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viernes, 10 de febrero de 2023

Castigo a la viciosa y desordenada mujer por ultrajar la hostia consagrada

 

Este pliego es un ejemplo más de la antigua animadversión hacia las mujeres centrándose, tras una serie de variadas consideraciones de tipo religioso, en el castigo infringido a una recluida mujer tachada de "infeliz", "viciosa" y "desordenada" por haber profanado una hostia consagrada. El pliego hay que situarlo, lógicamente, bajo el filtro de una perspectiva histórica en el contexto de mediados del siglo XVIII donde las mujeres que se encontraban recluidas lo eran por considerarlas con adjetivos añadidos de "vagantes", "alcahuetas", "ladronas" o "de corazones depravados", con lo que ello supone de denigración de la mujer como sufridoras de la desigualdad de género, no solo desde un punto de vista religioso, sino también de forma generalizada en aquella sociedad del Antiguo Régimen.

Importante es contextualizar este tipo de pliegos como el que nos ocupa en su relación con la predicación y los sermones. El propio título de "Verdadera relación y curioso romance" es un comienzo muy generalizado para atraer la atención y el interés del público en los encabezamientos de los pliegos del romancero popular dieciochesco. Estos pliegos de contenido religioso entroncan con el espíritu contrarreformista de carga moralizante para incidir en el castigo si no se cumple con lo considerado como moralmente conveniente. El clero se valió de este tipo de materiales impresos como instrumentos de propagación de valores ejemplarizantes. El castigo de la pecadora, eje fundamental de lo que se trata en el pliego, viene adornado previamente con extendidas locuciones metafóricas donde la misericordia o la clemencia divina queda al margen del perdón y se centra plenamente en el castigo.

Para situar cronológicamente los hechos narrados conviene repasar a grandes rasgos la historia social de la delincuencia en cuanto a las reclusiones y la vida carcelaria de las mujeres en el Antiguo Régimen. Tanto el trabajo como la religión constituían los dos ejes esenciales en la vida carcelaria de las mujeres, que convivían con el cuerpo de capellanes y con las monjas o religiosas de diferentes órdenes que custodiaban por entonces las cárceles.

El precedente de las cárceles femeninas son las conocidas como las Casas Galera, como equivalente femenino a la masculina pena de galeras. Según el diccionario de la RAE, las galeras no solo se refieren a las penas de remar en las galeras reales a los delincuentes, llamados galeotes, sino que se asoció también a las antiguas instituciones de reclusión de las mujeres.

El precedente documental sobre estas Casas Galeras, lo encontramos en la obra de sor Magdalena de San Jerónimo, seudónimo de Beatriz de Zamudio, quien propuso al rey Felipe III un memorial, fechado en 1608, titulado Razón y forma de la Galera, y Casa Real, para castigo de las mujeres vagantes, y ladronas, alcahuetas, hechiceras, y otras semejantes, que fue publicado en Valladolid y en Madrid al mismo tiempo, la creación en cada ciudad de una Casa denominada Galera. Fue la primera en expresar por escrito con detallado reglamento las normas que habían de seguirse en estos penales para reformar a las mujeres desviadas mediante el recogimiento, el trabajo y la oración. Esta obra dio un impulso definitivo a la creación de las primeras cárceles para mujeres. Las Casas Galera acogían de forma pública a las pecadoras o vagabundas de clase baja, aunque las cortesanas de clase alta o de familias nobles que contaban con recursos expiaban sus faltas de forma mucho más discreta en los monasterios.


En el plan propuesto por la religiosa se incidía en el castigo a las reclusas donde el régimen de vida era durísimo en cuanto a comida, vestimenta o tortura mediante cadenas, esposas, grilletes o mordazas.

La estructura de las Casas Galeras debían ser edificios cerrados al exterior sin ventanas ni miradores, con discretos dormitorios, sala de labor, "pobre despensa", capilla, pozo, pila para lavar y una "cárcel secreta", espacio de castigo para las rebeldes incorregibles. En la sala común las reclusas trabajaban haciendo labores textiles para ayudar a los gastos de la galera. Como ejemplo, en la galera de Madrid del año 1799 se realizaron desde julio a diciembre: «7 fajas, 127 calcetas, 14 labores de lana hilada y 356 de lino, 210 trenzas, 903 prendas confeccionadas, 122 bolsillos y 7 alfombras, cuyo importe fue de 3.431 reales de vellón", según datos aportados por Fiestas, Alicia: «Las cárceles de mujeres», Historia 16, extra VII, octubre 1978.   

