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sábado, 9 de diciembre de 2023

Villancicos divertidos del tío Carcoma

 

Dentro de la amplia variedad de villancicos gran número de ellos estaban destinados para ser interpretados, ya fuera en iglesias o en catedrales, para celebrar los Solemnes Maitines del Nacimiento de Nuestro Señor. A ellos dediqué algunas entradas anteriores donde se aprecia el complejo entramado de fusión entre lo trasmitido oralmente y la tradición impresa.

https://adarve5.blogspot.com/2022/12/villancicos-que-se-han-de-cantar-en-la.html

Pero cambiando un poco el rumbo, quisiera detenerme en algunos ejemplos más populares, etiquetados también como villancicos, que no se corresponden exactamente con la idea de conmemorar el nacimiento de Jesús. En este primer ejemplo reproduzco un pliego de carácter festivo titulado Villancicos del tío Carcoma, que otros trabajan para que él coma, conservado en la Real Academia Española. Como sugiere el título se trata de un pliego cuya finalidad tiene un carácter festivo. A lo largo de sus versos aparecen personajes con diversos oficios: como el de un zapatero que conversa con su mujer, un sastre, un albañil, un carpintero, un tapicero..., a lo que se añaden también otras actividades asociadas por entonces a las mujeres: como cigarreras, costureras, modistas, guarnecedoras de calzado, lavanderas, quincalleras, floristas, fosforeras... 

Este tipo de villancicos, al igual de lo que ocurre con la generalidad de la literatura popular impresa es una fuente poco tenida en cuenta para ampliar el conocimiento de la sociedad popular de la época, ya que en ellos es frecuente la alusión a personajes, profesiones o estamentos significativos dentro del imaginario colectivo. El pliego, en definitiva, acaba sugiriendo al final ciertas recomendaciones de compras para celebrar la Navidad... "y con esto se bajó el telón".





©Antonio Lorenzo

lunes, 4 de diciembre de 2023

Carta de un extremeño a su novia sobre las excelencias de Cádiz

Xilografía de una antigua vista de Cádiz
 
Curioso pliego donde un extremeño, llamado Frascorro Migias, cuenta por carta a su novia Frasquilla las excelencias de la ciudad de Cádiz y de todo aquello de lo que ve. El pliego, compuesto por un tal Suárez como se autocita al final, no deja de ser toda una propaganda para visitar y disfrutar de la ciudad. Se hace hincapié sobre los diversos productos que se pueden adquirir pregonados por vendedores originarios de distintos puntos resaltando la importancia del comercio ambulante. Se enfatiza, entre otros muchos aspectos, sobre la abundancia de productos que llegan al puerto, las excelentes características de los tejidos que se hallan a la venta, los dulces, las frutas y carnes, todo tipo de hortalizas, los vinos, la gran afición a los toros, la belleza de las mujeres con las que se cruza, así como los espectáculos y lo lucido de las orquestas, la limpieza de cada barrio y la facilidad de desplazamientos hacia otros lugares. Se trata, en suma, de hacer hincapié en la belleza de la ciudad y en las grandes posibilidades que ofrece.

El pliego está fechado en el año 1862 e impreso en Carmona (Sevilla).





©Antonio Lorenzo

miércoles, 10 de mayo de 2023

Ventajas de la vida de un soldado respecto a la de un labrador

 

Pliego dividido en dos partes donde se nos ofrece un recorrido sobre las ventajas de dedicarse al ejército como soldado en contraposición a la precaria situación de un jornalero o a la algo mejor de aldeano, de posición social inferior a los hidalgos, y aunque en su día consiguiera llegar a serlo por conseguir una saneada economía nunca sería bien visto ni bien recibido en la corte, lo que viene a reforzar la diferencia de trato según el nacimiento o la actividad desarrollada en el imaginario colectivo.

El sargento, mediante un extenso coloquio con el soldado, hace hincapié en las ventajas de incorporarse al ejército como forma de asegurarse el sustento, la vestimenta y el alojamiento, pudiendo ser tratado con honor o premiado por sus servicios sin descartar las posibilidades de ascenso, ya fuera en época de paz o de guerra en contraposición a la dura vida del labrador en su aldea.

