Pliego dieciochesco fechado en 1758 y editado por la imprenta valenciana de Agustín Laborda, impresor que desarrolló su actividad entre 1746 y 1774, siendo continuada por su viuda (Vicenta Devis) a partir de 1780, según se desprende de los pies de imprenta donde aparece como Viuda de Agustín Laborda. Dicha viuda editó hasta 1819, año probable de su fallecimiento, ya que a partir de 1820 figura en los pies de imprenta el nombre de Hija de Agustín Laborda (María Teresa Laborda y Devis).
El enunciado del pliego trata de predisponer el ánimo del oyente o lector y atraer su atención al fijar lo sucedido en la fecha del 4 de marzo de 1757, un año antes de la fecha de edición. En realidad es una variante que no se aparta de la práctica habitual que observamos en una gran cantidad de pliegos al usar expresiones indeterminadas, pero cercanas, para situar convenientemente los hechos, como las conocida expresión formulística 'caso sucedido en el presente año'. En esta ocasión, y dado que la edición del pliego se data al año siguiente de los hechos narrados, su finalidad es actuar como reclamo comercial de cara a los virtuales compradores. Si a todo ello añadimos la justificación moral del castigo al caballero por su avaricia y soberbia y su no arrepentimiento, ya tenemos los ingredientes adecuados para despertar la atención del público.
La acción se sitúa en Toledo durante el reinado de Fernando VI actuando como mediador un ángel del cielo enviado por Dios en traje de sacerdote para anunciarle su muerte si proseguía en su actitud. El caballero desoye sus consejos por lo que unos demonios se llevaron su alma en un jumento. La desmesura es tanta que hasta intervienen dos gigantes 'echando llamas de fuego'. El pliego es ejemplo recurrente de los castigos ejemplares acompañados generalmente de terribles padecimientos.
La acción se sitúa en Toledo durante el reinado de Fernando VI actuando como mediador un ángel del cielo enviado por Dios en traje de sacerdote para anunciarle su muerte si proseguía en su actitud. El caballero desoye sus consejos por lo que unos demonios se llevaron su alma en un jumento. La desmesura es tanta que hasta intervienen dos gigantes 'echando llamas de fuego'. El pliego es ejemplo recurrente de los castigos ejemplares acompañados generalmente de terribles padecimientos.
Antonio Lorenzo