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martes, 8 de octubre de 2024

Castigo por disparar a una imagen de Cristo

 

¿Dios puede ser castigador y vengativo? Dicha pregunta, que implica diferentes matices, ha suscitado diversas reflexiones desde tiempos remotos. Ello guarda relación con el contenido narrado en estos dos pliegos donde Dios ejerce de castigador por agraviar su imagen. En el primer pliego, ambientado en una localidad francesa, se nos dice que un cazador regresando de la caza disparó a una imagen del Cristo crucificado dando con su bala en un costado, y tras disparar se le produjo un dolor intenso que le impidió andar y lamentándose también por haber perdido el habla y lanzando "aullidos espantosos". No halló tampoco el auxilio de los vecinos quienes consideraban que el castigo de Dios se manifestaba de una forma bien clara y bendiciendo la justicia de su poderosa mano. Pero gracias a la intercesión y a las palabras del cura acabó arrepintiéndose de su acto al poder elegir entre su salvación o el infierno, eligiendo lógicamente lo primero donde se proclama un dios justiciero al que todo creyente debe someterse para evitar su escarmiento.

En el segundo pliego, acaecido en un supuesto pueblo de la provincia de Barcelona, uno de los dos monteros que cabalgaban cargados con escopetas se encontraron con la imagen de una Santa Cruz. Uno de ellos se quita el sombrero y se dispone a rezar una oración al Jesús sacramentado. Su acompañante, en cambio, enfila y carga su escopeta disparando siete pedigones a la imagen de la Cruz. Tras ello, por inminente castigo de Dios, se abrió la tierra quedando su cuerpo medio sepultado y cercado por las llamas. Finalmente fue tragado por la tierra en medio de un olor a azufre y en presencia del cura y los vecinos, aunque sin llegar a recibir el perdón como sucede en el primer pliego.

En estos dos pliegos donde se dispara a una imagen religiosa nos recuerda al más reciente episodio del fusilamiento por parte de los milicianos a la efigie del Sagrado Corazón de Jesús en el Cerro de los Ángeles en Getafe (Madrid) en los inicios de la guerra civil española.


El castigo de Dios o de la Virgen, en el selvático mundo de los pliegos de cordel, adquiere un gran protagonismo como consecuencia de determinados comportamientos o acciones, pero en este caso me detengo en estos dos ejemplos donde se castiga el agravio sufrido a una imagen simbólica de Dios sin atender a contextualizar dicho agravio por parte de su ejecutor.

La polémica de un Dios justiciero y misericordioso a la vez, como tema complejo y considerado contrapuesto, ha provocado diversas interpretaciones que tratan de conjugar estos dos aspectos al presentarse en los libros del Antiguo Testamento un Dios cruel que castiga la rebeldía al vincular la culpa con el miedo y con el castigo directo. Si escogemos muchos textos del Antiguo Testamento vemos como el Dios castigador se manifiesta en episodios como los narrados en el Génesis con la caída de Adán y Eva, extensivo a toda la humanidad al pecar Adán a sabiendas; en el Diluvio Universal como castigo divino por la mala conducta del ser humano destruyendo a toda criatura que no se hubiera incorporado al arca de Noe; la destrucción de Sodoma y Gomorra; el derrocamiento de Jericó; el envío de plagas desastrosas al pueblo egipcio por la esclavitud que infringían a los israelitas, etc.

La imagen de Dios que se nos presenta en el Antiguo y en el Nuevo Testamento resulta contradictoria si solo nos atenemos a la literalidad de los escritos al margen de su controvertida explicación. En el Nuevo Testamento se nos presenta un cambio evidente sobre las características de Dios en el sentido de mostrarle misericordioso, si es que pedimos perdón y nos arrepentimos por nuestros pecados y malas acciones. En la búsqueda de un posible equilibrio la fe cristiana ha tratado de coordinar la justicia con la misericordia y el perdón en sus interpretaciones de las Sagradas Escrituras. Numerosos pensadores, a través de una enorme cantidad de escritos y debates, procuran definir, estudiar y conjugar la dicotomía entre la fe y la razón. No obstante, toda fe se basa en la creencia y en la convicción de una verdad que no requiere ninguna evidencia. Esta dicotomía respecto a la razón no quiere decir que sean excluyentes en todo caso y que no puedan ser compatibles según a lo que se refieran.

