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viernes, 14 de noviembre de 2025

Disputa entre un barbero y un sacristán sobre la paz en España

 

En el pliego reproducido se expresan las opuestas ideas sobre la paz en España entre un sacristán y un barbero a consecuencia del conocido Abrazo de Vergara de 1839. Ello hay que encuadrarlo al fin de la Primera Guerra Carlista tras el significativo acuerdo entre Maroto, general de las tropas carlistas, y Espartero, representante de la ideología liberal.

Con el convenio, firmado el 31 de agosto de 1839, se puso fin a la Primera Guerra Carlista mediante el apretón de manos de los generales de ambos bandos donde se ratificaba la rendición del ejército carlista, aunque respetando el régimen foral de los territorios vascos y navarros.

Dicho acuerdo fortaleció la posición de Espartero, que acabó convirtiéndose en regente del reino, aunque todo ello no acabó con las guerras carlistas, ya que se prolongaron en otras dos ocasiones. Los carlistas, bajo el lema Dios, Patria y Rey, lucharon contra los defensores progresistas y liberales a lo largo de las tres guerras civiles.


La ideología carlista del general Maroto se basaba en la pretensión de reconocer como rey al infante Carlos (hermano de Fernando VII) frente a la hija de Fernando, la futura Isabel II. El carlismo fue un movimiento político tradicionalista basado en la unidad católica de España frente a las reformas políticas sostenidas por un gobierno progresista y libertario.

En el pliego se postulan las ideas sostenidas, tanto por el sacristán como por el barbero, y ejerciendo como mediador un discreto y anciano labrador que acaba por posicionarse a favor de la ideología liberal a modo de "consejos vendo, pero para mí no tengo". Las divergencias ideológicas entre el sacristán y el barbero, como consecuencias de la paz firmada por ambos generales, pueden seguirse de una forma sencilla a través de la lectura del pliego. Pero aparte de estas discrepancias, lo que me parece más notorio es el comentar algo sobre los estereotipos y atribuciones populares asociadas a los personajes del sacristán y del barbero.

Según se señala en el pliego las características físicas del sacristán son las de un hombre "encogido y contrahecho, muy metido de barriga y sacado de trasero", contrastando con las atribuidas al barbero, como un mocito de estos tiempos y defensor de las ideas liberales.

El sacristán, entre otros menesteres, ejercía la labor de campanero en su localidad y donde a través de diversos toques transmitía mensajes sonoros, interpretados convenientemente por el pueblo, donde se anunciaban horas, misas, óbitos, fiestas, tormentas o incendios, con un claro valor social que se ha ido perdiendo a lo largo del tiempo por la desgraciada incorporación de los motores electrificados en los campanarios, lo que ha supuesto toda una pérdida patrimonial y cultural.

El sacristán, como asistente del sacerdote, es un personaje muy recurrente en pasillos, sainetes y entremeses, donde suele presentarse como un pretendiente cortejador, pero que acaba siendo despreciado por la mujer. El personaje del sacristán en el teatro breve suele ser representado de una forma satírica y burlona.

Como es sabido, cada localidad tenía su forma de asumir e interpretar los sonidos de la campana que podían coincidir o no con otros. Ejemplo de un documentado recorrido localista es el El lenguaje de las campanas en la ciudad de Jódar (Jaén), que puede consultarse a través del siguiente enlace:

 https://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/el-lenguaje-de-las-campanas-en-la-ciudad-de-jodar-jaen/html/

En la obra Los españoles pintados por sí mismos, que comenzó a publicarse en artículos sueltos y por entregas por diversos autores a finales de 1842, apareció en dos volúmenes como recopilación entre 1843 y 1844 a cargo del librero y editor Ignacio Boix siendo reimpresa posteriormente en un solo volumen en 1851. Entre los numerosos artículos e ilustraciones que aparecen en dicha recopilación, hay dos autores que se detienen en las figuras del sacristán y el barbero.

