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domingo, 3 de noviembre de 2019

Hazañas del valiente Bernardo el de Montijo


Pliego del siglo XVIII, ya recogido por Durán con ligeras variantes, en su «Sección de romances vulgares de valentías, guapezas y desafueros», en el tomo II de su famoso Romancero general. Colección de Romances Castellanos anteriores al siglo XVIII, Madrid, M. Rivadeneyra, 1851, con el número 1342.

El pliego resalta, como es recurrente a otros muchos del mismo estilo, las desproporcionadas hazañas y arriesgados lances de un «guapo». Bajo esta denominación, los pliegos de este género se refieren a la persona valerosa, animosa y resuelta, que afronta todas las dificultades despreciando los peligros y enfrentándose a empresas arriesgadas con valor y resolución. Son prototipos de personajes con valor y bizarría y protagonistas de arriesgadas proezas, muy del gusto de las comedias de valentones y de este género de pliegos, como el que nos ocupa, donde suele combinarse lo heroico con lo amoroso.

Se trata de un curioso pliego donde se entremezclan los típicos enfrentamientos con otros jaques para resaltar y dar protagonismo a las características de nuestro protagonista. El pliego narra que, con apenas dieciocho años, dio muerte al alcalde, al parecer y sin justificar «con bastante causa», por lo que se vio obligado a huir a tierras andaluzas donde demostró su arrojo y bizarría ante todos aquellos valentones que se le enfrentaban. La hija de un rico mercader se enamora de tan aguerrido joven, pero su padre trata de casarla a la fuerza con alguien de su confianza y alcurnia. La muchacha informa a Bernardo de la situación y este urde un plan para, junto con dos amigos, secuestrarla la noche anterior a la boda. Tras matar a seis alguaciles, al capitán de la guardia, al propio corregidor y al pretendiente a marido, huyen con la dama. Tras un duro enfrentamiento en su huida, Bernardo queda herido y muertos sus amigos. Tras reponerse de sus heridas pide al capitán Brazofuerte que le otorgue plaza en su ejército ofreciéndose voluntario para luchar contra los portugueses, lo que el capitán le concede.

Es a partir de aquí cuando, sin rechazar lo novelesco, se mezcla con ciertos aspectos más o menos históricos que se sugieren en el impreso, aunque sin ofrecer datos concretos, sobre la Guerra de Restauración (Restauração) portuguesa (1640-1668) entre el reino de Portugal y la monarquía española, que culminaría con el reconocimiento oficial por parte de España en el Tratado de Lisboa (1668) con la total independencia portuguesa de la monarquía hispánica.

Sin entrar en los motivos de estos enfrentamientos, propio de historiadores, lo que nos interesa resaltar son las sugerencias que se manifiestan en el pliego sobre la intervención del montijano en estos enfrentamientos, según parecen deducirse de estos versos:

                                                 «...Sírvete gran capitan
                                                 sirvete de darme plaza,
                                                 que por el Cielo de Dios,
                                                 y por esta humilde espada,
                                                que he de seguir tu Bandera
                                                hasta morir en campaña...».

En una de esas batallas entre los ejércitos portugués y español no se menciona ni se sugiere en el pliego dónde intervino el valeroso Bernardo. Sin embargo, sí encontramos relación con la posterior comedia de 1704 bajo el título El más valiente extremeño: Bernardo del Montijo, como luego comentaremos.

La batalla de Montijo tuvo lugar entre ejércitos portugueses y españoles el 26 de mayo de 1644, en el transcurso de la Guerra da Restauraçao. El portugués Matias de Albuquerque, al mando de un ejército compuesto por seis mil hombres de infantería, mil cien de caballería y siete cañones, junto con ciento cincuenta holandeses, cruzó la frontera hispano-portuguesa sin encontrar ninguna fuerza que le hiciera frente, tomando la plaza de Montijo en territorio español sin dificultades.