Los exégetas católicos, tratando de neutralizar o disolver la imagen despótica del Dios del Antiguo Testamento, introdujeron progresivamente la imagen de un Dios misericordioso y justo que acabó muriendo en la cruz para salvar al hombre de sus pecados y convertido en un Dios amoroso. De esta forma se trata de preservar la integridad de las Escrituras con interpretaciones alegóricas y con sentidos figurados para dulcificar de alguna forma lo expresado literalmente en el Antiguo Testamento al considerar que la fe se encuentra siempre por encima de la razón, lo que abre interrogantes no dilucidados.

El Dios del Antiguo Testamento resulta distinto al Dios en el que creen la mayoría de los cristianos practicantes. Al margen de la posición que adoptemos es cierto que admite muchas interpretaciones según el valor que le demos a quienes sostienen que la misericordia y la justicia no son incompatibles, sino que incluso se requieren mutuamente. La trasmisión oral de las Escrituras, antes de fijarse por escrito, así como las revisiones de las copias antiguas llevadas a cabo sobre la Biblia a lo largo de los años, han dado pie, según sostienen los eruditos bíblicos e investigadores cristianos, a una gran variedad de modificaciones y correcciones de palabras, de interpolaciones y declaraciones contradictorias que no han logrado despejar de una forma definitiva las incertidumbres que siguen despertando. Las muchas controversias en el intento de lograr una reconciliación entre la fe y la razón por parte de la iglesia no se han agotado y permanecen activas entre los filósofos y teólogos y entre todo aquel que medite o busque respuestas personales sobre ello.

En su conjunto los textos de la biblia están cuajados de alegorías difíciles de entender desde un razonamiento crítico, lo que viene a ser una excusa barata de los exégetas cristianos para justificar las incongruencias y los sinsentidos tratando de conciliar la imagen de un Dios vengativo y castigador con el Dios amoroso del Nuevo Testamento.

Los pliegos que reproduzco solo son un par de ejemplos de otros muchos donde Dios infringe castigos no asociados en su mayoría al arrepentimiento por los pecados cometidos.

En la cabecera de este primer pliego se señala la noticia aparecida en La Gaceta de Madrid del 21 de abril del año 1832. Tratando de validar dicha información no la he encontrado en la publicación que se señala, sino en El Correo: periódico literario y mercantil del lunes 23 de abril de 1832 y que reproduzco.











©Antonio Lorenzo

viernes, 8 de diciembre de 2023

Pliegos sobre la Inmaculada Concepción de María

 

El dogma de fe sobre la Inmaculada Concepción de María fue proclamado en la muy tardía fecha del ocho de diciembre de 1854 por el papa Pio IX tratando de evitar o poner en cuestión las dudas expresadas anteriormente en el propio seno de la iglesia católica sobre si la virgen María se encontraba inmune de toda mancha de pecado original. Ello originó grandes controversias y dudas teológicas a lo largo de los siglos que no se aceptaron unánimemente. Según lo sostenido por la iglesia católica María conservó su virginidad antes del parto, en el parto y después del parto.

María habría nacido por gracia de Dios sin pecado original a modo de regalo a sus padres san Joaquín y santa Ana. Obviamente, las interpretaciones sobre estos misteriosos aspectos, al igual que sobre si su hijo Jesús tuvo también hermanos, admiten interpretaciones contradictorias, ya que en la biblia no se mencionan explícitamente muchas de las doctrinas asumidas al estar sujetas a interpretaciones subjetivas según los textos a considerar, algo que la jerarquía católica trató de salvar dichas contradicciones mediante la proclamación de dogmas de fe que habría que aceptar sin poner en duda, como también ocurre con el dogma de la Santísima Trinidad que sostiene la existencia de un único Dios verdadero pero en tres personas distintas.

Independientemente de las valoraciones, dudas o el rechazo total sobre estas cuestiones, lo que nos interesa en este caso es señalar su presencia en los pliegos de cordel, de los que reproduzco dos ejemplos impresos sin fecha en Valencia y en Córdoba.








