Diego de Torres Villarroel (1694-1770) "El Gran Piscator de Salamanca" |
La vida del autor al que se refieren los pliegos es realmente controvertida y polémica. El autotitulado "Gran Piscator de Salamanca" no es otro que Diego de Torres Villarroel, un auténtico fenómeno cultural por sus diversas y polémicas facetas vitales y literarias. De obra dilatada y mal comprendida se le considera generalmente como un personaje extravagante, mucho más conocido por sus almanaques y profecías que por su obra propiamente literaria y autobiográfica.
Señalo someramente algunas pinceladas sobre su trayectoria vital y fecunda vida para contextualizar los dos impresos.
Nacido en Salamanca en 1694, comenzó a asistir a la escuela a temprana edad, donde pronto aprendió a leer y a escribir, siendo un niño de temperamento rebelde y aficionado a las picardías, según se desprende de su propia obra autobiográfica.
Hacia 1715 se ordenó de subdiácono (tardando treinta años en solicitar el presbiteriado). El estado sacerdotal no parece que le atrajese demasiado, pues fue acusado de escribir coplas satíricas y hasta fue encarcelado.
En septiembre de 1718 publicó en Salamanca su primer almanaque con el título Ramillete de los astros, donde ofrecía datos astronómicos, profecías y predicciones para el año entrante.
Señalo someramente algunas pinceladas sobre su trayectoria vital y fecunda vida para contextualizar los dos impresos.
Nacido en Salamanca en 1694, comenzó a asistir a la escuela a temprana edad, donde pronto aprendió a leer y a escribir, siendo un niño de temperamento rebelde y aficionado a las picardías, según se desprende de su propia obra autobiográfica.
Hacia 1715 se ordenó de subdiácono (tardando treinta años en solicitar el presbiteriado). El estado sacerdotal no parece que le atrajese demasiado, pues fue acusado de escribir coplas satíricas y hasta fue encarcelado.
En septiembre de 1718 publicó en Salamanca su primer almanaque con el título Ramillete de los astros, donde ofrecía datos astronómicos, profecías y predicciones para el año entrante.
A partir se 1723, y tras el éxito de su primer almanaque, adoptó el seudónimo de Gran Piscator de Salamanca, donde vaticinaba, en los siempre esperados almanaques, hechos históricos: como la muerte de Luis I, hijo de Felipe V, el motín de Esquilache o la Revolución francesa, lo que le granjeó gran reputación de adivino y la general creencia de que era poseedor de facultades mágicas.
Fue tal el éxito de sus predicciones que fue criticado, entre otros, por el erudito benedictino Benito Feijoo y por el Padre Isla, al considerar los pronósticos como meras supersticiones que agradaban al vulgo, críticas que no le desagradaban y que incluso rebatía satíricamente.
Tras su traslado a Madrid, en 1723, se instaló en casa de la condesa de Los Arcos, donde estuvo indagando unos extraños ruidos que se oían en el palacio y eran achacados a los duendes. La condesa lo introdujo en distinguidas tertulias y durante su estancia en la capital fue publicando diversos folletos con sugerentes títulos: Viaje fantástico (1724), Correo del otro mundo (1725), El gallo español (1725), Cátedra de morir (1726), El ermitaño y Torres (1726), Libro de curiosidades y aventuras (1726), Reglas para torear y arte de todas suertes (1726), etc.
En octubre de 1726 regresó a Salamanca para opositar a la cátedra de Matemáticas y tras una serie de incidentes, que alargaría en demasía estas breves notas, tuvo que huir a Francia y también estuvo desterrado en Portugal en 1732, donde permaneció hasta noviembre de 1734 tras conseguir su declaración de inocencia
Consciente de las críticas que se vertían sobre su obra, él mismo recoge en sus Visiones y visitas de Torres con don Francisco de Quevedo por la Corte (1727) lo que opinaban otros sobre él:
"A mí me han llamado ladrón (que viví hurtando en una tropa de gitanos, y que si no me hubiera escondido en Portugal me hubieran ahorcado en la plaza de Salamanca como a Joaquinillo, el más famoso ratero, en la de Madrid); desvergonzado, indigno en las costumbres, tizón del infierno, blasfemo, lujurioso, pícaro, villano, bailarín alquilado, alcoranista, calvinista, luterano, hereje, sopón, sayón y otras innumerables injurias que se han eternizado en el bronce de la prensa".
El propio Torres advirtió con ironía y ciertas dosis de provocación al lector sobre las falacias de sus propias predicciones en el prólogo de su almanaque de 1736: Los pobres del hospicio de Madrid, lo que no coartaba la credulidad de sus múltiples seguidores.
