viernes, 10 de febrero de 2023

Castigo a la viciosa y desordenada mujer por ultrajar la hostia consagrada

 

Este pliego es un ejemplo más de la antigua animadversión hacia las mujeres centrándose, tras una serie de variadas consideraciones de tipo religioso, en el castigo infringido a una recluida mujer tachada de "infeliz", "viciosa" y "desordenada" por haber profanado una hostia consagrada. El pliego hay que situarlo, lógicamente, bajo el filtro de una perspectiva histórica en el contexto de mediados del siglo XVIII donde las mujeres que se encontraban recluidas lo eran por considerarlas con adjetivos añadidos de "vagantes", "alcahuetas", "ladronas" o "de corazones depravados", con lo que ello supone de denigración de la mujer como sufridoras de la desigualdad de género, no solo desde un punto de vista religioso, sino también de forma generalizada en aquella sociedad del Antiguo Régimen.

Importante es contextualizar este tipo de pliegos como el que nos ocupa en su relación con la predicación y los sermones. El propio título de "Verdadera relación y curioso romance" es un comienzo muy generalizado para atraer la atención y el interés del público en los encabezamientos de los pliegos del romancero popular dieciochesco. Estos pliegos de contenido religioso entroncan con el espíritu contrarreformista de carga moralizante para incidir en el castigo si no se cumple con lo considerado como moralmente conveniente. El clero se valió de este tipo de materiales impresos como instrumentos de propagación de valores ejemplarizantes. El castigo de la pecadora, eje fundamental de lo que se trata en el pliego, viene adornado previamente con extendidas locuciones metafóricas donde la misericordia o la clemencia divina queda al margen del perdón y se centra plenamente en el castigo.

Para situar cronológicamente los hechos narrados conviene repasar a grandes rasgos la historia social de la delincuencia en cuanto a las reclusiones y la vida carcelaria de las mujeres en el Antiguo Régimen. Tanto el trabajo como la religión constituían los dos ejes esenciales en la vida carcelaria de las mujeres, que convivían con el cuerpo de capellanes y con las monjas o religiosas de diferentes órdenes que custodiaban por entonces las cárceles.

El precedente de las cárceles femeninas son las conocidas como las Casas Galera, como equivalente femenino a la masculina pena de galeras. Según el diccionario de la RAE, las galeras no solo se refieren a las penas de remar en las galeras reales a los delincuentes, llamados galeotes, sino que se asoció también a las antiguas instituciones de reclusión de las mujeres.

El precedente documental sobre estas Casas Galeras, lo encontramos en la obra de sor Magdalena de San Jerónimo, seudónimo de Beatriz de Zamudio, quien propuso al rey Felipe III un memorial, fechado en 1608, titulado Razón y forma de la Galera, y Casa Real, para castigo de las mujeres vagantes, y ladronas, alcahuetas, hechiceras, y otras semejantes, que fue publicado en Valladolid y en Madrid al mismo tiempo, la creación en cada ciudad de una Casa denominada Galera. Fue la primera en expresar por escrito con detallado reglamento las normas que habían de seguirse en estos penales para reformar a las mujeres desviadas mediante el recogimiento, el trabajo y la oración. Esta obra dio un impulso definitivo a la creación de las primeras cárceles para mujeres. Las Casas Galera acogían de forma pública a las pecadoras o vagabundas de clase baja, aunque las cortesanas de clase alta o de familias nobles que contaban con recursos expiaban sus faltas de forma mucho más discreta en los monasterios.


En el plan propuesto por la religiosa se incidía en el castigo a las reclusas donde el régimen de vida era durísimo en cuanto a comida, vestimenta o tortura mediante cadenas, esposas, grilletes o mordazas.

La estructura de las Casas Galeras debían ser edificios cerrados al exterior sin ventanas ni miradores, con discretos dormitorios, sala de labor, "pobre despensa", capilla, pozo, pila para lavar y una "cárcel secreta", espacio de castigo para las rebeldes incorregibles. En la sala común las reclusas trabajaban haciendo labores textiles para ayudar a los gastos de la galera. Como ejemplo, en la galera de Madrid del año 1799 se realizaron desde julio a diciembre: «7 fajas, 127 calcetas, 14 labores de lana hilada y 356 de lino, 210 trenzas, 903 prendas confeccionadas, 122 bolsillos y 7 alfombras, cuyo importe fue de 3.431 reales de vellón", según datos aportados por Fiestas, Alicia: «Las cárceles de mujeres», Historia 16, extra VII, octubre 1978.   