Como ejemplo del tono empleado en el memorial de la religiosa transcribo parte de lo recogido en el punto primero sobre la importancia y necesidad de esta Galera:
«Digo, pues, lo primero que ay muchas mugeres moças vagabundas y ociosas, y entre ellas algunas muchachas de diez y seis y menos años, que no se sustentan de otra cosa sino de mal vivir. Y para esto, llegada la noche, salen como bestias fieras de sus cuevas a buscar la caza; pónense por esos cantones, por calles y portales de casas, combidando a los miserables hombres que van descuidados, y echas laços de Satanás, caen y hacen caer en gravíssimos pecados. Vanse por las casas de los señores donde ay pages y otra gente moça de servicio, vanse hasta las caballerizas, y los hombres flacos, teniendo a la mano la ocasión, caen miserablemente, y ellas, aviendo gastado toda la noche o la mayor parte della, recógense con su torpe ganancia a las posadas y casas que tienen, y allí gastan el día en dormir, comer y holgar hasta que vuelve la noche». 
En el punto segundo, entre otras consideraciones sobre la comida y la vestimenta se recomienda en el memorial:
«Ha de haber en esta Galera todo género de prisiones, cadenas, esposas y grillos; y mordazas, cepos y disciplinas de todas hechuras de cordeles y hierro; que de solo ver estos instrumentos se atemoricen y espanten porque como esta ha de ser como una cárcel muy penosa, conviene que haya grande rigor». 
En referencia a los castigos no me resisto a transcribir lo siguiente:
«El Alcaide y las demás personas a cuyo cargo está el gobierno de la galera, han de  procurar tener a raya estas  mugeres  si  quieren  valerse con  ellas, y  así, si blasfemaren o juraren, pónganlas una mordaça en la boca; si alguna estuviere furiosa, échenla una cadena; si se quisiere alguna salir, échenla algunos grillos y pónganla de pies o cabeça en el cepo, y así amansarán, y dándolas muy buenas disciplinas delante de las otras, éstas quedarán  castigadas y las otras escarmentarán en cabeça agena y temerán otro tanto. Conviene también que de noche duerman algunas de las inquietas con alguna cadena o con el cepo, como se haze en algunas galeras con algunos forçados, porque no estarán pensando sino por donde irse o cómo podrán aporrear a las oficialas o meterse unas a otras y hazerse quanto mal pudieren. Yo las conozco bien, que las he tratado muchos años, que como el demonio está tan enseñoreado de ellas y tan airado por averle sacado estas almas de sus uñas, las estará induciendo a muchos males y hasta que el castigo las domestique estarán furiosas». 
La Casa Galera de la que se habla en el pliego se encontraba en la madrileña calle de Atocha desde el año 1750 tras ser habilitada en su nuevo desplazamiento desde el antiguo hospicio de la iglesia de Nuestra Señora de Montserrat situada en la calle de San Bernardo donde funcionaba desde 1722, aunque con precarias condiciones de seguridad.

Obviamente, la evolución del presidio femenino fue evolucionando y los castigos por no defender o no participar de determinadas creencias religiosas adquieren con el tiempo otro protagonismo, al que anteriormente había que regirse mediante la obediencia, oración, trabajo y sumisión completa a la dirección del centro.

El pliego, donde se detalla lo sucedido el 25 de marzo de 1753, comienza con un abundante recorrido elogioso de las "pláticas doctrinales y sermones persuasivos" como estrategias discursivas, hasta que se centra en "La Galera" de la madrileña calle de Atocha, donde se recogían a las públicas rameras, entregadas a los vicios... "a quien sus torpes delirios llevan a acabar su vida en tan estrecho retiro". La idea de lo bueno y lo malo no se pueden separar en aquellas fechas a los principios morales propios de los dictados por la iglesia católica, aunque no es este el lugar adecuado para diferenciar las conocidas entonces como "Casas de Arrepentidas o Recogidas", "Casas de Misericordia" o "Casas Galeras" y su interesante evolución legislativa, como la desigualdad jurídica de la mujer frente al hombre, entre otras cuestiones.

