miércoles, 15 de diciembre de 2021

Casamiento entre dos damas

Xilografía tallada por José Pérez

Sorprendente historia teniendo en cuenta las fechas de difusión de esta narración que fue recogida y publicada en pliegos de cordel por distintos impresores siendo ampliamente distribuida. Llama la atención, en primer lugar, cómo una relación amorosa entre dos damas, a pesar de las circunstancias que concurrieron para ello, sobrepasó la censura y circuló de una forma continuada.

El argumento del pliego, dividido en dos partes y cuyo original se considera de la primera mitad del siglo XVIII, es más o menos como sigue:

En el pliego se nos cuenta la singular historia de Gertrudis, una joven vienesa de alta alcurnia que se disfrazó de hombre para ir en busca de su amado. Una vez llegada a Grecia, donde asumió el nombre de Carlos, acabó convirtiéndose en paje de una princesa griega. Por sus habilidades y educación la princesa griega acabó enamorándose de Carlos. Arrastrada por las circunstancias y sin dar a conocer su condición femenina acabó contrayendo matrimonio con la princesa. Pero fue en la noche de bodas cuando Carlos reveló a la princesa su verdadero sexo decidiendo ambas el mantenimiento del secreto. Tras dos años juntas y a la vista de que no tenían descendencia, los ayudantes sospecharon del verdadero sexo del nuevo príncipe, por lo que le someten a una serie de pruebas que consiguió superar alargando las sospechas durante otros dos años más. La prueba definitiva para aclarar el verdadero sexo de Carlos fue la invitación a un baño público, por lo que para evitar la situación de desnudarse huyó al campo amparándose bajo la protección de la Virgen de la Soledad que portaba en un relicario. "Pero Dios compadecido de su riesgo y su quebranto, quiso remediar su pena con un portento muy raro".  Huida en el campo apareció un unicornio que derribó a Gertrudis contra un árbol, pero dejando en su vientre una perfecta cruz, lo que le convirtió sorprendentemente en varón, por lo que pudo regresar al baño y resolver de esta forma todas las dudas que había sobre su sexo. Casado de nuevo en secreto con la princesa, pero ya como acreditado varón, lograron engendrar un sucesor a los pocos meses. 

Esta sorpresiva historia parece deudora de la novelística bizantina, un subgénero novelesco de influencias clásicas en cuanto a su temática y los motivos narrativos que desarrolla. El esquema común de este tipo de novelas suele narrar las peripecias que tienen que afrontar los jóvenes amantes que desean casarse pero que encuentran graves obstáculos que lo impiden, por lo que se ven abocados a llevar a cabo una serie de artimañas, ya sea por medio de disfraces o engaños para lograr vencer las adversas vicisitudes y acabar consiguiendo, respetando la castidad amorosa de los protagonistas, la realización de sus anhelos uniéndose en matrimonio.
 
La mujer disfrazada de varón es un motivo recurrente, tanto en el teatro áureo como en el muy conocido romance de La doncella guerrera, por las pruebas que tiene que pasar para no mostrar su condición femenina, motivo que viene a relacionarse con el pliego que nos ocupa.

Este tipo de novelas y narraciones, donde abunda un lenguaje artificioso, no alcanzó notable notoriedad en España, prefiriéndose las novelas de caballería, llenas también de aventuras inverosímiles y de amores castos.

Pero si hay algo que sorprende sobremanera es el cambio de sexo debido a la intervención de un unicornio. El unicornio es un animal mágico que transforma mujeres en hombres durante la noche de San Juan, tal y como recogen leyendas españolas. La presencia del unicornio que aparece en el pliego también guarda relación con algunos cuentos recogidos por tradición oral con el nombre de oricuerno. El unicornio remite a una figura mitológica, de larguísima trayectoria, representada como un caballo blanco con un cuerno en la frente y de enorme y trascendente simbología cultural.

Este pliego logró escapar a la legislación de la imprenta ya que se apartaba de la tradición católica como guardadores de la moral pública y de la censura previa. La intervención de la divinidad es fundamental en el pliego gracias a la mediación de la virgen de la Soledad, cuya imagen llevaba Gertrudis en un relicario colgado en su pecho. Atendiendo a la virgen de la Soledad, la divinidad convierte a la mujer en varón con la ayuda de un unicornio. No es el único caso que se salvó de la censura, pues muchos otros pliegos también lo hicieron sin ser tachados como perjudiciales a la moral y buenas costumbres, como aquellos donde aparecen parricidios, adulterios, incestos y toda clase de pasiones carnales que no se ajustaban a la normativas legales y ordenanzas sobre la venta ambulante.