El personaje del sacristán aparece en dicha recopilación, cuyo autor corresponde a Vicente de la Fuente, donde se resalta el que se le conozca por chupalámparas, rascacirios, músico de cuerda y de viento, aludiendo a la manera de tañer la campana, o apodado como gori-gori por su forma de cantar con gorgoritos o leer de forma quebradiza los textos de las lecturas. Entre sus actividades también le correspondía ser el encargado habitual para retocar pinturas:

«Él es quien pinta el rodapié de la iglesia con cal y carbón de sarmiento molido, y si algún niño Jesús está bajito de color, le da en los carrillos un poco de minio ú bermellón. Retoca los bigotes á los judíos del monumento, restaura los cuadros de la iglesia poniéndoles por detras parchazos de papel con engrudo, y con figurin, ó sin el, será capaz de vestir á las tres Marías de beatas y al Cirineo con zaragüelles de papel». (1851, pág. 158)
Por ilustrar algo más la figura del sacristán, adjunto esta canción satírica sobre el oficio de campanero entresacada de un pliego editado por José María Moreno en Córdoba.



El otro personaje significativo que aparece en el pliego es el correspondiente al barbero.



El hecho de atribuir al barbero el que tañese una guitarra se enmarca en una tradición que proviene de finales del siglo XVI, según analizan y describen Alberto del Campo Tejedor y Rafael Cáceres, en su extenso y documentado estudio Tocar a lo barbero. La guitarra, la música popular y el barbero en el siglo XVII, (Boletín de Literatura Oral, Universidad de Jaén, vol. III (2013). El arquetipo imaginario del barbero no se reducía tan solo a su labor para peinar, rasurar o como rociador de bola de jabón para cubrir de espuma el rostro antes de afeitar, sino también como sacamuelas y hacedor de sangrías. A ello se unía también el de cantar mal y tocar peor. La barbería se convirtió, pues, en todo un lugar de entretenimiento, de reuniones y tertulias y donde el barbero encarnaba todo un prototipo populachero que puede rastrearse en numerosas obras del teatro breve del XVII.

El barbero, asociado como un "santo y seña" a la guitarra y a su oficio, aparece en numerosos entremeses literarios como prototipo de un personaje guitarrero y abierto a toda charla desenfadada.

Ya en el pliego se apunta sobre el barbero:

«un mocito de estos tiempos,
de los que tañen guitarra
 y dicen dos mil requiebros
a las mozas lugareñas
que llenan su ojo derecho».

En el escrito por Antonio Flores sobre el barbero en Los españoles pintados por sí mismos, expresa:
«Su habilidad en la guitarra le proporciona varios admiradores, que á poco mas se llaman sus amigos, y andando el tiempo enferman, porque la Sociedad de Seguros generales no llega á prevenir las calenturas ni las tercianas. Esta última enfermedad es la que mejor conoce el Barbero, gracias á los muchos desgraciados que imploran su auxilio cuando sienten el frío de la calentura». (1851, pág. 26)
Una conversación popular ya recoge esa doble habilidad:

Barbero: Tocar una guitarra es lo primero
que ha de saber hacer un buen barbero.
Dama: ¿No es mejor hacer barbas y sangrías?
Barbero: Eso ha de ser después de la folía.

Tras la reimpresión del pliego por N. Espinosa en Santiago de Compostela, adjunto a continuación una lámina donde se se exalta la figura de Espartero tras el Abrazo de Vergara.





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©Antonio Lorenzo

miércoles, 18 de junio de 2025

El amante despreciado explica a su dama las virtudes del agua

 

El sugerente grabado que ilustra el primer pliego reproducido representa a un enamorado cortejando musicalmente a su amada que se encuentra asomada en su balcón frente a un jardín con una fuente de las que emanan sugerentes chorros de agua bajo los pies de una escultura en la que dos personajes alzan hacia el cielo lo que se supone el valor del agua.

Tras la exuberante declaración de amor por su dama y recordando las muchas noches que esperó lloviendo y sentado a la puerta de su querida hasta que hiciese su salida, desarrolla toda una retahíla sobre las virtudes del agua como indudable símbolo de fertilidad.

Las virtudes del agua, desarrollada también en otros pliegos, como en el Desafío del agua y del vino, como recurso de controversias o debates, al igual que sucede con las contiendas entre un pobre y un rico, entre la noche y el día, entre un moro y un cristiano, entre la riqueza o la pobreza, etc., guardan estrecha relación temática con conocidos antecedentes literarios tan difundidos en la Edad Media.


