En el recorrido que venimos desarrollando sobre el motivo de la interpretación simbólica de la baraja, vemos cómo ha traspasado fronteras convirtiéndose en un clásico referente folklórico que ha adoptado diferentes formas de expresión, ya sea a través de láminas sueltas, pliegos y folletos de cordel o canciones ocasionales.
Si en ejemplos anteriores hemos repasado su trayectoria por pliegos españoles, brasileños y por las noticias aparecidas en la prensa de diferentes países, un ejemplo más es este folleto editado en Florencia en 1911, si bien en esta ocasión, el soldado Ricart, Ricaurte, Richard, Andrés o Federico, se ha reconvertido en un soldado prusiano.
El relato que se nos ofrece sigue la estructura narrativa habitual: durante la misa, un soldado, en este caso prusiano, reflexionaba con una baraja de cartas. Reprendido por su sargento fue conducido frente al Mayor para que le impusiera un castigo. Tras escuchar sus convincentes explicaciones, el Mayor lo absolvió de la condena que había establecido de que pasara corriendo diez veces "diez vueltas de varas" en medio de 200 hombres que lo azotan con varillas.
El romance-canción de la baraja de los naipes
La baraja de los naipes es uno de los temas que aparecen con frecuencia en los cancioneros peninsulares como explicación "a lo divino" de las cartas de la baraja. Agustín Durán ya incluyó en el Tomo II de su Romancero general (Biblioteca de Autores Españoles, XVI, nº 1323, págs. 353-355), una versión anónima, procedente de un pliego suelto anterior al siglo XVIII, base de los estudios comparativos sobre el motivo que nos ocupa.
Antonio Cea Gutiérrez, en su valioso trabajo: «El pliego en verso de tema religioso como repertorio devocional público y privado», en: Díaz G. Viana, Luis (coord.), Palabras para el pueblo. Vol. II, Madrid, CSIC, 2001, pp. 87-222, analiza un nutrido repertorio de pliegos de temática religiosa, entre ellos, el de La baraja del soldado, cuyo texto atribuye, erróneamente en mi opinión, a Lucas del Olmo. Es sabido que Lucas del Olmo, a pesar de las escasas noticias biográficas de que disponemos, fue un prolífico autor de versos de temática religiosa que fueron recogidos en numerosos pliegos de cordel, pero en este caso no se le puede atribuir la autoría de la baraja del soldado, y mucho menos de que podría esconder algún episodio de la vida del autor, según hipótesis no descartada del investigador, que parece otorgar credibilidad a uno de los versos del pliego donde se dice: «según consta por experiencia», y que podría referirse a una primera época de Lucas del Olmo como soldado dado a los juegos y luego de clérigo.
La supuesta autoría del romancista ciego jerezano Lucas del Olmo del romance de la baraja, proviene de que dicho título, asociado a su nombre, aparece como prohibido en un edicto del 20 de diciembre de 1872, según lo recoge Carbonero y Sol, León, (Índice de los libros prohibidos por el Santo Oficio de la Inquisición española, desde su primer decreto hasta el último, que espidió en 29 de mayo de 1819, y por los Rdos. obispos españoles desde esta fecha hasta fin de diciembre de 1872, Madrid, imprenta de Antonio Pérez Dubrull, 1873). Este reconocido autor de romances solía acreditar su autoría en el encabezamiento de sus composiciones o en el epílogo con el recurrente motivo de pedir perdón por sus faltas. Las distintas versiones impresas que conocemos no ofrecen referencia alguna de su autoría, por lo que ponemos en duda de que fuese el autor de un motivo folklórico de tan prolongada vida tradicional y referente de tantos pliegos y noticias fuera de nuestras fronteras.
Sería prolijo el citar versiones que, a modo de romance-canción seriada, aparecen en los cancioneros más conocidos, pero, por señalar algunos de ellos, encontramos versiones en los cancioneros de Dámaso Ledesma (Cancionero salmantino, p. 60); M. García Matos (Cancionero popular de la provincia de Madrid, II, p. 113); Javier Asensio (Romancero General de La Rioja, págs. 929 y ss.); Agapito Marazuela (Cancionero segoviano, p. 78); Pedro Echevarría Bravo (Cancionero musical manchego, p. 446); J. Manuel Fraile Gil (Tradición oral y zambomba, págs. 663 y ss.), etc.
