domingo, 30 de mayo de 2021

Códigos sociales de urbanidad y de buenas maneras [I]


Los primeros ejemplares conocidos sobre los tratados de comportamiento y buenas maneras remontan a la época clásica. Su evolución y presencia constituyen, sin ningún género de dudas, una fuente de gran utilidad para el estudio de la historia cultural de una determinada época o sociedad concreta en su relación con el imaginario social. Lejos de considerarse como textos anecdóticos o de escaso interés, presentan un marco idóneo para inferir la evolución de los códigos éticos y normas de conducta.

Muy a grandes rasgos, un pequeño recorrido sobre el contexto histórico-social de estos códigos de buenas maneras viene a ser como sigue:
* Época clásica: las primeras publicaciones conocidas para servir como guía de comportamiento social ya se encuentran en autores clásicos como Cicerón, Ovidio o Séneca.

* Edad Media: Esta tradición fue recogida en la Edad Media por el clero para dirigir el comportamiento de los miembros de las distintas órdenes monásticas.

* En el Renacimiento, ligado en el caso español al devenir histórico-político desde los Reyes Católicos, estas guías reguladoras de comportamiento estaban fundamentalmente dirigidas al cortesano. El objetivo de estos códigos de conducta marcaba una clara diferenciación social con especial dedicación al sentido del honor. Esto fue vigente durante las sucesivas monarquías, continuadas posteriormente con el cambio dinástico con la llegada de los Borbones en el siglo XVIII.
Estos tratados con finalidad cortesana no pretendían ni estaban concebidos para dirigirse a la población en general, sino a quienes frecuentaban los círculos de la Corte, por lo que se refleja en ellos desigualdades y diferencias respecto a los estratos sociales. Estos tratados venían a ser, en definitiva, herramientas válidas para alcanzar un mejor ascenso social o posicionarse más eficazmente en el círculo cortesano.

* Tras la Revolución y el desmantelamiento progresivo del Antiguo Régimen y teniendo en cuenta las sucesivas leyes de educación, estas normas de convivencia y respeto se fueron extendiendo a las clases populares con un sentido algo más abierto y democrático. La traducción de obras preferentemente francesas al castellano no hay que interpretarlas como modelos de comportamiento de carácter único o de forma unidireccional. Aunque el modelo cortesano se mantiene, no fue el único paradigma de la buena crianza. Los manuales de urbanidad formaban parte de los libros de lectura como parte fundamental de la labor socializadora de la escuela. En 1783, bajo el reinado de Carlos III, una Real Cédula señalaba que en las escuelas de niñas, y dentro de la enseñanza cristiana, se debía atender a las «máximas de pudor y de buenas costumbres... que vayan limpias y aseadas a la Escuela y se mantengan en ella con modestia y quietud».

* Durante el siglo XIX y en buena parte del XX los textos dedicados a los tratados de buenas maneras abordan una serie de códigos de conducta algo más abiertos a las clases populares, aunque sigue manteniéndose la diferenciación social y educadora entre niños y niñas.

* Tras el breve periodo de la II República (1931-1936), la dictadura franquista volvió a poner en práctica y a retomar antiguos tratados de urbanidad para uso en las escuelas o incorporándolos de forma transversal al sistema educativo, junto con la religión y una visión distorsionada de la historia mediante una serie de lecturas patrióticas.

Antecedentes significativos

Teniendo en cuenta la tradición literaria sobre estos códigos de comportamiento, El Cortesano (1507), obra de de Baltasar de Castiglione (1478-1529), traducida al castellano por Juan Boscán en el 1534, puede considerarse como la obra pionera sobre los comportamientos que se deben observar en la Corte. Otro claro precedente sobre las buenas maneras lo encontramos en la obra de Erasmo de Rotterdam (1469-1536) con el título De civilitate morum puerilium (De la urbanidad en las maneras de los niños), publicada originalmente en Basilea en el año 1530), ejemplo igualmente de literatura cortesana donde se recogen elementos de la literatura clásica (Aristóteles, Cicerón, Plutarco, etc.) y de la que contamos con una excelente traducción y edición de Agustín García Calvo. Dicha obra marcó un antes y un después sirviendo como soporte para adaptaciones y reelaboraciones posteriores en distintos países europeos a lo largo del Antiguo Régimen y que a grandes rasgos podemos situar en España desde finales de la Edad Media (siglo XV) hasta la Guerra de la Independencia.


Se ha señalado que la evolución de los códigos de comportamiento pasa de las prácticas de carácter cortesano a los manuales de etiqueta y urbanidad, tan extendidos a lo largo de los siglos XIX y XX, con el paréntesis de la II República. Fueron retomados a lo largo de la dictadura franquista hasta llegar a los controvertidos «manuales de autoayuda», en un recorrido que pasa de lo colectivo a lo individual, centrados en la autorrealización y encaminados fundamentalmente a proporcionar un bienestar psíquico personal.

Con el paso del tiempo los códigos de cortesía y de buenas maneras fueron evolucionando a medida en que lo hacían también las sociedades, aunque no de forma paralela o simultánea. El marco temporal que propongo en este blog se limita desde el siglo XIX hasta las postrimerías del franquismo. En dichos tratados se combinan el decoro y la apariencia, los buenos modales con el trato y la moral a seguir. Se correlacionan los modales con un código ético y moral donde se debe huir de la simple apariencia y afectación como fingimiento y sin correlacionarse con un sentido ético.

Es claro que los códigos sociales han ido evolucionando a lo largo del tiempo con sus peculiaridades, características y especificidades propias de cada sociedad, de sus tradiciones y costumbres. Es por ello que no me detengo en el estudio de esas características propias, sino en repasar visualmente algunos de los soportes materiales que contienen aspectos continuistas de los códigos de conducta asociados a su normativa ética y moral.

El paso de las lecturas cortesanas a una serie de tratados de buenas maneras, con sentido pedagógico universalista para todas las clases sociales en el ámbito escolar, diferenciando, eso sí, las normas adecuadas para los niños y las niñas se encuentran aún influenciados por la sociedad estamental donde la posición social ya viene determinada por el mismo nacimiento y ajeno a la propia voluntad.

En esta primera aproximación considero de interés reproducir y agrupar una serie de portadas que alcanzaron notable popularidad a lo largo del siglo XIX o principios del XX. En otras entradas me detendré a reproducir viñetas o aspectos testimoniales sobre la forma de entender los códigos sociales en algunas de las obras más conocidas, con especial atención a la desigualdad manifiesta entre niños y niñas. Ello se traduce en aspectos como la vestimenta, códigos de comportamiento (verbal y no verbal) sobre el saludo el trato y la conversación, la higiene, los modales en la mesa, el aseo o la regulación de las necesidades fisiológicas.











©Antonio Lorenzo

No hay comentarios:

Publicar un comentario