Al margen de su relación con la antigua tradición de los debates, lo que parece pretender el pliego es el dotar al agua de un fuerte valor simbólico que puede interpretarse de diferentes formas. Entre otras cosas se da cuenta:

* Juan de Austria gana la batalla naval de Lepanto
* El agua alimenta todo tipo de cereales y plantas.
* Importancia del agua para el aseo, la limpieza y la cocina.
* Importancia del agua en las fuentes y los ríos, así como en el bautismo para los católicos.
* El agua como elemento para ablandar la dureza y que su amada pueda mostrarse más humana y poder retomar la relación tras las metáforas esgrimidas.

El primer pliego fue editado en Madrid en el año 1852 en el taller de José María Marés, y el segundo en Barcelona por los Herederos de la Viuda Pla, sin año, con pequeñas diferencias textuales.




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©Antonio Lorenzo

martes, 17 de septiembre de 2024

Excelencias de la gente del campo

 

En este "nuevo y curioso romance", se promueven las excelencias de la gente del campo frente a las críticas llevadas a cabo por una tropa de oficiales. A instancias de esta tropa de oficiales, un cantor de fama fue el encargado de relatar mediante un romance y acompañado de una vihuela, su desprecio por la gente del campo señalándolos como simples e ignorantes. La contestación de un mozo de campo no se hizo esperar, pues al tiempo que destrozó la vihuela del cantor anunció que compondría un romance exaltando las excelencias del mundo rural.

Lo alusivo a la gente del campo goza de una amplia tradición literaria, cuyo referente más conocido entre nosotros nos remite a la conocida y singular obra de Fray Antonio de Guevara Menosprecio de corte y alabanza de aldea con antecedentes en la literatura grecolatina. Dicha obra nos sirve como ejemplo alusivo para contextualizar el pliego al constituir todo un alegato en defensa de la vida sencilla y natural respecto a la llevada en la corte por la nobleza o por hidalgos venidos a menos. La obra data del año 1539, en pleno siglo XVI, donde se critican las malas costumbres de la corte y se ensalza la vida virtuosa de la gente del campo alejada de las malas costumbres. La obra constituye una forma amena de adoctrinamiento didáctico propio de la época. Como se indica en su conclusión se trata de un libro «en el cual se tocan muchas y muy buenas doctrinas para los hombres que aman el reposo de sus casas y aborrecen el bullicio de las cortes».

Sexta reimpresión de finales del siglo XVIII
Fray Antonio de Guevara, (¿1480? -1545), formó parte en su juventud de la corte de los Reyes Católicos como paje del príncipe don Juan e ingresando en 1504 en la orden de los franciscanos. Posteriormente, en el año 1521, fue nombrado por Carlos V como predicador oficial y seis años más tarde como cronista real.

Fue tal el éxito de esta obra, con el fin de adoctrinar de modo ameno, que se tradujo a varias lenguas europeas alcanzando un enorme éxito por su tratamiento desenfadado, aunque no exento de ambivalencias ideológicas y de tópicos

Al margen de las maniobras para alcanzar puestos relevantes en la corte mediante la hipocresía y la frivolidad de las apariencias para obtener favores y beneficios, la gente del campo se ampara en la humildad y en la vida natural y sencilla como su estilo de vida.

Estas dos formas de vidas contrapuestas fueron utilizadas también como tópico ideológico en varias de las últimas comedias pastoriles y villanescas de Lope de Vega, donde se contrapone el tópico de la corte como lugar de envidias y engaños frente a una vida sin ataduras en un bucólico ambiente rural como locus amoenus.

Al final de la primera parte del pliego aparece como autor Francisco Serrano, natural de Villafranca, que llaman de las Agujas. En la segunda parte del pliego continúa el autor haciendo todo un recorrido sobre las excelencias de la vida en el campo donde el temple de los labradores se opone al amaneramiento de los oficiales integrados en la corte y entremezclado igualmente con una intención didáctica y sentido religioso. El pueblo de Villafranca, de donde dice ser natural el autor de las dos partes del pliego, pertenece a la provincia de Córdoba situado al pie de Sierra Morena y lindando con el río Guadalquivir. Tiempo atrás formó parte del antiguo reino de Jaén bajo el nombre de Villafranca de las Agujas, rememorando a su antigua industria de fabricación de agujas en el siglo XVI, topónimo que perduró incluso hasta principios del siglo XX tras la división territorial de España por provincias establecida por el entonces ministro de Fomento, Javier de Burgos, mediante Real Decreto de 1833.

