El pliego que reproduzco íntegramente al final desarrolla,
más o menos, la siguiente historia: Ginesa, hija de un humilde labrador catalán
y de carácter indómito se casa a los quince años con un mozo hacendado. Tanto
ella como su madre coincidieron en dar a luz a un niño, con la mala fortuna de
que el niño de Ginesa muere y el padre de la joven solicita a su hija que
amamantara a su hermano recién nacido, ya que su madre se quedó sin leche.
Ginesa rehúsa la petición de su padre con las siguientes palabras: 'No doy la
leche a mi hermano, más que viva o más que muera, que primero yo mi leche a los
demonios la diera'. Ante tan desconsiderada respuesta aparecieron por la noche
dos demonios en figuras de culebras que se le agarraron a sus pechos durante
seis días. Gracias a la invocación de su padre a la virgen de Montserrat ésta
obró el milagro de liberarla de las culebras, y Ginesa, arrepentida por su acción, fue absuelta por el confesor y perdonada por su padre.
La relación más antigua de estos sucesos, que sepamos,
sitúan estos hechos imaginarios en el municipio albaceteño de Alcaraz y cuya protagonista se llama Ana de
Flores, frente al nombre de Ginesa de las relaciones posteriores. En esta relación, de la que reproduzco la portada, sólo aparece una culebra agarrada a uno de sus pechos mientras que en las
impresiones posteriores ya aparecen las dos culebras agarradas cada una a cada pecho.
Breve relación que declara y da quenta de un caso maravilloso. Sucedió en la Ciudad de Alcaraz, tierra de la Mancha, con una muger maldiciente que, haviendo parido, ofreció muy de veras al maligno su pecho. Refíerese cómo se le apareció una espantosa culebra agarrándosele del pecho izquierdo. Declárançe las diligencias que hizieron y circunstancias que passaron para quitar aquella fiera y no pudieron lograr su intento. Lamentable sucesso, con que causó notable admiración. Sucedió martes postrero de março deste año de 1671.
Otra relación es la editada en Madrid por la conocida
imprenta de Andrés de Sotos, sin año, con la siguiente cabecera:
Nueva relación en que da cuenta y declara de un admirable prodigio que ha obrado la Divina Magestad de Dios, nuestro señor, por intercesión de su Santísima Madre, nuestra señora de Guadalupe y los sagrados quatro Evangelios, con una mujer que, por haberse echado una maldición y no querer criar a un hermano suyo, permitió Dios que se agarrasen a los pechos dos demonios en figura de culebras, y por una devota rogativa y promesa que hizo su padre a la Virgen se vio libre con todas las demás circunstancias, que verán los lectores.
En este último caso ya aparecen las dos culebras y el milagro
se produce gracias a la intervención de la virgen de Guadalupe, que es sustituida por Nuestra Señora de Montserrat en las relaciones posteriores, como veremos en el pliego.
Eco de estos sucesos en
el Romancero de tradición oral
Los romances sobre este mismo tema que han llegado a nosotros por tradición oral gozan de una gran economía narrativa agilizando la trama, prescindiendo de elementos retóricos superfluos junto a una clara preferencia de los diálogos frente a las descripciones que enlentecen el desarrollo de los acontecimientos, aspectos y características reveladoras y propias de la transmisión oral.
Copio unos ejemplos recogidos en el Romancero vulgar y nuevo (edit. Flor Salazar), Fundación Ramón Menéndez Pidal, Madrid, 1999. Da noticia de versiones de Lugo, Oviedo, Santander, León, Zamora, Salamanca, Burgos y Segovia.
La línea argumental de la historia se mantiene en todos los
casos, salvo en pequeñas diferencias que no afectan a la trama. Pero aunque el
desenlace final de la historia gire en torno al arrepentimiento la finalidad
última es la ejemplaridad basada en el temor y en el castigo.
Tanto los pliegos como los romances son claro ejemplo del intento de atemorizar a los oyentes o lectores y de controlar severamente sus conciencias en línea con la mentalidad del espíritu barroco
de la Contrarreforma.
Supersticiones y referentes iconográficos
Existe una arraigada creencia en los medios rurales,
extendida por toda el área hispánica, de que las culebras son capaces de chupar
la leche de las ovejas, vacas o cabras y que a la noche chupan la leche de
las mujeres dormidas que amamantan a su hijo introduciendo su cola en la boca
del bebé a modo de chupete para que el niño no llore.
Pueden consultarse relatos andaluces recogidos por tradición oral a través del siguiente enlace:
Posiblemente esta creencia tenga su origen en el hecho de que cuando las vacas u ovejas están pastando en el campo o en el establo, pueden pisar a una culebra y ésta trate de subir por una de las patas traseras como defensa. Al observar esto a cierta distancia, parecería que la culebra esta mamando o tratando de mamar de las ubres. Dicha creencia, abundantemente extendida en diversas culturas, es muy antigua y se asocia a la lujuria y a la postre al pecado original.
El supuesto de que las culebras o serpientes mamaban de los pechos de las mujeres también era aplicable a las madres que abandonaban o no daban de mamar a sus hijos, así como a las madres solteras que rechazaban amamantar a los huérfanos.
Esta vieja creencia ha inspirado Cayetano Ibarra Barroso estos sugerentes dibujos.
Reproduzco a continuación las portadas de otros pliegos de cordel con el mismo asunto y las mismas xilografías, si bien cambiadas de posición, editadas en Madrid por Marés en 1847 y por el editor granadino Mariano Sáez, sin año y como reimpresión.
La iconografía que puede observarse en determinados canecillos, capiteles o pórticos de los templos románicos muestran de forma alegórica serpientes o culebras succionando los pechos de las mujeres como recordatorio o advertencia sobre los castigos que conllevan los pecados de la carne y la lujuria, según se desprende en estos ejemplos.
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Arquivolta de la iglesia de San Juan Bautista en Lekunberri (Navarra) |
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Pila bautismal de Rebanal de las Llantas (Palencia) |
Sirvan estos pequeños apuntes para dar paso al pliego, editado en 1817 en Valladolid por la imprenta de Fernando Santarén, donde el demonio del grabado luce en una banda la advertencia de 'vengan a tomar por ejemplo'.
©Antonio Lorenzo