La labor tipográfica del siglo XVIII alcanzó una notable calidad debido a la competencia entre las distintas imprentas. Este pliego, fechado en 1770, fue impreso en el taller de Antonio Marín. Antonio Marín, impresor zaragozano y maestro tipógrafo, desarrolló su actividad impresora en Madrid a partir del año 1726 dirigiendo la imprenta establecida en el propio palacio cuando aún era infante Carlos III, quien fuera posteriormente rey de España tras regresar de ejercer su reinado en Nápoles en 1759. Fue afamado Impresor de Cámara de la Real Academia de Bellas Artes y editor de numerosos encargos oficiales, tanto de reales provisiones como de ordenanzas militares. Era hermano de la madre de quien fuera luego el más renombrado y reconocido impresor, Joaquín Ibarra, recordado por su magnífica edición del Quijote en el año 1780. Tras la muerte de Antonio en 1770 se hizo cargo del taller su hijo Pedro Marín quien continuó con la reconocida actividad de la imprenta.








©Antonio Lorenzo

jueves, 9 de marzo de 2023

Inconvenientes de la dama Casimira para encontrar marido

 

Curioso pliego donde la dama Casimira, que había nacido para ser casada según ella misma expresa, analiza las posibles consecuencias o inconvenientes de elegir a su marido según el oficio que desempeñara. A lo largo de su amplio recorrido mental reflexiona de forma burlona sobre cada uno de los 68 oficios de los que doy cuenta en la siguiente tabla. 

Tras este amplio recorrido sobre las desventajas de cada uno de los oficios señalados, decide finalmente encerrarse como monja en un convento y llevar de ese modo una vida tranquila.

El pliego fue reimpreso en Barcelona (sin año) por el taller de Cristina Segura, viuda del tipógrafo Antonio Llorens, hijo del que fuera reconocido impresor y divulgador de impresos populares Juan Llorens. Fue en 1870 cuando retomó la actividad difusora y editora de su padre su hijo Antonio y tras el fallecimiento de este último se hizo cargo su viuda en los años finales del siglo XIX.





El pliego fue también reimpreso, como solía ser habitual, por otros talleres dedicados a la producción de pliegos de cordel. A modo de ejemplo añado el encabezamiento del editado en Madrid por el conocido taller de José María Marés y Compañía, en la calle Juanelo 19.

©Antonio Lorenzo

domingo, 5 de marzo de 2023

Consejos de un francés a su hijo para que viviera feliz en España

 

Pliego donde un padre francés alecciona a su hijo sobre cómo debe comportarse en su viaje a España para que se encuentre cómodo y a gusto. No deja de resultar curioso por el repaso a los modos y formas de vida atribuidos a los españoles. El pliego se basa en la consideración de que los españoles son cristianos viejos y patriotas, al tiempo que se detiene sucintamente en señalar algunas de las características atribuidas a los habitantes de algunas regiones españolas donde aconseja no hablar de política ni alardear de vestimenta. También aconseja no hablar de Napoleón ni aplaudir en las corridas de toros, a las que considera una barbaridad según el punto de vista francés. También considera el francés que los españoles son holgazanes, "trabaja uno y miran tres" y que prefieren el fandango como danza salada y nacional frente al can can extranjerizante. Sostiene también que no deben creerse las historias que le cuenten sobre moros y judíos, ya que las considera plenas de inverosimilitud y, como resumen final, le aconseja guardar el dinero ganado y ahorrado de joven para tener una vejez digna.

Respecto a Cataluña, le aconseja que no hable de la "libre introducción, porque en aquellas provincias es el todo el algodón". Ello hace alusión a que desde mediados del siglo XIX la industria textil catalana subsistió gracias a las medidas proteccionistas del mercado interno y su no dependencia de las importaciones de fuera, lo que convirtió por entonces a Cataluña en la principal región industrial de España modernizando la Cataluña rural.

A lo largo de tantas especulaciones basadas en estereotipos, el contenido del pliego viene a ser todo un alegato y recorrido nacionalista donde subyace una mirada crítica hacia lo francés para resaltar los considerados valores nacionales. Todo ello hay que enmarcarlo dentro del contexto de los años de creación y difusión del pliego a mediados del siglo XIX, impreso en Barcelona en la imprenta de Ignacio Estivill.





©Antonio Lorenzo

jueves, 25 de agosto de 2022

Tal para cual. La boda de Juanillo y Juanita de mi pueblo

Pliego editado en Madrid por la Imprenta Universal, sin año, donde se desarrolla en tono burlesco la conveniencia de la boda de Juanillo y Juanita. Se acompaña al final "Un bonito tango titulado el juicio de las mujeres y de las gallegas", del que no hace falta insistir de nuevo en el machismo que se trasluce y en la visión discriminatoria de la mujer. 