El pliego fue impreso en Carmona (Sevilla) por la imprenta de José María Moreno en 1853.









©Antonio Lorenzo

viernes, 18 de diciembre de 2020

Contienda entre un pobre y un rico


Una antigua herramienta básica de conocimiento en la época medieval consistía en el debate entre dos posturas, en principio antagónicas, con el fin de desarrollar sus ventajas e inconvenientes. Entre sus fuentes o antecesores podemos remontarnos a los diálogos de Platón y a los debates hispánicos medievales de las universidades, donde de forma alegórica y como forma de aprendizaje, los alumnos debían establecer una dialéctica entre dos cuestiones tratando de buscar la verdad mediante un razonamiento adecuado para defender sus postulados.

Esta habilidad de enfrentarse al contrario mediante argumentos razonados en alternancia dialogada fue práctica habitual en las enseñanzas universitarias medievales donde el alumno debía de ser capaz de defender su postura de forma razonable o, en su defecto, asumir argumentos contrarios sobre un determinado asunto.

Estos debates alegóricos han encontrado eco en los pliegos de cordel enlazando con tradiciones literarias antiguas. En este mismo blog ya dedicamos una serie de entradas a controversias entre diferentes cuestiones donde la disputa no tiene porqué dar lugar a una solución aceptada, sino que su interés reside propiamente en el desarrollo de la controversia. Con la etiqueta de «Controversias y debates», dedicamos unos ejemplos en anteriores entradas a las «Virtudes del día y la noche (a lo humano y a lo divino)», «Diálogo entre un moro y un cristiano», «Diálogo entre la riqueza y la pobreza», «Diálogo entre el trigo y el dinero», «Diálogo entre un marroquí y un español», «Diálogo entre el cuatro y el tres» o el «Diálogo entre al agua y el vino». Este último goza de una gran tradición literaria habiendo dado lugar a diversas composiciones latinas, francesas, españolas, etc., donde se manifiestan propósitos diversos: desde su relación con la eucaristía a la adulteración del vino con agua. Entre nosotros son conocidos los célebres «Denuestos del agua y del vino», considerado como antecedente del célebre poema anónimo del siglo XII «Razón de amor». 

Este pliego, que recoge la contienda entre un pobre y un rico, fue impreso en Córdoba, sin año, en el taller de Rafael García Rodríguez, conocido impresor fallecido en 1844.





©Antonio Lorenzo


martes, 27 de junio de 2017

Sátira graciosa: disputas entre suegra y nuera

Xilografía de una edición valenciana de 1857
Los estereotipos, como imágenes mentales socialmente compartidas, junto a los prejuicios sobre determinados roles sociales que aparecen en la literatura popular (cuentos, refranes, canciones, pliegos de cordel...) no se han tenido lo suficientemente en cuenta en orden a ejemplificar modelos culturales hegemónicos. Dichos modelos han perdurado en un tiempo de «larga duración», si usamos la terminología acuñada por Fernand Braudel, referida en este caso al concepto de mentalidad, que prolonga en el tiempo la construcción social y el modo acrítico de pensar y enjuiciar la realidad.

Dice la sabiduría popular que un madre y un hijo caben en un serijo, mientras que una suegra y una nuera no caben en una era.

La figura de la suegra es un claro ejemplo de estereotipo con connotaciones negativas. Es frecuente, al menos en la literatura popular, calificarla de entrometida, posesiva y dominante, manipuladora y cotilla. Un cantar popular asturiano recoge:

                             Una suegra y un candil
                             son dos estorbos en casa;
                             la vieja, roñe que roñe,
                             el candil, gasta que gasta.

