Sabemos que el autor de El testamento del gallo fue un poeta ciego cordobés llamado Cristóbal Bravo, ya que firmó algunas de sus obras como 'privado de la vista corporal'. La fecha más antigua donde aparece Cristóbal Bravo como autor remonta a 1572 en un opúsculo donde se recogen tres obritas:
1. la relación de un martirio de un fraile franciscano llamado fray Jerónimo Celo en Maçon (Francia)
2. los sacrílegos amores de un caballero con una monja a la que rapta de forma consentida y acaba contemplando su propio entierro y siendo devorado por unos mastines, lo que recuerda la leyenda de Lisardo el estudiante, de tan largo recorrido literario.
3. Las angustias de la bolsa, obra de tono humorístico donde el galán disputa con su bolsa o escarcela su falta de dinero, que contó con numerosas ediciones ininterrumpidas durante ¡cuatro siglos!
Aparte de otras obras de autoría más o menos dudosa, lo que nos interesa en este caso es que se trata del autor de los famosos pliegos, tantas veces reimpresos, como son El testamento del gallo y El testamento de la zorra.
El testamento del gallo, como ya referí respecto al testamento del asno, remonta a antiguas tradiciones de la antigüedad clásica, pliego que se ha venido reimprimiendo, con las lógicas variaciones debidas a los caprichos de los diferentes editores o sencillamente por el paso del tiempo para adaptarse a las circunstancias, aunque el fondo de su sentido burlesco ha seguido manteniéndose inalterable.
Obviamente, los bienes y mandas que deja el gallo en su testamento parecen aludir o referirse a personajes conocidos en la época de la composición del pliego. Así, Juan Merino, Gonzalo el portugués, Juan Pérez Toledano y otros tantos mencionados serían nombres que los oyentes o lectores identificarían con personas conocidas facilitando su efecto satírico y burlesco.
La edición más antigua que se conoce del testamento del gallo se encuentra custodiada en la Universitäts-Bibliothek de Gotinga (Alemania) escrito en letra gótica junto a otras composiciones y fechada en 1590.
Aquí se contienen tres obras muy gracio / sas para passar tiempo. La primera es vn testamento que hizo / vn Gallo, y de las grandes mandas que mando a sus amigos. / La segunda, es vna pregunta que pregunto vn gentil hõbre / a vn doctor đ Medicina que orden tenia para curar a su mu / ger porque era braua ξ muy picuda. La tercera es vna Car- / tilla en copla, que pidio vna dama a vn galan poeta, para aprê / der a leer breuemente, porque era ruda de ingenio. El testa- / mento del Gallo y la obra de la muger picuda compue / stas en verso castellano por christoual brauo ciego / de la vista corporal natural đ la ciudad đ cordoua.
El testamento del gallo se enmarca dentro de las fiestas del carnaval, al igual que sucede con el testamento del asno o de la zorra. En ciertas localidades portuguesas y en Galicia (comarca de Redondela) hay tradiciones donde se entroniza a un gallo como el rey de la fiesta, se le pasea en procesión al tiempo que se lee su testamento. También es frecuente en otras localidades en atar una cuerda entre dos palos separados y colgar de ella uno o más gallos. Con los ojos vendados los mozos o mozas deben intentar cortar la cabeza del gallo con una espada o similar, mientras que otros mozos balancean la cuerda para demorar el golpe.
Las variantes, interpretaciones y antecedentes sobre estas practicas han sido magistralmente estudiadas en el capítulo IV, dedicado a 'El gallo de Carnestolendas', por Julio Caro Baroja (El Carnaval [1965], edit. Taurus, 2ª ed. 1979).
Conocemos igualmente textos de testamentos del gallo no sólo en Portugal y en Galicia, sino también en Brasil, seguramente difundidos por inmigrantes lusos.
El pliego que reproduzco es una tardía reimpresión de la imprenta madrileña de Marés en 1857, que nos muestra una interesante xilografía y encabezamiento donde se nos habla de 'los gallineros de Madrid'. En la ilustración se aprecia lo que parece ser la familia del moribundo al tiempo que un gallo tocado con chistera ejerce el papel de escribano mientras el postrado gallo le va dictando su testamento.
Aunque extenso, no me resisto a reproducir un texto copiado de un manuscrito por Carlos Lopes Cardoso en 1955 y publicado en Um 'testamento do galo' de Arcos de Valdevez (Revista Lusitana, Nº 4, 1982-83).
También resulta de interés el trabajo de Rosario Álvarez y Xosé Xobe: Un testamento do galo de 1786 (en «Estudios en homenaje a Dulce Estefanía Álvarez», Universidade de Santiago de Compostela, 2004). En dicho trabajo los autores recuperan y estudian un texto mixto entre castellano y gallego con clara influencia de otros textos portugueses de finales del siglo XVIII, donde el gallo se despide de sus gallinas y les advierte del peligro en que quedan. También citan sendos pliegos de cordel editados en Porto con variantes en 1839, 1846 y 1888, con los que guardan similitudes textuales.
Antonio Lorenzo