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Xilografía tallada por José Pérez |
Sorprendente historia teniendo en cuenta las fechas de difusión de esta narración que fue recogida y publicada en pliegos de cordel por distintos impresores siendo ampliamente distribuida. Llama la atención, en primer lugar, cómo una relación amorosa entre dos damas, a pesar de las circunstancias que concurrieron para ello, sobrepasó la censura y circuló de una forma continuada.
El argumento del pliego, dividido en dos partes y cuyo original se considera de la primera mitad del siglo XVIII, es más o menos como sigue:
En el pliego se nos cuenta la singular historia de Gertrudis, una joven vienesa de alta alcurnia que se disfrazó de hombre para ir en busca de su amado. Una vez llegada a Grecia, donde asumió el nombre de Carlos, acabó convirtiéndose en paje de una princesa griega. Por sus habilidades y educación la princesa griega acabó enamorándose de Carlos. Arrastrada por las circunstancias y sin dar a conocer su condición femenina acabó contrayendo matrimonio con la princesa. Pero fue en la noche de bodas cuando Carlos reveló a la princesa su verdadero sexo decidiendo ambas el mantenimiento del secreto. Tras dos años juntas y a la vista de que no tenían descendencia, los ayudantes sospecharon del verdadero sexo del nuevo príncipe, por lo que le someten a una serie de pruebas que consiguió superar alargando las sospechas durante otros dos años más. La prueba definitiva para aclarar el verdadero sexo de Carlos fue la invitación a un baño público, por lo que para evitar la situación de desnudarse huyó al campo amparándose bajo la protección de la Virgen de la Soledad que portaba en un relicario. "Pero Dios compadecido de su riesgo y su quebranto, quiso remediar su pena con un portento muy raro". Huida en el campo apareció un unicornio que derribó a Gertrudis contra un árbol, pero dejando en su vientre una perfecta cruz, lo que le convirtió sorprendentemente en varón, por lo que pudo regresar al baño y resolver de esta forma todas las dudas que había sobre su sexo. Casado de nuevo en secreto con la princesa, pero ya como acreditado varón, lograron engendrar un sucesor a los pocos meses.
Esta sorpresiva historia parece deudora de la novelística bizantina, un subgénero novelesco de influencias clásicas en cuanto a su temática y los motivos narrativos que desarrolla. El esquema común de este tipo de novelas suele narrar las peripecias que tienen que afrontar los jóvenes amantes que desean casarse pero que encuentran graves obstáculos que lo impiden, por lo que se ven abocados a llevar a cabo una serie de artimañas, ya sea por medio de disfraces o engaños para lograr vencer las adversas vicisitudes y acabar consiguiendo, respetando la castidad amorosa de los protagonistas, la realización de sus anhelos uniéndose en matrimonio.
La mujer disfrazada de varón es un motivo recurrente, tanto en el teatro áureo como en el muy conocido romance de La doncella guerrera, por las pruebas que tiene que pasar para no mostrar su condición femenina, motivo que viene a relacionarse con el pliego que nos ocupa.
Este tipo de novelas y narraciones, donde abunda un lenguaje artificioso, no alcanzó notable notoriedad en España, prefiriéndose las novelas de caballería, llenas también de aventuras inverosímiles y de amores castos.
Pero si hay algo que sorprende sobremanera es el cambio de sexo debido a la intervención de un unicornio. El unicornio es un animal mágico que transforma mujeres en hombres durante la noche de San Juan, tal y como recogen leyendas españolas. La presencia del unicornio que aparece en el pliego también guarda relación con algunos cuentos recogidos por tradición oral con el nombre de oricuerno. El unicornio remite a una figura mitológica, de larguísima trayectoria, representada como un caballo blanco con un cuerno en la frente y de enorme y trascendente simbología cultural.