Dichos y refranes sobre suegras y nueras 
«Suegra y nuera y perro y gato, no comen bien en un plato».
«Si quieres ser buena suegra y por tu nuera alabada, ten la bolsa bien abierta y la boca bien cerrada».
El maestro Correas, en su tan celebrado y citado Vocabulario de refranes y frases proverbiales (1627), incluye lo siguiente:
«Suegra, ninguna buena: hicela de azúcar y amargóme; hicela de barro y descalabróme».
Lo explica Correas de esta forma:
«Una casada sin suegra oía decir que eran las suegras malas; no lo creía y tenía deseo de probar su suegra; el marido la decía que bien estaba sin ella; por su antojo hizo una de azúcar; el marido a oscuras, la puso acíbar en ella; llegándola a abrazar y besándola, hallóla amarga; dice: «pues esta no salió ten bien; quiero hacer otra de barro». Hecha y puesta en alto, quísola abrazar, y como pesada, cayósela encima y descalabróla, y quedó desengañada de suegras».
Otros dichos y refranes:
«Obra comenzada, no te la vea suegra ni cuñada».
«Labor comenzada no la muestres a suegra ni a cuñada hasta que esté acabada».
«¿Cuándo se quieren suegra con nuera? Cuando el asno suba escalera».
«A la higuera pide agraz (verdor y acidez), y no a suegras y nueras paz».
«Madre e hija caben en una camisa; suegra y nuera, ni en toda la pieza».
«Suegra, nuera y yerno, la antesala del infierno».
«No te fíes de niebla ni de promesas de suegra».
«Ni encimeras ni bajeras, quieras mantas de tu suegra».
«En los ojos de mi suegra veo yo cuando el diablo la entra».
«Si tu suegra se cae en el río, búscala aguas arriba».
«Del diablo te librarás, pero de tu suegra no podrás».
«Tres veces Juan se casó y con tres suegras vivió; si al infierno no fue, aquí lo pasó».
Sobre las nueras
«Nuera, ni de barro ni de cera».
«Con tu hijo puedes tener cien peloteras; pero una sola con tu nuera».
«La nuera no es sabrosa, aunque sea de miel».
«Tan limpia es mi nuera que hasta los ajos lava».
«Remangóse mi nuera y llevóse el pan y las maseras».
«Aquella es mi nuera, la de los pabilones (colgantes y sobras) en la rueca; y aquella es mi hija, la que bonito lo hila».
«De mi hija comeré gallo, de mi hijo ni proballo».
«Nueras y yernos, para los hijos gloria; para su suegro, infierno».
«A la hija, pan y comida; y a la nuera, pan y afuera».
Pasemos a la controversia entre suegra y nuera en el pliego editado en Madrid, sin año, por Marés.





©Antonio Lorenzo

lunes, 30 de noviembre de 2015

Las virtudes de la noche 'a lo humano'


Continuando con la entrada anterior reproduzco distintas redacciones de las 'virtudes de la noche a lo humano', de diferentes autores. La más conocida es la que reproduzco a continuación donde comienza con el tópico de la alabanza a la dama, tan repetido en la poesía amorosa del Siglo de Oro.

El pliego finaliza con una curioso romance en alabanza a una señora negra, donde no se cita el autor, pero que pertenece al cordobés Luis de Góngora y Argote, sobre lo que comentaré algo al final.





Portadas de otras impresiones


Portada el pliego editado en Barcelona por Juan Jolis, s.a.

Portada del pliego editado en Barcelona por los Herederos de Juan Jolis, s.a.

Portada del pliego editado en Zaragoza por Luis de Cueto, s.a.
En el pliego reproducido por extenso, así como en el impreso por Juan Jolis, incluye un curioso romance sobre una negra señora del que se dice tiene como fin entretener y pasar el tiempo.

El romance, que pertenece a Luis de Góngora, participa del tópico sobre el carácter de lo 'negroide' que tanto éxito tuvo en las comedias del Siglo de Oro.

Víctor Patricio Landaluce - Los negros curros (1881)
Tanto Góngora, como Quevedo o Sor Juana Inés de la Cruz, entre otros autores, se hicieron eco de una visión o arquetipo de la negritud en la sociedad barroca y que puede rastrearse tanto en poemas como en comedias. Mediante ingeniosos juegos de palabras se intenta promover la risa imitando el habla de los negros. Si bien en este ejemplo de Góngora no se aprecia tanto, sí lo pone en práctica en villancicos de su autoría parodiando una mezcla de castellano mal pronunciado con el lenguaje que se considera africano. Se trata, en el fondo, de la utilización del supuesto habla de minorías marginales como recurso de comicidad.