©Antonio Lorenzo

jueves, 12 de octubre de 2023

Sobre la Virgen del Pilar y su leyenda


Dentro del marco del cristianismo católico las advocaciones marianas engloban toda una variedad de formas para referirse a apariciones, milagros, patronazgos, misterios o presencias de la Virgen María que guardan estrecha relación con su devoción histórica o geográfica a las que se les rinde culto como mediadoras o protectoras. Aun sabiendo que la Virgen María, como madre de Jesús, es una sola, la iglesia católica no solo admite, sino que promueve innumerables advocaciones, ya sean locales o generalistas, con la finalidad, entre otras, de justificar o hacer más asequible la devoción popular.

Se conoce un gran número de advocaciones a la Virgen María, no solo por sus diferentes nombres asociados a la devoción popular, sino también por sus variadas representaciones en imágenes, tallas, cuadros o estampas de todo tipo. La práctica evangelizadora y el uso de la mariología no ha dejado de ser un beneficioso motivo para acercar la virgen al pueblo creyente en su papel de mediadora y protectora, con las implicaciones espirituales y terrenales que conlleva dicha práctica.

La Virgen del Pilar es una de las advocaciones más importantes y conocidas tras haber sido designada políticamente como Patrona de la Hispanidad y como Fiesta nacional, aunque anteriormente fue conocida como Patrona de la Raza, y proclamada también como Patrona de la Guardia Civil el 8 de febrero de 1913 por el rey Alfonso XIII. La leyenda sobre la venida de la Virgen del Pilar es uno más de los recurrentes ejemplos que se encuentran alejados en cuanto a su credibilidad y veracidad racional, ya que sus bases documentales son altamente controvertidas, al igual que ocurre con otros muchos clásicos ejemplos en su relación con los santorales bajo la idea de incrementar la fe religiosa, a lo que se une su finalidad propagandística y no ajena a lo recaudatorio.

El día 12 de octubre es la fecha sobre la que se ha construido dos narraciones: la leyenda del pilar y el desembarco en América de Cristóbal Colón en el ya lejano 1492, aunque no fue hasta el año 1892 cuando se reafirmó los cuatrocientos años de la gesta colombina, aunque no fue hasta los comienzos del siglo XX cuando se comenzó a conmemorar de forma institucional el día de Nuestra Señora del Pilar en el año 1918, bajo el gobierno de Antonio Maura, como Fiesta de la Raza, aunque dadas las críticas sobre lo impropio de dicha denominación se sustituyó su nombre en plena dictadura franquista por el Día de la Hispanidad como Fiesta Nacional.

Entre los variados recursos utilizados para fomentar la devoción a los centenares de advocaciones marianas que se conocen no hay que desdeñar la contribución y variedad de los pliegos de cordel, ejemplos de la literatura popular impresa, como paralelas fuentes a considerar para alimentar popularmente la enorme propaganda y la motivación a la devoción mariana o a la de los santos, mediante la propagación de las visitas a los lugares de culto y las consabidas donaciones de sus creyentes, a lo que se une un indeterminado número de indulgencias concedidas como premios de consolación, como se refleja en los pies de muchas estampas.



Las coplas sueltas que aluden a la Virgen del Pilar son muy numerosas, algunas de las cuales se han incorporado a la memoria colectiva, como la más famosa, que al parecer fue compuesta durante los sitios de Zaragoza durante la guerra de La Independencia y que a lo largo del todo el siglo XIX hasta la actualidad ha suscitado numerosas formas comparativas con otras advocaciones, lo que ha inspirado el libro de Francisco Javier Ramón Solans: La Virgen del Pilar dice... Usos políticos y nacionales de un culto mariano en la España contemporánea (Zaragoza, Prensas Universitarias de Zaragoza, 2014).

La Virgen del Pilar dice
que no quiere ser francesa,
que quiere ser capitana
de la tropa aragonesa.

Se conocen muchas otras coplas donde se establece una especie de competición entre la Virgen del Pilar y las vírgenes locales, cuyo uno de los ejemplos es la siguiente copla:

La Virgen de la Paloma
le dice a la del Pilar:
Si tú eres aragonesa,
yo madrileña y con sal.

