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Buenaventura José Guiol - De español e india, nace mestiza (ca.1770-1780) |
En esta nueva entrada dedicada a las pinturas de castas, me voy a detener en la series pintadas por
Luis Berrueco, conocido pintor pueblano del siglo XVIII y autor también de importantes pinturas de temática religiosa. Formado dentro de la corriente pictórica decorativista de la primera mitad del siglo XVIII, perteneció a una verdadera saga de pintores de igual apellido, y de lo poco que sabemos de su vida es que regentó una academia de pintores y que contrajo matrimonio en cuatro ocasiones. Según los datos aportados por los investigadores, su actividad artística podría situarse entre los años de 1717 a 1750. Aprendió el oficio en el taller de Juan Correa, artista mulato que desarrolló su trabajo desde 1675 hasta bien entrado el siglo XVIII, del que se conservan lienzos suyos en la catedral de la capital mexicana.
Algunos cuadros de Berrueco se han localizado en la isla canaria de Tenerife (Fraga González, Carmen: "Obras del pintor mexicano Luis Berrueco en Tenerife", Anuario del Instituto de Estudios Canarios, nº 44, 1999, pp. 77-90), algo que no es de extrañar si tenemos en cuenta la constante relación entre el virreinato de la Nueva España y las islas. El intercambio de piezas artísticas de todo tipo se producía a través de los navíos que recalaban en una u otra orilla. El encargo de pinturas para trasladarlas a España, fuera del propio virrey o de autoridades fue una práctica constatada, como el encargo del obispo auxiliar de Puebla, Juan Francisco de Loayza, a Luis Berrueco para que confeccionara un "lienzo dividido en 16 tableros, para remitir a España', según se recoge en un "manuscrito" del doctor Andrés de Arce y Miranda de 1746.
La primera serie se compone de cuatro composiciones donde se representan cuatro escenas de mestizaje. Cada una de las escenas va acompañada de un rótulo o leyenda que hace referencia al "grado" de mestizaje de los representados.
En esta primera escena observamos a la pareja de "gíbaro" con "loba" junto a una artesa que contiene la molienda de maíz, de los que quedan granos esparcidos por el suelo, y al fondo unos sacos almacenados.
La siguiente escena se sitúa en la calle; el hombre sostiene unos zapatos nuevos en una mano mientras el niño juega subido a un caballito de juguete y la mujer aparece con un cuenco en su mano derecha en actitud de ofrecérselo al hombre.
En la tercera escena se representa a un hombre junto a un carro y con un látigo en su mano derecha, se supone que para azuzar a las caballerías. Junto a él, un niño y una mujer india cubierta con el tradicional pañuelo doblado sobre la cabeza y llevando una cesta con unas tortas.
En esta última escena se capta lo que parece un momento de descanso del hombre que trabaja con una pala y al que se le acerca un niño de la mano de su madre.
De Luis Berrueco también se conoce un mural que recoge ocho escenas de mestizaje divididas en dos secciones horizontales.
La primera escena representa a una mujer negra llevando una bandeja de tamales (preparados a base de masa de maíz) y a la que se le agarra el hijo mulato. Al lado aparece el español llevando en bandolera una cesta con diferentes telas y en su mano derecha un muestrario de botones, lo que nos indica su oficio.
La siguiente escena representa a la pareja de mulato y española ataviados con elegantes ropajes, al igual que el niño que sostiene la madre. El mulato, que viste con casaca y se cubre con una amplia capa, bien pudiera ser el cochero de una casa señorial, oficio característico de ellos. Es interesante observar en la mujer un círculo negro en la sien, adorno elaborado por lo general con un trozo de terciopelo negro y que se adhería a la sien, a modo de lunar, como símbolo de belleza y distinción. Se conocía como "chiqueador", un pequeño círculo de terciopelo, hule o carey, que simulaba un lunar. Su primera función fue medicinal para alivio de dolores a través de sustancias impregnadas en la tela o bien para ocultar imperfecciones del rostro. Es frecuente que aparezca representado en la sien de las mujeres retratadas en las pinturas del siglo XVIII.
En esta otra el hombre viste amplia chupa de terciopelo azul, casaca larga y medias de encaje. Va destocado con el sombrero de tres picos bajo el brazo; a un lado le asoma la empuñadura del espadachín y con su mano derecha sujeta un bastón. Junto a él figura el hijo, con parecido tipo de indumentaria, mientras se apoya cariñosamente sobre el regazo de su madre.
El registro superior de esta serie doble se cierra con una tierna escena entre padres e hijo. Los tres aparecen sentados en medio del campo, junto a una cesta llena de tortillas y a una jarra.
En el primer recuadro de la serie inferior aparece una familia de indios ataviados con los ropajes tradicionales: ella y la pequeña con huipil y el hombre con la manta de algodón a modo de capa, el sombrero y las guedejas a ambos lados de la cara.
En la siguiente escena aparece el español vestido a la europea, con amplia capa, sombrero y espadachín al cinto; a su lado, la pequeña mestiza, ricamente ataviada junto a su madre.
En esta otra escena el español se nos muestra con amplia capa y sombrero, junto al pequeño castizo y a la mujer con la singular "saya de embrocar" (especie de basquiña pequeña por cuya abertura se introducía la cabeza y se sujetaba sobre los hombros con listones o broches de plata), bajo la que asoma las mangas de la blusa
La última escena recoge al hombre, niño y mujer ricamente ataviados. El hombre castizo con pañuelo mexicano atado al cuello; la española con un suntuoso traje a la moda europea, manto negro y abanico en mano. Se adorna la sien con el tradicional "chiqueador", como la mujer de la escena segunda y tercera. El pequeño español se muestra con casaca, peluca empolvada y cubierto con un sombrero de tres picos.
Independientemente de estas dos series, se conocen otras pinturas de Luis Berrueco sobre esta temática, de las cuales reproduzco para terminar dos de ellas.
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Cambujo con india, sale albarazado
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No te entiendo con india, sale china
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©Antonio Lorenzo