miércoles, 19 de abril de 2023

Pasillo jocoso de la visita del hospital

Ilustración del pliego editado en Madrid por José María Marés en 1846

Un ejemplo más de la relación entre el teatro breve con los pliegos de cordel es este pliego reimpreso con asiduidad por distintos talleres de la geografía española. El más antiguo que he localizado es el proveniente del taller madrileño de José María Marés en 1846, aunque el que reproduzco fue reimpreso posteriormente en Carmona, aunque no figura la fecha, por la conocida imprenta de José María Moreno.

El pliego comienza con la conversación entre el médico y el enfermero a causa del temprano fallecimiento de un enfermo y la ajetreada vida de entonces de ir de hospital en hospital, lo que da pie al médico a comentar la idea generalista de que si muere el enfermo es que el médico es un animal y, si por el contrario, logra vivir, ello es debido, no a la intervención médica sino al milagro de San Blas.

Tras su llegada al hospital general el médico comienza a atender a diversos pacientes donde se desarrolla un simple y satírico diálogo según los síntomas del enfermo ante las preguntas del médico y sus recetas histriónicas, donde tras tomar el pulso y preguntar por los síntomas a cada paciente aconseja o receta toda una serie de prácticas que sin duda provocan la risa de los espectadores, como las píldoras mercuriales, sanguijuelas, el mondongo de un borrico con dos fanegas de sal, las nalgas de una beata que antes se debe quemar, los polvos de la marquesa o los de la caja de fray Blas, etc.

El pasillo, como subgénero impreciso y ambiguo del teatro breve está relacionado con el teatro por horas y con el llamado género chico. Se trata de una breve pieza teatral que busca preferentemente la risa y el regocijo de los espectadores. Estas piezas populares resultan relevantes para comprender la interacción de teatro y público del siglo XVIII en adelante, como queda recogido en numerosos pliegos de intencionalidad lúdica y poco estudiados en su conjunto. Dentro de los subgéneros teatrales del siglo XIX, los libretistas suelen emplean de forma caprichosa distintas denominaciones, como pasillo, cuadro de costumbres, episodio, etc., lo que manifiesta su carácter híbrido.

El pasillo, de estructura más sencilla y simple que la de el sainete, busca despertar la hilaridad de los espectadores o lectores de estos impresos populares mediante un rudimentario diálogo. Estos pliegos no tienen como última finalidad su representación dentro de un teatro, sino también en la calle con la posible participación del público.





©Antonio Lorenzo

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