©Antonio Lorenzo

jueves, 16 de junio de 2022

La penitencia del rey Rodrigo en el Romancero pintoresco [II]

Ilustración del Romancero pintoresco (1848)

El Romancero del rey Rodrigo, basados en diversos episodios de su leyenda, se conoce desde la primera mitad del siglo XVI bajo una primera forma de pliegos sueltos. Los romances más antiguos y conocidos derivan de la Crónica sarracina de Pedro del Corral, quien, a modo de novela en prosa detalla lo más conocido de la leyenda del rey godo de una forma dispersa, como la famosa seducción de Florinda o la Cava y la pérdida del reino debido a la considerada traición del conde don Julián, padre de la Cava, lo que facilitó el ingreso de las tropas musulmanas tras la derrota en la batalla de Guadalete. Su lamento por la perdida y su deseo de regresar a la batalla, ya fuera para vencer a sus enemigos o morir, fue una decisión de la que le apartó un ermitaño.

Manuscrito del siglo XI conservado en la Biblioteca Nacional de Madrid con Rodrigo y Tariq

Blanco y Pérez, Bernardo (1828-1876) - Don Rodrigo arengando a sus tropas antes de la batalla de Guadalete (óleo de 1871)


El resumen más significativo de un Rodrigo penitente deriva del relato de Pedro del Corral, aunque de forma sintética, ya que en el romance no aparece que Rodrigo se encuentre con dos ermitaños y con el obispo de Viseo (Portugal). En el romance solo aparece un ermitaño y un primer encuentro con un pastor.
 
Este romance, de indudable estilo juglaresco, se ha ido tradicionalizando ya que se conocen muestras modernas trasmitidas en versiones orales que han ido desechando o incrementando pormenores que se emparentan indudablemente con el romance juglaresco. En el paso de un romance de carácter narrativo a sus versiones tradicionales orales, destinadas al canto de forma abreviada, se aprecian las variantes de la culebra que le come "por la parte que todo lo merecía", donde en las versiones modernas recogidas oralmente se ha consolidado en la memoria a través de los más conocidos versos alusivos a la culebra: "ya me comen, ya me comen, por do más pecado había", a modo de figura retórica con sentido figurado,
   Después que el rey don Rodrigo a España perdido había,
   íbase desesperado por donde más le placía.
   Métese por las montañas, las más espesas que había,
   porque no lo hallen los moros que en su seguimiento iban.
   Topado ha con un pastor que su ganado traía,
   díjole: --¿Dime, buen hombre, lo que preguntar quería:
   si hay por aquí poblado o alguna casería
   donde pueda descansar, que gran fatiga traía?--
   El pastor respondió luego que en balde la buscaría,
   porque en todo aquel desierto sola una ermita había
   adonde estaba un ermitaño, que hacía muy santa vida.
   El rey fue alegre de esto por allí acabar su vida.
   Pidió al hombre que le diese de comer, si algo tenía.
   el pastor sacó un zurrón, que siempre en él pan traía;
   diole d`él y de un tasajo que acaso allí echado había
   El pan era muy moreno, al rey muy mal le sabía;
   las lágrimas se le salen, detener no las podía
   acordándose en su tiempo los manjares que comía.
   Después que hubo descansado por la ermita le pedía;
   el pastor le enseñó luego por donde no erraría.
   El rey le dio una cadena, y un anillo que traía:
   joyas son de gran valer que el rey en mucho tenía.
   Comenzando a caminar, ya cerca el sol se ponía,
   llegado es a la ermita que el pastor dicho le había.
   Él, dando gracias a Dios, luego a rezar se metía;
   después que hubo rezado para el ermitaño se iba;
   hombre es de autoridad, que bien se le parecía.
   Preguntóle el ermitaño cómo allí fue su venida.
   El rey, los ojos llorosos, aquesto le respondía:
   --El desdichado Rodrigo yo soy, que rey ser solía.
   Vengo a hacer penitencia contigo en tu compañía;
   no recibas pesadumbre por Dios y Santa María.--
   El ermitaño se espanta, por consolallo decía:
   --Vos cierto habéis elegido camino cual convenía
   para vuestra salvación, que Dios os perdonaría.--
   El ermitaño ruega a Dios por si le revelaría
   la penitencia que diese al rey que le convenía.
   Fuéle luego revelado de parte de Dios un día
   que le meta en una tumba con una culebra viva
   y esto tome en penitencia por el mal que hecho había.
   El ermitaño al rey muy alegre se volvía:
   contóselo todo al rey cómo pasado lo había.
   El rey de esto muy gozoso luego en obra lo ponía;
   métese como Dios manda para allí acabar su vida.
   El ermitaño muy santo mírale el tercero día.
   Dice: --¿Cómo os va, buen rey? ¿Vaos bien con la compañía?
   --Hasta ahora no me ha tocado porque Dios no lo quería.
   Ruega por mí, el ermitaño, porque acabe bien mi vida.--
   El ermitaño lloraba, gran compasión le tenía;
   comenzóle a consolar y esforzar cuanto podía.
   Después vuelve el ermitaño a ver si ya muerto había;
   halla que estaba rezando y que gemía y plañía
   Preguntóle cómo estaba: --Dios es en la ayuda mía;--
   respondió el buen rey Rodrigo: --La culebra me comía;
   cómeme ya por la parte que todo lo merecía,
   por donde fue el principio de la mi muy gran desdicha.--
   El ermitaño lo esfuerza, el buen rey allí moría.
   Aquí acabó el rey Rodrigo, al cielo derecho se iba.
Este mismo romance es el que aparece editado en el Romancero pintoresco.