Pero antes de comentar la evidente relación del pliego con un tipo de cuento popular recogido por tradición oral, paso a reproducir el pliego procedente del taller vallisoletano de Dámaso Santarén.

El pliego










Referencias

La leyenda sostiene que el unicornio tiene la propiedad, entre otras, de poder convertir a las mujeres en hombres el día de San Juan. También la posibilidad de curar envenenamientos, descontaminar aguas ponzoñosas o remediar la impotencia sufrida por los hombres. El cuerno del unicornio se considera un talismán muy apreciado por sus supuestas propiedades mágicas. Según diversas leyendas la única forma de poder capturar al unicornio (oricuerno o alicornio) era mediante una doncella que los cazadores ataban a un árbol para evitar su huida mientras mostraba sus pechos desnudos al animal. El unicornio se acercaba entonces lenta y mansamente doblando sus patas ante la doncella y postrando su cuerno a sus pies. Era en ese momento cuando los cazadores podían abalanzarse sobre él, matarlo y quedarse con el preciado cuerno. Quien bebiera de ese cuerno convertido en vaso quedaba exento de males de estómago y de lo efectos que pudiera causarle cualquier veneno.

Estas leyendas circularon recogidas en las tradiciones españolas del norte de la península y guardan también relación con las ordalías, conocidas como juicios de Dios, donde se admite su intervención para verificar la inocencia o culpabilidad de alguien o algo y generalmente asociado a un milagro. La actuación prodigiosa de la divinidad en el cambio de sexo de la joven por medio de un unicornio es una alegoría de las ordalías mitológicas clásicas y medievales, como forma interesada de librarse de la vergüenza de aparecer ante los demás como mentirosa, lo que recuerda la metamorfosis de Dafne en laurel o la estatua de Pigmalión en mujer, etc.

Existe una gran tradición oriental y de la antigüedad clásica sobre el cambio de sexo, ya fuera para hacer justicia o castigar al culpable. El cambio por mediación de animales es una de las formas, aunque se conocen otras muchas, como mediante una píldora metida en la boca, bebiendo agua o introduciéndose en una fuente de aguas mágicas o una planta metida en la oreja. Pero conocemos otra versión de este cuento de la tradición oral asturiana recogida por Cabal donde la joven protagonista se introduce en el mar con la cabezada de una corza atada a su cintura y donde al salir se encontró convertida en hombre. Constantino Cabal, Los cuentos tradicionales asturianos, Madrid, editorial Voluntad, 1921.


El cuento del Oricuerno, recogido por tradición oral en Cuenca en 1920 por el ilustre Aurelio M. Espinosa (padre), a quien se debe la primera gran colección de cuentos recogidos oralmente en sus Cuentos populares españoles en tres tomos, no fueron publicados en España hasta 1946-1947 por el CSIC. El primero de los tomos recoge los textos de los cuentos recogidos, mientras que los dos restantes están dedicados a estudios comparativos. El cuento del oricuerno guarda una estrecha relación con el argumento del pliego. Es por ello que lo incorporo entero entresacado del primer tomo del imprescindible trabajo referencial de Maxime Chevalier y Julio Camarena: Catálogo tipológico del cuento folklórico español [I], Madrid, Gredos, 1995.



Xilografía del pliego editado por Jose Mª Moreno en Carmona en 1856

Volviendo de nuevo al pliego se nos informa al final de que su autor es Pedro Navarro, conocido por ser también el autor de otros pliegos, pero en este se manifiesta inspirado en una inencontrable obra que titula de forma sugerente como Luchas de amor y de ingenio, de la que no he encontrado forma de consultarla, por lo que hay que deducir que posiblemente se trate de un simple recurso retórico para otorgar credibilidad a la historia contada.
©Antonio Lorenzo

lunes, 6 de diciembre de 2021

Virtudes del cagar y defensa del pedo [XIII]

 

Un ejemplo más del interés popular sobre los asuntos escatológicos es este pliego que viene a añadirse a las doce entradas anteriores en este mismo blog que pueden consultarse a través de los enlaces que figuran al final de esta entrada.