El día 25 de marzo, día de la Anunciación de la Virgen y la Encarnación de Cristo, al recibir en su boca "el manjar de los cielos y el bocado divino" la mujer lo sacó de su boca arrojándolo en el suelo. Como castigo, los jueces decretaron que el lunes siguiente saliese públicamente afrentada en un borrico con la boca amordazada para ser pasto de la vergüenza pública. Ni qué decir tiene que, como se apunta en el pliego, aunque Jesucristo es "Padre amoroso" no deja de ser tampoco "juez vengativo", y aunque también se le identifica como "Pan de la vida", para aquel o aquella que le menospreciara se convierte en "Pan de muerte y de juicio".





Adjunto la primera plana del pliego editado en Valencia por el impresor y mercader de libros Cosme de la Granja, cuya actividad impresora se sitúa entre 1734 y 1765, aunque tras su muerte, continuó con la librería abierta su viuda (Basilia Tora).


©Antonio Lorenzo

miércoles, 25 de enero de 2023

La cadena de oro dividida en cuatro vueltas

 

De este curioso pliego de mediados del siglo XVII se conocen pocas ediciones y reimpresiones. Se trata de un pliego de contenido religioso como ejemplo de literatura ascética popular con la finalidad de alcanzar la virtud y la perfección. Para ello se utilizan elementos simbólicos, en este caso a través de una cadena de oro dividida en cuatro vueltas, como recurso utilizado para la oratoria y predicación religiosa. El pliego consta de una redondilla inicial en cada una de las cuatro vueltas dando paso a una serie de seguidillas. Estos versos fueron compuestos, según el pliego reproducido, por el licenciado Juan de Castro, aunque en otras versiones se añaden otros dos apellidos, dando por resultado final el de licenciado Juan de Castro Pecellín y Varona, autor del que solo he encontrado referencias sueltas sobre su obra poética.

La cadena de oro se asocia simbólicamente con la oración, pues se identifica con una cadena de oro que pende del cielo y llega a la tierra por la que llegan a nosotros todos los bienes. Nosotros hemos de subir a Dios mediante la oración como se expresa en numerosos tratados espirituales que animan a practicar la oración como humilde ejercicio de perfección y de virtud cristiana. Por la cadena de oro colgada del cielo y que llega hasta la tierra bajan y descienden hasta nosotros sus bienes y nosotros subimos mediante la oración hacia Dios. El simbolismo de la cadena recuerda a la conocida Escala de Jacob, una especie de escalera que se le apareció en un sueño al personaje bíblico descrito en el Libro del Génesis y que llegaba desde el suelo al cielo por donde subían y descendían los ángeles.

           Las cuentas del rosario
           son escaleras
           que en el cielo se ponen,
           y al suelo llegan. (Vuelta segunda)

El sueño de Jacob

La Biblioteca Nacional de Madrid conserva un ejemplar de este pliego atribuido a Iván de Castro Pecellín y Varona, impreso en el taller de María de Quiñones el año 1658 y a la venta en casa del mercader de libros Juan de Valdés, enfrente de Santo Tomás.

Dato a reseñar es que la impresora María de Quiñones, viuda del famoso impresor Juan de la Cuesta, fue el librero responsable de la edición príncipe del Quijote en su taller. María fue continuadora de su labor impresora tras el fallecimiento de su marido en la calle madrileña de Atocha, donde se encontraba el taller. María de Quiñones (fallecida el 5 de julio de 1669) colaboró comercialmente con diversos mercaderes libros, como es el caso de Juan de Valdés (no confundir con el humanista Juan de Valdés, fallecido en 1541).


El pliego sobre la cadena de oro se imprimió también en Sevilla, sin fecha, a costa de la viuda de Nicolás Rodríguez (viuda de la que desconocemos su nombre), quien asumió su papel de editora y librera entre 1670 y 1675. En su actividad impresora imprimió o editó veintiocho obras, de las que solo seis son libros propiamente dichos, siete folletos y trece pliegos sueltos, entre los que se encuentra la cadena de oro que nos ocupa.

Una reproducción más reciente es la editada en Lérida por la imprenta de la viuda de Corominas, (Teresa Terré i Palau) con fecha posterior a 1840, cuyas dos xilografías que encabezan la primera plana del pliego son las elegidas para ilustrar esta entrada.

También se conoce el pliego editado en Valencia por la imprenta de Laborda, en la calle de La Bolsería sin año.

