y solidarias de la clase obrera e incorporada al repertorio de cantautores como Elisa Serna, Julia León, Chicho Sánchez Ferlosio y otros muchos artistas y formaciones que la han versionado.
miudiño, miudiño,
miudiño, miudiño,
o que eu traio.
Que eu traio unha borracheira
de viño, que auga non bebo.
Mira, mira Maruxiña;
mira, mira, como eu veño.
Éche un andar miudiño…
Santa Bárbara, como patrona de los mineros, artilleros, bomberos, electricistas, etc. no es exclusiva de la península o de América latina, como se recoge en estas ilustraciones polaca y francesa, respectivamente:
Pero regresemos a santa Bárbara a través de esta imagen donde auxilia a un minero herido, según el oleo de August von Heyden (1827-1897), conservado en la iglesia católica de Dudweiler en Alemania.
Santa Bárbara, patrona de los artilleros
La relación de santa Bárbara con la artillería viene dada por la analogía del ruido del cañón con el rayo y posterior trueno con el que Dios castigó a Dióscoro y por el temor de que un rayo pudiera afectar a los polvorines de armas y municiones, llamados en armadas y ejércitos con el nombre de 'Santa Bárbara'.
Según se recoge en los estatutos de la Asociación Religiosa de Señoras Santa Bárbara de los Artilleros, de 1894, estas cofradías o congregaciones ya eran conocidas desde la primera mitad del siglo XVI, 'para arbitrar recursos con que socorrer a los artilleros enfermos y a sus familias, pagar su entierro, celebrar sufragios por sus almas y atender al cuidado de los huérfanos'.
Conjuraderos para alejar las tormentas
'Esconjuradero' de Guaso (Huesca) |
El conjuradero se refiere, por lo general, a una construcción popular de planta cuadrada abierta a los cuatro lados por arcos de medio punto y cubierta por una bóveda de aspecto piramidal y rematada por una cruz de hierro. Estas construcciones, de las que desgraciadamente ya quedan muy pocas, tenían una función eminentemente práctica relacionada con las creencias populares, cuyo fin era neutralizar los efectos desastrosos de los temporales mediante el recurso a los exorcismos eclesiásticos.
Balcón conjuradero de Poza de la Sal (Burgos) |
Estas construcciones eran el escenario donde se invocaba o se conjuraba para ahuyentar las tormentas u otro tipo de males. Estas construcciones no son los únicos lugares para desarrollar los conjuros, pues también podían utilizarse para tales fines los pórticos de las iglesias o pequeñas capillas, bien exentas o apoyadas sobre arcos o torrecillas donde sobresalía un balcón conjuradero presidido generalmente por una imagen de la santa.
Las causas naturales de las tormentas se entremezclaban en el imaginario popular con causas de carácter sobrenatural como fruto de la cólera de dios ante los pecados humanos o fruto del poder maléfico del diablo o de brujas.
Una vez agotadas las vías ordinarias para atajar las tormentas (repicar las campanas, etc.) entraba en juego el sacerdote exorcista mediante conjuros excepcionales al considerar que las tormentas no procedían de causas naturales, sino de demonios o de fuerzas extraterrenas. A pesar de que estas prácticas implicaban un riesgo de desviación litúrgica, la Iglesia lo aceptaba como prácticas excepcionales. Aunque la Iglesia, a partir del concilio de Trento, trató de frenar estas prácticas, dejó vía libre para que cada diócesis, según su criterio, las siguiese practicando para no interferir en los usos y costumbres ya establecidos.
Si nos remontamos nada menos que al siglo XVI, encontramos en un libro singular con el título de Supersticiones y Hechicerías, obra del franciscano Fray Martín de Castañega, editado en Logroño en 1529 a instancias del obispo de Calahorra que pretendía la reprobación de las supersticiones tan extendidas en su diócesis. Este libro quedó en el olvido al aparecer un año más tarde un manual de similares características cuyo autor es Pedro Ciruelo, reeditado en numerosísimas ediciones. Pues bien, en el 'olvidado' libro (no ha habido reedición hasta el siglo XX, en 1946 por la Sociedad de Bibliófilos Españoles), de Castañega, se dice sobre los conjuradores:
Restos del conjuradero de Cozuelos de Ojeda (Palencia) |
Santa Bárbara y el teatro
La leyenda de santa Bárbara también ha sido fuente de inspiración para el teatro. En la colección conocida como Códice de Autos Viejos, compuesto por 96 piezas (95 religiosas y una profana), manuscrito conservado en la Biblioteca Nacional de Madrid (Ms. 14.711), obras datadas entre el 1550 y 1575. Una de ellas es el Auto del martyrio de Sancta Barbara, de autor anónimo y de un solo acto. Conocemos también la Farsa de Santa Bárbara, de Diego Sánchez de Badajoz. Estas primeras obras del último cuarto del siglo XVI estaban destinadas sobre todo a representarse en la festividad del Corpus y aún no habían alcanzado los recursos dramáticos suficientes para ser representadas en los corrales de comedias y gozar de la estima y el favor del público.
Los grandes dramaturgos del Siglo de Oro supieron aprovechar dramáticamente las leyendas hagiográficas para trasladarlas a sus comedias. En el caso que nos ocupa, la obra más conocida es la atribuida a Guillén de Castro con el título El prodigio de los montes y mártir del cielo.