No hay duda del vínculo que las heces guardan con la vida, lo que desde siempre ha ejercido una fuerte fascinación en los humanos. A todo ello se une la proximidad de los órganos de excreción con los órganos sexuales.

Las excreciones corporales, así como las ventosidades, no se consideran en las culturas conocidas como populares, en un sentido amplio, como algo decisivamente negativo, sino más bien como un componente liberador, igualitario y festivo que exalta la alegría y mueve a la risa. Este carácter ambivalente de las necesidades fisiológicas fue estudiado teóricamente por el historiador ruso y crítico literario Mijaíl Bajtín (1895-1975) en su influyente trabajo sobre la obra de Rabelais, como una corriente popular de la cultura cómica a la que bautizó como realismo grotesco. Sus primeras incursiones sobre el estudio de la obra de Rabelais datan de 1934, pero no fue hasta el año 1965 cuando se publicó en ruso por primera vez La cultura popular en la Edad Media y el Renacimiento, obra traducida al español en 1974 (Barcelona, Barral), a la que siguieron posteriores ediciones editoriales. En dicha obra ya se proponían modelos referenciales, no conceptos abstractos y cerrados, mediante una concepción simbólica amplia y dinámica que ha obtenido una gran repercusión en estudios posteriores.

Se ha señalado que las diversas formas y manifestaciones de la risa es una manera simbólica de oponerse a la cultura oficial que se mantiene a lo largo de los siglos, algo muy reconocido y propio de las representaciones carnavalescas, aunque se han petrificado como groserías en un lenguaje como formas de humor. ironía y sarcasmo muy alejado, aunque manteniendo vínculos, con las representaciones carnavalescas.

Las nuevas perspectivas de estudio amplían en gran medida el campo de investigación sobre la cultura popular en cuanto al conjunto de significados, valores e ideas compartidas en una sociedad y expresados de forma individual o por asociaciones, grupos o comunidades. Es decir, no se trata ya de confrontar la cultura oficial o hegemónica con lo popular o cultura de las "clases subalternas", según la terminología de Antonio Gramsci, sino de ampliar y valorar sus interacciones según el objeto de estudio y sus propios lenguajes, admitiendo una circularidad e influencias recíprocas y abriendo nuevas perspectivas y enfoques.

La proliferación de lo excrementicio supone una liberación. Esta función fisiológica e igualitaria no ostenta un papel negativo en el imaginario popular, aunque se tache de grosero, impúdico o indecoroso si se habla sobre ello en público o ante personas desconocidas.

La defensa del cagar es un aspecto humorístico muy divulgado en la tradición oral y escrita. Contamos con magníficos referentes literarios, como es el caso del muy conocido Gracias y desgracias del ojo del culo, dirigidas a doña Juana Mucha, montón de carne, mujer gorda por arrobas de Quevedo (1540-1645). Entre las gracias atribuidas al ojo del culo Quevedo lo sitúa en un gran pedestal, siendo reiterada e injustamente despojado de nobleza y virtud, cuando en realidad es la zona más noble y virtuosa de todo el cuerpo. Favorecido por la naturaleza por su forma circular teniendo su sitio en el centro, como el sol y con un solo ojo, parecido a los cíclopes, descendientes de los dioses del ver, etc. En cuanto a las desgracias, frente a las casi infinitas gracias del culo, solo admite diecisiete, por lo que sugiero al interesado lector que las indague a través de sus descontroles, negligencias y flojeras.

Ejemplo de esas desgracias es el pliego que reproduzco donde el protagonista expande sus incontinencias excrementicias por todo sitio y lugar al no poder hacerse efectiva la función de las lavativas y otras diligencias que resultaron infructuosas. A lo largo del siglo XIX se observa un notable incremento de una literatura escatológica de consumo popular, como es el caso de este pliego, junto a otros más conocidos y reimpresos de los que dimos cuenta en diversas entradas de este blog y que pueden consultarse a través de los enlaces incluidos al final.