Como ejemplo del tono empleado en el memorial de la religiosa transcribo parte de lo recogido en el punto primero sobre la importancia y necesidad de esta Galera:
«Digo, pues, lo primero que ay muchas mugeres moças vagabundas y ociosas, y entre ellas algunas muchachas de diez y seis y menos años, que no se sustentan de otra cosa sino de mal vivir. Y para esto, llegada la noche, salen como bestias fieras de sus cuevas a buscar la caza; pónense por esos cantones, por calles y portales de casas, combidando a los miserables hombres que van descuidados, y echas laços de Satanás, caen y hacen caer en gravíssimos pecados. Vanse por las casas de los señores donde ay pages y otra gente moça de servicio, vanse hasta las caballerizas, y los hombres flacos, teniendo a la mano la ocasión, caen miserablemente, y ellas, aviendo gastado toda la noche o la mayor parte della, recógense con su torpe ganancia a las posadas y casas que tienen, y allí gastan el día en dormir, comer y holgar hasta que vuelve la noche». 
En el punto segundo, entre otras consideraciones sobre la comida y la vestimenta se recomienda en el memorial:
«Ha de haber en esta Galera todo género de prisiones, cadenas, esposas y grillos; y mordazas, cepos y disciplinas de todas hechuras de cordeles y hierro; que de solo ver estos instrumentos se atemoricen y espanten porque como esta ha de ser como una cárcel muy penosa, conviene que haya grande rigor». 
En referencia a los castigos no me resisto a transcribir lo siguiente:
«El Alcaide y las demás personas a cuyo cargo está el gobierno de la galera, han de  procurar tener a raya estas  mugeres  si  quieren  valerse con  ellas, y  así, si blasfemaren o juraren, pónganlas una mordaça en la boca; si alguna estuviere furiosa, échenla una cadena; si se quisiere alguna salir, échenla algunos grillos y pónganla de pies o cabeça en el cepo, y así amansarán, y dándolas muy buenas disciplinas delante de las otras, éstas quedarán  castigadas y las otras escarmentarán en cabeça agena y temerán otro tanto. Conviene también que de noche duerman algunas de las inquietas con alguna cadena o con el cepo, como se haze en algunas galeras con algunos forçados, porque no estarán pensando sino por donde irse o cómo podrán aporrear a las oficialas o meterse unas a otras y hazerse quanto mal pudieren. Yo las conozco bien, que las he tratado muchos años, que como el demonio está tan enseñoreado de ellas y tan airado por averle sacado estas almas de sus uñas, las estará induciendo a muchos males y hasta que el castigo las domestique estarán furiosas». 
La Casa Galera de la que se habla en el pliego se encontraba en la madrileña calle de Atocha desde el año 1750 tras ser habilitada en su nuevo desplazamiento desde el antiguo hospicio de la iglesia de Nuestra Señora de Montserrat situada en la calle de San Bernardo donde funcionaba desde 1722, aunque con precarias condiciones de seguridad.

Obviamente, la evolución del presidio femenino fue evolucionando y los castigos por no defender o no participar de determinadas creencias religiosas adquieren con el tiempo otro protagonismo, al que anteriormente había que regirse mediante la obediencia, oración, trabajo y sumisión completa a la dirección del centro.

El pliego, donde se detalla lo sucedido el 25 de marzo de 1753, comienza con un abundante recorrido elogioso de las "pláticas doctrinales y sermones persuasivos" como estrategias discursivas, hasta que se centra en "La Galera" de la madrileña calle de Atocha, donde se recogían a las públicas rameras, entregadas a los vicios... "a quien sus torpes delirios llevan a acabar su vida en tan estrecho retiro". La idea de lo bueno y lo malo no se pueden separar en aquellas fechas a los principios morales propios de los dictados por la iglesia católica, aunque no es este el lugar adecuado para diferenciar las conocidas entonces como "Casas de Arrepentidas o Recogidas", "Casas de Misericordia" o "Casas Galeras" y su interesante evolución legislativa, como la desigualdad jurídica de la mujer frente al hombre, entre otras cuestiones.