Tras la reacción de las tropas españolas se reconquistó de nuevo la plaza, lo que no impidió muchas otras escaramuzas entre los dos ejércitos en otras tantas localidades. El resultado del combate fue ambiguo, pues los dos bandos enfrentados se apropiaron de la victoria final. En todo caso, parece que la batalla tuvo dos momentos clave, dominados cada uno de ellos por el ejército portugués o el español. Según las crónicas a las que accedamos, ya sean de los historiadores lusos o españoles, existen divergencias sobre quiénes fueron los vencedores reales en dicha batalla. 


Batalha do Montijo (panel de azulejos del Museo Militar de Lisboa)
Añado la portada de una Relación en octavas heroicas sobre la batalla de Montijo
Relación en octavas heroicas, En que contiene todo lo real y verdadero del sucesso de la batalla del Montijo, auiendose primero inuestigado las noticias mas indiuiduales: juntamente con aquellas de que fue testigo de vista ... dedicadas al ... señor Carlos Andres Caracholo, marques de Torrecuso ... / compuestas por el capitan... Don Antonio Pardo de Gayoso, natural de... Seuilla, año del sucesso de 1644.


El más valiente extremeño: Bernardo del Montijo

Se trata de una comedia atribuida al dramaturgo José de Cañizares (Madrid, 1676-1750), muy popular en su época y autor de dramas de corte calderoniano, comedias de santos, de enredo, de magia, históricas y, como la que nos ocupa, de guapos y valientes, conservada en manuscrito en la Biblioteca Nacional de España [BNE Ms. 15.136]. Tras una primera aprobación de la censura para su representación, el censor y también autor teatral Pedro Francisco Lanini, rectificó la aprobación inicial de esta comedia redactando una segunda nota ordenando el cambio del título para no hacer de menos a otros conquistadores extremeños como Cortés o Pizarro, ya que en la comedia de Cañizares se ensalzaba de manera importante la figura de Bernardo del Montijo.

Pese a esta discrepancia de criterios sobre el título de la obra, la crítica ha mantenido la propuesta inicial otorgando su autoría a Cañizares.

El pliego

Editado en Barcelona, sin que figure el año, por los herederos de Juan Jolis, sabemos que estuvieron activos entre 1760 y 1770. (datos sacados de la entrada dedicada a esta saga de impresores en este mismo blog:

Un resumen de la actividad de esta importante y duradera imprenta es como sigue

     * Juan Jolis (padre), edita entre 1680 y 1705 
     * Juan Jolis (hijo), edita entre 1706 y 1759
     * Herederos de Juan Jolis (hijo), editan entre 1760 y 1770
     * Bernat Pla edita entre 1770 y 1801
     * Viuda de Pla edita entre 1801 y 1827
     * Herederos de la Viuda de Pla editan entre 1820 y 1860 aproximadamente.






Añado una portada más que trata el mismo asunto, editada en este caso por la imprenta cordobesa de Rafael García Rodríguez.


©Antonio Lorenzo

miércoles, 8 de agosto de 2018

Valerosas hazañas de Pedro Rosa, de Gibraleón


Joseph Navarro y Armijo fue un impresor y mercader de libros instalado en la sevillana calle Génova. Editor desde (al menos) 1736 hasta 1769 de comedias, romances, entremeses, relaciones y papeles curiosos, según aparece en el colofón de algunos pliegos.

El pliego reproducido, editado sin fecha en el siglo XVII, nos ilustra sobre las hazañas y aventuras de don Pedro Rosa, en línea con esos personajes bravucones y temerarios, tan propios del gusto popular, de los que conocemos numerosos ejemplos.