Enlaces a las doce entradas anteriores

01. https://adarve5.blogspot.com/2019/02/virtudes-del-cagar-y-defensa-del-pedo-i.html

02. https://adarve5.blogspot.com/2019/03/virtudes-del-cagar-y-defensa-del-pedo-ii.html

03. https://adarve5.blogspot.com/2019/03/virtudes-del-cagar-y-defensa-del-pedo_18.html

04. https://adarve5.blogspot.com/2019/03/virtudes-del-cagar-y-defensa-del-pedo-iv.html

05. https://adarve5.blogspot.com/2019/04/virtudes-del-cagar-y-defensa-del-pedo-v.html

06. https://adarve5.blogspot.com/2019/04/virtudes-del-cagar-y-defensa-del-pedo-vi.html

07. https://adarve5.blogspot.com/2019/04/virtudes-del-cagar-y-defensa-del-pedo.html

08. https://adarve5.blogspot.com/2019/04/virtudes-del-cagar-y-defensa-del-pedo_20.html

09. https://adarve5.blogspot.com/2019/04/virtudes-del-cagar-y-defensa-del-pedo-ix.html

10. https://adarve5.blogspot.com/2019/04/virtudes-del-cagar-y-defensa-del-pedo-x.html

11. https://adarve5.blogspot.com/2019/05/virtudes-del-cagar-y-defensa-del-pedo-xi.html

12https://adarve5.blogspot.com/2019/05/virtudes-del-cagar-y-defensa-del-pedo.html

©Antonio Lorenzo

domingo, 28 de noviembre de 2021

El disparate del miriñaque o la mujer enjaulada: origen, gozos, recuerdos y pleito

Ventall editado en Barcelona en la Imp. del H. de J. Gorgas, 1866

Si acudimos a la definición de miriñaque en la RAE encontramos lo siguiente:
Zagalejo interior de tela rígida o muy almidonada y a veces con aros, que usaron las mujeres.
¿Y qué era el zagalejo?
Refajo que usan las lugareñas.
¿Y el refajo?
Falda exterior con vuelo, por lo general de bayeta o paño, usada por las mujeres encima de las enaguas y que forma parte de algunos trajes regionales femeninos.
Tras estas definiciones lo más adecuado es acudir a ver las figuras, como la que encabeza esta entrada, antes de pasar a comentar a grandes rasgos los pliegos reproducidos, aunque más aclaratoria parece la definición del miriñaque de www.lexico.com:
Armazón circular de tela rígida con ballenas o de aros de metal o mimbre que se ata a la cintura de la mujer con cintas, llega hasta los pies y se coloca bajo una falda larga para ahuecarla; fue un soporte del vestido de gran popularidad hasta principios del siglo XIX.
Esta estructura compleja, denominada miriñaque, crinolina o armador tenía como misión el ahuecar las faldas mediante una construcción de aros de metal para no utilizar demasiadas capas de enaguas bajo la falda.





Hacia 1856 se extendió el uso de la crinolina en España por iniciativa de la emperatriz Eugenia de Montijo, impulsora de su uso en España, con el nombre de miriñaque. De esta forma se lograba ahuecar la falda en todas direcciones, lo que dio lugar a una amplia variedad de estructuras complejas que acabaron impidiendo determinados movimientos, así como dificultades para sentarse o atravesar una puerta. La moda fue evolucionando tras colocar la crinolina hacia atrás quedando recta la parte de la falda para favorecer el movimiento. Esta simplificación dio lugar al conocido como polisón a finales del siglo XIX y principios del XX.

Antes de la proliferación del miriñaque ya se conocía el llamado guardainfante, sobresaliendo a la altura del vientre lo que permitía de ese modo ocultar el embarazo. Anteriormente también se utilizó el llamado verdugado. El verdugo fue un aro rígido de mimbre, alambre o madera que iba forrado de tela o de guata que perduró hasta los años 40 del siglo XVII

La colocación del miriñaque requería la ayuda de una o varias personas mediante un complejo entramado de colocación como se recoge en las ilustraciones.