El día 25 de marzo, día de la Anunciación de la Virgen y la Encarnación de Cristo, al recibir en su boca "el manjar de los cielos y el bocado divino" la mujer lo sacó de su boca arrojándolo en el suelo. Como castigo, los jueces decretaron que el lunes siguiente saliese públicamente afrentada en un borrico con la boca amordazada para ser pasto de la vergüenza pública. Ni qué decir tiene que, como se apunta en el pliego, aunque Jesucristo es "Padre amoroso" no deja de ser tampoco "juez vengativo", y aunque también se le identifica como "Pan de la vida", para aquel o aquella que le menospreciara se convierte en "Pan de muerte y de juicio".





Adjunto la primera plana del pliego editado en Valencia por el impresor y mercader de libros Cosme de la Granja, cuya actividad impresora se sitúa entre 1734 y 1765, aunque tras su muerte, continuó con la librería abierta su viuda (Basilia Tora).


©Antonio Lorenzo

miércoles, 1 de febrero de 2023

Máximas, proverbios y refranes por "El buen Sancho de España" [Febrero]

 

José María Sbarbi y Osuna (1834-1910), considerado como iniciador de la paremiología moderna por su fecunda y amplia trayectoria en la recopilación y estudio de los refranes, publicó en 1862, a la temprana edad de 28 años, la Colección metódica de máximas, proverbios, sentencias y refranes oculto bajo el pseudónimo de "El buen Sancho de España", siendo su posterior y referencial obra más conocida su Refranero general español, publicado en 10 tomos entre 1874 y 1878. 

Aunque en los tiempos actuales haya decaído sobremanera el uso de estos conocimientos de sabiduría popular, los refranes son hijos del transcurso de los tiempos y ejemplos de una atenta observación de la naturaleza que acreditan su verosimilitud, pues como apunta un refrán: refranes que no sean verdaderos y febreros que no sean locos, pocos. Sin embargo, hay que tener en cuenta que en terrenos ajenos a la observación de carácter meteorológico encaminados preferentemente hacia las gentes del campo, un gran número de ellos suscitan dudas y contradicciones e incluso reprobación absoluta si tenemos en cuenta la evolución de determinados valores ideológicos que afortunadamente han ido evolucionando.

Como ejemplo de sabiduría popular entresaco, sin más, de su obra pionera de 1862 lo relativo para el mes de febrero agrupado bajo las etiquetas de meteorognosia (conocimiento de los fenómenos atmosféricos), labranza, zootecnia, moral, economía, higiene y administración.










©Antonio Lorenzo

miércoles, 25 de enero de 2023

La cadena de oro dividida en cuatro vueltas

 

De este curioso pliego de mediados del siglo XVII se conocen pocas ediciones y reimpresiones. Se trata de un pliego de contenido religioso como ejemplo de literatura ascética popular con la finalidad de alcanzar la virtud y la perfección. Para ello se utilizan elementos simbólicos, en este caso a través de una cadena de oro dividida en cuatro vueltas, como recurso utilizado para la oratoria y predicación religiosa. El pliego consta de una redondilla inicial en cada una de las cuatro vueltas dando paso a una serie de seguidillas. Estos versos fueron compuestos, según el pliego reproducido, por el licenciado Juan de Castro, aunque en otras versiones se añaden otros dos apellidos, dando por resultado final el de licenciado Juan de Castro Pecellín y Varona, autor del que solo he encontrado referencias sueltas sobre su obra poética.

La cadena de oro se asocia simbólicamente con la oración, pues se identifica con una cadena de oro que pende del cielo y llega a la tierra por la que llegan a nosotros todos los bienes. Nosotros hemos de subir a Dios mediante la oración como se expresa en numerosos tratados espirituales que animan a practicar la oración como humilde ejercicio de perfección y de virtud cristiana. Por la cadena de oro colgada del cielo y que llega hasta la tierra bajan y descienden hasta nosotros sus bienes y nosotros subimos mediante la oración hacia Dios. El simbolismo de la cadena recuerda a la conocida Escala de Jacob, una especie de escalera que se le apareció en un sueño al personaje bíblico descrito en el Libro del Génesis y que llegaba desde el suelo al cielo por donde subían y descendían los ángeles.

           Las cuentas del rosario
           son escaleras
           que en el cielo se ponen,
           y al suelo llegan. (Vuelta segunda)

El sueño de Jacob

La Biblioteca Nacional de Madrid conserva un ejemplar de este pliego atribuido a Iván de Castro Pecellín y Varona, impreso en el taller de María de Quiñones el año 1658 y a la venta en casa del mercader de libros Juan de Valdés, enfrente de Santo Tomás.