No faltan tampoco falsos cronicones ni pseudo profecías sobre la vida del rey Rodrigo recogidos a mediados del siglo XVI, como la Historia verdadera del rey don Rodrigo, publicada en dos partes (la primera en 1592 a la siguiente en 1600) por el médico morisco granadino Miguel de Luna, falsario traductor de un supuesto manuscrito conservado en la biblioteca de El Escorial donde se anunciaba la destrucción de España y de los que solo se salvarían unos pocos escogidos desde la Cueva de San Ginés en Toledo y que actuarían como simiente para la repoblación. La obra obtuvo tanto éxito que se tradujo al francés, al italiano y al inglés. En ella se enaltece como ejemplo de buenos gobernantes a los árabes y se denigra a los visigodos. Fue también uno de los supuestos descubridores y traductores de los llamados "Plomos del Sacromonte", que carecen de rigor histórico y que darían pie a la elaboración de un relato novelesco de singular atracción y que han sido ampliamente estudiados, entre otros, por el eminente don Julio Caro Baroja en Las falsificaciones de la Historia (en relación con la de España), edición del Círculo de Lectores, S.A., 1991.


La leyenda del rey Rodrigo y la pérdida de España ha sido todo un referente y fuente de inspiración para todo tipo de autores. Los románticos del siglo XIX utilizaron como fuente creativa personal lo que entendían como los temas nacionales en el sentido de tender puentes continuos e ininterrumpidos entre la imaginada historia de un pasado nacional y de sus héroes desarrollando estéticamente el patriotismo de sus lectores o espectadores.

La evolución tanto de la leyenda y del Romancero acabó desarrollándose y tomando forma en el drama histórico español adaptando multitud de formas y alterando o modificando episodios que pueden rastrearse en Lope, Tirso o Calderón.

Entre los muchos autores que se inspiraron en la leyenda de la pérdida de España me detengo solamente en la obra de uno de los más representativos del siglo XIX, como el prolífico poeta y dramaturgo don José Zorrilla (1817-1893). El autor del famoso drama romántico Don Juan Tenorio escribió también una tragedia en un acto con el título de El puñal del godo, en relación directa con la leyenda del rey Rodrigo. El argumento se desarrolla en la cueva de un ermitaño en un paraje portugués cerca de la ciudad de Viseo, donde se había refugiado y disfrazado don Rodrigo tras su derrota de la batalla de Guadalete, lo que condujo a la consiguiente pérdida de España según la antigua leyenda. Entre otras vicisitudes Rodrigo quiere de nuevo regresar a España para seguir luchando contra los musulmanes. El noble godo llamado Theudia, que también había huido del dominio musulmán, acabó dando muerte con un puñal al traidor conde don Julián, que apareció también por allí.