©Antonio Lorenzo

miércoles, 11 de marzo de 2015

El valiente Juan García Nebrón


De la prolífica imprenta cordobesa editora de pliegos de don Rafael García Rodríguez, de la que tengo pendiente dedicar una entrada exclusiva, reproduzco este pliego, sin año, donde se nos narran las aventuras y fechorías del bravo Juan García Nebrón, nacido en la malagueña localidad de Cañete la Real. Traficante de tabaco y de sedas se va deshaciendo de todo aquel que se le pone por delante hasta que finalmente cae preso. Ya en la cárcel da cuenta de todas las muertes anteriores de las que ha sido ejecutor y gracias a la intercesión de dos ilustres hermanas marquesas logra que se le conmute la pena de muerte por la de cadena perpetua. 











Antonio Lorenzo

domingo, 10 de febrero de 2013

Bandoleros, contrabandistas y valentones


Los pliegos que vamos a reproducir de forma parcial corresponden a lo que podríamos considerar de forma genérica como pliegos de aventuras.  En ellos se superponen y entremezclan realidades e invenciones, temas y motivos, y orígenes y desarrollos variopintos. 

En este apartado me voy a detener en aquellos pliegos de jaques y valentones, de contrabandistas y de bandoleros que constituyen una especie de mosaico con características comunes.

El término guapo, en el sentido de chulo, rufián y arrogante se documenta en los entremeses de Quiñones de Benavente (1589-1651). Estos jaques y valentones se refieren a personajes cuyos rasgos serían el desmedido orgullo, la jactancia, el arrojo, el machismo y la bravuconería, y cuya relación con el teatro del Siglo de Oro ha sido puesta de manifiesto.

Bandolero con su maja, por Doré

A su vez, los pliegos sobre bandoleros, trufados a veces con actividades contrabandísticas, son muy abundantes en los pliegos de cordel, sobre todo en la segunda mitad del siglo XVIII y durante todo el siglo XIX.

Contrabandistas por Doré

Dada la amplitud del tema y su estrecha relación con los pliegos dedicados a las mujeres matadoras y justicieras dedicaré otras entradas a esta temática para desarrollar algo más estas conexiones.

Existe una distinción teórica entre bandolero y bandido. El bandolerismo no es en todos los casos bandidaje. Bandolero es aquel que asalta a viajeros y caminantes, que actúa en partidas o cuadrillas y cuyo principal fin es el robo. El bandido es generalmente un criminal que está perseguido por un ‘bando’. Aunque en la práctica ambos términos resulten sinónimos, y así sucede en la mayoría de los pliegos consultados, esta distinción habría que matizarla en cada caso y situación.

El bandido tiene tras de sí una orden judicial de detención (un bando, edicto o pregón) con sentencia firme ya acordada y cuyos hechos delictivos ya se han probado y se halla en paradero desconocido. Al bandolero, en cambio, se le asocia más con un salteador de caminos que por lo general no ha cometido delitos de sangre y cuya actividad es básicamente el robo. Por precisar aún más, el bandido tendría el agravante de usar la violencia contra personas y cosas, mientras que el bandolero sólo usará la violencia en caso de necesidad manifiesta o persecución, lo que de alguna forma lo justifica socialmente.

Duelo a navaja por Doré

El imaginario colectivo considera al bandolero como perteneciente a la sociedad campesina, que los idealiza y les transfiere cualidades heroicas y rasgos de nobleza, valor, honradez, bondad y un fondo sentimental y galante que les hace atractivos más allá de su medio originario. Pero, obviamente, la figura del bandolero es mucho más compleja y no se trata siempre del pobre que se rebela contra los ricos ni del insatisfecho social que trata de cambiar las relaciones de poder de una sociedad, como señalaba Caro Baroja en su espléndido y seminal Ensayo sobre la literatura de cordel, Madrid, Revista de Occidente, 1969, p. 387. Esa figura ‘idealizada’ del bandolero social corresponde por lo general a una visión intelectualizada de escritores o historiadores más cerca de los núcleos urbanos que de los rurales.

El complejo mundo del bandolerismo, aunque arranca literariamente desde muy antiguo, alcanza gran éxito en las novelas y en las representaciones teatrales del Siglo de Oro. Autores tan representativos como Lope de Vega, por poner un ejemplo, utilizaron la figura del bandolero como atrayente reclamo para sus obras, como sucede en: Antonio Roca o la muerte más venturosa o Roque Dinarte, ambas de ambiente catalán.

