Charles West Cope: Primera prueba de la paciencia de Griselda |
En esta entrada traigo un pliego de largo
recorrido literario, pues se trata de la historia de Griselda y el príncipe
Gualtero, cuyo resumen es más o menos como sigue:
El príncipe italiano Gualtero, marqués de
Saluzzo, no contemplaba la posibilidad de casarse, pues dedicado con gran
dedicación a la caza no encontraba motivos suficientes para ello. No obstante,
acaba cediendo ante la insistencia de sus súbditos y contrae matrimonio con una
joven pastora cuya belleza y modestia le han conmovido. Pero pronto surge su
prevención contra las mujeres y decide poner a prueba a la suya secuestrando a
su propia hija de los brazos de su madre. Griselda acepta la situación y
soporta su dolor pacientemente.
El príncipe, no obstante, continúa poniendo
a prueba a su mujer y ordena secuestrar a su común hijo varón. Poco después la
repudia con la connivencia del papa, quien lo autoriza mediante carta y la echa
del palacio al tiempo que le anuncia que volverá a casarse y le pide que sea la
sirvienta de su nueva esposa. Griselda acepta sin rechistar la nueva situación
y en la ceremonia para celebrar la nueva boda se descubre que la novia era
precisamente la hija de ambos, que fue criada en secreto, y el apuesto joven
que la acompaña, el hijo de ambos, que también fue secuestrado.
Orígenes y
adaptaciones
El origen de esta historia es desconocido,
pero Boccaccio (1313-1375) ya la incluye en «El Decamerón» (novela décima de la
última jornada), escrito entre los años 1350 y 1353.
Un cuento del Decamerón pintado por Waterhouse |
No deja de resultar sorprendente la
traducción al catalán de la novela mucho antes que al castellano, que se
produjo en la segunda mitad del siglo XV en la obra didáctica y anónima:
«Castigos e dotrinas que un sabio daba a sus hijas».
Para no ser prolijo en el seguimiento de
las adaptaciones de la novela, que se aleja mucho de los propósitos del blog,
solo señalaré que fue inspiradora de la comedia de Pedro Navarro: «Comedia muy
exemplar de la marquesa de Saluzia llamada Griselda» (1603) y de la de Lope de
Vega «El espejo de casadas y prueba de la paciencia», escrita entre 1599 y 1608
y probablemente anterior a la de Navarro.
El interés por esta historia no decayó, como se infiere de la traducción de la
novela «La constante Griselda» de Carlo Goldoni, estrenada en Padua en 1736, traducida al castellano y editada en la Oficina de Pablo Nadal, calle del Torrente de Junqueras.
Año de 1797, de la que reproduzco la portada.
La historia fue retomada también por Geoffrei Chaucer (1343-1400) en «Los cuentos de Canterbury», bajo el título de The Clerk's Tale. También se hace eco de la historia el famoso cuentista francés Charles Perrault (1628-1703) en su «Grisélidis», escrita en verso y cuya trama no proviene directamente del Decamerón, sino de un opúsculo divulgatorio publicado por primera vez en 1546, según Marc Soriano: («Los cuentos de Perrault. Erudición y tradiciones populares» [1968]. Utilizo la edición española de Siglo XXI, 1975, pág. 101 y ss.). Perrault reinventa personajes y suprime algunas escenas, lo que apunta a la versatilidad de la historia y a sus variadas reelaboraciones.
Pasemos a la reproducción del pliego, editado por la imprenta madrileña de Marés en tres partes.
Adjunto la portada de otra edición en la que se observan variantes textuales respecto a la reproducida, editada en Valladolid en la imprenta de Santarén en 1861.
Griselda, ejemplo
de un tipo de cuento-novela [Tipo 887]
En el ya imprescindible cuarto tomo del «Catálogo tipológico del cuento folklórico español. Cuentos-novela», de Julio Camarena y Maxime Chevalier, Centro de Estudios Cervantinos, 2003, página 178 y ss., estos investigadores publican una versión oral, entonces inédita y ahora felizmente rescatada en el largamente esperado «Cuentos tradicionales II, recopilados en la provincia de Ciudad Real» por Julio Camarena (Instituto de Estudios Manchegos, 2012, Nº 201, procedente de Abenojar (Ciudad Real), constituye un luminoso ejemplo de la persistencia oral de esta historia hasta tiempos recientes. En las notas al cuento se añaden referencias a las escasas muestras orales recogidas en España, siendo desconocidas en Francia e Italia, lo que hace sospechar la procedencia libresca de las versiones recogidas oralmente.
Griselda en la
música
Antonio Vivaldi compuso la música de
«Griselda», ópera en tres actos basada en la historia de este personaje y que
fue estrenada en Venecia en 1735.
La ópera puede escucharse completa a través
del siguiente enlace, aunque he de advertir de que su duración es de
aproximadamente de 2 horas y 25 minutos:
También Alessandro Scarlatti compuso una
ópera llamada igualmente «Griselda», estrenada en Roma en 1721.
Pero lo más curioso es que la historia de
Griselda se ha conservado oralmente como soporte del «Baile del tambor» en la
isla canaria de La Gomera, cuyo texto tiene una indiscutible procedencia del
pliego y que ha sido transcrita por Maximiano Trapero en su «Romancero General
de La Gomera», 2ª ed. Cabildo Insular de La Gomera, 2000.
¿Griselda como modelo de comportamiento femenino?
La despreciable misoginia del príncipe y la
absolutamente insoportable servidumbre disfrazada de humildad y paciencia de Griselda
nos sugieren varios interrogantes que no podemos desarrollar aquí. Mediante la
«sumisión» de la mujer al varón y la «distancia social» entre ellos parecen
tratar de justificar el comportamiento de Griselda. Pero no nos dejemos engañar
por el solo ejemplo de este pliego para sacar conclusiones generales. Si bien
es cierto que otros muchos pliegos (diríamos la mayoría) inciden en la poca
valoración de la mujer respecto al género masculino, también los hay que
mediante el recurso de la sátira o la burla ellas se mofan de los varones y de
su facilidad para ser engañados. También existe un nutrido grupo de mujeres
valientes, sensuales y ajenas a toda autoridad que desarrollan aventuras
extraordinarias, lo que contrasta con el modelo de la mujer sometida y
virtuosa.
Bien es cierto que, por lo general, los
pliegos difunden una imagen de la mujer como modelos de comportamiento sumiso
materializados en la figura de la buena esposa, acordes con los supuestos
valores de la época, los cuales eran la resignación y devoción por el esposo y
la defensa de su castidad y honestidad, llevando al extremo el conformismo y la
renuncia.
Queda por discernir si la finalidad de
estos pliegos no se reducía solamente a su capacidad de divertir o entretener,
como se puede sospechar, sino que lleva aparejada una voluntad moralizadora de
consolidación de valores y buenas costumbres.
Lo veremos en otros ejemplos.
Antonio Lorenzo