La tradición mariológica basada en leyendas apócrifas o en relatos orales sobrepasa va más allá de los hechos históricos, documentales o verosímiles para instalarse de forma consolidada en la percepción colectiva. Los milagros atribuidos a muchas de las advocaciones son un reguero de inconsistencias racionales basados en leyendas apócrifas, aunque bien condimentadas por los poderes políticos y religiosos para construir beneficiosos imaginarios colectivos para su provecho.

Por centrarnos en este caso en la Virgen del Pilar, destacan dos de ellos: el primero, en el supuesto origen y la consiguiente construcción del templo zaragozano; y el segundo, en la restitución de una pierna cortada al vecino de Calanda, Miguel Pellicer, episodios muy reactivados con sentido nacionalista español durante la dictadura franquista como vínculos simbólicos.

El origen de la devoción a la Virgen se centra en que se le apareció en carne mortal sobre un pilar o columna de mármol al apóstol Santiago cuando vino a evangelizar a la península ibérica donde se le apareció a su paso por Zaragoza para confortarle en su misión en torno al año 40 de nuestra era cuando se hallaba predicando a orillas del Ebro. Si la aparición a Santiago, según la leyenda, se produjo el año 40, la virgen aún no había fallecido, según consta en el evangelio de Juan y en los Hechos de los Apóstoles, pues aún no había ascendido a los cielos. Según ello, no se puede hablar propiamente de una aparición, sino más bien de un desplazamiento en carne mortal, algo similar a la llegada del fragmento de la cruz de Cristo que llevaba colgada del pecho el Patriarca de Jerusalén y que fue tomada de improviso por los ángeles para «teletransportarla» a Caravaca de la Cruz (Murcia), según admite la tradición legendaria aceptada por el imaginario popular.

El relato de la aparición presencial de la Virgen María a las orillas del Ebro aparece recogido en los folios finales de una de las copias del códice Moralia, sive Expositio in Job, de de Gregorio Magno de finales del siglo XIII y conservado en el Archivo Capitular del Pilar de Zaragoza. En dicho códice se fija por escrito en el año 1297 la venida de la Virgen, base de la tradición posterior. La traducción del texto en latín, añadido por un copista, que ha servido como sustento de la tradición, es como sigue: 
   Entre tanto, Santiago el Mayor, hermano de Juan, hijo del Zebedeo, por revelación del Espíritu Santo, recibió un mandato de Cristo para que viniese a España a predicar la palabra de Dios. Él se dirigió inmediatamente a la Virgen, le besó las manos y le pidió con piadosas lágrimas la licencia y bendición. La Virgen le dijo: “Ve, hijo; cumple el precepto de tu Maestro, y por el mismo te ruego que en una ciudad de España, donde convirtieres mayor número de hombres a la fe, edifiques una iglesia en memoria mía, como te mostraré que lo hagas”. Saliendo, pues, Santiago de Jerusalén, anduvo predicando por España, llegando finalmente a la España Menor, que se llama Aragón, en aquella región que se dice Celtiberia, donde está situada Zaragoza, a orillas del río Ebro.
   Aquí predicó Santiago muchos días, logrando convertir para Cristo a ocho hombres. Con ellos se entretenía a diario acerca del reino de Dios, y por la noche se iba a una era cerca del río, donde se echaba en la paja. A los pocos días, estando el Apóstol con los fieles sobredichos, cansados de la oración hacia la media noche, y durmiendo ellos, oyó Santiago voces de ángeles que cantaban: “Ave Maria, gratia plena”. Él, arrodillándose en seguida, vio a la Virgen, madre de Cristo, entre dos coros de millares de ángeles, colocada sobre un pilar de mármol.
   El piísimo semblante de la bienaventurada Virgen María llamó a sí dulcísimamente al santo Apóstol, y le dijo: "He aquí, hijo mío, Santiago, el lugar designado y deputado para mi honor. Mira este pilar en que asiento. Sabe que mi Hijo, tu Maestro, lo ha enviado desde lo alto por mano de los ángeles. Alrededor de este sitio colocarás el altar de la capilla. En este lugar obrará la virtud del Altísimo prodigios y milagros admirables por mi intercesión y reverencia a favor de aquéllos que imploren mi auxilio en sus necesidades. Y el pilar estará en este lugar hasta el fin del mundo, y nunca faltarán en esta ciudad adoradores de Cristo". Entonces el apóstol Santiago, lleno de alegría, dio innumerables gracias a Cristo y también a su madre. Luego aquel ejército de ángeles, tomando a la Señora de los cielos, la restituyó a Jerusalén y la colocó en su celda. Gozoso el bienaventurado Santiago con tal visión y consolación, empezó inmediatamente a edificar allí la iglesia, ayudándole los que había convertido a la fe.
El texto conservado se considera la base legitimadora de la posterior tradición y leyenda sin poner en duda alguna su veracidad, algo que en los últimos años prestigiosos investigadores han indagado sobre ello con documentada carga crítica, al igual que sobre el fraudulento milagro de la restauración de la pierna al cojo de Calanda.