El teatro barroco se hizo eco de la presencia de la creciente población de raza negra creando estereotipos literarios que de alguna forma aún perduran: el negro gracioso e infantiloide o la chispeante mulata provocadora, síntomas de las actitudes y de la mentalidad de la época que se han prolongado, incluso, hasta bien avanzado el siglo XIX y se mantiene aún como estereotipo en algunas películas y comedias musicales del siglo XX.

No es el único caso donde Góngora utiliza la figura del negro en sus poemas. En un poema de asunto navideño el autor cordobés desarrolla un diálogo entre un negro (al que llama 'primo') y una negra (llamada 'Magdalena') con fines humorísticos. A su vez, en otro poema titulado 'En la fiesta de adoración de los Reyes' unos pastores se burlan de los negros que acompañan en comitiva al rey Melchor. En el romance que nos ocupa destaca el elemento humorístico en un despliegue de la capacidad e ingenio poético del autor.

Estos juegos verbales serían apreciados, no tanto por la originalidad de lo que sugieren, sino por la forma de expresar mediante reiteraciones y juegos polisémicos que conectarían fácilmente con un público conocedor del trasfondo folklórico familiar que conlleva. 

Góngora no utiliza en esta ocasión un remedo de las hablas marginales en el romance, sino que se detiene en la reiteración del adjetivo negro y en la descripción del cortejo fallido por la desaprensiva negra: 'que para galanes negros / se hicieron negros desdenes'.

Para favorecer su lectura y apreciarlo mejor cotejo el romance gongorino con el ofrecido en el pliego, donde, como puede apreciarse, se añaden elementos que modulan su interpretación y que no aparecen en el poema del autor cordobés.


Por una negra señora
un negro galán doliente
negras lágrimas derrama
de un negro pecho que tiene.

Hablóla una negra noche,
y tan negra, que parece
que de su negra pasión
el negro luto le viene.

Lleva una negra guitarra,
negras las cuerdas que tiene,
negras también las clavijas,
pues negro es el que las tuerce.










«Negras pascuas me dé Dios,
si más negros no me tienen
los negros amores tuyos
que el negro color de allende.






»Un negro favor te pido,
si negros favores vendes,
y si con negros favores
un negro pagarse debe.»











La negra señora entonces,
entafada del negrete,
con estas negras razones
al galán negro entristece:
















«Vaya muy en hora negra
el negro que tal pretende,
que para galanes negros
se hicieron negros desdenes.»

El negro señor entonces,
no queriendo ennegrecerse
más de lo negro, quitóse
el negro sombrero y fuese.
Por una Negra Señora,
un negro amante doliente
negras lágrimas derrama
de un negro pecho que tiene

Cantaba una negra noche,
y tan negra que parece,
que de sus negras pasiones
el negro luto le viene.

Con una negra guitarra,
negras las cuerdas, y puente,
negras también las clavijas
por el negro que las tuerce.

Delante una negra reja
que es de su negra el retrete,
cantaba el Negro qual cisne,
quando la vida fenece.
Que a veces un negro canto,
negros yerros enternece,
negros corazones muda,
y negros pechos rebuelve.

Negras Pasquas te dé Dios,
si mas negros no me tienen
los negros amores tuyos,
que un negro color de liebre.

Negro pesar me sustenta,
negra vida me entretiene,
con negra esperanza vivo,
negro gozo y negra suerte.

Un negro favor te pido,
si negros favores tienes,
y si con favores negros
un negro pagar se puede.

Mis negras voces te muevan,
porque los negros oyentes,
no digan cosa de negro,
pues mi negra se enternece.

Y mira qual negro amor,
que mi alma negra te ofrece,
no es justo, Negrilla mía,
por ser negro lo desprecies.

La Negra Señora entonces
Indignada del Negrete,
asi su negra aficion
del negro amante agradece.

Qué hermosa y linda negrura,
qué amores negros ofrece,
señor Negro Amante mio,
mis negros dones y bienes.

Negra noche y negro amor,
negra voz y pretendientes
negros, negra la guitarra,
mirad que lindo negrete.

Al fin los negros antojos
qual negros humos fenecen,
porque espera negros fines,
Quien negros principios tiene.






En esto un negro rumor
por la calle se rebuelve,
calose el negro sombrero,
despedido el Negro fuese.

Antonio Lorenzo