En este pliego, editado en Murcia en la imprenta de Pedro Belda en 1857, la mujer defiende el uso del miriñaque y achacando, a la contra, el uso del gabán, la levita y el sombrero en la moda masculina





En este otro pliego de "Los tristes recuerdos de un miriñaque", don Celedonio, americano viejo y gotoso, pero con dinero, se casó con Ciriaca con la aprobación de los padres de la joven, puesto que para ellos "los doblones son las llaves de los corazones".  A Ciriaca se le antojó comprarse un carísimo miriñaque, aunque en su paseo del brazo de Celedonio las varillas del miriñaque le iban golpeando las pantorrillas "que por los golpes parecen ya dos morcillas", hasta que un enorme perrazo le desencajó el miriñaque con sus dientes. Tras la cómica discusión burlesca entre la pareja se acaba criticando las incómodas modas venidas de Francia y defendiendo la honesta saya y mantilla española.






La crítica nacionalista a la moda foránea se recoge de forma satírica en estos pliegos y ventalls donde se decantan por lo español. El excesivo gasto de estas prendas dio lugar al dictamen de un bando para prohibir a las damas usar el miriñaque, a lo que ellas protestaron dando sus razones, como el permitir a los varones llevar bastón con estoque o espada oculta y corbatín apretado.

Estos bastones-estoques eran piezas que escondían en su interior una espada o puñal usados como complemento de la indumentaria y signo de distinción a lo que se unía la necesidad de protegerse cuando se movían por la corte o paseaban por la calle. Fueron famosos y apreciados los bastones victorianos que incluían una hoja de acero toledano de fabricación artesanal de la Fábrica de Armas de Toledo.

El pleito de las mujeres tuvo éxito pudiendo seguir usando el miriñaque como símbolo de distinción, aunque advirtiendo que no gastaran más en "jollerías", pues la mina no daba para más, lo que ofrecía una imagen de la mujer ociosa y derrochadora que se dejaba arrastrar por la moda.





©Antonio Lorenzo

jueves, 25 de noviembre de 2021

Los amores de Madrid + El consejo de un amigo

 

Pliego editado en Carmona (Sevilla) por la imprenta de José María Moreno en 1861, pliego del que se conocen impresiones por otros talleres, lo que da idea del trasvase de los mismos pliegos acogiéndose a la favorable idea de no facilitar el nombre del autor para así evitar posibles denuncias.

El pliego recoge toda una serie de tópicos donde la mujer sale socialmente malparada, lo que resulta frecuente en los impresos populares de aquellos años. Hay que recordar que aún faltaban siete años para que el triunfo de la conocida como Revolución Gloriosa obligara al destronamiento y al exilio de la reina Isabel II y al inicio del período denominado Sexenio Democrático (1868-1874).




©Antonio Lorenzo

miércoles, 17 de noviembre de 2021

Chasco al sacristán por el arriero y su mujer


La relación de los pliegos de carácter burlesco con el teatro breve es innegable. El teatro breve engloba una variedad de géneros cuyas fronteras son imprecisas y donde se combinan elementos dispersos en un hibridismo genérico variado. Las versiones sobre pretendientes burlados son recurrentes en los pliegos de cordel, al igual que lo fueron en las representaciones en tertulias, pasillos, sainetes o en el fronterizo y más desconocido género de las llamadas mojigangas dialogadas y escenificadas. Este último término, que aparece en el siglo XVII, se refiere a las procesiones parateatrales y burlescas vinculadas a la celebración cristiana del Corpus o a la pagana del Carnaval. En un sentido amplio estas muestras de carácter festivo fueron evolucionando y alcanzando un mayor desarrollo en los entremeses. Es en estos últimos donde más abunda la figura del sacristán como personaje enamoradizo y seductor, que viene a suplantar de alguna manera al cura lascivo entreverando una crítica anticlerical.

La trama suele ser muy simple. El pretendiente (sacristán, cura, etc.), trata de seducir a la mujer para lograr acostarse con ella. La mujer puede adoptar un papel de encubridora ante el marido o bien castigar al seductor informando previamente al marido y urdiendo un plan conjunto para vengarse y que acabe malparado. El sacristán es figura risible en muchos de estas escenificaciones, al igual que se recoge también en los pliegos de cordel y en conocidos romances de tradición oral. La síntesis o el entrecruzamiento de lo cómico con lo religioso siempre dio mucho juego en la tradición, tanto escrita como oral, a lo que también habría que añadir las huellas que se pueden rastrear en el refranero.