Dato a reseñar es que la impresora María de Quiñones, viuda del famoso impresor Juan de la Cuesta, fue el librero responsable de la edición príncipe del Quijote en su taller. María fue continuadora de su labor impresora tras el fallecimiento de su marido en la calle madrileña de Atocha, donde se encontraba el taller. María de Quiñones (fallecida el 5 de julio de 1669) colaboró comercialmente con diversos mercaderes libros, como es el caso de Juan de Valdés (no confundir con el humanista Juan de Valdés, fallecido en 1541).


El pliego sobre la cadena de oro se imprimió también en Sevilla, sin fecha, a costa de la viuda de Nicolás Rodríguez (viuda de la que desconocemos su nombre), quien asumió su papel de editora y librera entre 1670 y 1675. En su actividad impresora imprimió o editó veintiocho obras, de las que solo seis son libros propiamente dichos, siete folletos y trece pliegos sueltos, entre los que se encuentra la cadena de oro que nos ocupa.

Una reproducción más reciente es la editada en Lérida por la imprenta de la viuda de Corominas, (Teresa Terré i Palau) con fecha posterior a 1840, cuyas dos xilografías que encabezan la primera plana del pliego son las elegidas para ilustrar esta entrada.

También se conoce el pliego editado en Valencia por la imprenta de Laborda, en la calle de La Bolsería sin año.

Según los escasos datos que laboriosamente he podido reunir aparece también como autor de El médico del amor y Espejo de la hermosura (Salamanca, 1650), obras que no he logrado consultar salvo una referencia a esta última: "el licenciado Juan Castro Pecellín regaló al obispo salmantino su Espejo de hermosura encuadernado a la italiana y dorado, siendo su precio de encuadernación 8 reales". Datos entresacados del trabajo de Francisco Javier Lorenzo en su artículo Contratos de aprendizaje del sector del libro en Salamanca (1601-1650), en Salamanca, Revista de Estudios, nº 50, 2003, en nota de la página 92.

Como curiosidad añadida, en el fondo antiguo conservado en la Biblioteca Nacional de Perú se reseñan y conservan los dos títulos anteriormente reseñados atribuidos a Juan de Castro Pecellín, impresos en Salamanca en 1650.









©Antonio Lorenzo

martes, 17 de enero de 2023

Sobre la festividad de San Antón

Azulejos de la iglesia San Juan del Hospital (Valencia)

Enrique Casas Gaspar, quien fuera un reconocido etnólogo y folklorista, dedicó un capítulo a la festividad de San Antonio Abad en su libro de 1950 Ritos agrarios. Folklore campesino español, Madrid, ed. Escelicer.

Por su interés, entresaco de dicho libro lo dedicado a la fiesta que se celebra el día 17 de enero.






Hace unos años dediqué una entrada a dicha festividad, que puede consultarse a través del siguiente enlace:

https://adarve5.blogspot.com/2015/01/santos-protectores-y-sanadores-hasta.html

©Antonio Lorenzo

sábado, 14 de enero de 2023

Las cabañuelas y la predicción del tiempo

Observaciones del explorador y cosmógrafo Américo Vespucio (1454-1512)

Cada comienzo de un nuevo año suscita incertidumbres sobre cómo va a transcurrir su desarrollo, tanto en lo personal como en otros aspectos dispares como en lo meteorológico. Respecto a este último gozan de especial relevancia las conocidas cabañuelas como forma de anticipar y prefigurar las predicciones del tiempo a lo largo de todo un año. Las cabañuelas, independientemente de las fechas elegidas para establecer las predicciones, se centran en la observación durante los doce días elegidos para presagiar el tiempo que hará durante los meses venideros. Estas creencias, de ancestrales orígenes, también son propias de diferentes culturas de países europeos y americanos.

Las fechas que sirven de referencia para las predicciones anuales varían de unos lugares a otros. Los doce días elegidos para prefigurar el tiempo que va a hacer durante los restantes meses del año suelen asociarse a los doce días que separan la Navidad y la Epifanía, con ligeras variaciones sobre el comienzo o el último día para una correcta observación. Otras variantes se detienen en los doce días que transcurren entre el 13 de diciembre, festividad de santa Lucía asociada al solsticio de invierno, hasta el día de Navidad (excluido del recuento).