Las dudas sobre la aparición de la Virgen a Santiago en carne mortal hasta fue puesta en cuestión por el ilustre historiador y teólogo fray Juan de Ferreras y García, gran erudito y uno de los fundadores, nada menos, que de la Real Academia Española de la Lengua (1713) y Bibliotecario Mayor de la recién inaugurada Biblioteca Real (1715). En su monumental obra, compuesta por 16 volúmenes Sinopsis histórica y cronológica de España, cuya primera parte se publicó en el año 1700, tuvo que sufrir la censura de que le fueran arrancadas tres hojas por Real Cédula de Felipe V en 1720, ya que no interesaba ni a los deseos del monarca ni a sus consejeros en sus relaciones con la Santa Sede. ¿Qué contenían dichas hojas? En ellas se ponía en cuestión la aparición de la Virgen sobre una columna a Santiago y su encargo de la construcción de un templo. El erudito sacerdote, nada sospechoso de sus creencias católicas y defensor incluso de la legitimidad de Felipe V frente al archiduque Carlos por la corona de España, sostuvo que estaba dispuesto a limpiar las crónicas de España de "fábulas y ficciones" donde argumentaba que una cosa era el ser creyente y otra muy distinta el creer cualquier cosa, sosteniendo, además, que cualquiera tiene el derecho y la libertad de creer en lo que quiera, aunque en el caso de la aparición de la Virgen sobre una columna, el prestigioso historiador la identificó como una talla traída de Francia a mediados del siglo XV y atribuida al imaginero de Daroca Juan de la Huerta, al servicio entonces del duque de Borgoña y coincidente con la actividad imaginera de los talleres de La Borgoña.

El milagro del cojo de Calanda

Uno de los milagros más difundidos por la intervención de la Virgen es el que se refiere al milagro del cojo de Calanda, suceso que ha dado lugar a un conjunto de libros específicos, tanto a favor como en contra, sobre dicho acontecimiento. El relato de lo sucedido es, más o menos, como sigue: Miguel Pellicer, nuestro protagonista, perteneciente a una humilde familia, decidió marcharse a casa de un primo de su madre residente en Castellón de la Plana para trabajar en la agricultura. En 1637 Miguel Pellicer sufrió un accidente cuando montaba en un carro tirado por dos mulas. Al tropezar una de ellas hizo que se cayera el carro donde una de las ruedas pasó por su pierna derecha fracturándosela. Tras una serie de curas parciales fue trasladado al Hospital de Nuestra Señora de Gracia en Zaragoza pasando antes a visitar a Nuestra Señora del Pilar y encomendarse a ella. La lesión de su pierna empeoró, por lo que se decidió amputarla y enterrada en el cementerio del hospital. Ya sin su pierna y una vez recibida el alta hospitalaria, pasó a ejercer de mendigo en una de las puertas de entrada a la basílica del Pilar por donde circulaban muchas personas. Pasado un tiempo decidió trasladarse a Calanda y seguir mendigando por los pueblos de la comarca. El día 29 de marzo de 1640 ocurrió el milagro. La madre de Miguel entró en su habitación y vio que le sobresalían los dos pies en la cama. Tras llamar a su marido y a otros testigos presentes vieron que su pierna se había restituido atribuyendo su curación a la mediación de la Virgen del Pilar. Un notario dio fe en un acta de la autenticidad de lo acontecido lo que produjo un gran revuelo de testigos que dieron fe de aquello. Su pierna de palo acabó como exvoto en la Santa Capilla del Pilar. Ello dio paso a que se abriera un proceso canónico sobre el milagro de Calanda hasta obtener la calificación de milagro por la Curia Arzobispal el 27 de abril de 1641.