Este pliego logró escapar a la legislación de la imprenta ya que se apartaba de la tradición católica como guardadores de la moral pública y de la censura previa. La intervención de la divinidad es fundamental en el pliego gracias a la mediación de la virgen de la Soledad, cuya imagen llevaba Gertrudis en un relicario colgado en su pecho. Atendiendo a la virgen de la Soledad, la divinidad convierte a la mujer en varón con la ayuda de un unicornio. No es el único caso que se salvó de la censura, pues muchos otros pliegos también lo hicieron sin ser tachados como perjudiciales a la moral y buenas costumbres, como aquellos donde aparecen parricidios, adulterios, incestos y toda clase de pasiones carnales que no se ajustaban a la normativas legales y ordenanzas sobre la venta ambulante.
Pero antes de comentar la evidente relación del pliego con un tipo de cuento popular recogido por tradición oral, paso a reproducir el pliego procedente del taller vallisoletano de Dámaso Santarén.
El pliego
Referencias
La leyenda sostiene que el unicornio tiene la propiedad, entre otras, de poder convertir a las mujeres en hombres el día de San Juan. También la posibilidad de curar envenenamientos, descontaminar aguas ponzoñosas o remediar la impotencia sufrida por los hombres. El cuerno del unicornio se considera un talismán muy apreciado por sus supuestas propiedades mágicas. Según diversas leyendas la única forma de poder capturar al unicornio (oricuerno o alicornio) era mediante una doncella que los cazadores ataban a un árbol para evitar su huida mientras mostraba sus pechos desnudos al animal. El unicornio se acercaba entonces lenta y mansamente doblando sus patas ante la doncella y postrando su cuerno a sus pies. Era en ese momento cuando los cazadores podían abalanzarse sobre él, matarlo y quedarse con el preciado cuerno. Quien bebiera de ese cuerno convertido en vaso quedaba exento de males de estómago y de lo efectos que pudiera causarle cualquier veneno.
Estas leyendas circularon recogidas en las tradiciones españolas del norte de la península y guardan también relación con las ordalías, conocidas como juicios de Dios, donde se admite su intervención para verificar la inocencia o culpabilidad de alguien o algo y generalmente asociado a un milagro. La actuación prodigiosa de la divinidad en el cambio de sexo de la joven por medio de un unicornio es una alegoría de las ordalías mitológicas clásicas y medievales, como forma interesada de librarse de la vergüenza de aparecer ante los demás como mentirosa, lo que recuerda la metamorfosis de Dafne en laurel o la estatua de Pigmalión en mujer, etc.
Existe una gran tradición oriental y de la antigüedad clásica sobre el cambio de sexo, ya fuera para hacer justicia o castigar al culpable. El cambio por mediación de animales es una de las formas, aunque se conocen otras muchas, como mediante una píldora metida en la boca, bebiendo agua o introduciéndose en una fuente de aguas mágicas o una planta metida en la oreja. Pero conocemos otra versión de este cuento de la tradición oral asturiana recogida por Cabal donde la joven protagonista se introduce en el mar con la cabezada de una corza atada a su cintura y donde al salir se encontró convertida en hombre. Constantino Cabal, Los cuentos tradicionales asturianos, Madrid, editorial Voluntad, 1921.
El cuento del Oricuerno, recogido por tradición oral en Cuenca en 1920 por el ilustre Aurelio M. Espinosa (padre), a quien se debe la primera gran colección de cuentos recogidos oralmente en sus Cuentos populares españoles en tres tomos, no fueron publicados en España hasta 1946-1947 por el CSIC. El primero de los tomos recoge los textos de los cuentos recogidos, mientras que los dos restantes están dedicados a estudios comparativos. El cuento del oricuerno guarda una estrecha relación con el argumento del pliego. Es por ello que lo incorporo entero entresacado del primer tomo del imprescindible trabajo referencial de Maxime Chevalier y Julio Camarena: Catálogo tipológico del cuento folklórico español [I], Madrid, Gredos, 1995.
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Xilografía del pliego editado por Jose Mª Moreno en Carmona en 1856 |
Volviendo de nuevo al pliego se nos informa al final de que su autor es Pedro Navarro, conocido por ser también el autor de otros pliegos, pero en este se manifiesta inspirado en una inencontrable obra que titula de forma sugerente como Luchas de amor y de ingenio, de la que no he encontrado forma de consultarla, por lo que hay que deducir que posiblemente se trate de un simple recurso retórico para otorgar credibilidad a la historia contada.
©Antonio Lorenzo