Según los escasos datos que laboriosamente he podido reunir aparece también como autor de El médico del amor y Espejo de la hermosura (Salamanca, 1650), obras que no he logrado consultar salvo una referencia a esta última: "el licenciado Juan Castro Pecellín regaló al obispo salmantino su Espejo de hermosura encuadernado a la italiana y dorado, siendo su precio de encuadernación 8 reales". Datos entresacados del trabajo de Francisco Javier Lorenzo en su artículo Contratos de aprendizaje del sector del libro en Salamanca (1601-1650), en Salamanca, Revista de Estudios, nº 50, 2003, en nota de la página 92.

Como curiosidad añadida, en el fondo antiguo conservado en la Biblioteca Nacional de Perú se reseñan y conservan los dos títulos anteriormente reseñados atribuidos a Juan de Castro Pecellín, impresos en Salamanca en 1650.









©Antonio Lorenzo

martes, 17 de enero de 2023

Sobre la festividad de San Antón

Azulejos de la iglesia San Juan del Hospital (Valencia)

Enrique Casas Gaspar, quien fuera un reconocido etnólogo y folklorista, dedicó un capítulo a la festividad de San Antonio Abad en su libro de 1950 Ritos agrarios. Folklore campesino español, Madrid, ed. Escelicer.

Por su interés, entresaco de dicho libro lo dedicado a la fiesta que se celebra el día 17 de enero.






Hace unos años dediqué una entrada a dicha festividad, que puede consultarse a través del siguiente enlace:

https://adarve5.blogspot.com/2015/01/santos-protectores-y-sanadores-hasta.html

©Antonio Lorenzo

jueves, 5 de enero de 2023

Villancicos para cantar la noche de los Santos Reyes

 

Los villancicos religiosos, interpretados preferentemente durante los maitines de Navidad y Reyes en los siglos XVI y XVII, fueron cayendo en lento declive a lo largo del siglo XVIII. La práctica de cantar villancicos en las capillas y catedrales para sustituir a los tradicionales responsorios en latín, con textos más o menos profanos, fueron impresos repetidamente en pliegos y conservados en los archivos catedralicios. Suelen constar de una serie de ocho villancicos para ser interpretados de forma conjunta tanto en los maitines de Navidad como en los de la Epifanía. De forma paulatina se produjo un progresivo abandono de los mismos al considerar que alteraban el decoro propio de estas celebraciones siendo prohibidos en algunas significativas catedrales españolas, aunque no de forma generalizada en el territorio español, ya que se conservan pliegos fechados en el primer cuarto del siglo XIX con cantos para interpretarse en los maitines de Navidad.

Estos pliegos vienen a ser una especie de género fronterizo que guardan relación con rasgos de teatralidad y estilos musicales parateatrales. En ellos aparecen géneros y formas poéticas tradicionales como seguidillas, romances, tonadillas, pastorelas, mojigangas o jácaras.

A raíz de la encíclica promulgada por Benedicto XIV Annus qui hunc en 1749, se prohibió de manera explícita la interpretación de canciones en lengua vulgar y la música de corte teatral en las iglesias, aunque en la práctica lo que se vino rechazando fue propiamente el término "villancico", aunque continuó permaneciendo con su sentido de poesía circunstancial y ocasional. Es característico en este tipo de pliegos el que no figure en ellos el nombre de los poetas que aportaban los textos para que el maestro de capilla compusiese la música. La reutilización y adaptación de los textos no resulta infrecuente, ya que debían cantarse de forma explícita en la capilla para la que fueron escritos, lo que propiciaba una reescritura de los textos para tan solemne ocasión con variantes o readaptaciones textuales. Los pliegos que recogen estos villancicos, a medida que va pasando el tiempo, fueron desentendiéndose poco a poco de las formas tradicionales e incorporando progresivamente nuevas estéticas y géneros, preferentemente de origen italiano.

El pliego reproducido es un solo ejemplo de los muchos que se imprimieron para ilustrar con cantos y música los maitines, dedicados en este caso a los Santos Reyes, donde figuran motivos y personajes tradicionales combinando de forma ingeniosa la devoción y la diversión, lo que merecería un atento y detallado estudio comparativo con el resto de los pliegos conservados, puesto que en ellos suelen aparecer todo un subtipo de personajes como gigantones, zagalejos, pastores o tipos burlescos como Antón. En el pliego se recogen los villancicos "que se han de cantar" en la Real Capilla de las señoras de la Encarnación correspondiente al año 1728 y que se encuentra conservado en la Biblioteca Histórica de la Comunidad de Madrid.