Fue tal la fama de dicho milagro que hasta el propio rey de entonces, Felipe IV, quiso que Miguel Pellicer viajara a la corte donde se cuenta que el monarca se postró para besarle la pierna restituida. La relación de este milagro obtuvo amplia repercusión en toda Europa debido a las traducciones que se hicieron en varias lenguas de lo publicado en España sobre el supuesto milagro.

Isabel Guerra - Milagro de Calanda



Por el contrario, en un reciente estudio de los historiadores Ángel Briongos y Antonio Gascón sostienen que este suceso no es más que un mito forjado desde el poder en un momento en el que a la ciudad le venía bien que esto ocurriera. Su labor de investigación ha quedado reflejada en su libro de más de setecientas páginas: El milagro del cojo de Calanda. La génesis de un mito (Zaragoza, Editorial Geoda, 2015), donde señalan que muchos de los aspectos que conformaban el milagro se basa en irregularidades, por lo que añaden fuentes inéditas que contradicen el relato que tan bien le vino en su momento tanto al clero como al poder oficial.

Otro ejemplo, de solapado interés propagandístico, es este pliego de cordel donde un mancebo se despide de su patria zaragozana para incorporarse a una campaña contra unos adversarios no citados, seguramente franceses, pero creyéndose protegido ante las armas enemigas por la Virgen del Pilar al tiempo que desarrolla un extenso y emocional recorrido por referentes lugares.




Más interesante es este otro pliego, fechado en 1808, en plena Guerra de la Independencia contra los franceses, como antecedente de los bombardeos sufridos durante la Guerra Civil de 1936 donde el templo y la ciudad se vieron protegidos milagrosamente frente a las consideradas tropas enemigas gracias a la protección de la Virgen.





No fue este el único caso, pues la basílica del Pilar de Zaragoza fue bombardeada el 3 de agosto de 1936 por la aviación republicana durante la Guerra Civil. Pero gracias a la intercesión de la Virgen del Pilar ninguno de los artefactos explotó, algo que fue utilizado como propaganda por las tropas golpistas como una clara señal de que la Virgen tomaba partido por el bando nacional frente a la barbarie republicana. 


Este hecho ha dado lugar a diferentes versiones contradictorias sobre el porqué no explotaron las bombas según demos la razón a uno o a otro de los bandos. Pero el caso es que el rastro que dejaron dos bombas se ha utilizado como recordatorio propagandístico como se refleja en una la pilastra cercana a la Santa Capilla colgadas a ambos lados de una placa conmemorativa.


Independientemente de las creencias que se tengan sobre la veracidad de estos hechos, lo que parece claro y admite pocas dudas es el reiterado uso propagandístico de exaltación patriótica vinculado históricamente al poder de la iglesia y al propiamente oficial. La historia política y religiosa no puede entenderse, en su conjunto, sin tener en cuenta tanto su aceptación como sus críticas. De este modo, la trayectoria evangelizadora del apóstol Santiago y su supuesta tumba en Santiago de Compostela no han dejado de suscitar encendidas polémicas sobre su autenticidad, al igual que la supuesta aparición de la Virgen al apóstol a orillas del Ebro en el año 40. Pero sea como fuere, y al margen de todo ello, hay que admitir con el debido respeto que tanto las leyendas, las tradiciones o las creencias no necesitan de escrituras.