Este ancestral método de predicción se basa en creencias que guardan relación con aspectos mágicos, rituales o lúdicos de difícil interpretación como vaticinio colectivo. 

El Diccionario de la Real Academia Española, no registra en su actualización de 2022 el término que nos ocupa, aunque en su 21 edición de 1992, aparece la acepción del término de cabañuelas del siguiente modo:

«Cálculo que, observando las variaciones atmosféricas en los doce, dieciocho o veinticuatro primeros días de enero o de agosto, forma el vulgo para pronosticar el tiempo que ha de hacer durante cada uno de los meses del mismo año o del siguiente».

Las cabañuelas se asocian en otros lugares a los primeros doce días de agosto. Luis Martínez Kleiser en El tiempo y los espacios de tiempo en los refranes (1945), recoge en la página 280 el dicho:
Agosto está en el secreto
de doce meses completo.

Otro dicho popular alude a que en el mes de agosto ya se encuentran los higos en sazón:

El mes de las cabañuelas
es el mes de las higueras.

Los doce días de agosto, en plena estación veraniega, contrastan con las más habituales predicciones invernales entre la Navidad y Epifanía, lo que viene a sugerir una difícil interpretación y contextualización con lo sabiamente apuntado por el ilustre Mircea Eliade (1907-1986) en El Mito del eterno retorno. Arquetipos y repetición. (Madrid, Alianza editorial, 1996; original de 1949).

Las cabañuelas, como antiguo método para la predicción del tiempo, guarda relación terminológica con la fiesta judía de Los Tabernáculos (o de las cabañas) en su celebración ceremonial durante siete días para rememorar los cuarenta años de peregrinación del pueblo de Israel por el desierto antes de llegar a la tierra de promisión, según se recoge el Tomo II del Diccionario de Autoridades (1729).

Tras este breve repaso resulta de interés comprobar cómo estas predicciones fueron recogidas en almanaques y calendarios, como en las páginas entresacadas que reproduzco para el año 1885, editado el año anterior en la localidad pacense de Fregenal de la Sierra, con un interesante recorrido sobre las diversas fechas asociadas a las cabañuelas.

En la portada de este Calendario popular, aunque figuran solamente las iniciales de su autor L. R. y E., corresponden al folklorista Luis Romero y Espinosa (1852-1891). La recopilación está dedicada a don Antonio Machado y Álvarez (Demófilo), iniciador de los estudios del folklore español y padre de los hermanos Machado. 

Este Calendario popular goza de interés añadido por representar un valioso ejemplo de los inicios de los estudios folclóricos en España, donde Demófilo creó en 1881 en Sevilla el Folk-Lore Andaluz, y un año más tarde Romero y Espinosa, siguiendo los pasos de su amigo y maestro, creó como sociedad el Folk-Lore Frexnense, para el estudio folklórico con sede inicial en Fregenal de la Sierra (Badajoz), importante foco cultural que contó con magníficos colaboradores. Romero y Espinosa, a pesar de no ser muy conocido y fallecer con apenas 39 años, es uno de los folkloristas que más han contribuido durante el último cuarto del siglo XIX en el estudio y difusión de la cultura popular extremeña.

La sociedad de Folk-Lore Fraxinense se constituyó en Fregenal de la Sierra (Badajoz) el día 11 de junio de 1882, siendo presidente honorario Vicente Barrantes y presidente efectivo Luis Romero y Espinosa, recopilador de este magnífico Calendario Popular donde se incluye toda una amalgama de aspectos folklóricos y de sabiduría popular.

Un dato de interés sobre la obra recopilatoria de Luis Romero es la moderna edición de El refranero de agricultura, tras el hallazgo de una prueba de imprenta, nunca editada, hasta su valiosa recuperación por Juan R. Pastor y Juan Andrés Serrano, publicada en Saber popular, revista extremeña de folklore, nº 3, 1988.

Reproduzco las páginas donde se alude a las creencias de las cabañuelas y donde se nos ofrece un muy interesante recorrido sobre los diferentes cómputos predictivos de estas creencias basadas en las variadas técnicas de observación donde, entre otras, se tenían en cuenta las nubes, el viento o el comportamiento y el vuelo de las aves.

Este Calendario Popular se custodia en la Biblioteca Virtual del Patrimonio Bibliográfico, del Ministerio de Cultura y Deporte.







