©Antonio Lorenzo
viernes, 11 de febrero de 2022
De almanaques, calendarios y predicciones [VIII]
lunes, 7 de febrero de 2022
De almanaques, calendarios y predicciones [VII]
El periódico El Cascabel volvió a regalar a sus suscriptores un nuevo almanaque, en este caso para el año 1868, según la costumbre del periódico al finalizar cada año.
Cada vez son más los estudios sobre la prensa satírica o generalista de la segunda mitad del siglo XIX, aunque no propiamente de los almanaques, si bien estos últimos nos ofrecen un recorrido generalista del año que acaba y un vaticinio sobre el que va a comenzar.
Como es sabido, lo satírico trasciende la categoría de lo literario al ejercer una solapada crítica sobre la gestión de lo público mediante recursos variados, como romances, epigramas, chascarrillos, etc., que pueden ir acompañados de dibujos o ilustraciones que lo refuerzan en forma de escenas cotidianas.
El dibujo satírico, como representación, no deja de ser una especie de subterfugio como forma de democratizar el saber generalista. La caricatura cómica de los ilustradores fue muy mal llevada por los políticos que aparecían en sus dibujos por el efecto cómico que suscitaban en amplias capas populares.
La imagen satírica de la prensa del XIX no ha gozado hasta relativamente hace pocos años de la merecida atención por parte de los estudiosos, aunque contiene múltiples niveles de lectura al estar vinculada a acontecimientos no siempre fáciles de entrever.
El momento político del año 1868 en España supuso todo un cambio estructural tras el triunfo de la revolución La Gloriosa, el destronamiento de la reina Isabel II y su salida al exilio, acontecimientos que obviamente no se recogieron en el almanaque editado a finales del año anterior. Este almanaque no disfrutó de la nueva libertad de prensa instaurada por decreto del 23 de octubre de 1868 y confirmada luego en la Constitución de 1869. Es por ello que las críticas al poder público se ven atenuadas, y más en el periódico editor del almanaque que no se destacó precisamente por su crítica política, algo que aumentó considerablemente a lo largo del Sexenio Democrático (1868-1874) donde el número de publicaciones periódicas se incrementó de forma notable, aunque muchas de ellas de corta duración, salvo algunos casos puntuales.
Repasando a grandes rasgos el contenido de este almanaque para el año 1868 aparecen elementos propios de los editados anteriormente. Tras el recurrente "Juicio del año", escrito por su director, Carlos Frontaura, entresaco algunas ilustraciones de "tipos populares" acompañadas por una cuarteta alusiva al pie de cada una de ellas, a lo que siguen otras ilustraciones con el objetivo de despertar la sonrisa a sus observadores.
jueves, 3 de febrero de 2022
De almanaques, calendarios y predicciones [VI]
Las sátiras políticas que aparecen entreveradas en estas publicaciones no dejan de ser circunstanciales, pero a través de las caricaturas y los textos que las acompañan nos ofrecen todo un arsenal de aspectos merecedores de valoración y evolución.
La historia de la literatura apenas se ha detenido en estas publicaciones por considerarlas de rango inferior o, en el mejor de los casos, como antecedentes prácticos de obras más enjundiosas de los autores que practicaron o desarrollaron colaboraciones como ejercicios previos.
Poco a poco fueron estableciéndose diferencias entre los practicantes del «humorismo literario», referido a los considerados autores con enjundia, frente al catalogado como «escritor humorista», de más bajo perfil e interés literario encaminado a proveer a sus lectores de una risa fácil y populista.
A caballo de estas denominaciones encontramos a Carlos Frontaura (1834-1910), escritor y prolífico periodista que dirigió El Cascabel, el infantil Los Niños (1870-1877 y 1883-1893) contando con numerosos colaboradores, y posteriormente La Risa, como director literario con el subtítulo de «periódico ilustrado, cómico y humorístico».
El almanaque para 1867 contiene el consabido santoral con notas astronómicas y con especial dedicación a las fases lunares. También se incluye una relación de fiestas, letrillas y poemas, alguno del mismo José Zorrilla, todo ello acompañado por ilustraciones, entre ellas del dibujante y prolífico Ortego. Tampoco podía faltar el recurrente «juicio del año» escrito en verso por el propio director literario Carlos Frontaura, aunque todo ello sin meterse de lleno en asuntos políticos tal como ocurre en otras publicaciones paralelas.
El almanaque, en definitiva, es un producto a caballo entre el periodismo, la literatura y la educación, al que consideramos como objeto de investigación por sí mismo, en cuanto que incorpora textos, imágenes y comentarios variopintos que proporcionan elementos para contextualizar la visión previa del año que va a comenzar según el imaginario de sus autores y de los lectores a quienes va dirigido.
Tras algunas de las ilustraciones entresacadas del almanaque añado al final algunas muestras interesantes de publicidad recogidas al final del folleto, que también merecerían mayor atención en cuanto a la evolución de la misma. Uno de los ejemplos reproducidos es el del establecimiento de la bollería Nieto, en Sevilla, donde se promocionan las famosas tortas de polvorón y aceite, así como los "molletes sevillanos" que dicen sustituir ventajosamente al pan francés. En otro de ellos se promociona una zurcidora que se traslada a una nueva dirección desde la galería de San Felipe Neri (tras la demolición del más famoso mentidero de Madrid), o la publicidad de la "Fábrica de miriñaques", puestos de moda en aquellos años por la influencia de la emperatriz Eugenia de Montijo, a lo que dediqué una de las entradas del blog:
https://adarve5.blogspot.com/2021/11/el-disparate-del-mirinaque-o-la-mujer.html