En otras comedias del Siglo de Oro, aunque no especialmente dedicadas a santa Bárbara, sí se la menciona como protectora ante los truenos. Tirso de Molina (1579-1648), en su comedia Santo y sastre hace exclamar a Pendón, que hace de personaje gracioso:
¡San Antón en los santelmos,
San Cristobal en los rayos,
Santa Bárbara en los truenos,
te rogamus, audi nos!
Esta curiosa cita parece designar a cada uno de los santos mencionados una especialidad, lo que abre otras perspectivas de interpretación, si bien puede deberse a un simple recurso retórico para dotar de agilidad al diálogo.
En otras comedias del Siglo de Oro, aunque no especialmente dedicadas a santa Bárbara, sí se la menciona como protectora ante los truenos. Tirso de Molina (1579-1648), en su comedia Santo y sastre hace exclamar a Pendón, que hace de personaje gracioso:
¡San Antón en los santelmos,
San Cristobal en los rayos,
Santa Bárbara en los truenos,
te rogamus, audi nos!
Esta curiosa cita parece designar a cada uno de los santos mencionados una especialidad, lo que abre otras perspectivas de interpretación, si bien puede deberse a un simple recurso retórico para dotar de agilidad al diálogo.
Santa Bárbara y la santería
Por sincretismo religioso se entiende un variado conjunto de creencias que interrelacionan rasgos culturales de origen diferente. En el caso de la santería, desarrollada principalmente en Cuba, se mezclan o fusionan elementos propiamente católicos con creencias de la cultura tradicional yoruba. El pueblo yoruba procede del oeste africano, principalmente asentado en la actual Nigeria y disperso en comunidades por países limítrofes donde comparten un complejo entramado de creencias y mitos de carácter religioso.
Desde que los ingleses desplazaron a los portugueses en la costa nigeriana en 1533, Gran Bretaña monopolizó el tráfico de esclavos hacia América. La trata y el comercio de negros a América fue secundada y practicada con más o menos intensidad por el resto de los países europeos que tenían intereses en la colonización americana. Los primeros esclavos negros llegaron a América a finales del siglo XV y su número fue aumentando hasta bien entrado el siglo XIX. Gran parte de la población yoruba fueron esclavizada por los europeos, a partir más o menos de mediados del siglo XIX, y embarcados rumbo a América.
El cristianismo que llevaron los españoles a América se mezcló con los ritos y creencias indígenas y, posteriormente, con aquellos traídos por los esclavos negros procedentes de África dando lugar a la identificación de los santos católicos con divinidades de distinto origen.
Tal es el sincretismo de Changó con santa Bárbara, que ha pasado a formar parte de una muy conocida canción popular, en ritmo de guaracha, como la interpretada por el que fuera famoso dúo cubano Celina y Reutilio en 1949, y que puede escucharse a través del siguiente enlace:
Santa Bárbara bendita
para ti surge mi lira
y con emoción se inspira
ante te tu imagen bonita
¡Que viva Changó! ¡Que viva Changó!
¡Que viva Changó, señores!
Con voluntad infinita
arranco del corazón
la melodiosa expresión
pidiendo que desde el cielo
nos envíes tu consuelo
y tu santa bendición
¡Que viva Changó! ¡Que viva Changó!
¡Que viva Changó, señores!
Virgen venerada y pura,
santa Bárbara bendita,
nuestra oración favorita
llevamos hasta tu altura
¡Que viva Changó! ¡Que viva Changó!
¡Que viva Changó, señores!
Con alegría y ternura
quiero llevar mi trovada
allá, en tu mansión sagrada,
donde lo bueno ilumina
junto a tu copa divina
y tu santísima espada.
¡Que viva Changó! ¡Que viva Changó!
¡Que viva Changó, señores!
En nombre de mi nación,
santa Bárbara, te pido
que riegues con tu fluido
tu sagrada bendición
¡Que viva Changó! ¡Que viva Changó!
¡Que viva Changó, señores!
Yo también, de corazón,
te daré mi murmurío
con orgullo y poderío;
haré que tu nombre suba
y en el nombre de mi Cuba
este saludo te envío
¡Que viva Changó! ¡Que viva Changó!
¡Que viva Changó, señores!
Santa Bárbara y san Estanislao de Kostka
Para terminar esta ya larga serie sobre santa Bárbara no quisiera dejar de comentar la milagrosa intervención de la santa en la vida de uno de los patronos de Polonia.
Estanislao de Kostka (1550-1568), fue el segundo de los seis hermanos. En 1564, con apenas 14 años, ingresó con Pablo, su hermano mayor, en el internado contiguo al Colegio Imperial de Viena. Al año de su internamiento tuvieron que alojarse en unas habitaciones alquiladas en un palacio propiedad del luterano senador Kimberker. En esta nueva residencia fue maltratado por su hermano y por otros compañeros. Al caer gravemente enfermo el senador luterano no permitió que un sacerdote católico le administrase el viático.
Estanislao recurrió entonces a santa Bárbara (patrona, recordemos, de la buena muerte) de quien se cuenta que visitó al enfermo acompañada de dos ángeles y le administró ella misma el viático. Una vez recuperado decidió huir vestido de peregrino hacia Augsburgo con el fin de integrarse como jesuita ejerciendo labores de criado y de limpieza. Enviado posteriormente a Roma fue admitido en el noviciado próximo a la iglesia de San Andrés de Quirinal.
Con apenas 18 años y una vez hecho los votos para integrarse plenamente en la orden jesuita, encontró la muerte. Fue canonizado por Benedicto XIII el último día del año 1726. El santoral lo conmemora el día 13 de noviembre.
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