©Antonio Lorenzo

lunes, 9 de enero de 2023

Máximas, proverbios y refranes por "El buen Sancho de España" [Enero]

 

La paremiología, como rama del folklore y de la lingüística, constituye todo un caudal riquísimo de sabiduría popular. Los refranes tienen su origen en la más remota antigüedad alcanzando su desarrollo entre nosotros a finales del siglo XV y comienzos del XVI, a los que Juan de Mal Lara los etiquetó en su obra como Fhilosofía Vulgar (1568), ya que entonces eran de uso frecuente por gentes de toda clase de condiciones sociales, aunque en realidad el término "vulgar" no deja de ser discriminatorio y subjetivo, al igual que ocurre con la diferenciación entre el considerado como romancero tradicional frente al romancero vulgar. Esta rama del folklore es común en toda Europa siendo sus cultivadores entre nosotros figuras tan notables como el Marqués de Santillana, Timoneda, Gonzalo Correas. Rodríguez Marín o José María Sbarbi y Osuna (1834-1910), este último como gran estudioso y considerado como "Padre del refranero" y que precisamente es el recopilador de estos primeros refranes que reproduzco, aunque no figure su nombre en su recopilación de 1862, ya que en ella adoptó el pseudónimo de "El buen Sancho de España".

Las recopilaciones de paremias, como unidades lingüísticas estables, a pesar de ser abundantes y desperdigadas en el tiempo y clasificación, constituyen verdaderos tesoros de los que echamos en falta un mejor conocimiento generalista en la sociedad actual, ya sea por su paulatina desaparición en los diccionarios académicos y por el desvanecimiento de su uso como útiles elementos didácticos en la enseñanza.

La primera obra conocida de autor anónimo fue impresa en Burgos en el año 1509, titulada Refranes famosíssimos y provechosos, glosados, dividido en doce capítulos con un total de 244 refranes glosados. La obra es germen de tantos y fundamentales colecciones de refranes posteriores. Se trata de la primera obra paremiológica con glosa o comentario que se publicó en España y de la que se conserva una única copia custodiada en la Biblioteca Histórica Municipal de Madrid.

Existe desde antiguo una confusión y ambigüedad terminológica entre términos afines, como las frases proverbiales, los refranes, los dichos y las locuciones, cuyas definiciones no suelen ser coincidentes al encontrarse interrelacionadas, algo que trató de deslindar en sus trabajos Julio Casares (1878-1964), iniciador de los estudios fraseológicos en su Introducción a la lexicografía moderna (1950), donde dedica un capítulo sobre los borrosos rasgos distintivos entre los términos de locución, frase proverbial, el refrán y el modismo. Obra referencial de los estudios posteriores donde considera el refrán como "una fórmula expresiva, que encierra determinado contenido ideológico".

Los refranes son construcciones verbales de carácter estable que adquieren diversas interpretaciones dependiendo de su contexto, aunque su uso se aleja cada vez más del lenguaje comunitario, lo que refleja una falta de conciencia paremiológica, tanto en su adquisición como en su uso colectivo, al ser considerados, si se me permite la expresión, como "viejunos".

Los refranes, hijos de su época, son también fuente de información sociológica e histórica al reflejar comportamientos de conducta colectivos y como ejemplos de valoraciones morales y saberes secularizados, aunque muchos de ellos sean sin duda alguna reaccionarios o misóginos desde un punto de vista actual, aunque en su mayoría ya se encuentran afortunadamente en desuso. 

En la actualidad, los estudios y proyectos de investigación fraseológica (fraseología) y paremiológica (paremiología), son considerados como dos disciplinas científicas interrelacionadas y de carácter interdisciplinar, cuyo objeto son las unidades lingüísticas estables de ambos tipos y de lo que contamos actualmente con trabajos cada vez más abundantes y enriquecedores.

El notable decaimiento y disminución del uso de paremias en la sociedad no debe hacernos olvidar que constituyen una enorme fuente de sabiduría popular respecto a la meteorología, la agricultura, la moral o la medicina, entre otras muchas. El interés de esta primera entrada es acentuar y reivindicar su importancia mediante una llamada de atención sobre lo recopilado del mes de enero por José María Sbarbi el año 1862 bajo el pseudónimo de "El buen Sancho de España" bajo las etiquetas meteorognosia, labranza, zootecnia, moral, economía, higiene y administración












©Antonio Lorenzo