Aportaciones sobre la Reconquista en los estudios hispánicos medievales

La renovación de los estudios sobre la historia medieval española viene aportando nuevas perspectivas sobre importantes aspectos, como el tan traído y llevado concepto de la Reconquista. El Romancero sobre el rey Rodrigo y la pérdida de España es la última etapa del proceso donde confluyen todos los caminos de la formación de la leyenda (árabe, mozárabe, cristiano erudito o cristiano popular) convirtiéndose en unas manifestaciones que busca entretener y no detenerse en la noción de la controvertida unidad de los reinos de España, del origen de la también discutida noción de la reconquista como recuperación de lo perdido o del propio concepto de nación española. La idea de reconquista dura nada menos que 800 años hasta la unificación de los Reyes Católicos, cuando en realidad el conflicto entre cristianos y musulmanes representa solo un aspecto dentro de un período mucho más complejo. Es un claro ejemplo de reinterpretación ideológica y propagandística del nacionalcatolicismo español a modo de una reconstrucción de una España católica y unificada bajo un solo rey una sola fe tras la unificación de los reinos de Castilla y Aragón bajo los reyes católicos. No hay que confundir la unificación con la unidad, algo que se ha tenido muy poco en cuenta a la hora de considerar la Reconquista como ejemplo de la unidad española.

La historiografía tradicional apuesta por la invasión musulmana que vino a destruir lo que se consideraba que era un reino unificado bajo una monarquía monárquica y católica con un fuerte "arraigo nacionalista" de la población. Las nuevas perspectivas aportadas por la historiografía medievalista, con especial atención, entre otros, a los trabajos de Alejandro García Sanjuán: La conquista islámica de la península ibérica y la tergiversación del pasado (Marcial Pons Historia, 2013), o el estudio del profesor José Álvarez Junco: Mater dolorosa. La idea de España en el siglo XIX (Madrid, Taurus, 2001) examina con especial atención todo lo precedente y relativo al controvertido concepto de nación y al criterio de la Reconquista como lucha de "liberación nacional" frente al islam, y añadido en la época franquista como lucha respecto a comunistas, republicanos o masones. 

El concepto de Reconquista, como recuperación del territorio hispano que invadieron los musulmanes en el 711, no fue generalizado hasta mediados del siglo XIX, cuando Modesto Lafuente lo utilizó en su Historia General de España, nada menos que tres siglos después de que los Reyes Católicos tomaran Granada.

Las referencias a expresiones de una unidad colectiva tienen arraigo en la llamada Guerra de la Independencia contra el francés entre 1808 y 1814, donde quienes se oponían a Napoleón adquirieron los calificativos de "patriotas", "defensores de lo nuestro y de lo español". Estas expresiones ya guardan una estrecha relación con el sentido generalista de lo propio en un proceso de nacionalización consensuada

España no existía como tal nación en la Edad Media y la toma de Granada en 1492 por los Reyes Católicos, ciudad fundada por cierto por los musulmanes, al igual que Badajoz o Almería, no supuso la unificación de España políticamente sino la unión dinástica entre los reinos de Castilla y Aragón.

Las crónicas sobre las que se apoyan los distintos romances, ya sea en pliegos, folletos o por tradición oral, no han de considerarse como obras propiamente historiográficas o de rigor histórico, sino como escritos de tipo anovelado y de entretenimiento para ensalzar a determinados héroes.

En Madrid. Por María de Quiñones. Año 1637


Las diferencias sobre la reconquista comienzan desde el propio término. Según estudiosos la palabra reconquista no aparece antes del siglo XVIII para designar el enfrentamiento entre los reinos hispano-cristianos y los árabes. En el propio diccionario de la Real Academia de la Lengua, la acepción de la palabra Reconquista no se incorpora hasta el año 1936 definida como "recuperación del territorio español invadido por los musulmanes y cuyo epílogo fue la toma de Granada en 1492".

La pretensión de otorgar continuidad lineal y unidad a un proceso tan prolongado en el tiempo fue lo que llevó a Ortega y Gasset, en el año 1921, en su España invertebrada a afirmar que no entendía cómo se puede llamar Reconquista a algo que dura ocho siglos. El continuismo lineal que la idea de Reconquista introduce en el análisis historiográfico resulta incompatible con la extrema complejidad de las realidades medievales, y ello es una razón de peso para cuestionar seriamente la validez de este concepto.

En las Cortes gaditanas de 1812 se trató de consolidar un proyecto nacional para todos los territorios, incluidos los de América, llamando españoles tanto a los peninsulares como a los americanos mediante un acuerdo político al margen de connotaciones históricas o culturales definidas, lo que ocasionó disputas entre los propios liberales sobre en qué basar los rasgos comunes de todo ello. Sin entrar en tan interesantes, complejas y resbaladizas disquisiciones, que nos han ido alejando del asunto romanceril, las controversias y discusiones sobre el concepto de nación española se fue desarrollando fundamentalmente a raíz de la quiebra de 1898 y la pérdida del dominio colonial. Seguimos en ello.