©Antonio Lorenzo

sábado, 24 de diciembre de 2022

Villancicos que se han de cantar en la Santa Iglesia Magistral de Alcalá de Henares

 

En la Santa Iglesia Magistral de Alcalá de Henares se cantaron en 1798, con motivo del nacimiento de Jesús, los villancicos cuyos textos reproduzco más adelante. La Iglesia Magistral (denominada así porque todos sus canónigos debían ser doctores en teología), fue elevada posteriormente a catedral en 1991 al escindirse el obispado de Alcalá de Henares del de Madrid. Desde antiguo está consagrada a los Santos Niños Justo y Pastor, hermanos de siete y nueve años, quienes según la leyenda fueron decapitados en el siglo IV a las afueras de Alcalá de Henares, conocida entonces como Complutum, por no renegar de su fe en tiempos del gobernador Daciano. Su fiesta se celebra el 6 de agosto.


Grabado de Isidro Carnicero fechado en 1759
A Ambrosio de Morales se le debe el más conocido relato sobre el martirio de los niños Justo y Pastor. Su culto se extiende por numerosos lugares donde se construyeron capillas e iglesias para venerar a los supuestos mártires. Curiosamente, los restos de los Santos Niños se hallan repartidos por varios lugares, tal como ocurre con las reliquias de otros tantos santos de los que no hay documentación histórica alguna, pero que tanto su devoción como sus supuestos restos conservados son admitidos por la iglesia católica, ya sea por la conveniencia de mantener una literatura edificante o como recursos de autofinanciación.

Aunque la catedral sufrió un violento incendio en plena guerra civil, no afectó, al parecer, a la urna con relieves de plata y oro donde se asegura que se conservan parte de los restos de los niños y hasta la piedra que se conserva y expone, donde en uno de los lados hay una cavidad que se interpreta como señal de la forma de la rodilla de los mártires al ser decapitados. La leyenda sostiene también que el monje francés san Urbicio recogió las preciadas reliquias de los mártires tras la invasión musulmana en España y las trasladó al sur de Francia. Dichas reliquias pasaron posteriormente a la ciudad de Narbona y trasladadas luego a la iglesia dedicada a ellos en Barcelona en el año 1406 gracias a la mediación de la hija de Juan I de Aragón. Parte de las reliquias se trasladaron luego a la iglesia de San Pedro el Viejo de Huesca en la que se conservan dos arquetas de las que se dice que guardan también restos de los mártires alcalaínos. El trasiego de las reliquias y sus diseminados restos no acabaron ahí, pues la parroquia valenciana de Nuestra Señora de los Dolores solicitó las reliquias de los santos para fomentar el culto de la parroquia situada en una calle paralela a la de Santos Justo y Pastor, siendo prestadas el 23 de noviembre de 2014 por el entonces obispo de Alcalá de Henares Monseñor Juan Antonio Reig y Pla. A su vez, y sufragado por la diócesis de Alcalá de Henares, los restos de los niños custodiados en la iglesia oscense viajaron de nuevo a la iglesia de San Pedro el Viejo una vez que en el año 2018 presidieron en Alcalá unos actos conmemorativos.

En cuanto al pliego reproducido, similar en su estructura a otros muchos de los conservados en las catedrales con motivo de los maitines de Navidad, contamos con numerosos estudios, tanto textuales como musicológicos, sobre este tipo de impresos que de forma arraigada se solían imprimir con finalidad divulgativa conteniendo los textos cantados y compuestos por los maestros de capilla. Su origen se remonta a finales del siglo XVI cuando dichos maestros fueron componiendo estas piezas en lengua vernácula en sustitución de los responsorios en latín. Estas celebraciones con villancicos se desarrollaban en el interior de las iglesias funcionando como canal de comunicación entre las autoridades eclesiásticas y el pueblo llano, donde se asociaban estos villancicos con recreaciones paralitúrgicas que guardan relación por su sentido escénico con algunas manifestaciones del llamado teatro breve.

Como ejemplo, reproduzco este pliego del año 1798 que comienza con una Kalenda (Calenda) o anuncio de Navidad, costumbre que anuncia el final del adviento, al que sigue un recitado inicial que da pie a cada uno de los siete villancicos cantados secuencialmente en cada uno de los tres oficios nocturnos en que se dividía el oficio de maitines, donde se entremezclan elementos profanos y religiosos bajo la apariencia de textos populares, pero escritos por gente culta al servicio de la iglesia.