"...Dieciséis años ha que te estoy predicando desde mis prólogos que no creas en las adivinanzas y acertijos de la astrología y eres tan obstinado que no sólo has creído a mis despropósitos, sino que has dado adoración a todos los zangarrones y patas de cabra que salen jurándoles de oráculos con su gorra, bigotes, anteojos y compases (...) Ni hay tal arte en el mundo, ni se enseñan semejantes locuras, porque todos los aforismos astrológicos son sueños, delirios y embustes (...) Ríete de mí y de los demás compositores de almanaques, porque el más sabio es un embaidor que sólo estudia en hurtarte el tiempo y el real de plata. Yo, por la misericordia de Dios, nada te debo, porque siempre te he vendido mis mentiras con desengaño".
En el verano de 1737, en su viaje de peregrinación a Santiago de Compostela, las gentes le consultaban sobre sus problemas y su fama fue aumentando a causa de sus predicciones.
Entre los años 1738 y 1743 decidió recoger en una colección de varios tomos sus obras sueltas, refundidas de nuevo, corregidas y aumentadas.
Por si todo esto fuera poco, el multifacético personaje también escribió obras dramáticas y zarzuelas para ser representadas como entretenimiento en el ámbito doméstico de casas nobles, como La armonía en lo insensible y Eneas en Italia, o Juicio de Paris y robo de Elena, conteniendo números musicales e integradas en su volumen misceláneo Juguetes de Thalía donde reúne piezas de teatro breve en forma de comedias jocosas, poemas satíricos y sainetes. Haciendo gala de una escasa consideración sobre sus escritos de juventud ¿falsa modestia? escribió en el prólogo:
"Los más de los juguetes cómicos que contiene este libro, los escribí cuando era un mancebo ignorante, bullicioso y apasionado a las huelgas, las distracciones y entretenimientos inseparables de la primera edad. Cuanto hay en él, lo escribí mandado; y por acreditarme de dócil y obediente, no se me dio nada parecer majadero".
En febrero de 1745 fue ordenado presbítero, al tiempo que atravesó un quebranto de su salud, pidiendo su jubilación en el 1750.
Los últimos años de su vida los pasó organizando sus escritos en el salmantino Palacio de Monterrey, como administrador del duque de Alba. Su fallecimiento se produjo el 19 de junio de 1770.
Su controvertida figura se ha asociado, si bien de forma un tanto distorsionada, con la imagen de hombre extravagante debido a lo heterogéneo de su dilatada producción literaria y a sus obras de carácter autobiográfico.
Se ha señalado que una de sus famosas predicciones fue la de vaticinar en 1756 la Revolución francesa de 1789, según se recoge en la reimpresión del pliego que reproduzco al final, aunque recientes estudios sospechan de que dichos versos son apócrifos y escritos posteriormente por un desconocido autor, quien, bajo las siglas P. F., glosó una supuesta décima original atribuida a Torres, pero que no se ha podido acreditar.
[P.F. Calamidades de Francia, pronosticadas por el Dr. D. Diego de Torres: Glosa de una décima, en que este autor vaticina las actuales turbulencias que afligen á aquel infeliz Reyno, con la especificacion del año en que tomáron pie. Cadiz: Don Manuél Ximenez Carreño (1790?)]
con los trescientos doblados
y cincuenta duplicados,
entonces tú lo verás,
mísera Francia, te espera
tu calamidad postrera
con tu rey y tu delfín,
y tendrá entonces su fin
tu mayor gloria primera.
Al analizar los distintos versos se ha querido interpretar la asociación del año 1790 (deducidos de los versos) con el fin de la monarquía francesa que comenzó con la Revolución del año anterior:
1000 + (300*2) + (50*2) + (9*10) = 1790
Reproduzco dos pliegos de diferente factura: el primero de ellos, reimpreso por la conocida imprenta barcelonesa de los Herederos de Juan Jolis, sobre temática religiosa navideña y acabada con las iniciales O.S.C.S.R.E. (que corresponden a la frase latina de acatamiento a la autoridad de la iglesia: «Omnia Submitto. Correctione Santae Romanae Ecclesiae»); y el segundo, otra reimpresión sobre la famosa y apócrifa glosa de la décima de Torres Villarroel pronosticando la Revolución francesa. Este pliego se hallaba en venta en la casa del librero Joaquín Gasset, frente al Colegio de San Carlos (o de los Ochenta, por el número de alumnos becados o elegidos de forma arbitraria por los obispos) en Cervera (provincia de Lérida). Hay que recordar que las constituciones de dicho colegio datan de noviembre de 1772.
©Antonio Lorenzo