©Antonio Lorenzo

martes, 7 de junio de 2022

Rodrigo, el último rey godo en el Romancero pintoresco [I]

 

En esta primera entrada traigo a colación algunas de las imágenes que acompañan el Romancero pintoresco, o colección de nuestros mejores romances antiguos, que recopiló Juan Eugenio Hartzenbusch en 1848, editado en Madrid por la editorial de José Ramón Benedicto e impreso en el taller de Alhambra y Compañía. Ello me da pie para detenerme en algunos de los romances incluidos, comenzando por la famosa historia del rey Rodrigo y la pérdida de España.

Juan Eugenio Hartzenbusch (1806-1880) es un reconocido autor del siglo XIX que desarrolló una importante labor escritora, siendo autor de discursos literarios, novelas y cuentos, artículos de costumbres, ensayos poéticos y numerosas obras dramáticas, siendo una de las más conocidas Los amantes de Teruel.

La importancia concedida a esta recopilación de 1848 está expresada por Juan Eugenio Hartzenbusch en el prólogo:
[...] El Romancero pintoresco que publicamos, no es un repertorio general de nuestros romances, ni aún siquiera de los de una clase sola: es una colección de los que en el género histórico y caballeresco pasan por mejores y ofrecen más bellos asuntos al lápiz del artista, sin que por eso excluyamos totalmente de la obra los pastoriles y amorosos, Los moriscos alternarán con los históricos y caballerescos de sus épocas respectivas. Con grabados en madera, aunque toscos, se imprimieron desde el principio y siguen imprimiéndose los romances sueltos; con hermosos grabados en madera y bellas litografías han de ir adornados los de nuestra publicación; en esta forma no sabemos que hasta ahora se haya impreso en España ningún romancero. Encomendados los dibujos a excelentes profesores, revisado el texto con escrupulosidad por persona entendida, nos lisonjeamos de ofrecer al público una obra realmente buena, y no nos es lícito dudar de que sea bien acogida como han sido ya otras en que hemos tenido más o menos parte. En esmero y lujo excederá a cuanta hemos publicado nosotros, y aun a cuantas de su género se han publicado en España.
Según las diferentes leyendas sobre don Rodrigo, del que se dice erróneamente, según nuevas investigaciones, que fue el último rey godo (que reinó del año 709 al 711) se produjo la caída de su reino a favor de los musulmanes provocada por la violación del rey a Florinda (La Cava), hija del conde don Julián, gobernador de Ceuta, quien para vengarse franqueó el paso de los moros a la península. Tras ser vencido en la batalla de Guadalete, el reino de Rodrigo fue destruido.

Los romances que recogen estos sucesos son de origen erudito y la mayor parte de ellos de basan en la Crónica sarracina de Pedro del Corral, del siglo XV. El éxito de esta crónica novelesca, muy difundida en manuscritos y por la imprenta del siglo XV, dio lugar a los más conocidos romances sobre Rodrigo.

Pedro del Corral compuso una extensa narración, en torno al año 1430, con la pretensión de ser una crónica de la historia de España desde sus inicios hasta comienzos del siglo XV. Con fantasía desbordada se detiene en el desarrollo de los hechos atribuidos al rey don Rodrigo cuya leyenda abarca en sus tres puntos capitales sus amores con la Cava, la invasión musulmana a raíz de la entrada del monarca en la Cueva de Hércules y finalmente su penitencia tras la pérdida de España. Solo este último punto tiene su origen en la tradición cristiana, siendo los anteriores procedentes de las crónicas árabes.