El papel de la mujer admite matices o distintos puntos de vista, desde los relatos más generalistas donde abunda una diatriba contra la mujer, hasta aquellos que resaltan de forma solapada su argucia y su insatisfacción sexual. Según los distintos relatos pueden entreverse dos líneas: la más generalizada es la línea misógina donde la mujer representa la encarnación del pecado con todos los tópicos conocidos y otra, más ambivalente, por su actitud frente a maridos simples o viejos que le producen insatisfacción sexual. En este último caso hay ejemplos donde la mujer acepta la relación amorosa del pretendiente cortejador y trata de engañar u ocultar su relación al marido, lo que se aparta, con matices, de la línea misógina más generalizada en el sentido de otorgar un mayor protagonismo decisorio a la mujer, aunque lo más frecuente es que informe previamente al marido de la visita del amante cortejador para diseñar conjuntamente una venganza organizada. 

Su relación con los llamados cuentecillos breves y relatos populares es notoria, ya que todos ellos participan de elementos comunes por su forma dialogada y su indudable intención burlesca.

Existe una gran cantidad de ejemplos, ya sean editados o transcritos de los recogidos oralmente, para sustentar este tipo de burlas que corresponden a una serie de tipos del cuento folklórico, como el clasificado con el Tipo 1730: Los pretendientes atrapados [Aarne, Antti y Thompson, Stith: The Types of the Folktale; a Classification and Bibliografy. Translated and enlarged by Stith Thompson, FFCommunication, núm 184, Helsinki, Indiana University 1964], por citar un referente del que se conocen abundantes versiones hispánicas. En este tipo de engaños, llevados a cabo por la mujer ingeniosa y su marido, el amante se esconde bajo la cama o dentro de un arca o armario. 

Los personajes que intervienen en ellos suelen ser gentes con oficios populares como el de tahonero, tabernero, ventero, molinero, barbero, carbonero o arriero. Este último oficio del marido es el que figura en la trama del pliego, llamado también "cosario o conductor de encargos", lo que vendría a ser, por dar un toque jovial a la entrada, como un repartidor de "Amazon".

A grandes rasgos, el desarrollo del pliego es el siguiente: Un lascivo sacristán trata de seducir a una joven casada el año anterior con Francisco de las Peñas (el repartidor de Tarancón). En su visita al convento de la Encarnación, situado en un pueblo próximo para llevar unas efigies de regalo elaboradas por un hábil tallista y escultor que traía en un arcón. La priora aprovechó la ocasión para encargarle al tallista, por medio del arriero, la talla de un nuevo San Sebastián que tenían deteriorado. Al regresar el arriero a su casa su mujer le comunicó las intenciones y el interés hacia ella del sacristán, quien estaba dispuesto hasta "vender la sotana y robar el copón". Ambos urden un plan para citar al sacristán en su casa con la excusa de que el marido ya se encontraría de viaje. Una vez desnudo el sacristán y ante la acordada y supuesta llegada imprevista del marido, el sacristán se ocultó desnudo en un arcón. Sabedor de ello, el arriero carga con el arcón dirigiéndose de nuevo al convento y comunicando a la madre priora que ya le trae la nueva talla encargada de San Sebastián. Una vez abierto el arca, el asustado sacristán se finge muerto, pero la priora y las monjas advierten que "tiene...un... qué se yo", como un ratón, por lo que el arriero, para resolver la situación, sacó del bolsillo una navaja incitando a cortar el ratón y "santas pascuas". El sacristán que lo oyó pegó un brinco y bajando las escaleras de dos en dos huyó despavorido.

El propósito de estos ejemplos, como muchos otros que podrían traerse a colación, no es otro que el de entretener o hacer reír, y no propiamente el de moralizar o educar. Este apartado que podríamos englobar como burlas eróticas, ofrecen aspectos poco tenidos en cuenta y que sugieren un más detenido estudio desde el punto de vista de cómo se refleja en ellos el papel de la mujer sometida a la mentalidad machista dominante.