©Antonio Lorenzo

lunes, 15 de mayo de 2023

San Isidro Labrador, de la leyenda y propaganda a la literatura popular impresa

Dibujo a lápiz de San Isidro de mediados del siglo XVII

Otro santo de contradictoria documentación sobre la que se han entretejido numerosas leyendas acerca de sus supuestos y múltiples milagros es el referido al legendario San Isidro Labrador, patrón de la ciudad de Madrid. A Isidro se le adjudican más de cuatrocientos milagros sin referencia alguna con datos contrastados, pero que sin duda han resultado atrayentes para promover y fomentar la devoción a este labrador, conocido de forma satírica como el labrador holgazán, puesto que permitía que los ángeles arasen el campo con los bueyes mientras Isidro, abandonando su trabajo, se dedicaba a la oración anteponiendo lo espiritual a lo meramente material. 

De la biografía del santo se conocen numerosas, aunque ambiguas y subjetivas versiones, tanto impresas como orales, que circulan en el imaginario popular. Se trata de un santo muy favorecido por la devoción popular al que se le atribuyen numerosos milagros vinculados preferentemente con el mundo agrícola debido a su oficio y cientos de milagros apócrifos gracias a su mediación, como se expresa en el refrán San Isidro labrador, reparte el agua y el sol, ya que entre sus atribuciones también estaba la de hacer brotar manantiales de forma milagrosa.

La imprecisión que envuelve la leyenda de San Isidro se refleja fundamentalmente en los milagros póstumos, aparte del códice del siglo XIII conservado y atribuido a Juan Diácono, donde se recogen también los primeros milagros protagonizados por San Isidro durante su vida, aunque los milagros atribuidos al santo post-mortem, algunos recogidos también en el códice, son la auténtica clave del desarrollo de su fama de santidad a nivel popular vinculados desde un punto de vista sociológico con los contextos culturales propios de cada época.

Para ampliar algunos datos generalistas, sugiero consultar una anterior entrada que dediqué al santo en este mismo blog hace dos años.

Los santos, antes y ahora, no han dejado de utilizarse como instrumentos políticos y económicos. Ello explica que durante el reinado del católico rey Felipe II se iniciara de forma oficial desde el año 1562, junto a otros promotores influyentes, el deseo de su canonización para promocionar y prestigiar de alguna forma la nueva imagen de la villa de Madrid como capital de la monarquía católica, que de forma estable y oficial albergaba la Corte desde el año anterior. El monarca no alcanzó a celebrarlo, ya que falleció veinticinco años antes. Hubo que esperar unos cuantos años hasta que la canonización del labrador se produjera el doce de marzo de 1622, ya durante el reinado de Felipe IV y de una curiosa forma múltiple debido a las fuertes presiones de las órdenes religiosas, puesto que en el mismo día se canonizaron a cuatro primeras figuras españolas: Teresa de Jesús, Ignacio de Loyola, Francisco Javier e Isidro Labrador, al que se añadió también al italiano San Felipe Neri para evitar una ceremonia exclusivamente española.


Tras la celebración del Concilio de Trento (1545-1563) se propagaron de forma espectacular, no solo las hagiografías, sino también el uso desmesurado de las reliquias como respuesta a la reforma protestante protagonizada por Lutero, quien atacó las hagiografías por falta de rigor histórico, así como el trasiego de reliquias que consideraba asociadas a la superstición o a la magia. La propaganda contrarreformista promovió de nuevo el culto y la instrumentalización de las figuras de los santos para incrementar la devoción popular y prestigiar sus lugares de origen. El uso de hábiles recursos teatrales resultó de gran eficacia como mecanismos atrayentes, ya estuvieran asociados a la simple escucha o con más impacto a lo propiamente visual, con el objetivo de llegar a un mayor número de público para difundir mensajes. Las comedias hagiográficas constituyen un claro ejemplo de propaganda devocional sabiamente utilizadas por la iglesia católica combinando fantasía, veracidad, leyenda y sentimentalismo.

Estudio forense del cuerpo momificado y fin del Año Jubilar

El pasado año 2022, con motivo del 400 aniversario de la canonización de San Isidro, la Archidiócesis de Madrid encargó a la Escuela de Medicina Legal y Forense de la Universidad Complutense de Madrid un estudio de carácter científico-forense, llevado a cabo entre los meses de enero y abril, para analizar el cuerpo conservado tras más de nueve siglos de antigüedad desde su primer enterramiento. El estudio tenía como finalidad lograr un mayor conocimiento de la reliquia conservada, algo que permitiera a la iglesia reafirmar la autenticidad de los restos conservados con los relatos y milagros atribuidos a Isidro.