Se trata de un tema que no tiene una funcionalidad concreta, ya que puede encontrarse como canción de ronda, de mayo, de Cuaresma, Semana Santa o de Navidad. Como romance-canción ha perdido ya su referencia al soldado reprendido por su sargento en misa (lo que es común en los pliegos que hemos desarrollado) convirtiéndose en un simple recordatorio nemotécnico de números e imágenes para glosar determinados aspectos religiosos y presentando escasas variaciones entre las distintas versiones cantadas.
Adjunto un enlace de youtube donde puede escucharse una interpretación de la baraja de los naipes de la localidad cacereña de Casares de Las Hurdes.
Nos hallamos, pues, con la presencia de al menos dos subtradiciones: la tal vez la originaria procedente de los pliegos y las versiones más simples y cantadas cuya referencia a la historia que la sustenta se ha perdido. Es el ejemplo de un pliego editado en Madrid por J. Mª Marés en 1857 que completa la conocida canción mística de la divina peregrina: «Camino de Santiago / con grande halago / mi Peregrina / la encontré yo...» (recogida también por tradición oral), con una Salve a María Santísima y con estas coplas de la baraja para cantar a lo divino.
En el Pan-Hispanic Ballad Project, sitio web de la Universidad de Washington, coordinado por Suzanne H. Petersen, se recogen versiones orales de la interpretación de la baraja.
Explicación de la baraja por un coyote a su hijo
Como ejemplo curioso, y aunque se trata de una interpretación ajena a la que venimos desarrollando, considero de cierto interés ofrecer la noticia de la interpretación de las cartas de la baraja por un coyote a su hijo.
El folleto está editado en México en 1827 y presenta un estilo discursivo burlesco y sarcástico al que se une una finalidad más de opinión que de carácter informativo. En este folleto, situado en el marco de la independencia colonial americana, se recoge la explicación alegórica de un coyote (como se conocía entonces a los comerciantes de procedencia hispana que traficaban con mercancías) a su hijo en tiempos convulsos. y sostenedores de los intereses de la antigua metrópoli.
El término coyote designaba por aquella época al "criollo, hijo de europeo", aunque anteriormente se utilizaba para referirse a determinados cruces raciales del tipo: "hijo de barcino y mulata", "hijo de mestizo e india", "hijo de chamizo y mestiza", "cruce de indio y coyote", "cruce de mulato y chamizo"..., todos ellos asociados al sistema clasista de la Nueva España. Los coyotes se identificaban preferentemente con los españoles y las llamadas "gallinas" con los mexicanos.
Puede consultarse la transcripción completa que he realizado del folleto a través del siguiente enlace, del que entresaco algunas referencias, aunque su contextualización exigiría un mayor detenimiento y se aparta del propósito divulgador de este blog.
Ante el interés del hijo para que su padre le enseñe la simbología de las cartas de la baraja, este le responde del siguiente modo:
«A mí no me conviene, hijo mio, ni debo enseñarte á jugador, sino á hombre de bien, á buen vasallo del rey nuestro sr. y á comerciante de las indias, que es como se gana mucho dinero en breve tiempo, y con seguridad, cuyo saber consiste en comprar barato y vender caro á los bobos americanos».
El folleto va desarrollando una interpretación de carácter político de cada palo y carta de forma sarcástica y con claro contenido ideológico.
«P: Pues bien, voy á concluir. Estas cuatro sotas representan otras tantas mujeres de Fernando VII tres de matrimonio y una fuera de él. La de espadas simboliza á la que murió tísica: la de oros es la rica portuguesa que también murió: la de copas es la actual y la de bastos es un emblema de la Macanás con quien tubo sus buenos ratos en Marcella.
Los cuatro caballos representan muy bien á los tres borbones y al duque del Infantado, pues todos ellos por animales, no han sabido, ni sabrán gobernar en España, entendiéndose que el de espadas figura á Fernando que todo lo quiere componer con las armas.
Los cuatro reyes figuran otros tantos tiranos enemigos de la libertad que han jurado destruir, formado una liga, que llaman santa y son: el Emperador de Rusia, el de Alemania, el rey de Francia y el de España que no deja de volver sus ojos de lince acía América, a la que como otra Troya quisiera ver reducida á cenizas, pues está bien persuadido de que los americanos, primero que doblar primero la cervíz, descenderán cubiertos de laureles al sepulcro. –He concluido, hijo mio».
©Antonio Lorenzo