©Antonio Lorenzo

martes, 9 de noviembre de 2021

Conclusiones burlescas. El maestro, el sustentante y tres estudiantes


Este pliego, de clara intención burlesca, nos retrotrae a una antigua práctica que fue habitual en las universidades en siglos pasados para comprobar la idoneidad de los saberes del llamado sustentante. En una especie de ceremonia académica, el llamado sustentante (defensor de una tesis o posición ideológica en una discusión y aspirante a cierto grado de reconocimiento), tenía que defender (sustentar) en un acto académico más o menos solemne y de forma argumentada una determinada tesis. Los estudiantes o graduados que asistían al acto trataban, mediante sus preguntas, de poner en dificultades al defensor de la tesis quien debía contestar adecuadamente a sus objeciones.

Mediante estas discusiones sobre temas académicos se comprobaba la soltura y la capacidad de respuestas y argumentaciones a las opiniones contrarias que tenía que hacer el sustentante. La práctica habitual más antigua consistía en que el sustentante debía presentar sus argumentos por escrito al maestro unos días antes para ser discutidas posteriormente en el debate. Cada universidad establecía sus normas, plazos y debates según la materia de que se tratase. La conocida como disputa escolástica, además de justificar la posición que cada uno defiende en un debate, consistía en la refutación del punto de vista defendido por nuestros oponentes. Cada argumento podía ser refutado o debilitado, lo que daba pie para señalar errores o contradicciones, plantear objeciones y aclaraciones o solicitar pruebas verosímiles del mantenimiento de opiniones.

Una lección medieval de Laurentius de Voltolina

La Escolástica, doctrina del pensamiento teológico-filosófico medieval como evolución de la antigua Patrística de la antigüedad tardía, tuvo un especial desarrolló en el medievo como la principal corriente de enseñanza tanto en universidades como en escuelas diversas. La Escolástica jugó un importante papel en la construcción de un discurso académico que soportara las refutaciones y críticas hechas por terceros como modelo de enseñanza y defensa de las ideas expuestas.

La figura del estudiante acabó convirtiéndose en un personaje folklórico, patrón muy conocido en romances, teatro, cuentos y versos: pícaros, graciosos instruidos, amantes de las mujeres y hábiles protagonistas de disputas alegóricas.

La disputa burlesca cuenta con una enorme tradición literaria. Para contextualizar esta práctica habitual me detengo como ejemplo reciente en la nota de Vicente de la Fuente (1817-1889) incluida en el Tomo I de Escritos de Santa Teresa, Madrid, M. Rivadeneira, 1861, pág. 525, nota 5:

«Dábase el nombre de Vejamen a la censura o calificación, a veces burlesca, de los méritos o escritos de una persona. En la Universidad de Alcalá formaba parte de los actos académicos para la investidura de Doctor en Teología. El objeto era, según se decía, acostumbrar al graduando a llevar con igual ánimo los honras y las afrentas, sin engreírse con sus honras, a la manera que los romanos ponían al lado del triunfador un esclavo que le insultara. En los colegios se solía dar vejamen a los nuevos colegiales, sujetándoles a farsas, a veces harto indecentes, y que hubieran de prohibir los Visitadores regios.
En la Universidad de Alcalá duraron hasta fines del año de 1834, y tuve ocasión de asistir a varios de ellos. Los estudiantes y la gente de buen humor concurrían a los vejámenes con avidez. El Claustro pleno asistía de ceremonia y con insignias doctorales. Dos estudiantes, sentados al lado del doctorando, recitaban composiciones en verso castellano, el uno echándole en cara todos sus defectos físicos, morales e intelectuales, y el otro elogiándole hiperbólicamente. El padrino resumía el debate en composición latina, en que dirigía al graduando consejos oportunos».

De las muchas y muy conocidas disputas burlescas literarias que se pueden rastrear, me detengo a comentar a grandes rasgos la aparecida en la Segunda Parte del Lazarillo, muy desconocida para el público en general, aunque cada vez más apreciada dentro del ámbito de los especialistas. Dicha obra fue recluida en el índice inquisitorial de 1559, aunque traducida pocos años después al inglés, francés, italiano y holandés en ediciones donde incluían conjuntamente las dos partes, ya que estaba prohibido editar el Lazarillo en su lengua original, aunque no su traducción a otras lenguas.