A su vez, para fundamentar dicha celebración, el actual papa Francisco concedió a la Archidiócesis madrileña el Año Santo Jubilar para promover y consolidar la fe, lo que implica la concesión de una indulgencia plenaria, es decir, la posibilidad de conseguir el perdón por los pecados cometidos si se cumplen las condiciones eclesiales y, al ser plenaria, a la liberación total del castigo. La proclamación de un Año Jubilar es competencia exclusiva de la Santa Sede, clausurándose tal día como hoy, 15 de mayo de 2023.

Según los estudios realizados el cuerpo correspondería a un varón, de entre 35 y 45 años, con una estatura entre 167 y 186 centímetros y con signos o características propias de grupos afrodescendientes, lo que para la iglesia no contradice para nada la vida y trayectoria de San Isidro. A grandes rasgos, los estudios llevados a cabo señalan a que su antebrazo izquierdo está desarticulado por el codo, que faltan cuatro vértebras torácicas de las que se desconoce su paradero, falta de algunos huesos (pies, manos y vértebras), así como la presencia de dientes en otras localizaciones fuera de la boca. Como sugerencia plausible, su muerte se produjo a los 48 años coincidiendo con la bula papal de Benedicto XIII. 

La reconstrucción facial llevada a cabo tras estos estudios a partir de la morfología del cráneo, nos sugiere la siguiente fisonomía de Isidro:


Los estudios realizados contribuyen a la reafirmación por la iglesia de que los restos del cuerpo momificado y estudiado corresponden al santo a pesar de los desgastes y la falta de piezas, como pequeños huesos o dientes que en su día sirvieron como amuletos para curar las enfermedades de personajes importantes.

Ya el gran Mesonero Romanos, en un sustancioso artículo escrito en 1851 titulado Recuerdos de San Isidro Labrador, patrón de Madrid, publicado en El Semanario Pintoresco Español, revista de la que él mismo fue el creador en 1836, da constancia de que al cuerpo momificado le faltaban tres dedos de sus pies señalando también el habitual uso de las reliquias por las personas reales para lograr la intercesión del santo y combatir enfermedades.


Hay relatos donde se da la noticia de que se le arrancó uno de sus dientes para depositarlo bajo la almohada de Carlos II y así facilitar su curación. En otro se comenta que Juana, esposa del rey Enrique II, le arrancó uno de los brazos, pero se arrepintió al salir de la iglesia y enseguida lo restituyó. Desde entonces el brazo se encuentra unido al resto del cuerpo mediante una cinta. También se relata que una de las damas de la Corte de Isabel II le arrancó mientras lo besaba un dedo pulgar del pie, aunque lo devolvió rápidamente al sentir una serie de trastornos.

El total distanciamiento de la vida de Isidro (en el siglo XII) respecto a los relatos, rogativas, curaciones y milagros atribuidos al santo sanador y hacedor de manantiales como fundamental mediador de tan variadas peticiones, son una forma de reivindicación de un santo local, madrileño en este caso, con los consiguientes beneficios que reportan para la iglesia el mantenimiento de su culto, así como a la ciudad con sus concursos, casticismo, actuaciones, pasacalles y verbenas.

La difusión popular de su culto ha ido pasando por diversas etapas, desde las breves hagiografías para ser leídas ante un público iletrado hasta las más consistentes obras destinadas a las clases pudientes en lecturas privadas y acabando en lo que nos ocupa, en estas muestras de literatura popular impresa distribuidas y puestas a la venta por los ciegos durante el siglo XIX a un módico precio en las plazas de los pueblos.

La reproducción de estos dos pliegos, donde se narran conocidos milagros del santo como expresiones de la religiosidad popular, se relacionan con las novenas, refranes, pinturas y estampas, comedias de santos, aleluyas o canciones alusivas infantiles a modo de juego, como cauces de difusión, recreación y propaganda del personaje y del mundo campesino.

Obviamente, la devoción a un determinado santo no deja de ser una respetable cuestión de fe, al margen de que se ampare en una ambigua documentación en la mayoría de los casos.














©Antonio Lorenzo