El bandolerismo, como fenómeno social, no se puede considerar aisladamente sin tener en cuenta el territorio donde se produce y las circunstancias y contextos sociales que lo enmarcan. Aunque el bandolerismo está asociado a situaciones políticas y sociales propias, tiene también unas constantes que son comunes, independientemente de la época que estudiemos, que articulan una imagen del mismo como arquetipo del bandido generoso y de héroe popular.

Goya - Ataque a un coche (Colección particular)

Eric Hobsbawm, en sus ya célebres obras Rebeldes primitivos, estudio sobre las formas arcaicas de los movimientos sociales en los siglos XIX y XX (1974) y Bandidos (1969), analiza a los “delincuentes” y “salteadores”, no como criminales, sino como personajes históricos cuyas actividades son fruto de las tensiones sociales. Hobsbawm incorpora el concepto del bandolero social, a diferencia del delincuente común, como canalizador del descontento popular e instrumento de la protesta social.

El bandolerismo depende de la geografía, de la época y de las circunstancias concretas de la sociedad donde se produce. No es lo mismo el bandolerismo catalano-aragonés que el bandolerismo andaluz. El primero ha sido estudiado por Joan Reglà en El bandolerisme català del Barroco, Barcelona, 2ª ed., Edicions 62, 1966. En dicho estudio, Reglà distingue un mayor desarrollo del bandolerismo catalán durante los siglos XVI y XVII, debido a peculiares circunstancias socio-económicas, frente al bandolerismo romántico andaluz del XIX.

Establecer relaciones mecánicas entre planos de realidad que valgan para todo, aunque no resulten falsas en conjunto, no deja de ser una visión reduccionista y parcial, aunque invita a nuevas miradas sobre el complejo mundo del bandolerismo.

Obviamente no es este el lugar para desarrollar estos y otros aspectos, pues de lo que se trata es de mostrar y dar a conocer unos pliegos de cordel que guardan estrecha relación con este enmarañado mundo. Dada su complejidad sería casi conveniente el estudiar individualmente cada pliego y el entramado de sus circunstancias y relaciones.

Veamos en esta primera aproximación unas cuantas portadas alusivas.


Juan Portela. Barcelona,
Impr. Narciso Ramírez, 1876
Andrés Vázquez y sus hermanos.
 S.l., Impr. Ignacio Estivill, s.a.



















Como ejemplo de romance disparatado reproduzco la portada de don Juan de la Tierra, natural de la villa de Illescas, valentón que se enamora en Nápoles de la hija de un mercader. Tiene con ella un hijo y regresa  de nuevo a Illescas donde se establece con lo robado al padre de su amante. Éste lo persigue y al final todo se arregla por la intervención del propio Felipe IV.

Don Juan de la Tierra. Barcelona, Imprenta Herederos de Juan Jolis, s.a.

Reproduzco la portada de la trágica historia de Lorenzo de Texado, de la que ya publiqué el pliego completo, aunque diferente, editado por otro impresor en la entrada dedicada a crímenes horrorosos.

Lorenzo de Texado. Barcelona,
Herederos Viuda de Pla, 1833.
Lorenzo de Texado. Barcelona,
Herederos Viuda de Pla, 1833.



















Palma, Tienda de M. Borras, s.a.
Madrid, Despacho de M. Minuesa, 1876.


















Para no alargar en demasía esta primera entrada publico la portada de un pliego con el romance de Los bandidos de Toledo. Es romance curioso porque desarrolla una trama novelesca donde el protagonista consigue liberar a una doncella catalana que estaba en poder de una banda de facinerosos y acaba siendo nombrado virrey de Cataluña.

Los vandidos (sic) de Toledo. Barcelona,
 Impr, Ignacio Estivill, s.a.



Antonio Lorenzo