La figura de don Rodrigo ha inspirado una gran cantidad de romances, leyendas entremezcladas y hasta obras dramáticas. De sus episodios legendarios, uno de los que más ha proliferado es el contenido en el célebre romance donde se narra la violación de la hija del conde don Julián por el rey Rodrigo. Un claro y decisivo antecedente se contiene en la Crónica sarracina, conocida también como Crónica del rey don Rodrigo con la destrucción de España, de Pedro del Corral donde escribe:
Como la Cava era la más fermosa doncella de su casa e la más amorosa en todos sus fechos y el rey la havía buena voluntad, assí como la vio echó los ojos en ella e cómo ella e otras doncellas jugaban, e como la puerta era muy guardosa e cercada de grandes tapias e allí do ellas andaban no las podían ver sino de la cámara del rey, no se guardaban, mas fazian lo que en plazer les venía, assí como si fuesen en sus cámaras. E creció porfía entrellas, desque una vez gran pieza ovieron jugado, de quién tenía más gentil cuerpo e oviéronse a desnudar e quedar en pellotes apretados que tenían de fina escarlata, e parecíansele los pechos y lo más de las tetillas. E como el rey la miraba, cada vegada le parescía mejor.
Todos estos episodios reelaborados dieron origen al ciclo romanceril del rey Rodrigo y como punto de partida para obras posteriores que revitalizaron y adornaron la leyenda.
 
Las leyendas que giran y aglutinan los episodios de don Rodrigo tienen el interés añadido de haberse formado a través de tres pueblos instalados en la península: el árabe, el cristiano y el mozárabe, introduciendo cada uno de ellos elementos de sus propias tradiciones.

Los romances que tratan sobre la historia de don Rodrigo quedan recogidos fundamentalmente en tres episodios procedentes de distintas fuentes y con notables variantes: el referido a la Cueva de Hércules (según se relata en la Crónica del historiador Ahmed-ar-Razi, también conocido como el moro Rasis), la violación de la Cava por el rey Rodrigo y su penitencia tras su derrota en la batalla de Guadalete.

La recopilación de Hartzenbusch solo incluye cuatro romances de este ciclo, siendo el más atrayente y el que me sirve de pretexto para dedicarle una mayor atención, es el referido a la Cava, del que reproduce uno de los variados textos que se conservan de las versiones antiguas del romance (tanto en diferentes cancioneros y pliegos) que tratan de la seducción de la Cava por Rodrigo. Es conveniente recordar que el nombre de Cava ha venido entendiéndose como el nombre propio de la doncella, conviviendo con el de Florinda, aunque se trata de un arabismo coloquial que viene a significar mujer mala o deshonrada.

La versión que aparece en el Romancero pintoresco es la siguiente:


Para contextualizar más la historia de la versión publicada por Hartzenbusch añado este otro Amores trata Rodrigo según la versión juglaresca de la Silva primera, 2ª ed., Barcelona 1550. 

Amores trata Rodrigo:   descubierto ha su cuidado;
a la Cava lo decía    de quien era enamorado; 
miraba su lindo rostro,    miraba su rostro alindado,
sus lindas y blancas manos    él se las está loando;
—Querría que me entendieses    por la vía que te hablo:
darte hía mi corazón,    y estaría al tu mandado.
La Cava, como es discreta,    a burlas lo había echado;
el rey le hace juramento    que de veras se lo ha hablado;
todavía lo disimula,    y burlando se ha excusado.
El rey va a tener la siesta,    y en un retrete se ha entrado;
con un paje de los suyos    por la Cava ha enviado.
La Cava, muy descuidada,    cumplió luego su mandado;
el rey, luego que la vido,    hale de recio apretado,
haciéndole mil ofertas,    si ella hacía su rogado.
Ella nunca hacerlo quiso,    por cuanto él le ha mandado;
y así el rey lo hizo por fuerza    con ella, y contra su grado.
La Cava se fue enojada,    y en su cámara se ha entrado.
No sabe si lo decir,    o si lo tener callado.
Cada día gime y llora,    su hermosura va gastando.
Una doncella, su amiga,    mucho en ello había mirado,
y hablóle de esta manera,    de esta suerte le ha hablado:
—Agora siento, la Cava,    mi corazon engañado,
en no me decir lo que sientes   de tu tristeza y tu llanto.
La Cava no se lo dice;    mas al fin se lo ha otorgado:
dice cómo el rey Rodrigo    la ha por fuerza deshonrado,
y por que más bien lo crea,    háselo luego mostrado.
La doncella que lo vido,    tal consejo le ha dado:
—Escríbeselo a tu padre,    tu deshonra demostrando.
La Cava lo hizo luego,    como se lo ha aconsejado,
y da la carta a un doncel    que de la Cava es criado.
Embarcárase en Tarifa,    y en Ceuta lo hubo levado,
donde era su padre, el conde,    y en sus manos la hubo dado.
Su madre, como lo supo,   grande llanto ha comenzado.
El conde la consolaba    con que la haría bien vengado
de la deshonra tan grande    que el rey les había causado.