La Segunda Parte del Lazarillo, impresa en casa del impresor Martín Nucio (Amberes, 1555) apareció por primera vez, junto a la clásica edición primigenia del Lazarillo de 1554 en un solo volumen, lo que venía a suponer una continuación del original castellano en numerosos aspectos. Tanto la originaria edición de 1554 como su Segunda Parte, continúan hasta la fecha siendo anónimas a pesar de sus distintas atribuciones por parte de los investigadores, como Rosa Navarro, quien atribuye la autoría de la continuación del Lazarillo primigenio, aunque sin consenso académico, a Diego Hurtado de Mendoza. [Navarro, Rosa: Diego Hurtado de Mendoza, autor de La Segunda Parte de Lazarillo de Tormes. Revista Clarín, 85, 2010, pp. 3-10].

La Segunda Parte concluye con el capítulo XVIII (Cómo Lázaro se vino a Salamanca, y la amistad y disputa que tuvo con el rector, y cómo se hubo con los estudiantes) que es, precisamente, el capítulo que guarda una mayor relación con las disputas académicas. Es en este último capítulo donde Lázaro alcanza su deseo de lograr el grado de doctor disputando de forma inverosímil con el mismo rector de la universidad de Salamanca de una forma burlesca y paródica, lo que se interpreta como una minusvaloración a la academia salmantina.

Lázaro llega a las aulas salmantinas, vestido para la ocasión, con el propósito de engañar a los licenciados, tal y como se describe en el libro:
«Estando ya algún tanto a mi placer, muy bien vestido y muy bien tratado, quíseme salir de allí do estaba por ver a España y solearme un poco, pues estaba harto del sombrío del agua. Determinado a dó iría, vine a dar conmigo en Salamanca, a donde, según dicen, tienen las ciencias su alojamiento. Y era lo que había muchas veces deseado por probar de engañar alguno de aquellos abades o mantilargos que se llaman hombres de ciencia». 
Las absurdas preguntas formuladas por el rector fueron las siguientes: ¿Cuántos toneles hay en el agua del mar?; ¿Cuántos días han pasado desde que Adán fue criado?; ¿Dónde estaba el fin del mundo?; ¿Cuánta distancia había desde la tierra hasta el cielo? Ante estas preguntas ridículas del rector, Lázaro consigue realzar su dignidad para el regocijo de sus contemporáneos y sus posteriores lectores, que es en definitiva la oculta intención del anónimo autor de esta Segunda Parte en su pretensión de realizar una sátira de los saberes universitarios y del sistema en general. La victoria de Lázaro sobre el rector ha de entenderse como la simbólica victoria de un ser intelectual y socialmente inferior, frente a otro superior en rango. Una vez conseguido su propósito Lázaro acabará cenando y bebiendo con los estudiantes, a los que también acabará desplumando sus dineros por su hábil manejo con los naipes.

La edición digital de la obra completa puede consultarse en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes:

http://www.cervantesvirtual.com/obra/la-segunda-parte-de-lazarillo-de-tormes-y-de-sus-fortunas-y-adversidades--0/

El pliego

Tras la invitación a un nutrido auditorio el maestro y el sustentante invitan a escuchar las conclusiones haciendo hincapié en el vestuario de los participantes y utilizando un latín macarrónico de clara intención burlesca.

Una vez que regresan los estudiantes, que se encontraban bebiendo en la taberna y ya graduados "in tabernis", a tomar posesión de sus asientos el sustentante comienza a exponer sus conclusiones para ser luego rebatidas. La primera de ellas sostiene que los hombres de mal pelo, los calvos, son gente baja. Su segundo argumento se centra en la consideración en la poca valoración de las viejas y su acendrado interés por acechar lo ocurrido en una casa. En su tercer argumento afirma que tanto los médicos como los cirujanos se amparan y justifican sus predicciones en la suerte y no en sus previsibles conocimientos.

Los estudiantes tratan de argumentar lo contrario a lo expuesto por el sustentante. Tras todo ello, a lo que se une la teatralidad de la ceremonia, el maestro acaba preguntándose: ¿de aquestas conclusiones qué hemos sacado? La respuesta no se hizo esperar: el tener lindas ganas de haber cenado, acabando todos ellos cantando coplas y bailando.

Este curioso pliego fue impreso originalmente en Valencia en la segunda mitad del siglo XVIII (1758) y reimpreso posteriormente por los sucesores de su primer impresor, Agustín Laborda, en 1822, nada menos que 64 años más tarde, que es la reproducida.









©Antonio Lorenzo