En este tipo de pliegos no suele aparecer el autor de los textos ya que solo se reseña el nombre del maestro de capilla como compositor de la música. Pero el valor de este tipo de pliegos son prueba de la evolución de formas poéticas y musicales, algo que hasta tiempos relativamente recientes no habían suscitado el interés y el aprecio de los investigadores.

Para contextualizar más estas prácticas sobre los maitines que contienen villancicos para celebrar el nacimiento de Jesús, sugiero la consulta de una anterior entrada.











©Antonio Lorenzo

jueves, 7 de julio de 2022

La controvertida existencia de san Fermín


En el primer volumen de la Historia de los obispos de Pamplona (10 vols., 1979-1994) (Ed. Eunsa e Institución Príncipe de Viana, 1979, pág. 32), el eminente doctor, catedrático de historia, miembro del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y canónigo de la catedral de Iruña, don José Goñi Gaztambide (1914-2002) sostiene que la leyenda sobre san Fermín se basa en una composición tardía y carente de veracidad real, lo que no es óbice para que perdure en el imaginario colectivo considerando su existencia como real. Su leyenda está llena de arbitrariedades e inconsistencias, pero eso es algo que no afecta a la creencia y a la devoción al que la leyenda califica como el primer obispo de Pamplona.

Un breve resumen de la trayectoria vital del santo es más o menos como sigue: san Fermín de Amiens, nacido en Pamplona, fue hijo de un senador y educado bajo la tutela de san Honesto, que convirtió a sus padres al catolicismo y con el que aprendió la religión y el arte de la prédica. A los 18 años fue enviado a Tolosa, donde sería ordenado presbítero y luego nombrado obispo de Pamplona. Tras predicar en Navarra, marchó a Francia, donde se asentó en Amiens desarrollando su actividad en la Vía Tolosana, es decir, la zona cercana al Camino de Santiago. La oposición oficial a la doctrina cristiana le granjeó la cárcel, donde, tras negarse a cesar su prédica, fue decapitado a los 31 años de edad.

Aunque la creencia generalizada atribuye a san Fermín el patronazgo de la ciudad de Pamplona, quien fue realmente el patrono de la ciudad hasta 1657 fue san Saturnino, cuya festividad se celebra el 29 de noviembre. No obstante, el patronazgo de Navarra es compartido actualmente por san Fermín y san Francisco Javier, siendo nombrados ambos, en el año 1657, por el papa Alejandro VII tras una polémica sobre su patronato entre los jesuitas, partidarios de san Francisco Javier y el ayuntamiento de Pamplona, junto al cabildo de la catedral, partidarios de san Fermín. Durante una treintena de años hubo confrontaciones entre «javieristas» y «ferministas» hasta que Alejandro VII zanjó la cuestión otorgando a ambos el patronazgo de Navarra.

Los copatronos de Navarra por Juan Andrés de Armendariz (1657)


Los siguientes datos provienen de la Iconografía del arte cristiano, publicada originalmente en cinco tomos entre 1955 y 1959 del eminente historiador del arte Louis Réau (Poitiers, 1861-París, 1961). Los dos primeros los dedica a la iconografía de la Biblia (Antiguo y Nuevo Testamento) y en los tres últimos recoge la iconografía de los santos con informaciones relativas a cada uno de ellos en tres apartados: historia y leyenda, culto e iconografía. Su obra se ha convertido en un clásico y en una incomparable obra de referencia.