Otras versiones de romances conservados donde se narra la violación de la Cava por Rodrigo pueden consultarse a través del siguiente enlace que remite al Pan-Hispanic Ballad Project.


Los nobles solían enviar a sus hijas a palacio para convivir con la realeza y labrarse un futuro apetecible, puesto que solían casarse con los hijos de otros nobles. La imagen que ilustra este Romancero pintoresco es la reproducida a continuación.


La deshonra de la Cava se pone en duda en alguna que otra versión romanceril, versos convenientemente expurgados de las versiones más conocidas. Otras versiones argumentan que fue la joven quien sedujo a Don Rodrigo y que éste logró «yacer con ella» bajo promesa de matrimonio, pero no cumplió lo prometido. Desde un punto de vista "feminista" actual y sin entrar en disquisiciones, esta posibilidad seductora y consentidora de la Cava modificaría en parte la reinterpretación y el sentido general de la leyenda.
Florinda perdió su flor,
el rey padeció el castigo:
ella dice que hubo fuerza,
el, que gusto consentido.
Si dicen quien de los dos
la mayor culpa a tenido,
digan los hombres: la Cava,
y las mujeres: Rodrigo.
Pedro del Corral en su Crónica sarracina escribe:
Un día el rey se fue a los palacios del mirador que avía hecho y anduvo por la sala solo sobre las huertas y vio a la Cava, hija del Conde don Julián, que estava en las huertas burlando con algunas donzellas, y ellas no sabían parte del rey, ca bien se cuidavan que dormía. Y como la Cava era la más hermosa donzella de su casa y la más amorosa en todos sus hechos el rey le avía buena voluntad, assí como la vio echó los ojos en ella. Y como ella y otras donzellas jugavan alçó las faldas pensando que no la veía ninguno y mostró yaquanto de las piernas, y teníalas blancas como la nieve y assí lisas que no es persona del mundo que de ella no se enamorasse. Y como ya era dada la sentencia contra el rey que en su vida fuesse destruida España y el diablo uvo de buscar comienço para que uviesse lugar la destruiçión y andava todavía çerca del rey, quanto más lo viesse a los estrados por le meter en ellos de tal guisa que oviesse lugar de acabar lo que codiciava, ca la natura del diablo no es para fazer bien, antes es para de un mal hazer ciento y del bien tornar en mal, y como se halla la persona mudable más unos tiempos que otros, está presto para llevar su camino.
Resulta significativa la opinión de Corral en el sentido de considerar al demonio a modo de agente intermediario, lo que abre el camino a una sugerente, aunque arriesgada interpretación a modo de pacto diabólico en el enamoramiento de Rodrigo, pacto, tentación o determinismo que puede rastrearse en otros textos donde el protagonista cae en una especie de enajenación mental debido a su mediático enamoramiento repentino

La leyenda sitúa el baño de la Cava en la ciudad de Toledo. Se cuenta que desde un torreón junto al río Tajo Rodrigo veía bañarse a la bella hija del conde don Julián y que si se observa con atención en las noches de luna llena aún puede contemplarse el espectro de la joven.




Este conjunto de leyendas ha inspirado la creación de distintos artistas a lo largo del tiempo, como en esta pintura del alemán Franz Xaver Winterhalter (1805-1873) donde puede observarse a la izquierda de la imagen cómo Rodrigo espía el baño de la Cava

Franz Xaver Winterhalter - El baño de Florinda (año 1853)

Un ejemplo más es este óleo sobre lienzo del pintor jienense Francisco Reigón donde recrea la escena donde se medían los brazos de las jóvenes con un listón amarillo.

Óleo sobre lienzo de Francisco Reigón (1840-1884) - Florinda, hija del conde don Julián, llamada la Cava (1860)

La escena se hace eco de los versos del romance editado en el Romancero pintoresco:
Sentadas a la redonda
la Cava a todas les dijo
que se midiesen los brazos
con un listón amarillo.
Midiéronse las doncellas;
la Cava lo mismo hizo,
y en blancura y lo demás
grandes ventajas les hizo.
Pensó la Cava estar sola,
pero la ventura quiso
que por una celosía
mirase el rey don Rodrigo.

Litografía de Eusebio de Letre entresacada de La Ahambra: leyendas árabes, de M. Fernández y González (1856)

El rey don Rodrigo y la Cava. Litografía de 1871
©Antonio Lorenzo