Entresaco de su obra los lugares de culto sobre el san Fermín de los Navarros.
La invención de las reliquias de san Fermín por el obispo san Salvio estuvo seguida de una solemne traslación a la catedral de Amiens, donde sus huesos fueron depositados en un relicario (fierte) de oro macizo. El día de la traslación, que tuvo lugar en lo más crudo del invierno, los árboles deshojados reverdecieron.
Patrón de Pamplona, su ciudad natal y de Amiens, su sede episcopal, se lo venera sobre todo en Navarra y en Picardía.
En Pamplona, que en 1186 recibió un fragmento de su cabeza que donó el obispo de Amiens, hay dos capillas puestas bajo su advocación, la primera en la catedral de Nuestra Señora del Sagrario, y la segunda en la iglesia de San Lorenzo, construida sobre el emplazamiento de su casa natal.
La catedral de Amiens le ha reservado una de las portadas de su fachada, consagrada a los santos de su diócesis, para compensar la iglesia, actualmente destruida, que estaba puesta bajo su advocación.
A consecuencia de una traslación de reliquias, se convirtió en uno de los patrones de Uzès, en Languedoc.
Sobre su patronazgo escribe:
La corporación de toneleros lo había adoptado como patrón. Y en Orleans lo era de los panaderos.
Pero su popularidad se debe sobre todo al gran número de enfermedades cuya curación se le atribuía. Se lo invocaba contra los furúnculos, la gangrena, y el escorbuto. Los enfermos que padecían hemorroides se acuclillaban sin vergüenza alguna bajo su estatua, de ahí su mote de san Accroupi (cast.: acuclillado).
A causa de las sugestiones de la etimología popular, las madres les encomendaban a sus hijos con dificultades para caminar, puesto que san Fermín debía confirmar (fortificar). Por la misma razón, curaba a los afiebrados que necesitaban ser aflermís (afirmados) y a los viejos aquejados de temblores.
La analogía de su nombre con el de las hormigas que en dialecto de Amiens se llaman frémis, le valió el ser invocado contra los picores que familiarmente se llaman «hormigueos» y también contra las plagas de hormigas voladoras.
Respecto a su iconografía, Louis Reau detalla:
Se lo representa ya como obispo (in pontificalibus) realizando un gesto de bendición, ya como mártir cefalóforo, sosteniendo su cabeza cortada en las manos, o con la cabeza mitrada depositada en sus pies.
Como había sido azotado con varas, a veces está caracterizado por varas atadas a una columna con una cuerda.
Su iconografía es muy rica e incluye figuras aisladas y ciclos narrativos.
l. Figuras
Siglo XIII: Estatua de la portada norte de la fachada de la catedral (le Amiens (puerta de Saint Firmin). Vestido con sus ornamentos episcopales, lleva el báculo en la mano izquierda y bendice con la derecha. Es una (de las obras maestras de la escultura francesa de la Edad Media. - Vidriera. Catedral (de Amiens. Lleva la cabeza cortada en las manos.
S. XVI: Estatua de la portada de la colegiala de Saint Vulfran de Abbeville.
En el basamento está representada su decapitación.
S. XVIII: J. Poultier. Estatua de piedra, [710. Capilla de Saint Jean du Voeu.
Catedral de Amiens.
2. Escenas
El ciclo más precioso ilustra su relicario de oro de finales del siglo Xll, en otros tiempos venerado en la catedral de Amiens.
Los temas representados en bajorrelieve eran estos: san Fermín recibe su báculo pastoral de san Honorato, obispo de Toulouse; en Pamplona se despide de su maestro, san Honesto, para ir a predicar el Evangelio; convierte a los habitantes de Angers; es arrestado en Beauvais; llega a Amiens y cura a un ciego y a dos leprosos; es decapitado; invención de sus reliquias por san Salvio; traslación de sus reliquias a Amiens.
El actual relicario de plata estampada, donado en 1850 por el duque de Norfolk al tesoro de la catedral, y adornado con las figuras de los doce apóstoles, nada tiene que ver con la iconografía de san Fermín. Se trata del antiguo relicario de santa Ermelinda, procedente de la iglesia de Meldert, en Brabante, y ejecutado hacia 1235.
Siglo XIII: Bajorrelieve del tímpano de la puerta de Saint Firmin. Catedral de Amiens. Invención de su cuerpo por san Salvio, a quien un rayo del cielo señala el lugar de la tumba; traslación de las reliquias por dos obispos que llevan el relicario sobre los hombros.
S. XVI: Cuatro bajorrelieves del trascoro (le la catedral de Amiens, 1531: San Fermín entra en Amiens por la puerta de Beauvais; predica y bautiza a los habitantes de la ciudad; lo arrestan y luego, decapitan; invención y traslación de sus reliquias. — Tapicería donde se representa su entrada en Amiens.
Iconografía

Martirio de san Fermín, de José Jiménez Donoso (1687)

Decapitación de san Fermín. Catedral de Amiens, trasaltar (1490-1530)



Lienzo en el ayuntamiento de Pamplona procedente de las Bernardas de Lazcano (S. XVII)


Es este un ejemplo más de la dudosa existencia y de la profusión de leyendas sobre tantos y tantos santos venerados y tolerados por la iglesia católica asociados a las celebraciones y a las fiestas, en este caso a los conocidos sanfermines.
©Antonio Lorenzo